TikTok tiene la asombrosa capacidad de convertir objetos cotidianos en milagros virales. Un día es una crema que borra las arrugas en segundos, al siguiente, una manta que promete noches frescas sin aire acondicionado. Las « mantas refrescantes » son el nuevo fetiche del algoritmo: vídeos con millones de visualizaciones muestran a influencers envolviéndose en tejidos que, según ellos, « absorben el calor corporal ».Uno de los vídeos más comentados es el del portal SlashGear, que realizó una prueba práctica con una de las mantas virales más vendidas . Dejaron esa manta y una convencional al sol. ¿El resultado? La manta «refrescante» mostraba hasta 6 °C menos en su superficie exterior. A simple vista, parece una victoria… pero la física, como suele ocurrir, pide una segunda opinión.Noticia Relacionada estandar No La Aemet pone en aviso a España por lo que va a durar la ola de calor: «Aumenta la incertidumbre» Marina Ortiz Las temperaturas superarán los 41 grados en varios puntos de la penínsulaLa bajada de temperatura con la manta¿Por qué muestra esa bajada en la temperatura si ni siquiera hay contacto humano? La clave está en cómo cada tejido absorbe, refleja o disipa el calor del entorno. Algunos materiales sintéticos, como el nailon o el polietileno modificado, reflejan más la radiación solar o se calientan menos al sol, lo que puede explicar esa diferencia superficial.Esa diferencia, sin embargo, no garantiza automáticamente una sensación de frescor duradera cuando entramos en contacto con la manta. La sensación de alivio térmico al contacto se debe principalmente a la conductividad térmica . Algunos tejidos, como los mencionados nailon o polietileno, transfieren el calor de nuestra piel de forma más eficiente que otros, como el algodón. Es el mismo principio por el que un pasamanos metálico se percibe mucho más caliente al sol que uno de madera, aunque ambos estén expuestos a las mismas condiciones.Por eso, muchas personas que prueban estas mantas en una habitación templada dicen que «sí, se nota más fresca», al menos al principio. Pero esa sensación inicial no dura. En foros como Reddit es fácil encontrar experiencias que contrastan con la euforia inicial. «Los primeros diez minutos, genial. Luego fue como envolverme en papel film.»Lo que ocurre es que, tras absorber nuestro calor corporal , el tejido alcanza rápidamente el equilibrio térmico. Si ese calor no se disipa, por ejemplo, si estamos tumbados sin ventilación o hace mucho calor ambiental, la manta deja de ser fresca. Es decir, si no hay un mecanismo que mantenga el gradiente térmico, el efecto desaparece.Sin embargo, hay mantas que sí logran mantener ese gradiente durante más tiempo. Lo hacen gracias a materiales específicamente diseñados para ello. Y ahí es donde entra en juego la física.La física básica: un cambio de faseEl truco no está en el tejido, ni en la textura, ni en una fórmula secreta al estilo Coca-Cola. Está en un principio básico de la física térmica: el cambio de fase.Cuando un material cambia de estado (por ejemplo, de sólido a líquido), necesita absorber una gran cantidad de energía sin aumentar su temperatura. Esa energía se llama calor latente de fusión. El ejemplo más cotidiano es el hielo: puede absorber mucho calor al derretirse, pero permanece a 0 °C hasta que se ha convertido en agua por completo.En el caso de las mantas realmente refrescantes, se utilizan materiales llamados PCM (Phase Change Materials por sus siglas en inglés), diseñados para fundirse a temperaturas cercanas al confort térmico humano, entre 18 y 21 °C. Durante ese cambio de estado, absorben el calor del cuerpo sin calentarse hasta que todo el PCM haya fundido, lo que permite mantener una sensación de frescor durante más tiempo.Imaginemos que nos tapamos con una manta llena de «cubitos invisibles» que se derriten justo a la temperatura ideal. Mientras lo hacen, se «beben» parte del calor que generamos al dormir. Esa es, literalmente, la