El Banco Vaticano que deja Francisco tiene menos clientes y menos beneficios que el que se encontró, pero las cuentas están más saneadas y ya no pende sobre él la sombra de sospecha que le granjearon los escándalos que lo han acompañado durante buena parte de su historia. A cierre de 2023 -fecha de publicación del último balance-, la entidad registraba unas ganancias de 30,6 millones de euros, un 64% menos respecto a los 86,6 millones que declaró en 2012 , último ejercicio antes de que el argentino se convirtiera en Papa . Esto se explica en parte porque en este tiempo los clientes han pasado de los casi 19.000 que tenía hace trece años a los 12.361 de 2012; entre otras cosas, por el cierre de miles de cuentas consideradas ‘sospechosas’. En teoría -durante muchos años no ha sido así-, solo pueden tener depósitos en el ‘banco de los curas’ los clérigos, órdenes religiosas, diócesis, empleados del Vaticano, departamentos de la curia, fundaciones bajo el Derecho Romano y similares. A su vez, y no es poco importante, en 2023 la institución tenía una ratio de capital del 60% . La ratio de capital, hay que recordarlo, es una medida que pone en relación los fondos con los que cuenta un banco para hacer frente a imprevistos sobrevenidos con el riesgo que ha asumido a través de los activos que tiene en el balance, y lo expresa en un porcentaje. En el caso de los bancos de la zona euro, por ejemplo, la ratio no supera de media el 16% (según el BCE), lo que convierte -por comparación- al Banco Vaticano en uno de los más fuertes del mundo.Noticia Relacionada «Una economía que mata» estandar Si Francisco y su denuncia del «dogma neoliberal» Xavier VilaltellaY valgan los apelativos ‘Banco’ y ‘Vaticano’ a pesar de que no es ni una cosa ni la otra . No es un banco porque no tiene fines de lucro ni presta dinero, y tampoco es ‘Vaticano’ porque no es un banco central. Ni ejerce de regulador ni emite moneda, aunque la moneda oficiosa en el microestado es el euro (sin formar parte de la eurozona). Exactamente, y tras la última reforma de los estatutos acometida por Francisco en 2023, la misión del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -ese es su nombre oficial- es «proveer a la custodia y administración de los bienes muebles (léase, dinero) e inmuebles transferidos o confiados por personas físicas o jurídicas y destinados a obras de religión o de caridad». En la práctica, eso se traduce en inversiones que en la mayor parte de los casos se destinan a bonos del estado y en el mercado inmobiliario, aunque el IOR tiene acciones en empresas de todo tipo. En cualquier caso, tienen que ser inversiones que se avengan a los rígidos criterios éticos de los estatutos, y durante años no lo fueron. Como en tantas otras cosas, también en esta Francisco siguió los pasos de Benedicto XVI , que inició la ‘limpieza’ del IOR cuando en diciembre de 2010 creó la Autoridad de Información Financiera (AIF), un organismo encargado de supervisar todas las operaciones financieras de la Santa Sede. Tres meses antes, la justicia italiana había incautado 23 millones de euros en fondos del banco como parte de una investigación de lavado de dinero. Fue el enésimo de los escándalos en los que se vio envuelta la institución -y no sería el último-, tras décadas de dejadez que, en conversación con ABC, el economista Gonzalo Bernardos explica por el descuido de Roma para con las cuentas, que contrasta con la férrea disciplina jerárquica que aplica en otros órdenes. «La Iglesia es muy centralista en materia eclesial pero no en las finanzas», comenta este experto, que identifica como otro problema el hecho de que, en lo que al dinero se refiere, la Santa Sede se deje aconsejar más por gente que «es fiel» que por verdaderos profesionales de la economía.Una historia de películaEn la historia ‘negra’ del Banco Vaticano, ocupa un lugar señalado aquella trama que empezó a aflorar a mediados de los años setenta tras la quiebra del Franklin National Bank, una entidad estadounidense propiedad de Michele Sindona, un banquero ligado a la francmasonería, a la mafia siciliana, y también al IOR y a una de sus filiales, el Banco Ambrosiano. Lo que salió a la luz fue una red clandestina que extraía dinero ilegalmente de Italia, blanqueaba divisas o defraudaba impuestos, entre otros delitos. La historia es digna de película, tanto que inspiró el guion de la tercera entrega de ‘El Padrino’. Uno de sus personajes, el arzobispo Gilday, es el ‘alter ego’ cinematográfico del arzobispo Paul Marcinkus, que