Como dice de entrada en el prologuillo Inés García-Albi, coautora junto a Andreu Jaume e impulsora de la iniciativa de la que procede, a más de editora desde Factoría Cultural Martínez, ‘La Castilla de Gil de Biedma’ es el resultado de «un viaje en el que hay que afinar los sentidos y el intelecto», con el que se dio inicio al proyecto ‘Ancha es Castilla’, actualmente consolidado y extendido con otra propuesta no menos seductora, ‘Paradas culturales’, «que indaga en el sentido emocional y cultural arraigado en un territorio, evocando a sus autores prominentes, buscando significación en sus palabras y lugares», dirigida a «mentes inquietas» y destinada a unir espacio y literatura de nuestra tierra con afán lúdico y de aprendizaje.El libro a comentar hoy inaugura la colección ‘Apuntes culturales para un viaje’, nace con afán de dejar constancia y fe de los encuentros y convivencias propiciados por las interesantes empresas pedagógicas y caminantes señaladas, y se enfoca, con un acierto más que necesario, según está el paño, hacia una Castilla proverbial, la de «la discreción, austeridad, modestia y sobriedad», en vías de extinción, por añadidura. En concreto, es fruto de la actividad realizada hace dos años, dedicada, como se desprende del título, al brillante poeta del medio siglo, muy enraizado, aunque naciera, viviera y desarrollara su obra preferentemente en Barcelona, en La Nava de la Asunción, donde está enterrado por deseo personal expreso, y sus alrededores.Inés García-Albi MARÍA VIDALEn la segunda parte, jalonada con dibujos del artista Marcos Isamat y alguna plumilla de su padre, bajo el título ‘Ruta sentimental’, García-Albi vuelve, con ayuda de los diarios de su madre, amén de una información exhaustiva y de primera mano, pues es sobrina del escritor de la Generación de los Cincuenta, a «su pequeño reino afortunado», por usar una expresión del propio Gil de Biedma, que tiene como epicentro, luego trasladado en lo personal a Fuente-Olmedo, los mismos sitios que el poeta frecuentara en La Nava, particularmente, como es natural, la Casa del Caño. Nadie como ella hubiera podido llevarlo a cabo, no en vano declara: «Conozco bien la ruta de Gil de Biedma, ha sido y es parte de mi biografía. Comparto con el poeta mi amor por esta tierra, pero también el modo de vivirla, rememorando vivencias comunes que van desde canciones, conversaciones, lecturas infantiles, palabras de familias y hasta gustos gastronómicos. No es solo una ruta turística, es una manera de disfrutar esta parte de Castilla».Y ahí pivota, claro, el itinerario por tierras segovianas y vallisoletanas que nos presenta, cual avezada guía, de manera extraordinaria, con un estilo ligero y preciso. La ruta empieza en realidad en San Rafael y tiene sucesivas paradas en Segovia capital, un paseo completo, delicioso a la par que erudito, por la ciudad, con un alto sentimental en el café La Suiza; Riofrío, con su palacio «tan italiano»; La Granja de San Ildefonso, donde el autor de ‘Las personas del verbo’ «pasó el primer campamento de la milicia» del que, según tengo subrayado en ‘Retrato del artista en 1956’ nunca olvidó su «olor a zotal y a cal viva»; Santa María la Real de Nieva, donde iba a menudo a comprar tabaco; Coca, con su esplendorosa fortaleza restaurada; Olmedo, «la villa mudéjar de los siete sietes»; Portillo, arrabal y teso «al socaire de cuatro vientos», alfareros y mantecados; y Arévalo, enclave de anticuarios que el niño que sería poeta frecuentaba con su madre Luisa, donde termina el periplo sui géneris por su Castilla.Factoría Cultural Martínez La Castilla de Gil de Biedma Inés García-Albi y Andreu Jaume 124 páginas 20 eurosPor el lado de las conferencias del curso intensivo, desarrollado in situ, creo, en el pinar de la ribera de los Alisos, la autoría corresponde al especialista en la «genealogía literaria y estética» de Gil de Biedma Andreu Jaume y ocupa la mitad primera del libro. Especialista y discípulo, en su reciente libro ‘Poemas de agua’ (Sloper) figura un homenaje al maestro de la poesía de la experiencia, en la fuente Castalia. Su