Este próximo martes el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa para dar comienzo a un Año Jubilar en la Iglesia Católica . Un año dedicado a la esperanza. Al margen de las notas históricas de esta efeméride, que tuvo su primer referente histórico en el año 1300 con la bula del Papa Bonifacio VIII, la pregunta que nos podemos hacer es qué hay que celebrar en un momento de la historia en el que el futuro se configura como una amenaza. Como señala la filósofa Marina Garcés, nuestro presente ya no es el de la posmodernidad, sino del de la insostenibilidad. Estamos en un tiempo de profundo cambio , de agotamiento, de extinción, también de aquellos ideales que configuraron la forma de entender el progreso. Una civilización que se vuelve contra sí misma, que no tiene hijos, que atenta contra la vida, la democracia amenazada, pandemias recurrentes, las guerras a la puerta de casa, la destrucción de la naturaleza, el transhumanismo, incógnitas sobre lo humano. Para qué seguir. La pregunta no es hacia dónde vamos, sino hasta cuándo. Vivimos atrapados en la incertidumbre. Saber qué nos va a pasar en el futuro es cada vez más complicado. Las utopías clásicas son ya patrimonio de visionarios religiosos o de revolucionarios nostálgicos . Las utopías científicas se convierten en las únicas viables. ¿Se podría decir que la crisis de la esperanza histórica inmanente puede estar arrastrando, o limitando, la esperanza escatológica? Vivimos en una época con necesidad de futuro. En qué debemos poner la esperanza y en Quién debemos esperar. Junto a la incertidumbre tenemos ya un Promesa. La Promesa de Dios irrumpe en nuestro destino y funda la esperanza. Permítanme los lectores, pero en este momento me parece prioritario volver a releer una de las Encíclicas más bellas de Benedicto XVI : «Spe salvi». «Dios lo oiga –dijo Sancho en el Quijote- y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión» . La Promesa se cumple en estos días . Miremos a Belén, que no defrauda. Feliz esperanza con rostro de Niño. Nuestra pequeña y tierna esperanza. Este próximo martes el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa para dar comienzo a un Año Jubilar en la Iglesia Católica . Un año dedicado a la esperanza. Al margen de las notas históricas de esta efeméride, que tuvo su primer referente histórico en el año 1300 con la bula del Papa Bonifacio VIII, la pregunta que nos podemos hacer es qué hay que celebrar en un momento de la historia en el que el futuro se configura como una amenaza. Como señala la filósofa Marina Garcés, nuestro presente ya no es el de la posmodernidad, sino del de la insostenibilidad. Estamos en un tiempo de profundo cambio , de agotamiento, de extinción, también de aquellos ideales que configuraron la forma de entender el progreso. Una civilización que se vuelve contra sí misma, que no tiene hijos, que atenta contra la vida, la democracia amenazada, pandemias recurrentes, las guerras a la puerta de casa, la destrucción de la naturaleza, el transhumanismo, incógnitas sobre lo humano. Para qué seguir. La pregunta no es hacia dónde vamos, sino hasta cuándo. Vivimos atrapados en la incertidumbre. Saber qué nos va a pasar en el futuro es cada vez más complicado. Las utopías clásicas son ya patrimonio de visionarios religiosos o de revolucionarios nostálgicos . Las utopías científicas se convierten en las únicas viables. ¿Se podría decir que la crisis de la esperanza histórica inmanente puede estar arrastrando, o limitando, la esperanza escatológica? Vivimos en una época con necesidad de futuro. En qué debemos poner la esperanza y en Quién debemos esperar. Junto a la incertidumbre tenemos ya un Promesa. La Promesa de Dios irrumpe en nuestro destino y funda la esperanza. Permítanme los lectores, pero en este momento me parece prioritario volver a releer una de las Encíclicas más bellas de Benedicto XVI : «Spe salvi». «Dios lo oiga –dijo Sancho en el Quijote- y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión» . La Promesa se cumple en estos días . Miremos a Belén, que no defrauda. Feliz esperanza con rostro de Niño. Nuestra pequeña y tierna esperanza. Este próximo martes el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa para dar comienzo a un Año Jubilar en la Iglesia Católica . Un año dedicado a la esperanza. Al margen de las notas históricas de esta efeméride, que tuvo su primer referente histórico en el año 1300 con la bula del Papa Bonifacio VIII, la pregunta que nos podemos hacer es qué hay que celebrar en un momento de la historia en el que el futuro se configura como una amenaza. Como señala la filósofa Marina Garcés, nuestro presente ya no es el de la posmodernidad, sino del de la insostenibilidad. Estamos en un tiempo de profundo cambio , de agotamiento, de extinción, también de aquellos ideales que configuraron la forma de entender el progreso. Una civilización que se vuelve contra sí misma, que no tiene hijos, que atenta contra la vida, la democracia amenazada, pandemias recurrentes, las guerras a la puerta de casa, la destrucción de la naturaleza, el transhumanismo, incógnitas sobre lo humano. Para qué seguir. La pregunta no es hacia dónde vamos, sino hasta cuándo. Vivimos atrapados en la incertidumbre. Saber qué nos va a pasar en el futuro es cada vez más complicado. Las utopías clásicas son ya patrimonio de visionarios religiosos o de revolucionarios nostálgicos . Las utopías científicas se convierten en las únicas viables. ¿Se podría decir que la crisis de la esperanza histórica inmanente puede estar arrastrando, o limitando, la esperanza escatológica? Vivimos en una época con necesidad de futuro. En qué debemos poner la esperanza y en Quién debemos esperar. Junto a la incertidumbre tenemos ya un Promesa. La Promesa de Dios irrumpe en nuestro destino y funda la esperanza. Permítanme los lectores, pero en este momento me parece prioritario volver a releer una de las Encíclicas más bellas de Benedicto XVI : «Spe salvi». «Dios lo oiga –dijo Sancho en el Quijote- y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión» . La Promesa se cumple en estos días . Miremos a Belén, que no defrauda. Feliz esperanza con rostro de Niño. Nuestra pequeña y tierna esperanza. RSS de noticias de sociedad
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