esencia de una manta con PCM. Y lo mejor es que, una vez que el material ha terminado de fundirse, se puede «recargar» dejándola en un lugar fresco para que se solidifique de nuevo.La manta del futuroPara conseguir estas mantas realmente refrescantes necesitamos echar mano de la ciencia de materiales. No todos los sólidos se funden a temperaturas útiles para el confort humano que, al mismo tiempo, absorban una cantidad significativa de calor. Los PCMs más comunes se dividen en tres grandes grupos: orgánicos, inorgánicos y eutécticos.Los PCMs orgánicos , como las parafinas, son populares por su estabilidad y bajo coste. Están compuestos por largas cadenas hidrocarbonadas que, al fundirse, absorben calor y se mantienen estables durante muchos ciclos térmicos. Su temperatura de fusión puede ajustarse eligiendo el número de átomos de carbono.En el contexto de las mantas, estos PCMs se encapsulan en microestructuras, normalmente cápsulas poliméricas, que les permiten pasar de sólido a líquido sin escapar ni dañar el textil. El encapsulado protege al material de la degradación y permite que la manta soporte muchos ciclos sin perder eficacia. ¿Y están ya en el mercado o aún son ciencia de laboratorio?Los cubitos invisibles ya son una realidadAunque hablar de «cubitos invisibles» suene a ciencia ficción, los materiales de cambio de fase ya están presentes en productos reales, no solo en mantas, sino también en ropa deportiva, calzado técnico o arquitectura bioclimática.En el sector textil, varias marcas han comenzado a comercializar tejidos que incorporan microcápsulas de PCM. Una de las más conocidas es Outlast Technologies, que surgió a partir de colaboraciones con la NASA y aplica estas tecnologías en ropa térmica, sábanas o chaquetas.Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. Las líneas más activas se centran en mejorar la estabilidad a largo plazo, aumentar la conductividad térmica y desarrollar materiales más sostenibles y con el mayor calor latente de fusión por masa posible. El reto ya no es demostrar que funcionan, sino lograr que lo hagan de forma fiable, asequible y cómoda.Como muchas modas virales, las mantas refrescantes tienen un pie en la realidad y otro en la exageración. Algunas sí funcionan, pero no por arte de magia ni por una « fórmula secreta guardada en un sobre lacrado », sino gracias a principios bien conocidos de la física y la ingeniería de materiales. Y aunque su efecto no sea eterno ni milagroso, tal vez sea suficiente para pasar una noche de verano sin sudar la gota gorda.María Dolores martín alonos Materials Science PhD, IMDEA MATERIALES TikTok tiene la asombrosa capacidad de convertir objetos cotidianos en milagros virales. Un día es una crema que borra las arrugas en segundos, al siguiente, una manta que promete noches frescas sin aire acondicionado. Las « mantas refrescantes » son el nuevo fetiche del algoritmo: vídeos con millones de visualizaciones muestran a influencers envolviéndose en tejidos que, según ellos, « absorben el calor corporal ».Uno de los vídeos más comentados es el del portal SlashGear, que realizó una prueba práctica con una de las mantas virales más vendidas . Dejaron esa manta y una convencional al sol. ¿El resultado? La manta «refrescante» mostraba hasta 6 °C menos en su superficie exterior. A simple vista, parece una victoria… pero la física, como suele ocurrir, pide una segunda opinión.Noticia Relacionada estandar No La Aemet pone en aviso a España por lo que va a durar la ola de calor: «Aumenta la incertidumbre» Marina Ortiz Las temperaturas superarán los 41 grados en varios puntos de la penínsulaLa bajada de temperatura con la manta¿Por qué muestra esa bajada en la temperatura si ni siquiera hay contacto humano? La clave está en cómo cada tejido absorbe, refleja o disipa el calor del entorno. Algunos materiales sintéticos, como el nailon o el polietileno modificado, reflejan más la radiación solar o se calientan menos al sol, lo