texto ensayístico parte de una entrada del diario de ‘Moralidades’, sobre el inicio, durante el verano de 1962, de la escritura del poema centrado justamente en el enclave donde se impartieron estas lecciones literarias. En este poema, con el que el poeta se dispone a recobrar su «vida de muchacho en La Nava» como punto de partida y trasfondo, comentado más adelante con detenimiento, está la naturaleza del lugar y a la vez, por emanación, «su relación espiritual y mental con el paisaje de Castilla». Una Castilla «ligada siempre a sus primeros recuerdos», que pasó, de chiquillo libre y feliz, en la mentada casa del Caño de Nava de la Asunción.A seguido, el ensayista hace una aguda exégesis del otro poema alusivo al espacio primordial de la cosmovisión del mundo de Gil de Biedma, «Intento formular mi experiencia de la guerra», orientándola hacia la concepción del poema como «simulacro», en la línea, pocas veces bien entendida, de aquello de Fernando Pessoa de que «el poeta es un fingidor». Lo esencial del clarividente análisis radica en el descubrimiento y disección del llamamiento de fondo de la poesía de Gil de Biedma, que es a mi juicio el deber de toda la poesía moderna, a restaurar «el sentido de lo sagrado» frente a «la apología general de lo perecedero» y «la apoteosis del lenguaje privado». Y para nuestro poeta esa sacralidad residía, permanecía en su demarcación paradisíaca: «la casa familiar de la Nava, el castillo de Coca, los pinares, por supuesto la ribera de los alisos».Noticia Relacionada LIBROS estandar Si ‘La lentitud de los bueyes’, de Julio Llamazares: ese fugaz temblorcillo Fermín Herrero Nórdica relanza el poemario del autor leonés que remite a lo primigenio oculto en las lejanas «fuentes del tiempo», ilustrado por Leticia RuifernándezSegún Jaume, en esencia, Castilla debió suponerle al poeta, desde el punto de vista creativo, «la actualización de una problemática constitutiva del Romanticismo que podíamos resumir en la caída del nombre moderno en la temporalidad y la consecuente despedida de la naturaleza», deducción que justifica con ejemplos pictóricos y musicales que demuestran el cambio total de paradigma del siglo XVII al XIX. Y también, como no podía ser de otra manera, sitúa esta cuestión dentro de la línea de la poesía castellana que va de las ‘Coplas’ manriqueñas a Luis Cernuda. Desde luego, y este es otro de los asuntos sugestivos del libro, si descontamos la figura señera de Claudio Rodríguez, su nueva visión, esclarecida, en relación con el paisaje y el mundo, de lo castellano, me parece que la perspectiva que apuntan estos poemas de Gil de Biedma es lo más incisivo de las aproximaciones al ser de Castilla del grupo de los 50. Como dice de entrada en el prologuillo Inés García-Albi, coautora junto a Andreu Jaume e impulsora de la iniciativa de la que procede, a más de editora desde Factoría Cultural Martínez, ‘La Castilla de Gil de Biedma’ es el resultado de «un viaje en el que hay que afinar los sentidos y el intelecto», con el que se dio inicio al proyecto ‘Ancha es Castilla’, actualmente consolidado y extendido con otra propuesta no menos seductora, ‘Paradas culturales’, «que indaga en el sentido emocional y cultural arraigado en un territorio, evocando a sus autores prominentes, buscando significación en sus palabras y lugares», dirigida a «mentes inquietas» y destinada a unir espacio y literatura de nuestra tierra con afán lúdico y de aprendizaje.El libro a comentar hoy inaugura la colección ‘Apuntes culturales para un viaje’, nace con afán de dejar constancia y fe de los encuentros y convivencias propiciados por las interesantes empresas pedagógicas y caminantes señaladas, y se enfoca, con un acierto más que necesario, según está el paño, hacia una Castilla proverbial, la de «la discreción, austeridad, modestia y sobriedad», en vías de extinción, por añadidura. En concreto, es fruto de la actividad realizada hace dos años, dedicada, como se desprende del título, al brillante poeta del medio siglo, muy enraizado, aunque naciera, viviera y desarrollara su obra preferentemente en Barcelona, en