fue presidente del Banco Vaticano entre 1971 y 1989. Y otro nombre propio en esta historia es el banquero Roberto Calvi, a la sazón presidente del Banco Ambrosiano, que acabaría sus días ahorcado en un puente de Londres en lo que parecía un suicidio y resultó ser un asesinato perpetrado por la mafia siciliana.La ‘limpieza’ que Benedicto XVI no pudo concluirCuando Francisco se convirtió en pontífice aquel caso ya quedaba muy lejos, pero no el problema de opacidad y falta de control en el seno del IOR. Urgía una limpieza, una que Benedicto XVI no tuvo tiempo de concluir. Sin embargo, y como ya se ha avanzado, antes de su renuncia había allanado el camino con la creación de la AIF. Además de esto, también puso al banco -por primera vez en la historia- a disposición de los auditores del Consejo de Europa y suscribió un acuerdo con la UE para trasponer a la legislación de la Santa Sede las directivas comunitarias relativas a la falsificación del euro y el lavado de dinero , una medida que hizo que la Fiscalía italiana decidiera liberar los 23 millones en fondos del IOR que tenía embargados.Luego llegó Francisco, y cuando apenas llevaba tres meses en el cargo creó una comisión pontificia que se encargaría de preparar la nueva organización de la institución. Además, se procedió a la publicación de sus cuentas, la primera vez que se hacía en sus 138 años de historia -el IOR fue fundado en 1942 por Pío XII, aunque realmente su antecedente es la Commissione ad pias causas instituida por León XIII en 1887-. Simultáneamente, otra de las medidas de calado fue la cancelación de 2.600 cuentas ‘durmientes’ -que no habían tenido actividad en mucho tiempo- y la expulsión de 396 clientes que no cumplían con los estándares para tener dinero en el IOR. Esto explica los malos resultados presentados en 2013, cuando la institución registró unos beneficios de 2,9 millones de euros, muy lejos de los 86 millones del ejercicio anterior. A lo largo de la siguiente década las ganancias nunca serían tan abultadas como en el pasado, pero el banco era más transparente y podía responder por el origen de sus clientes. La nota dominante de los últimos años, quizá, ha sido la volatilidad, muchas veces ligada al precio del dinero. En 2014 la institución se recuperó del ajuste de 2013 con unos beneficios de 69,3 millones de euros , pero en el ejercicio siguiente el saldo fue de solo 16,1 millones, en un contexto de tipos de interés negativos por parte del Banco Central Europeo. No obstante, explica Gonzalo Bernardos, hacer comparaciones desde 2012 es un empeño un tanto estéril, debido al cambio en la naturaleza de las inversiones del banco. «Ha pasado de invertir en prácticamente cualquier cosa a fijar criterios muchos más limpios», explica el economista, que sin embargo sigue siendo muy crítico con el alcance de las reformas acometidas. En 2020, y después de que trascendiera otra investigación por corrupción contra el IOR, Francisco reformó la AIF para darle más poder de supervisión , y dos años después llevó a cabo la última modificación de los estatutos del banco, tendente a delimitar más claramente las competencias y profesionalizar el órgano de gobierno. El ‘agujero’ en las cuentas vaticanas, reto del próximo PapaComo ya se ha avanzado, con Francisco culmina la operación de limpieza llevada a cabo en ‘el banco de los curas’, pero los beneficios que deja son menores y eso afecta negativamente a las cuentas de la Santa Sede, que van mucho más allá de lo que compete solo al IOR. Exactamente, los ingresos -y esto no incluye a las diócesis, que para cuestiones financieras gozan de mucha autonomía- proceden de los Museos Vaticanos, el IOR y dos importantes instituciones; la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que gestiona los bienes inmobiliarios, y el Óbolo de San Pedro, que recoge los donativos. El caso es que Francisco deja las finanzas con unas pérdidas que en 2023 -último año en que las cuentas fueron publicadas- eran de 83 millones de euros, tras registrar 1.152 millones en ingresos y 1.236 millones en gastos. La caída de los donativos ha sido uno de los principales problemas de este papado, explica Gonzalo Bernardos; de hecho, y como ya explicó ABC , una de las últimas cosas que haría el Papa sería instituir un nuevo organismo para buscar fondos. Resolver el agujero dinerario, en fin, queda como tarea pendiente para el próximo Papa. También, por cierto, mejorar la transparencia, que Bernardos asegura que está muy lejos de ser óptima. El Banco Vaticano que deja