A pesar de las numerosas voces que advierten de que los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no se van a cumplir, entre otras cosas porque han pasado seis años desde que se presentó y las circunstancias han cambiado, el Gobierno se mantiene aferrado a esa hoja de ruta, que prevé que para 2030 el 48% de la energía que use nuestro país sea renovable, así como el 81% de la electricidad que produce, y que todo ello se haga sin centrales nucleares. Pues bien, esta mañana, Fedea se ha sumado a las voces que exigen replantear la estrategia. En la primera edición de su ‘Observatorio para el seguimiento de indicadores del PNIEC’, firmado por el economista Diego Rodríguez, el ‘think tank’ de las grandes empresas del Ibex ha advertido de que hay que «plantear si en un escenario de alto crecimiento de la demanda, y particularmente de la demanda industrial, el despliegue de nueva capacidad renovable será suficiente y, sobre todo, apropiado para sustituir la aportación de energía en régimen de base que es característica de la generación nuclear».’Suficiente’, en este caso, porque en este momento nuestro país está inmerso en un proceso de transición de la producción de energía hacia alternativas renovables, así como de electrificación de la economía, que anuncian una futura demanda al alza. Bien es cierto que en el terreno de las renovables, las eléctricas son las que mejor avanzan frente al hidrógeno y el biogás, cuya lenta evolución, apuntan desde Fedea, será una de las causas fundamentales que eviten que para 2030 la ‘energía verde’ haya doblado su peso total en el consumo energético. Además, Diego Rodríguez apunta a que es factible que en cinco años las eólica, la hidráulica y la solar representen el 81% de la producción eléctrica total frente al 57% actual, pero hay matices. En primer lugar, que ese auge se producirá principalmente debido al tirón de la fotovoltaica, que ha pasado de pesar menos de un 5% en el mix total en 2015 a alrededor de un 17% en la actualidad. Frente a esto, la eólica presenta una evolución mucho más lenta y que se verá lastrada por las dificultades en las tramitaciones administrativas. En ese sentido, Rodríguez cree imprescindible perseverar en la reducción de barreras burocráticas, particularmente las referidas a la repotenciación de los parques ya existentes, circunstancia que permitiría mejorar la eficiencia en el uso de la capacidad disponible. A su vez, el experto de Fedea se ha referido también a la necesidad de acelerar la convocatoria de una primera subasta de eólica flotante, una alternativa que en nuestro país aún es terreno por explorar. En lo que refiere a la fotovoltaica, y a pesar de que lo más probable es que cumpla con lo previsto en el PNIEC, desde Fedea advierten del peligro que se cierne sobre el sector a cuenta de los precios, pues hay que recordar que, actualmente, el precio capturado se está acercando a los costes de generación, y eso «afectará a las decisiones de inversión para las plantas que no están sujetas a la obligación de puesta en servicio antes de mediados del año 2027», ha advertido Rodríguez. Además de suficiente, como ya se ha avanzado, Fedea cuestiona que el avance de la electricidad renovable sea «apropiado» para capear el cierre nuclear, y esto último enlaza con el apagón del pasado 28 de abril. Las causas de ese incidente no están claras, y de hecho, han alimentado la gresca política por la incapacidad del Gobierno de ofrecer información clara y las sospechas de que esconde parte de los datos, pero lo que sí está claro son las consecuencias, la entrada de las centrales de gas de ciclo combinado para apuntalar el sistema.En este sentido, y como ya hiciera en un trabajo publicado en noviembre, Fedea ha vuelto a insistir en que, si no se producen más avances en la capacidad de almacenamiento de las energías renovables -terreno en el que las promesas del PNIEC quedarán incumplidas-, con toda seguridad será necesario un uso más intenso de los siclos combinados. A pesar de las numerosas voces que advierten de que los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no se van a cumplir, entre otras cosas porque han pasado seis años desde que se presentó y las circunstancias han cambiado, el Gobierno se mantiene aferrado a esa hoja de ruta, que prevé que para 2030 el 48% de la energía que use nuestro país sea renovable, así como el 81% de la electricidad que produce, y que todo ello se haga sin centrales nucleares. Pues bien, esta mañana, Fedea se ha sumado a las voces que exigen replantear la estrategia. En la primera edición de su ‘Observatorio para el seguimiento de indicadores del PNIEC’, firmado por el economista Diego Rodríguez, el ‘think tank’ de las grandes empresas del Ibex ha advertido de que hay que «plantear si en un escenario de alto crecimiento de la demanda, y particularmente de la demanda industrial, el despliegue de nueva capacidad renovable será suficiente y, sobre todo, apropiado para sustituir la aportación de energía en régimen de base que es característica de la generación nuclear».’Suficiente’, en este caso, porque en este momento nuestro país está inmerso en un proceso de transición de la producción de energía hacia alternativas renovables, así como de electrificación de la economía, que anuncian una futura demanda al alza. Bien es cierto que en el terreno de las renovables, las eléctricas son las que mejor avanzan frente al hidrógeno y el biogás, cuya lenta evolución, apuntan desde Fedea, será una de las causas fundamentales que eviten que para 2030 la ‘energía verde’ haya doblado su peso total en el consumo energético. Además, Diego Rodríguez apunta a que es factible que en cinco años las eólica, la hidráulica y la solar representen el 81% de la producción eléctrica total frente al 57% actual, pero hay matices. En primer lugar, que ese auge se producirá principalmente debido al tirón de la fotovoltaica, que ha pasado de pesar menos de un 5% en el mix total en 2015 a alrededor de un 17% en la actualidad. Frente a esto, la eólica presenta