La Nava de la Asunción, donde está enterrado por deseo personal expreso, y sus alrededores.Inés García-Albi MARÍA VIDALEn la segunda parte, jalonada con dibujos del artista Marcos Isamat y alguna plumilla de su padre, bajo el título ‘Ruta sentimental’, García-Albi vuelve, con ayuda de los diarios de su madre, amén de una información exhaustiva y de primera mano, pues es sobrina del escritor de la Generación de los Cincuenta, a «su pequeño reino afortunado», por usar una expresión del propio Gil de Biedma, que tiene como epicentro, luego trasladado en lo personal a Fuente-Olmedo, los mismos sitios que el poeta frecuentara en La Nava, particularmente, como es natural, la Casa del Caño. Nadie como ella hubiera podido llevarlo a cabo, no en vano declara: «Conozco bien la ruta de Gil de Biedma, ha sido y es parte de mi biografía. Comparto con el poeta mi amor por esta tierra, pero también el modo de vivirla, rememorando vivencias comunes que van desde canciones, conversaciones, lecturas infantiles, palabras de familias y hasta gustos gastronómicos. No es solo una ruta turística, es una manera de disfrutar esta parte de Castilla».Y ahí pivota, claro, el itinerario por tierras segovianas y vallisoletanas que nos presenta, cual avezada guía, de manera extraordinaria, con un estilo ligero y preciso. La ruta empieza en realidad en San Rafael y tiene sucesivas paradas en Segovia capital, un paseo completo, delicioso a la par que erudito, por la ciudad, con un alto sentimental en el café La Suiza; Riofrío, con su palacio «tan italiano»; La Granja de San Ildefonso, donde el autor de ‘Las personas del verbo’ «pasó el primer campamento de la milicia» del que, según tengo subrayado en ‘Retrato del artista en 1956’ nunca olvidó su «olor a zotal y a cal viva»; Santa María la Real de Nieva, donde iba a menudo a comprar tabaco; Coca, con su esplendorosa fortaleza restaurada; Olmedo, «la villa mudéjar de los siete sietes»; Portillo, arrabal y teso «al socaire de cuatro vientos», alfareros y mantecados; y Arévalo, enclave de anticuarios que el niño que sería poeta frecuentaba con su madre Luisa, donde termina el periplo sui géneris por su Castilla.Factoría Cultural Martínez La Castilla de Gil de Biedma Inés García-Albi y Andreu Jaume 124 páginas 20 eurosPor el lado de las conferencias del curso intensivo, desarrollado in situ, creo, en el pinar de la ribera de los Alisos, la autoría corresponde al especialista en la «genealogía literaria y estética» de Gil de Biedma Andreu Jaume y ocupa la mitad primera del libro. Especialista y discípulo, en su reciente libro ‘Poemas de agua’ (Sloper) figura un homenaje al maestro de la poesía de la experiencia, en la fuente Castalia. Su texto ensayístico parte de una entrada del diario de ‘Moralidades’, sobre el inicio, durante el verano de 1962, de la escritura del poema centrado justamente en el enclave donde se impartieron estas lecciones literarias. En este poema, con el que el poeta se dispone a recobrar su «vida de muchacho en La Nava» como punto de partida y trasfondo, comentado más adelante con detenimiento, está la naturaleza del lugar y a la vez, por emanación, «su relación espiritual y mental con el paisaje de Castilla». Una Castilla «ligada siempre a sus primeros recuerdos», que pasó, de chiquillo libre y feliz, en la mentada casa del Caño de Nava de la Asunción.A seguido, el ensayista hace una aguda exégesis del otro poema alusivo al espacio primordial de la cosmovisión del mundo de Gil de Biedma, «Intento formular mi experiencia de la guerra», orientándola hacia la concepción del poema como «simulacro», en la línea, pocas veces bien entendida, de aquello de Fernando Pessoa de que «el poeta es un fingidor». Lo esencial del clarividente análisis radica en el descubrimiento y disección del llamamiento de fondo de la poesía de Gil de Biedma, que es a mi juicio el deber de toda la poesía moderna, a restaurar «el sentido de lo sagrado» frente a «la apología general de lo perecedero» y «la apoteosis del lenguaje privado». Y para nuestro poeta esa sacralidad residía, permanecía en su demarcación