Portadas de medios de todo el mundo, directos de televisiones y programas de radio, redes sociales, grupos de WhatsApp y Telegram, muros de ciudades y puertas de baños de ciudades europeas y no europeas: Gisèle Pelicot está ya en todas partes. Está su nombre y está su rostro porque ella así lo quiso. No pudo hacer nada durante la década en la que su marido la drogó hasta la inconsciencia e invitó a decenas de hombres a su casa para que la violaran mientras él lo grababa. Pero sí pudo y sí quiso hacer algo con el juicio que ha sentando en el banquillo, y condenado, a los 51 hombres que la policía pudo identificar de los 72 que encontró en los miles de archivos que Dominique Pelicot guardaba en su ordenador.
El proceso por las violaciones de Mazan ha enfrentado al mundo a la realidad de la violencia sexual y reabierto en Francia un debate que puede llevar a cambios legislativos en torno al consentimiento
Portadas de medios de todo el mundo, directos de televisiones y programas de radio, redes sociales, grupos de WhatsApp y Telegram, muros de ciudades y puertas de baños de ciudades europeas y no europeas: Gisèle Pelicot está ya en todas partes. Está su nombre y está su rostro porque ella así lo quiso. No pudo hacer nada durante la década en la que su marido la drogó hasta la inconsciencia e invitó a decenas de hombres a su casa para que la violaran mientras él lo grababa. Pero sí pudo y sí quiso hacer algo con el juicio que ha sentando en el banquillo, y condenado, a los 51 hombres que la policía pudo identificar de los 72 que encontró en los miles de archivos que Dominique Pelicot guardaba en su ordenador.
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