una evolución mucho más lenta y que se verá lastrada por las dificultades en las tramitaciones administrativas. En ese sentido, Rodríguez cree imprescindible perseverar en la reducción de barreras burocráticas, particularmente las referidas a la repotenciación de los parques ya existentes, circunstancia que permitiría mejorar la eficiencia en el uso de la capacidad disponible. A su vez, el experto de Fedea se ha referido también a la necesidad de acelerar la convocatoria de una primera subasta de eólica flotante, una alternativa que en nuestro país aún es terreno por explorar. En lo que refiere a la fotovoltaica, y a pesar de que lo más probable es que cumpla con lo previsto en el PNIEC, desde Fedea advierten del peligro que se cierne sobre el sector a cuenta de los precios, pues hay que recordar que, actualmente, el precio capturado se está acercando a los costes de generación, y eso «afectará a las decisiones de inversión para las plantas que no están sujetas a la obligación de puesta en servicio antes de mediados del año 2027», ha advertido Rodríguez. Además de suficiente, como ya se ha avanzado, Fedea cuestiona que el avance de la electricidad renovable sea «apropiado» para capear el cierre nuclear, y esto último enlaza con el apagón del pasado 28 de abril. Las causas de ese incidente no están claras, y de hecho, han alimentado la gresca política por la incapacidad del Gobierno de ofrecer información clara y las sospechas de que esconde parte de los datos, pero lo que sí está claro son las consecuencias, la entrada de las centrales de gas de ciclo combinado para apuntalar el sistema.En este sentido, y como ya hiciera en un trabajo publicado en noviembre, Fedea ha vuelto a insistir en que, si no se producen más avances en la capacidad de almacenamiento de las energías renovables -terreno en el que las promesas del PNIEC quedarán incumplidas-, con toda seguridad será necesario un uso más intenso de los siclos combinados. A pesar de las numerosas voces que advierten de que los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no se van a cumplir, entre otras cosas porque han pasado seis años desde que se presentó y las circunstancias han cambiado, el Gobierno se mantiene aferrado a esa hoja de ruta, que prevé que para 2030 el 48% de la energía que use nuestro país sea renovable, así como el 81% de la electricidad que produce, y que todo ello se haga sin centrales nucleares. Pues bien, esta mañana, Fedea se ha sumado a las voces que exigen replantear la estrategia. En la primera edición de su ‘Observatorio para el seguimiento de indicadores del PNIEC’, firmado por el economista Diego Rodríguez, el ‘think tank’ de las grandes empresas del Ibex ha advertido de que hay que «plantear si en un escenario de alto crecimiento de la demanda, y particularmente de la demanda industrial, el despliegue de nueva capacidad renovable será suficiente y, sobre todo, apropiado para sustituir la aportación de energía en régimen de base que es característica de la generación nuclear».’Suficiente’, en este caso, porque en este momento nuestro país está inmerso en un proceso de transición de la producción de energía hacia alternativas renovables, así como de electrificación de la economía, que anuncian una futura demanda al alza. Bien es cierto que en el terreno de las renovables, las eléctricas son las que mejor avanzan frente al hidrógeno y el biogás, cuya lenta evolución, apuntan desde Fedea, será una de las causas fundamentales que eviten que para 2030 la ‘energía verde’ haya doblado su peso total en el consumo energético. Además, Diego Rodríguez apunta a que es factible que en cinco años las eólica, la hidráulica y la solar representen el 81% de la producción eléctrica total frente al 57% actual, pero hay matices. En primer lugar, que ese auge se producirá principalmente debido al tirón de la fotovoltaica, que ha pasado de pesar menos de un 5% en el mix total en 2015 a alrededor de un 17% en la actualidad. Frente a esto, la eólica presenta una evolución mucho más lenta y que se verá lastrada por las dificultades en las tramitaciones administrativas. En ese sentido, Rodríguez cree imprescindible perseverar en la reducción de barreras burocráticas, particularmente las referidas a la repotenciación de los parques ya existentes, circunstancia que permitiría mejorar la eficiencia en el uso de la capacidad disponible. A su vez, el experto de Fedea se ha referido también a la necesidad de acelerar la convocatoria de una primera subasta de eólica flotante, una alternativa que en nuestro país aún es terreno por explorar. En lo que refiere a la fotovoltaica, y a pesar de que lo más probable es que cumpla con lo previsto en el PNIEC, desde Fedea advierten del peligro que se cierne sobre el sector a cuenta de los precios, pues hay que recordar que, actualmente, el precio capturado se está acercando a los costes de generación, y eso «afectará a las decisiones de inversión para las plantas que no están sujetas a la obligación de puesta en servicio antes de mediados del año 2027», ha advertido Rodríguez. Además de suficiente, como ya se ha avanzado, Fedea cuestiona que el avance de la electricidad renovable sea «apropiado» para capear el cierre nuclear, y esto último enlaza con el apagón del pasado 28 de abril. Las causas de ese incidente no están claras, y de hecho, han alimentado la gresca política por la incapacidad del Gobierno de ofrecer información clara y las sospechas de que esconde parte de los datos, pero lo que sí está claro son las consecuencias, la entrada de las centrales de gas de ciclo combinado para apuntalar el sistema.En este sentido, y como ya hiciera en un trabajo publicado en noviembre, Fedea ha vuelto a insistir en que, si no se producen más avances en la capacidad de almacenamiento de las energías renovables -terreno en el que las promesas del PNIEC quedarán incumplidas-, con toda seguridad será necesario un uso más intenso de los siclos combinados. RSS de noticias de economia
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