Francisco tiene menos clientes y menos beneficios que el que se encontró, pero las cuentas están más saneadas y ya no pende sobre él la sombra de sospecha que le granjearon los escándalos que lo han acompañado durante buena parte de su historia. A cierre de 2023 -fecha de publicación del último balance-, la entidad registraba unas ganancias de 30,6 millones de euros, un 64% menos respecto a los 86,6 millones que declaró en 2012 , último ejercicio antes de que el argentino se convirtiera en Papa . Esto se explica en parte porque en este tiempo los clientes han pasado de los casi 19.000 que tenía hace trece años a los 12.361 de 2012; entre otras cosas, por el cierre de miles de cuentas consideradas ‘sospechosas’. En teoría -durante muchos años no ha sido así-, solo pueden tener depósitos en el ‘banco de los curas’ los clérigos, órdenes religiosas, diócesis, empleados del Vaticano, departamentos de la curia, fundaciones bajo el Derecho Romano y similares. A su vez, y no es poco importante, en 2023 la institución tenía una ratio de capital del 60% . La ratio de capital, hay que recordarlo, es una medida que pone en relación los fondos con los que cuenta un banco para hacer frente a imprevistos sobrevenidos con el riesgo que ha asumido a través de los activos que tiene en el balance, y lo expresa en un porcentaje. En el caso de los bancos de la zona euro, por ejemplo, la ratio no supera de media el 16% (según el BCE), lo que convierte -por comparación- al Banco Vaticano en uno de los más fuertes del mundo.Noticia Relacionada «Una economía que mata» estandar Si Francisco y su denuncia del «dogma neoliberal» Xavier VilaltellaY valgan los apelativos ‘Banco’ y ‘Vaticano’ a pesar de que no es ni una cosa ni la otra . No es un banco porque no tiene fines de lucro ni presta dinero, y tampoco es ‘Vaticano’ porque no es un banco central. Ni ejerce de regulador ni emite moneda, aunque la moneda oficiosa en el microestado es el euro (sin formar parte de la eurozona). Exactamente, y tras la última reforma de los estatutos acometida por Francisco en 2023, la misión del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -ese es su nombre oficial- es «proveer a la custodia y administración de los bienes muebles (léase, dinero) e inmuebles transferidos o confiados por personas físicas o jurídicas y destinados a obras de religión o de caridad». En la práctica, eso se traduce en inversiones que en la mayor parte de los casos se destinan a bonos del estado y en el mercado inmobiliario, aunque el IOR tiene acciones en empresas de todo tipo. En cualquier caso, tienen que ser inversiones que se avengan a los rígidos criterios éticos de los estatutos, y durante años no lo fueron. Como en tantas otras cosas, también en esta Francisco siguió los pasos de Benedicto XVI , que inició la ‘limpieza’ del IOR cuando en diciembre de 2010 creó la Autoridad de Información Financiera (AIF), un organismo encargado de supervisar todas las operaciones financieras de la Santa Sede. Tres meses antes, la justicia italiana había incautado 23 millones de euros en fondos del banco como parte de una investigación de lavado de dinero. Fue el enésimo de los escándalos en los que se vio envuelta la institución -y no sería el último-, tras décadas de dejadez que, en conversación con ABC, el economista Gonzalo Bernardos explica por el descuido de Roma para con las cuentas, que contrasta con la férrea disciplina jerárquica que aplica en otros órdenes. «La Iglesia es muy centralista en materia eclesial pero no en las finanzas», comenta este experto, que identifica como otro problema el hecho de que, en lo que al dinero se refiere, la Santa Sede se deje aconsejar más por gente que «es fiel» que por verdaderos profesionales de la economía.Una historia de películaEn la historia ‘negra’ del Banco Vaticano, ocupa un lugar señalado aquella trama que empezó a aflorar a mediados de los años setenta tras la quiebra del Franklin National Bank, una entidad estadounidense propiedad de Michele Sindona, un banquero ligado a la francmasonería, a la mafia siciliana, y también al IOR y a una de sus filiales, el Banco Ambrosiano. Lo que salió a la luz fue una red clandestina que extraía dinero ilegalmente de Italia, blanqueaba divisas o defraudaba impuestos, entre otros delitos. La historia es digna de película, tanto que inspiró el guion de la tercera entrega de ‘El Padrino’. Uno de sus personajes, el arzobispo Gilday, es el ‘alter ego’ cinematográfico del arzobispo Paul Marcinkus, que fue presidente del Banco