que puede explicar esa diferencia superficial.Esa diferencia, sin embargo, no garantiza automáticamente una sensación de frescor duradera cuando entramos en contacto con la manta. La sensación de alivio térmico al contacto se debe principalmente a la conductividad térmica . Algunos tejidos, como los mencionados nailon o polietileno, transfieren el calor de nuestra piel de forma más eficiente que otros, como el algodón. Es el mismo principio por el que un pasamanos metálico se percibe mucho más caliente al sol que uno de madera, aunque ambos estén expuestos a las mismas condiciones.Por eso, muchas personas que prueban estas mantas en una habitación templada dicen que «sí, se nota más fresca», al menos al principio. Pero esa sensación inicial no dura. En foros como Reddit es fácil encontrar experiencias que contrastan con la euforia inicial. «Los primeros diez minutos, genial. Luego fue como envolverme en papel film.»Lo que ocurre es que, tras absorber nuestro calor corporal , el tejido alcanza rápidamente el equilibrio térmico. Si ese calor no se disipa, por ejemplo, si estamos tumbados sin ventilación o hace mucho calor ambiental, la manta deja de ser fresca. Es decir, si no hay un mecanismo que mantenga el gradiente térmico, el efecto desaparece.Sin embargo, hay mantas que sí logran mantener ese gradiente durante más tiempo. Lo hacen gracias a materiales específicamente diseñados para ello. Y ahí es donde entra en juego la física.La física básica: un cambio de faseEl truco no está en el tejido, ni en la textura, ni en una fórmula secreta al estilo Coca-Cola. Está en un principio básico de la física térmica: el cambio de fase.Cuando un material cambia de estado (por ejemplo, de sólido a líquido), necesita absorber una gran cantidad de energía sin aumentar su temperatura. Esa energía se llama calor latente de fusión. El ejemplo más cotidiano es el hielo: puede absorber mucho calor al derretirse, pero permanece a 0 °C hasta que se ha convertido en agua por completo.En el caso de las mantas realmente refrescantes, se utilizan materiales llamados PCM (Phase Change Materials por sus siglas en inglés), diseñados para fundirse a temperaturas cercanas al confort térmico humano, entre 18 y 21 °C. Durante ese cambio de estado, absorben el calor del cuerpo sin calentarse hasta que todo el PCM haya fundido, lo que permite mantener una sensación de frescor durante más tiempo.Imaginemos que nos tapamos con una manta llena de «cubitos invisibles» que se derriten justo a la temperatura ideal. Mientras lo hacen, se «beben» parte del calor que generamos al dormir. Esa es, literalmente, la esencia de una manta con PCM. Y lo mejor es que, una vez que el material ha terminado de fundirse, se puede «recargar» dejándola en un lugar fresco para que se solidifique de nuevo.La manta del futuroPara conseguir estas mantas realmente refrescantes necesitamos echar mano de la ciencia de materiales. No todos los sólidos se funden a temperaturas útiles para el confort humano que, al mismo tiempo, absorban una cantidad significativa de calor. Los PCMs más comunes se dividen en tres grandes grupos: orgánicos, inorgánicos y eutécticos.Los PCMs orgánicos , como las parafinas, son populares por su estabilidad y bajo coste. Están compuestos por largas cadenas hidrocarbonadas que, al fundirse, absorben calor y se mantienen estables durante muchos ciclos térmicos. Su temperatura de fusión puede ajustarse eligiendo el número de átomos de carbono.En el contexto de las mantas, estos PCMs se encapsulan en microestructuras, normalmente cápsulas poliméricas, que les permiten pasar de sólido a líquido sin escapar ni dañar el textil. El encapsulado protege al material de la degradación y permite que la manta soporte muchos ciclos sin perder eficacia. ¿Y están ya en el mercado o aún son ciencia de laboratorio?Los cubitos invisibles ya son una realidadAunque hablar de «cubitos invisibles» suene a ciencia ficción, los materiales de cambio de fase ya están presentes en productos reales, no solo en mantas, sino también en ropa deportiva, calzado técnico o arquitectura bioclimática.En el sector textil, varias marcas han comenzado a comercializar tejidos que incorporan microcápsulas de PCM. Una de las más conocidas es Outlast Technologies, que surgió a partir de colaboraciones con la NASA y aplica estas tecnologías en ropa térmica, sábanas o chaquetas.Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. Las líneas más activas se centran en mejorar la estabilidad a largo plazo, aumentar la conductividad térmica y desarrollar materiales más sostenibles y con el mayor calor latente de fusión por masa posible. El reto ya no es demostrar que funcionan, sino lograr que lo hagan de forma fiable, asequible y cómoda.Como muchas modas virales, las mantas refrescantes tienen un pie en la realidad y otro en la exageración. Algunas sí funcionan, pero no por arte de magia ni por una « fórmula secreta guardada en un sobre lacrado », sino gracias a principios bien conocidos de la física y la ingeniería de materiales. Y aunque su efecto no sea eterno ni milagroso, tal vez sea suficiente para pasar una noche de verano sin sudar la gota gorda.María Dolores martín alonos Materials Science PhD, IMDEA MATERIALES TikTok tiene la asombrosa capacidad de convertir objetos cotidianos en milagros virales. Un día es una crema que borra las arrugas en segundos, al siguiente, una manta que promete noches frescas sin aire acondicionado. Las « mantas refrescantes » son el nuevo fetiche del algoritmo: vídeos con millones de visualizaciones muestran a influencers envolviéndose en tejidos que, según ellos, « absorben el calor corporal ».Uno de los vídeos más comentados es el del portal SlashGear, que realizó una prueba práctica con una de las mantas virales más vendidas . Dejaron esa manta y una convencional al sol. ¿El resultado? La manta «refrescante» mostraba hasta 6 °C menos en su superficie exterior. A simple vista, parece una victoria… pero la física, como suele ocurrir, pide una segunda opinión.Noticia Relacionada estandar No La Aemet pone en aviso a España por lo que va a durar la ola de calor: «Aumenta la incertidumbre» Marina Ortiz Las temperaturas superarán los 41 grados en varios puntos de la penínsulaLa bajada de temperatura con la manta¿Por qué muestra esa bajada en la temperatura si ni siquiera hay contacto humano? La clave está en cómo cada tejido absorbe, refleja o disipa el calor del entorno. Algunos materiales sintéticos, como el nailon o el polietileno modificado, reflejan más la radiación solar o se calientan menos al sol, lo que puede explicar esa diferencia superficial.Esa diferencia, sin embargo, no garantiza automáticamente una sensación de frescor duradera cuando entramos en contacto con la manta. La sensación de alivio térmico al contacto se debe principalmente a la conductividad térmica . Algunos tejidos, como los mencionados nailon o polietileno, transfieren el calor de nuestra piel de forma más eficiente que otros, como el algodón. Es el mismo principio por el que un pasamanos metálico se percibe mucho más caliente al sol que uno de madera, aunque ambos estén expuestos a las mismas condiciones.Por eso, muchas personas que prueban estas mantas en una habitación templada dicen que «sí, se nota más fresca», al menos al principio. Pero esa sensación inicial no dura. En foros como Reddit es fácil encontrar experiencias que contrastan con la euforia inicial. «Los primeros diez minutos, genial. Luego fue como envolverme en papel film.»Lo que ocurre es que, tras absorber nuestro calor corporal , el tejido alcanza rápidamente el equilibrio térmico. Si ese calor no se disipa, por ejemplo, si estamos tumbados sin ventilación o hace mucho calor ambiental, la manta deja de ser fresca. Es decir, si no hay un mecanismo que mantenga el gradiente térmico, el efecto desaparece.Sin embargo, hay mantas que sí logran mantener ese gradiente durante más tiempo. Lo