“Esta no es mi virgen. Se parece un poco más a la que estaba aquí hace una semana y desde luego que no tiene nada que ver con la que pusieron este sábado, pero sigue sin ser mi Macarena, su expresión es distinta. No hay derecho a lo que le han hecho a la virgen”. Así opinaba Paqui Fernández este domingo tras salir de la Basílica de La Macarena, para ver el resultado de una polémica intervención ordenada por la Hermandad y que ha provocado un encendido malestar entre los devotos de esta imagen y de los sevillanos, por extensión, indignados porque los cambios han afectado a su expresión, hasta el punto de que, para muchos, su rostro no tiene nada que ver con el que ha convertido a La Macarena en un icono de Sevilla. Con todo, la indignación era bastante más atemperada que la que evidenciaron los fieles que se habían acercado al templo un día antes. En 24 horas, y ante el revuelo y la presión generada en las redes sociales y a la salida del recinto por los fieles, la virgen fue sometida a dos intervenciones para sustituirle las pestañas (al mediodía) y restablecer el tono más rojizo en las mejillas (durante la noche).
Los expertos coinciden en que la transformación de la imagen de la Vírgen es más que una simple intervención y acusan a la Hermandad de precipitación a la hora de exponerla al culto
“Esta no es mi virgen. Se parece un poco más a la que estaba aquí hace una semana y desde luego que no tiene nada que ver con la que pusieron este sábado, pero sigue sin ser mi Macarena, su expresión es distinta. No hay derecho a lo que le han hecho a la virgen”. Así opinaba Paqui Fernández este domingo tras salir de la Basílica de La Macarena, para ver el resultado de una polémica intervención ordenada por la Hermandad y que ha provocado un encendido malestar entre los devotos de esta imagen y de los sevillanos, por extensión, indignados porque los cambios han afectado a su expresión, hasta el punto de que, para muchos, su rostro no tiene nada que ver con el que ha convertido a La Macarena en un icono de Sevilla. Con todo, la indignación era bastante más atemperada que la que evidenciaron los fieles que se habían acercado al templo un día antes. En 24 horas, y ante el revuelo y la presión generada en las redes sociales y a la salida del recinto por los fieles, la virgen fue sometida a dos intervenciones para sustituirle las pestañas (al mediodía) y restablecer el tono más rojizo en las mejillas (durante la noche).
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