Vaticano entre 1971 y 1989. Y otro nombre propio en esta historia es el banquero Roberto Calvi, a la sazón presidente del Banco Ambrosiano, que acabaría sus días ahorcado en un puente de Londres en lo que parecía un suicidio y resultó ser un asesinato perpetrado por la mafia siciliana.La ‘limpieza’ que Benedicto XVI no pudo concluirCuando Francisco se convirtió en pontífice aquel caso ya quedaba muy lejos, pero no el problema de opacidad y falta de control en el seno del IOR. Urgía una limpieza, una que Benedicto XVI no tuvo tiempo de concluir. Sin embargo, y como ya se ha avanzado, antes de su renuncia había allanado el camino con la creación de la AIF. Además de esto, también puso al banco -por primera vez en la historia- a disposición de los auditores del Consejo de Europa y suscribió un acuerdo con la UE para trasponer a la legislación de la Santa Sede las directivas comunitarias relativas a la falsificación del euro y el lavado de dinero , una medida que hizo que la Fiscalía italiana decidiera liberar los 23 millones en fondos del IOR que tenía embargados.Luego llegó Francisco, y cuando apenas llevaba tres meses en el cargo creó una comisión pontificia que se encargaría de preparar la nueva organización de la institución. Además, se procedió a la publicación de sus cuentas, la primera vez que se hacía en sus 138 años de historia -el IOR fue fundado en 1942 por Pío XII, aunque realmente su antecedente es la Commissione ad pias causas instituida por León XIII en 1887-. Simultáneamente, otra de las medidas de calado fue la cancelación de 2.600 cuentas ‘durmientes’ -que no habían tenido actividad en mucho tiempo- y la expulsión de 396 clientes que no cumplían con los estándares para tener dinero en el IOR. Esto explica los malos resultados presentados en 2013, cuando la institución registró unos beneficios de 2,9 millones de euros, muy lejos de los 86 millones del ejercicio anterior. A lo largo de la siguiente década las ganancias nunca serían tan abultadas como en el pasado, pero el banco era más transparente y podía responder por el origen de sus clientes. La nota dominante de los últimos años, quizá, ha sido la volatilidad, muchas veces ligada al precio del dinero. En 2014 la institución se recuperó del ajuste de 2013 con unos beneficios de 69,3 millones de euros , pero en el ejercicio siguiente el saldo fue de solo 16,1 millones, en un contexto de tipos de interés negativos por parte del Banco Central Europeo. No obstante, explica Gonzalo Bernardos, hacer comparaciones desde 2012 es un empeño un tanto estéril, debido al cambio en la naturaleza de las inversiones del banco. «Ha pasado de invertir en prácticamente cualquier cosa a fijar criterios muchos más limpios», explica el economista, que sin embargo sigue siendo muy crítico con el alcance de las reformas acometidas. En 2020, y después de que trascendiera otra investigación por corrupción contra el IOR, Francisco reformó la AIF para darle más poder de supervisión , y dos años después llevó a cabo la última modificación de los estatutos del banco, tendente a delimitar más claramente las competencias y profesionalizar el órgano de gobierno. El ‘agujero’ en las cuentas vaticanas, reto del próximo PapaComo ya se ha avanzado, con Francisco culmina la operación de limpieza llevada a cabo en ‘el banco de los curas’, pero los beneficios que deja son menores y eso afecta negativamente a las cuentas de la Santa Sede, que van mucho más allá de lo que compete solo al IOR. Exactamente, los ingresos -y esto no incluye a las diócesis, que para cuestiones financieras gozan de mucha autonomía- proceden de los Museos Vaticanos, el IOR y dos importantes instituciones; la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que gestiona los bienes inmobiliarios, y el Óbolo de San Pedro, que recoge los donativos. El caso es que Francisco deja las finanzas con unas pérdidas que en 2023 -último año en que las cuentas fueron publicadas- eran de 83 millones de euros, tras registrar 1.152 millones en ingresos y 1.236 millones en gastos. La caída de los donativos ha sido uno de los principales problemas de este papado, explica Gonzalo Bernardos; de hecho, y como ya explicó ABC , una de las últimas cosas que haría el Papa sería instituir un nuevo organismo para buscar fondos. Resolver el agujero dinerario, en fin, queda como tarea pendiente para el próximo Papa. También, por cierto, mejorar la transparencia, que Bernardos asegura que está muy lejos de ser óptima. El Banco Vaticano que deja Francisco tiene menos clientes