Casi dos mil años después de la erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya en el 79 d.C., la ciencia nos permite conocer los secretos culinarios de la antigua ciudad romana, gracias a los análisis de restos orgánicos carbonizados. Una nueva y fascinante investigación en Pompeya, publicada en la revista Scientific Reports, ha revelado los secretos de la dieta de sus antiguos habitantes. Se ha investigado sobre «cómo se criaban ovejas, cabras y cerdos, pero también cómo se explotaban los recursos acuáticos y se cultivaban cereales y legumbres», según la referencia publicada por el Parque Arqueológico de Pompeya. Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaAdemás se han hecho análisis detallados de los diferentes productos que constituían la base de la alimentación de la población de la antigua ciudad de romana, así como de las prácticas de cultivo y gestión de los recursos alimentarios. Para estudiar la dieta de los pompeyanos, la investigación se centró en el análisis científico de isótopos de carbono y nitrógeno. Este método permitió conocer qué recursos vegetales y animales consumían, así como sus prácticas agrícolas y ganaderas. Los estudios son fruto de la colaboración del Laboratorio de Investigación del Parque de Pompeya y de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli, con la contribución de la Universidad de La Sapienza de Roma y la Universidad de Nueva York.Noticia Relacionada estandar Si Regresa a Pompeya un mosaico erótico romano expoliado por un oficial nazi Ángel Gómez Fuentes La obra, que representa a dos amantes, fue devuelta al Consulado Italiano en StuttgartLos análisis desvelan que la alimentación pompeyana se sustentaba en tres pilares fundamentales. Por un lado, los cereales -especialmente trigo y cebada- que según los cálculos podrían haber aportado hasta el 70% de las calorías diarias. Junto a los cereales, las legumbres completaban la base de la dieta. Las habas aparecen como la especie dominante, con tal abundancia que los investigadores no dudan de su producción local. «Su doble función como alimento humano y fertilizante natural las convertía en un recurso estratégico», explica el informe científico.Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaEn cambio, otras legumbres como lentejas y garbanzos muestran señales isotópicas diferentes, indicando probablemente un origen foráneo. El contraste más llamativo aparece al comparar estos cultivos con los productos arbóreos. Mientras los primeros muestran gran variabilidad, higos, nueces y aceitunas presentan valores notablemente uniformes. «Esta homogeneidad sugiere condiciones de cultivo controladas y probablemente locales», señala el estudio. Los famosos higos de la zona, mencionados por Plinio el Viejo, encuentran así confirmación científica. La excepción son los dátiles, cuyos marcadores isotópicos delatan un origen en regiones áridas, casi seguramente importados del norte de África.Los análisis de los huesos de los animales cuentan también su propia historia. Las ovejas y vacas pastaban en campos abiertos, posiblemente enriquecidos con estiércol. Las cabras, en cambio, preferían alimentarse de arbustos, mostrando una dieta similar a la de animales silvestres como el corzo. Los cerdos revelaban los hábitos más variados: algunos se alimentaban de restos domésticos, otros buscaban su sustento en los humedales cercanos. Según los científicos, una sorpresa ha aparecido en las aves de corral: Los pollos analizados mostraban una clara señal de consumo de mijo, un detalle que confirma antiguos textos romanos sobre avicultura que hasta ahora carecían de sustento científico.El pescado no era un lujo en la mesa pompeyana. Los análisis de restos ictiológicos desvelan un aprovechamiento intensivo de los recursos acuáticos: Desde merluzas hasta doradas, la variedad era notable. El estudio enumera algunos: «Identificamos especies demersales (peces que viven cerca del fondo del mar o lagos) como la platija, pelágicas como el bonito, e incluso morenas» (un pez marino solitario y territorial que se alimenta de peces, cangrejos y calamares en fondos rocosos). Esta diversidad implica diferentes técnicas pesqueras que iban desde redes de arrastre hasta posiblemente almadrabas (cerco de redes) para los peces migratorios como el atún.El informe destaca que en el área de Nápoles y de Pompeya, la fertilidad del suelo y la alta disponibilidad de agua la hicieron ideal para asentamientos humanos mucho antes de la dominación romana. Según la revista Scientific Reports, «para el siglo II a. C., la bahía de Nápoles había alcanzado una densidad de población y una intensidad de uso del suelo sin parangón en el mundo antiguo. La zona se beneficiaba de las conexiones mediterráneas a través del puerto protegido de Puteoli, en el Golfo de Nápoles, que se mantuvo durante siglos como el principal puerto del Imperio romano en la península itálica». Hasta que el emperador Trajano gobernó desde el año 98 hasta su muerte en el 117 construyó el nuevo puerto de Roma, Puteoli fue el principal punto de descarga de mercancías procedentes de las provincias romanas.Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, ha destacado el alcance de estos hallazgos: «La investigación no termina con la excavación. Estudios como este, que aplican nuevas metodologías a materiales ya conocidos, nos abren horizontes insospechados«. Y añade con mirada al futuro: »Si un tercio de Pompeya sigue sin excavar, el potencial de descubrimientos es incalculable. Seguiremos invirtiendo en el estudio de restos orgánicos, que guardan muchos secretos por revelar«. El informe científico reconoce sin embargo las limitaciones de la técnica. La superposición de valores isotópicos entre diferentes alimentos dificulta calcular proporciones exactas en la dieta humana. Como solución, los investigadores apuntan a futuros análisis de aminoácidos específicos, que podrían discriminar mejor las fuentes proteicas y ofrecer una imagen aún más nítida de los pompeyanos. Lo que emerge de este estudio no es simplemente una lista de ingredientes, sino el retrato de un sistema alimentario complejo y sofisticado. Un sistema donde lo local y lo importado, lo terrestre y lo marino, lo humilde y lo exquisito, se combinaban en una síntesis única que hoy, gracias a la ciencia, podemos comenzar a saborear con nuevos ojos. En definitiva, este nuevo trabajo rompe con interpretaciones unidimensionales del mundo romano: se habla de una red de cultivos y cría animal diferenciada, de pesca variada y estrategias complejas de alimentación urbana. El patrimonio orgánico de Pompeya representa un banco de datos en continuo crecimiento. Como bien apunta Gabriel Zuchtriegel: cada nuevo análisis abre un nuevo horizonte. Casi dos mil años después de la erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya en el 79 d.C., la ciencia nos permite conocer los secretos culinarios de la antigua ciudad romana, gracias a los análisis de restos orgánicos carbonizados. Una nueva y fascinante investigación en Pompeya, publicada en la revista Scientific Reports, ha revelado los secretos de la dieta de sus antiguos habitantes. Se ha investigado sobre «cómo se criaban ovejas, cabras y cerdos, pero también cómo se explotaban los recursos acuáticos y se cultivaban cereales y legumbres», según la referencia publicada por el Parque Arqueológico de Pompeya. Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaAdemás se han hecho análisis detallados de los diferentes productos que constituían la base de la alimentación de la población de la antigua ciudad de romana, así como de las prácticas de cultivo y gestión de los recursos alimentarios. Para estudiar la dieta de los pompeyanos, la investigación se centró en el análisis científico de isótopos de carbono y nitrógeno. Este método permitió conocer qué recursos vegetales y animales consumían, así como sus prácticas agrícolas y ganaderas. Los estudios son fruto de la colaboración del Laboratorio de Investigación del Parque de Pompeya y de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli, con la contribución de la Universidad de La Sapienza de Roma y la Universidad de Nueva York.Noticia Relacionada estandar Si Regresa a Pompeya un mosaico erótico romano expoliado por un oficial nazi Ángel Gómez Fuentes La obra, que representa a dos amantes, fue devuelta al Consulado Italiano en StuttgartLos análisis desvelan que la alimentación pompeyana se sustentaba en tres pilares fundamentales. Por un lado, los cereales -especialmente trigo y cebada- que según los cálculos podrían haber aportado hasta el 70% de las calorías diarias. Junto a los cereales, las legumbres completaban la base de la dieta. Las habas aparecen como la especie dominante, con tal abundancia que los investigadores no dudan de su producción local. «Su doble función como alimento humano y fertilizante natural las convertía en un recurso estratégico», explica el informe científico.Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaEn cambio, otras legumbres como lentejas y garbanzos muestran señales isotópicas diferentes, indicando probablemente un origen foráneo. El contraste más llamativo aparece al comparar estos cultivos con los productos arbóreos. Mientras los primeros muestran gran variabilidad, higos, nueces y aceitunas presentan valores notablemente uniformes. «Esta homogeneidad sugiere condiciones de cultivo controladas y probablemente locales», señala el estudio. Los famosos higos de la zona, mencionados por Plinio el Viejo, encuentran así confirmación científica. La excepción son los dátiles, cuyos marcadores isotópicos delatan un origen en regiones áridas, casi seguramente importados del norte de África.Los análisis de los huesos de los animales cuentan también su propia historia. Las ovejas y vacas pastaban en campos abiertos, posiblemente enriquecidos con estiércol. Las cabras, en cambio, preferían alimentarse de arbustos, mostrando una dieta similar a la de animales silvestres como el corzo. Los cerdos revelaban los hábitos más variados: algunos se alimentaban de restos domésticos, otros buscaban su sustento en los humedales cercanos. Según los