paradisíaca: «la casa familiar de la Nava, el castillo de Coca, los pinares, por supuesto la ribera de los alisos».Noticia Relacionada LIBROS estandar Si ‘La lentitud de los bueyes’, de Julio Llamazares: ese fugaz temblorcillo Fermín Herrero Nórdica relanza el poemario del autor leonés que remite a lo primigenio oculto en las lejanas «fuentes del tiempo», ilustrado por Leticia RuifernándezSegún Jaume, en esencia, Castilla debió suponerle al poeta, desde el punto de vista creativo, «la actualización de una problemática constitutiva del Romanticismo que podíamos resumir en la caída del nombre moderno en la temporalidad y la consecuente despedida de la naturaleza», deducción que justifica con ejemplos pictóricos y musicales que demuestran el cambio total de paradigma del siglo XVII al XIX. Y también, como no podía ser de otra manera, sitúa esta cuestión dentro de la línea de la poesía castellana que va de las ‘Coplas’ manriqueñas a Luis Cernuda. Desde luego, y este es otro de los asuntos sugestivos del libro, si descontamos la figura señera de Claudio Rodríguez, su nueva visión, esclarecida, en relación con el paisaje y el mundo, de lo castellano, me parece que la perspectiva que apuntan estos poemas de Gil de Biedma es lo más incisivo de las aproximaciones al ser de Castilla del grupo de los 50. Como dice de entrada en el prologuillo Inés García-Albi, coautora junto a Andreu Jaume e impulsora de la iniciativa de la que procede, a más de editora desde Factoría Cultural Martínez, ‘La Castilla de Gil de Biedma’ es el resultado de «un viaje en el que hay que afinar los sentidos y el intelecto», con el que se dio inicio al proyecto ‘Ancha es Castilla’, actualmente consolidado y extendido con otra propuesta no menos seductora, ‘Paradas culturales’, «que indaga en el sentido emocional y cultural arraigado en un territorio, evocando a sus autores prominentes, buscando significación en sus palabras y lugares», dirigida a «mentes inquietas» y destinada a unir espacio y literatura de nuestra tierra con afán lúdico y de aprendizaje.El libro a comentar hoy inaugura la colección ‘Apuntes culturales para un viaje’, nace con afán de dejar constancia y fe de los encuentros y convivencias propiciados por las interesantes empresas pedagógicas y caminantes señaladas, y se enfoca, con un acierto más que necesario, según está el paño, hacia una Castilla proverbial, la de «la discreción, austeridad, modestia y sobriedad», en vías de extinción, por añadidura. En concreto, es fruto de la actividad realizada hace dos años, dedicada, como se desprende del título, al brillante poeta del medio siglo, muy enraizado, aunque naciera, viviera y desarrollara su obra preferentemente en Barcelona, en La Nava de la Asunción, donde está enterrado por deseo personal expreso, y sus alrededores.Inés García-Albi MARÍA VIDALEn la segunda parte, jalonada con dibujos del artista Marcos Isamat y alguna plumilla de su padre, bajo el título ‘Ruta sentimental’, García-Albi vuelve, con ayuda de los diarios de su madre, amén de una información exhaustiva y de primera mano, pues es sobrina del escritor de la Generación de los Cincuenta, a «su pequeño reino afortunado», por usar una expresión del propio Gil de Biedma, que tiene como epicentro, luego trasladado en lo personal a Fuente-Olmedo, los mismos sitios que el poeta frecuentara en La Nava, particularmente, como es natural, la Casa del Caño. Nadie como ella hubiera podido llevarlo a cabo, no en vano declara: «Conozco bien la ruta de Gil de Biedma, ha sido y es parte de mi biografía. Comparto con el poeta mi amor por esta tierra, pero también el modo de vivirla, rememorando vivencias comunes que van desde canciones, conversaciones, lecturas infantiles, palabras de familias y hasta gustos gastronómicos. No es solo una ruta turística, es una manera de disfrutar esta parte de Castilla».Y ahí pivota, claro, el itinerario por tierras segovianas y vallisoletanas que nos presenta, cual avezada guía, de manera extraordinaria, con un estilo ligero y preciso. La ruta empieza en realidad en San Rafael y tiene sucesivas paradas en Segovia