El presencialismo es uno de los males que aquejan a la cultura laboral de muchas empresas españolas. A la obligatoriedad de que sus empleados desarrollen toda su jornada en el centro de trabajo se suma la acumulación injustificada de horas que estos terminan llevando a cabo por miedo a ser represaliados. Un círculo vicioso que ha servido para institucionalizar un comportamiento que choca frontalmente con políticas de recursos humanos más modernas e instauradas desde hace tiempo en países como Estados Unidos o Suecia, donde se trabaja por objetivos, sin tomar en cuenta el tiempo invertido. Pese a esta falta de actualización, el despido de un trabajador por no alcanzar los objetivos que decida fijar cualquier compañía viene recogiéndose en múltiples contratos en España desde hace varios años. Sin embargo, de acuerdo con varias sentencias recientes, los tribunales están castigando recurrentemente esta práctica —llegando incluso a considerar algunas de estas cláusulas de rendimiento como abusivas—, dando pie a una relectura judicial que ha abierto el debate sobre su viabilidad.
Los tribunales están reconociendo la imposibilidad de prescindir de forma unilateral y sin indemnización de un empleado aunque así lo recoja su contrato
El presencialismo es uno de los males que aquejan a la cultura laboral de muchas empresas españolas. A la obligatoriedad de que sus empleados desarrollen toda su jornada en el centro de trabajo se suma la acumulación injustificada de horas que estos terminan llevando a cabo por miedo a ser represaliados. Un círculo vicioso que ha servido para institucionalizar un comportamiento que choca frontalmente con políticas de recursos humanos más modernas e instauradas desde hace tiempo en países como Estados Unidos o Suecia, donde se trabaja por objetivos, sin tomar en cuenta el tiempo invertido. Pese a esta falta de actualización, el despido de un trabajador por no alcanzar los objetivos que decida fijar cualquier compañía viene recogiéndose en múltiples contratos en España desde hace varios años. Sin embargo, de acuerdo con varias sentencias recientes, los tribunales están castigando recurrentemente esta práctica —llegando incluso a considerar algunas de estas cláusulas de rendimiento como abusivas—, dando pie a una relectura judicial que ha abierto el debate sobre su viabilidad.
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