científicos, una sorpresa ha aparecido en las aves de corral: Los pollos analizados mostraban una clara señal de consumo de mijo, un detalle que confirma antiguos textos romanos sobre avicultura que hasta ahora carecían de sustento científico.El pescado no era un lujo en la mesa pompeyana. Los análisis de restos ictiológicos desvelan un aprovechamiento intensivo de los recursos acuáticos: Desde merluzas hasta doradas, la variedad era notable. El estudio enumera algunos: «Identificamos especies demersales (peces que viven cerca del fondo del mar o lagos) como la platija, pelágicas como el bonito, e incluso morenas» (un pez marino solitario y territorial que se alimenta de peces, cangrejos y calamares en fondos rocosos). Esta diversidad implica diferentes técnicas pesqueras que iban desde redes de arrastre hasta posiblemente almadrabas (cerco de redes) para los peces migratorios como el atún.El informe destaca que en el área de Nápoles y de Pompeya, la fertilidad del suelo y la alta disponibilidad de agua la hicieron ideal para asentamientos humanos mucho antes de la dominación romana. Según la revista Scientific Reports, «para el siglo II a. C., la bahía de Nápoles había alcanzado una densidad de población y una intensidad de uso del suelo sin parangón en el mundo antiguo. La zona se beneficiaba de las conexiones mediterráneas a través del puerto protegido de Puteoli, en el Golfo de Nápoles, que se mantuvo durante siglos como el principal puerto del Imperio romano en la península itálica». Hasta que el emperador Trajano gobernó desde el año 98 hasta su muerte en el 117 construyó el nuevo puerto de Roma, Puteoli fue el principal punto de descarga de mercancías procedentes de las provincias romanas.Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, ha destacado el alcance de estos hallazgos: «La investigación no termina con la excavación. Estudios como este, que aplican nuevas metodologías a materiales ya conocidos, nos abren horizontes insospechados«. Y añade con mirada al futuro: »Si un tercio de Pompeya sigue sin excavar, el potencial de descubrimientos es incalculable. Seguiremos invirtiendo en el estudio de restos orgánicos, que guardan muchos secretos por revelar«. El informe científico reconoce sin embargo las limitaciones de la técnica. La superposición de valores isotópicos entre diferentes alimentos dificulta calcular proporciones exactas en la dieta humana. Como solución, los investigadores apuntan a futuros análisis de aminoácidos específicos, que podrían discriminar mejor las fuentes proteicas y ofrecer una imagen aún más nítida de los pompeyanos. Lo que emerge de este estudio no es simplemente una lista de ingredientes, sino el retrato de un sistema alimentario complejo y sofisticado. Un sistema donde lo local y lo importado, lo terrestre y lo marino, lo humilde y lo exquisito, se combinaban en una síntesis única que hoy, gracias a la ciencia, podemos comenzar a saborear con nuevos ojos. En definitiva, este nuevo trabajo rompe con interpretaciones unidimensionales del mundo romano: se habla de una red de cultivos y cría animal diferenciada, de pesca variada y estrategias complejas de alimentación urbana. El patrimonio orgánico de Pompeya representa un banco de datos en continuo crecimiento. Como bien apunta Gabriel Zuchtriegel: cada nuevo análisis abre un nuevo horizonte. Casi dos mil años después de la erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya en el 79 d.C., la ciencia nos permite conocer los secretos culinarios de la antigua ciudad romana, gracias a los análisis de restos orgánicos carbonizados. Una nueva y fascinante investigación en Pompeya, publicada en la revista Scientific Reports, ha revelado los secretos de la dieta de sus antiguos habitantes. Se ha investigado sobre «cómo se criaban ovejas, cabras y cerdos, pero también cómo se explotaban los recursos acuáticos y se cultivaban cereales y legumbres», según la referencia publicada por el Parque Arqueológico de Pompeya. Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaAdemás se han hecho análisis detallados de los diferentes productos que constituían la base de la alimentación de la población de la antigua ciudad de romana, así como de las prácticas de cultivo y gestión de los recursos alimentarios. Para estudiar la dieta de los pompeyanos, la investigación se centró en el análisis científico de isótopos de carbono y nitrógeno. Este método permitió conocer qué recursos vegetales y animales consumían, así como sus prácticas agrícolas y ganaderas. Los estudios son fruto de la colaboración del Laboratorio de Investigación del Parque de Pompeya y de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli, con la contribución de la Universidad de La Sapienza de Roma y la Universidad de Nueva York.Noticia Relacionada estandar Si Regresa a Pompeya un mosaico erótico romano expoliado por un oficial nazi Ángel Gómez Fuentes La obra, que representa a dos amantes, fue devuelta al Consulado Italiano en StuttgartLos análisis desvelan que la alimentación pompeyana se sustentaba en tres pilares fundamentales. Por un