capital, un paseo completo, delicioso a la par que erudito, por la ciudad, con un alto sentimental en el café La Suiza; Riofrío, con su palacio «tan italiano»; La Granja de San Ildefonso, donde el autor de ‘Las personas del verbo’ «pasó el primer campamento de la milicia» del que, según tengo subrayado en ‘Retrato del artista en 1956’ nunca olvidó su «olor a zotal y a cal viva»; Santa María la Real de Nieva, donde iba a menudo a comprar tabaco; Coca, con su esplendorosa fortaleza restaurada; Olmedo, «la villa mudéjar de los siete sietes»; Portillo, arrabal y teso «al socaire de cuatro vientos», alfareros y mantecados; y Arévalo, enclave de anticuarios que el niño que sería poeta frecuentaba con su madre Luisa, donde termina el periplo sui géneris por su Castilla.Factoría Cultural Martínez La Castilla de Gil de Biedma Inés García-Albi y Andreu Jaume 124 páginas 20 eurosPor el lado de las conferencias del curso intensivo, desarrollado in situ, creo, en el pinar de la ribera de los Alisos, la autoría corresponde al especialista en la «genealogía literaria y estética» de Gil de Biedma Andreu Jaume y ocupa la mitad primera del libro. Especialista y discípulo, en su reciente libro ‘Poemas de agua’ (Sloper) figura un homenaje al maestro de la poesía de la experiencia, en la fuente Castalia. Su texto ensayístico parte de una entrada del diario de ‘Moralidades’, sobre el inicio, durante el verano de 1962, de la escritura del poema centrado justamente en el enclave donde se impartieron estas lecciones literarias. En este poema, con el que el poeta se dispone a recobrar su «vida de muchacho en La Nava» como punto de partida y trasfondo, comentado más adelante con detenimiento, está la naturaleza del lugar y a la vez, por emanación, «su relación espiritual y mental con el paisaje de Castilla». Una Castilla «ligada siempre a sus primeros recuerdos», que pasó, de chiquillo libre y feliz, en la mentada casa del Caño de Nava de la Asunción.A seguido, el ensayista hace una aguda exégesis del otro poema alusivo al espacio primordial de la cosmovisión del mundo de Gil de Biedma, «Intento formular mi experiencia de la guerra», orientándola hacia la concepción del poema como «simulacro», en la línea, pocas veces bien entendida, de aquello de Fernando Pessoa de que «el poeta es un fingidor». Lo esencial del clarividente análisis radica en el descubrimiento y disección del llamamiento de fondo de la poesía de Gil de Biedma, que es a mi juicio el deber de toda la poesía moderna, a restaurar «el sentido de lo sagrado» frente a «la apología general de lo perecedero» y «la apoteosis del lenguaje privado». Y para nuestro poeta esa sacralidad residía, permanecía en su demarcación paradisíaca: «la casa familiar de la Nava, el castillo de Coca, los pinares, por supuesto la ribera de los alisos».Noticia Relacionada LIBROS estandar Si ‘La lentitud de los bueyes’, de Julio Llamazares: ese fugaz temblorcillo Fermín Herrero Nórdica relanza el poemario del autor leonés que remite a lo primigenio oculto en las lejanas «fuentes del tiempo», ilustrado por Leticia RuifernándezSegún Jaume, en esencia, Castilla debió suponerle al poeta, desde el punto de vista creativo, «la actualización de una problemática constitutiva del Romanticismo que podíamos resumir en la caída del nombre moderno en la temporalidad y la consecuente despedida de la naturaleza», deducción que justifica con ejemplos pictóricos y musicales que demuestran el cambio total de paradigma del siglo XVII al XIX. Y también, como no podía ser de otra manera, sitúa esta cuestión dentro de la línea de la poesía castellana que va de las ‘Coplas’ manriqueñas a Luis Cernuda. Desde luego, y este es otro de los asuntos sugestivos del libro, si descontamos la figura señera de Claudio Rodríguez, su nueva visión, esclarecida, en relación con el paisaje y el mundo, de lo castellano, me parece que la perspectiva que apuntan estos poemas de Gil de Biedma es lo más incisivo de las aproximaciones al ser de Castilla del grupo de los 50. RSS de noticias de espana
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