y menos beneficios que el que se encontró, pero las cuentas están más saneadas y ya no pende sobre él la sombra de sospecha que le granjearon los escándalos que lo han acompañado durante buena parte de su historia. A cierre de 2023 -fecha de publicación del último balance-, la entidad registraba unas ganancias de 30,6 millones de euros, un 64% menos respecto a los 86,6 millones que declaró en 2012 , último ejercicio antes de que el argentino se convirtiera en Papa . Esto se explica en parte porque en este tiempo los clientes han pasado de los casi 19.000 que tenía hace trece años a los 12.361 de 2012; entre otras cosas, por el cierre de miles de cuentas consideradas ‘sospechosas’. En teoría -durante muchos años no ha sido así-, solo pueden tener depósitos en el ‘banco de los curas’ los clérigos, órdenes religiosas, diócesis, empleados del Vaticano, departamentos de la curia, fundaciones bajo el Derecho Romano y similares. A su vez, y no es poco importante, en 2023 la institución tenía una ratio de capital del 60% . La ratio de capital, hay que recordarlo, es una medida que pone en relación los fondos con los que cuenta un banco para hacer frente a imprevistos sobrevenidos con el riesgo que ha asumido a través de los activos que tiene en el balance, y lo expresa en un porcentaje. En el caso de los bancos de la zona euro, por ejemplo, la ratio no supera de media el 16% (según el BCE), lo que convierte -por comparación- al Banco Vaticano en uno de los más fuertes del mundo.Noticia Relacionada «Una economía que mata» estandar Si Francisco y su denuncia del «dogma neoliberal» Xavier VilaltellaY valgan los apelativos ‘Banco’ y ‘Vaticano’ a pesar de que no es ni una cosa ni la otra . No es un banco porque no tiene fines de lucro ni presta dinero, y tampoco es ‘Vaticano’ porque no es un banco central. Ni ejerce de regulador ni emite moneda, aunque la moneda oficiosa en el microestado es el euro (sin formar parte de la eurozona). Exactamente, y tras la última reforma de los estatutos acometida por Francisco en 2023, la misión del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -ese es su nombre oficial- es «proveer a la custodia y administración de los bienes muebles (léase, dinero) e inmuebles transferidos o confiados por personas físicas o jurídicas y destinados a obras de religión o de caridad». En la práctica, eso se traduce en inversiones que en la mayor parte de los casos se destinan a bonos del estado y en el mercado inmobiliario, aunque el IOR tiene acciones en empresas de todo tipo. En cualquier caso, tienen que ser inversiones que se avengan a los rígidos criterios éticos de los estatutos, y durante años no lo fueron. Como en tantas otras cosas, también en esta Francisco siguió los pasos de Benedicto XVI , que inició la ‘limpieza’ del IOR cuando en diciembre de 2010 creó la Autoridad de Información Financiera (AIF), un organismo encargado de supervisar todas las operaciones financieras de la Santa Sede. Tres meses antes, la justicia italiana había incautado 23 millones de euros en fondos del banco como parte de una investigación de lavado de dinero. Fue el enésimo de los escándalos en los que se vio envuelta la institución -y no sería el último-, tras décadas de dejadez que, en conversación con ABC, el economista Gonzalo Bernardos explica por el descuido de Roma para con las cuentas, que contrasta con la férrea disciplina jerárquica que aplica en otros órdenes. «La Iglesia es muy centralista en materia eclesial pero no en las finanzas», comenta este experto, que identifica como otro problema el hecho de que, en lo que al dinero se refiere, la Santa Sede se deje aconsejar más por gente que «es fiel» que por verdaderos profesionales de la economía.Una historia de películaEn la historia ‘negra’ del Banco Vaticano, ocupa un lugar señalado aquella trama que empezó a aflorar a mediados de los años setenta tras la quiebra del Franklin National Bank, una entidad estadounidense propiedad de Michele Sindona, un banquero ligado a la francmasonería, a la mafia siciliana, y también al IOR y a una de sus filiales, el Banco Ambrosiano. Lo que salió a la luz fue una red clandestina que extraía dinero ilegalmente de Italia, blanqueaba divisas o defraudaba impuestos, entre otros delitos. La historia es digna de película, tanto que inspiró el guion de la tercera entrega de ‘El Padrino’. Uno de sus personajes, el arzobispo Gilday, es el ‘alter ego’ cinematográfico del arzobispo Paul Marcinkus, que fue presidente del Banco Vaticano entre 1971 y 1989. Y