lado, los cereales -especialmente trigo y cebada- que según los cálculos podrían haber aportado hasta el 70% de las calorías diarias. Junto a los cereales, las legumbres completaban la base de la dieta. Las habas aparecen como la especie dominante, con tal abundancia que los investigadores no dudan de su producción local. «Su doble función como alimento humano y fertilizante natural las convertía en un recurso estratégico», explica el informe científico.Dieta de Pompeya oficina de prensa de PompeyaEn cambio, otras legumbres como lentejas y garbanzos muestran señales isotópicas diferentes, indicando probablemente un origen foráneo. El contraste más llamativo aparece al comparar estos cultivos con los productos arbóreos. Mientras los primeros muestran gran variabilidad, higos, nueces y aceitunas presentan valores notablemente uniformes. «Esta homogeneidad sugiere condiciones de cultivo controladas y probablemente locales», señala el estudio. Los famosos higos de la zona, mencionados por Plinio el Viejo, encuentran así confirmación científica. La excepción son los dátiles, cuyos marcadores isotópicos delatan un origen en regiones áridas, casi seguramente importados del norte de África.Los análisis de los huesos de los animales cuentan también su propia historia. Las ovejas y vacas pastaban en campos abiertos, posiblemente enriquecidos con estiércol. Las cabras, en cambio, preferían alimentarse de arbustos, mostrando una dieta similar a la de animales silvestres como el corzo. Los cerdos revelaban los hábitos más variados: algunos se alimentaban de restos domésticos, otros buscaban su sustento en los humedales cercanos. Según los científicos, una sorpresa ha aparecido en las aves de corral: Los pollos analizados mostraban una clara señal de consumo de mijo, un detalle que confirma antiguos textos romanos sobre avicultura que hasta ahora carecían de sustento científico.El pescado no era un lujo en la mesa pompeyana. Los análisis de restos ictiológicos desvelan un aprovechamiento intensivo de los recursos acuáticos: Desde merluzas hasta doradas, la variedad era notable. El estudio enumera algunos: «Identificamos especies demersales (peces que viven cerca del fondo del mar o lagos) como la platija, pelágicas como el bonito, e incluso morenas» (un pez marino solitario y territorial que se alimenta de peces, cangrejos y calamares en fondos rocosos). Esta diversidad implica diferentes técnicas pesqueras que iban desde redes de arrastre hasta posiblemente almadrabas (cerco de redes) para los peces migratorios como el atún.El informe destaca que en el área de Nápoles y de Pompeya, la fertilidad del suelo y la alta disponibilidad de agua la hicieron ideal para asentamientos humanos mucho antes de la dominación romana. Según la revista Scientific Reports, «para el siglo II a. C., la bahía de Nápoles había alcanzado una densidad de población y una intensidad de uso del suelo sin parangón en el mundo antiguo. La zona se beneficiaba de las conexiones mediterráneas a través del puerto protegido de Puteoli, en el Golfo de Nápoles, que se mantuvo durante siglos como el principal puerto del Imperio romano en la península itálica». Hasta que el emperador Trajano gobernó desde el año 98 hasta su muerte en el 117 construyó el nuevo puerto de Roma, Puteoli fue el principal punto de descarga de mercancías procedentes de las provincias romanas.Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, ha destacado el alcance de estos hallazgos: «La investigación no termina con la excavación. Estudios como este, que aplican nuevas metodologías a materiales ya conocidos, nos abren horizontes insospechados«. Y añade con mirada al futuro: »Si un tercio de Pompeya sigue sin excavar, el potencial de descubrimientos es incalculable. Seguiremos invirtiendo en el estudio de restos orgánicos, que guardan muchos secretos por revelar«. El informe científico reconoce sin embargo las limitaciones de la técnica. La superposición de valores isotópicos entre diferentes alimentos dificulta calcular proporciones exactas en la dieta humana. Como solución, los investigadores apuntan a futuros análisis de aminoácidos específicos, que podrían discriminar mejor las fuentes proteicas y ofrecer una imagen aún más nítida de los pompeyanos. Lo que emerge de este estudio no es simplemente una lista de ingredientes, sino el retrato de un sistema alimentario complejo y sofisticado. Un sistema donde lo local y lo importado, lo terrestre y lo marino, lo humilde y lo exquisito, se combinaban en una síntesis única que hoy, gracias a la ciencia, podemos comenzar a saborear con nuevos ojos. En definitiva, este nuevo trabajo rompe con interpretaciones unidimensionales del mundo romano: se habla de una red de cultivos y cría animal diferenciada, de pesca variada y estrategias complejas de alimentación urbana. El patrimonio orgánico de Pompeya representa un banco de datos en continuo crecimiento. Como bien apunta Gabriel Zuchtriegel: cada nuevo análisis abre un nuevo horizonte. RSS de noticias de cultura
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