hacen gracias a materiales específicamente diseñados para ello. Y ahí es donde entra en juego la física.La física básica: un cambio de faseEl truco no está en el tejido, ni en la textura, ni en una fórmula secreta al estilo Coca-Cola. Está en un principio básico de la física térmica: el cambio de fase.Cuando un material cambia de estado (por ejemplo, de sólido a líquido), necesita absorber una gran cantidad de energía sin aumentar su temperatura. Esa energía se llama calor latente de fusión. El ejemplo más cotidiano es el hielo: puede absorber mucho calor al derretirse, pero permanece a 0 °C hasta que se ha convertido en agua por completo.En el caso de las mantas realmente refrescantes, se utilizan materiales llamados PCM (Phase Change Materials por sus siglas en inglés), diseñados para fundirse a temperaturas cercanas al confort térmico humano, entre 18 y 21 °C. Durante ese cambio de estado, absorben el calor del cuerpo sin calentarse hasta que todo el PCM haya fundido, lo que permite mantener una sensación de frescor durante más tiempo.Imaginemos que nos tapamos con una manta llena de «cubitos invisibles» que se derriten justo a la temperatura ideal. Mientras lo hacen, se «beben» parte del calor que generamos al dormir. Esa es, literalmente, la esencia de una manta con PCM. Y lo mejor es que, una vez que el material ha terminado de fundirse, se puede «recargar» dejándola en un lugar fresco para que se solidifique de nuevo.La manta del futuroPara conseguir estas mantas realmente refrescantes necesitamos echar mano de la ciencia de materiales. No todos los sólidos se funden a temperaturas útiles para el confort humano que, al mismo tiempo, absorban una cantidad significativa de calor. Los PCMs más comunes se dividen en tres grandes grupos: orgánicos, inorgánicos y eutécticos.Los PCMs orgánicos , como las parafinas, son populares por su estabilidad y bajo coste. Están compuestos por largas cadenas hidrocarbonadas que, al fundirse, absorben calor y se mantienen estables durante muchos ciclos térmicos. Su temperatura de fusión puede ajustarse eligiendo el número de átomos de carbono.En el contexto de las mantas, estos PCMs se encapsulan en microestructuras, normalmente cápsulas poliméricas, que les permiten pasar de sólido a líquido sin escapar ni dañar el textil. El encapsulado protege al material de la degradación y permite que la manta soporte muchos ciclos sin perder eficacia. ¿Y están ya en el mercado o aún son ciencia de laboratorio?Los cubitos invisibles ya son una realidadAunque hablar de «cubitos invisibles» suene a ciencia ficción, los materiales de cambio de fase ya están presentes en productos reales, no solo en mantas, sino también en ropa deportiva, calzado técnico o arquitectura bioclimática.En el sector textil, varias marcas han comenzado a comercializar tejidos que incorporan microcápsulas de PCM. Una de las más conocidas es Outlast Technologies, que surgió a partir de colaboraciones con la NASA y aplica estas tecnologías en ropa térmica, sábanas o chaquetas.Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. Las líneas más activas se centran en mejorar la estabilidad a largo plazo, aumentar la conductividad térmica y desarrollar materiales más sostenibles y con el mayor calor latente de fusión por masa posible. El reto ya no es demostrar que funcionan, sino lograr que lo hagan de forma fiable, asequible y cómoda.Como muchas modas virales, las mantas refrescantes tienen un pie en la realidad y otro en la exageración. Algunas sí funcionan, pero no por arte de magia ni por una « fórmula secreta guardada en un sobre lacrado », sino gracias a principios bien conocidos de la física y la ingeniería de materiales. Y aunque su efecto no sea eterno ni milagroso, tal vez sea suficiente para pasar una noche de verano sin sudar la gota gorda.María Dolores martín alonos Materials Science PhD, IMDEA MATERIALES RSS de noticias de sociedad
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