otro nombre propio en esta historia es el banquero Roberto Calvi, a la sazón presidente del Banco Ambrosiano, que acabaría sus días ahorcado en un puente de Londres en lo que parecía un suicidio y resultó ser un asesinato perpetrado por la mafia siciliana.La ‘limpieza’ que Benedicto XVI no pudo concluirCuando Francisco se convirtió en pontífice aquel caso ya quedaba muy lejos, pero no el problema de opacidad y falta de control en el seno del IOR. Urgía una limpieza, una que Benedicto XVI no tuvo tiempo de concluir. Sin embargo, y como ya se ha avanzado, antes de su renuncia había allanado el camino con la creación de la AIF. Además de esto, también puso al banco -por primera vez en la historia- a disposición de los auditores del Consejo de Europa y suscribió un acuerdo con la UE para trasponer a la legislación de la Santa Sede las directivas comunitarias relativas a la falsificación del euro y el lavado de dinero , una medida que hizo que la Fiscalía italiana decidiera liberar los 23 millones en fondos del IOR que tenía embargados.Luego llegó Francisco, y cuando apenas llevaba tres meses en el cargo creó una comisión pontificia que se encargaría de preparar la nueva organización de la institución. Además, se procedió a la publicación de sus cuentas, la primera vez que se hacía en sus 138 años de historia -el IOR fue fundado en 1942 por Pío XII, aunque realmente su antecedente es la Commissione ad pias causas instituida por León XIII en 1887-. Simultáneamente, otra de las medidas de calado fue la cancelación de 2.600 cuentas ‘durmientes’ -que no habían tenido actividad en mucho tiempo- y la expulsión de 396 clientes que no cumplían con los estándares para tener dinero en el IOR. Esto explica los malos resultados presentados en 2013, cuando la institución registró unos beneficios de 2,9 millones de euros, muy lejos de los 86 millones del ejercicio anterior. A lo largo de la siguiente década las ganancias nunca serían tan abultadas como en el pasado, pero el banco era más transparente y podía responder por el origen de sus clientes. La nota dominante de los últimos años, quizá, ha sido la volatilidad, muchas veces ligada al precio del dinero. En 2014 la institución se recuperó del ajuste de 2013 con unos beneficios de 69,3 millones de euros , pero en el ejercicio siguiente el saldo fue de solo 16,1 millones, en un contexto de tipos de interés negativos por parte del Banco Central Europeo. No obstante, explica Gonzalo Bernardos, hacer comparaciones desde 2012 es un empeño un tanto estéril, debido al cambio en la naturaleza de las inversiones del banco. «Ha pasado de invertir en prácticamente cualquier cosa a fijar criterios muchos más limpios», explica el economista, que sin embargo sigue siendo muy crítico con el alcance de las reformas acometidas. En 2020, y después de que trascendiera otra investigación por corrupción contra el IOR, Francisco reformó la AIF para darle más poder de supervisión , y dos años después llevó a cabo la última modificación de los estatutos del banco, tendente a delimitar más claramente las competencias y profesionalizar el órgano de gobierno. El ‘agujero’ en las cuentas vaticanas, reto del próximo PapaComo ya se ha avanzado, con Francisco culmina la operación de limpieza llevada a cabo en ‘el banco de los curas’, pero los beneficios que deja son menores y eso afecta negativamente a las cuentas de la Santa Sede, que van mucho más allá de lo que compete solo al IOR. Exactamente, los ingresos -y esto no incluye a las diócesis, que para cuestiones financieras gozan de mucha autonomía- proceden de los Museos Vaticanos, el IOR y dos importantes instituciones; la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que gestiona los bienes inmobiliarios, y el Óbolo de San Pedro, que recoge los donativos. El caso es que Francisco deja las finanzas con unas pérdidas que en 2023 -último año en que las cuentas fueron publicadas- eran de 83 millones de euros, tras registrar 1.152 millones en ingresos y 1.236 millones en gastos. La caída de los donativos ha sido uno de los principales problemas de este papado, explica Gonzalo Bernardos; de hecho, y como ya explicó ABC , una de las últimas cosas que haría el Papa sería instituir un nuevo organismo para buscar fondos. Resolver el agujero dinerario, en fin, queda como tarea pendiente para el próximo Papa. También, por cierto, mejorar la transparencia, que Bernardos asegura que está muy lejos de ser óptima. RSS de noticias de sociedad
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