La ronda del Sur de Madrid, en Entrevías, es una de las zonas calientes del tráfico de drogas en el distrito de Puente de Vallecas, uno de los más castigados por la lacra de los narcopisos . Allí, en un bajo que hace esquinazo, una mujer y un adolescente miran con un indisimulado manifiesto al equipo de ABC, mientras rodea el bloque. «¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?», suelta la matriarca. Ante la indiferencia de los periodistas, le dice a su hijo que avise al padre, que debe de ser el que manda, porque no tarda ni cinco segundos en aparecer y grabar a los reporteros con su móvil, mientras se alejan.Hay nervios, muchos, entre los integrantes de este clan, que controlan al menos cuatro puntos de venta de estupefacientes en la misma zona, explican a este periódico fuentes policiales. Pocos días después, salta la noticia de la detención de la banda española de los Silva, de la que una pata es el peligroso Gordo Maya, cuya tía fue asesinada a tiros en plena calle en enero de 2024. La semana pasada, nuevo golpe policial a un narcopiso del clan. No muy lejos de allí está la parroquia de San Carlos Borromeo, donde las madres acuden con sus hijos toxicómanos a que se curen de esta enfermedad que hace estragos. Un tráfico de vidas humanas que lleva a contabilizar algo más de 60 narcopisos y algunas viviendas con plantaciones de marihuana en su interior solo en este barrio de la capital. La oferta es proporcional a la demanda. Para hacerse una idea: la media es de 25 narcopisos desmantelados al año en distritos policiales complicados, como Centro y Usera-Villaverde. Noticia Relacionada estandar No Narcopisos y traficantes de droga con pagos en Bizum y tarjeta bancaria Carlos Hidalgo La Policía desmantela 9 puntos de venta y detiene a 20 personas en apenas 24 horasLa calle de Bohonal es puramente residencial; una barriada de clase trabajadora aparentemente tranquila. Pero en uno de los bajos se vende droga desde hace por lo menos veinte años. Al menos, eso es lo que asegura uno de los vecinos, harto, que prefiere quedar en el anonimato: «Desde que murió su madre, el que vivía aquí se droga y vende. Ahora está el nieto de la señora fallecida, Miguel Ángel, y ni siquiera pagan las letras de la comunidad, lo hace el Ivima. El tipo está metido ahí con diez o doce personas, todos toxicómanos, muy jodidos, deteriorados. Cada dos por tres están de bronca y él le da palizas a la novia. En una ocasión le dejó la cara destrozada».Cucarachas y moscasLa convivencia es terrible. El piso, por lo pronto, está lleno de cucarachas y moscas, hasta el punto de que los perjudicados han tenido que poner artilugios para tanto bicho y avisar a Sanidad, «pero no hacen nada». El presidente de la comunidad muestra unas imágenes de la cámara de seguridad que han tenido que colocar en las zonas comunes. Se ve a un «africano cachas y muy violento» y también al inquilino principal, «que llega hasta el culo de todo al portal y se cae por las escaleras». El trasiego de personas es a cualquier hora, se quejan los residentes de la finca: «La Policía está aquí cada dos por tres. En mi familia hemos pensado en mudarnos de aquí», confiesa, desesperado. Es lo que ocurre cuando alguien hereda un narcopiso y se cree impune.No muy lejos, en Peña de la Atalaya, 65, pervive la red de traficantes de la Lupe, también en un piso bajo, vigilada por un grupo de aguadores y gente de mal vivir con caras de pocos amigos. El edificio lleva okupado cerca de quince años, aunque la red familiar controla desde el parque de Amós Cero a la avenida de San Diego.Hay otros puntos donde, además del menudeo, se da la prostitución, como ocurre en la calle del Convenio. Uno de los episodios más emotivos lo ha protagonizado una mujer, ya mayor, abuela de un toxicómano que ha denunciado a la Policía la vivienda a la que su nieto va a comprar sus dosis. No es el único caso en el que los vecinos ponen el grito en el cielo. Es más, fuentes policiales hablan de que esa colaboración ciudadana es, en muchos sentidos, fundamental para detectar dónde se encuentran los narcopisos y comenzar a trabajarlos. Luego, vienen las continuas vigilancias discretas en los entornos, para recabar pruebas y que un juez consienta la entrada y registro en estos domicilios, blindados constitucionalmente.Prioridad de la JefaturaOtra fuente útil pueden ser las compañías distribuidoras eléctricas, que alertan de vez en cuando de sobreconsumo en algunas viviendas, sospechosas de albergar plantaciones ‘indoor’ de marihuana. Los narcopisos, entre otros problemas que dan, suelen reproducirse como champiñones, pero, además, no es difícil que reabran tiempo después de ser clausurados por la autoridad judicial y la policial. La operación más reciente de gran nivel ocurrió hace unas semanas, en junio. Policía Nacional y Municipal reventaron cuatro puntos de venta de la familia Silva Jiménez, una de las más poderosas de la Cañada Real y que ha abierto sucursales en viviendas en bloques de la zona de Nueva Numancia. Hubo doce detenidos y quedó comprobado que también distribuían estupefacientes en bares y parques cercanos. Desde la Jefatura Superior de Policía de Madrid informan de que la lucha contra los narcopisos es una de las prioridades del jefe superior, Javier Galván, y así lo confirman fuentes no oficiales. Desde hace unos dos meses, se ha desplegado en los distritos de Puente y Villa de Vallecas a agentes de las unidades de Caballería, Prevención y Seguridad (UPR) y de Intervención Policial (UIP), los antidisturbios. Narcopisos, bandas latinas y robos con violencia son los principales delitos que se intentan atajar, en virtud de la reclamación ciudadana. La ronda del Sur de Madrid, en Entrevías, es una de las zonas calientes del tráfico de drogas en el distrito de Puente de Vallecas, uno de los más castigados por la lacra de los narcopisos . Allí, en un bajo que hace esquinazo, una mujer y un adolescente miran con un indisimulado manifiesto al equipo de ABC, mientras rodea el bloque. «¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?», suelta la matriarca. Ante la indiferencia de los periodistas, le dice a su hijo que avise al padre, que debe de ser el que manda, porque no tarda ni cinco segundos en aparecer y grabar a los reporteros con su móvil, mientras se alejan.Hay nervios, muchos, entre los integrantes de este clan, que controlan al menos cuatro puntos de venta de estupefacientes en la misma zona, explican a este periódico fuentes policiales. Pocos días después, salta la noticia de la detención de la banda española de los Silva, de la que una pata es el peligroso Gordo Maya, cuya tía fue asesinada a tiros en plena calle en enero de 2024. La semana pasada, nuevo golpe policial a un narcopiso del clan. No muy lejos de allí está la parroquia de San Carlos Borromeo, donde las madres acuden con sus hijos toxicómanos a que se curen de esta enfermedad que hace estragos. Un tráfico de vidas humanas que lleva a contabilizar algo más de 60 narcopisos y algunas viviendas con plantaciones de marihuana en su interior solo en este barrio de la capital. La oferta es proporcional a la demanda. Para hacerse una idea: la media es de 25 narcopisos desmantelados al año en distritos policiales complicados, como Centro y Usera-Villaverde. Noticia Relacionada estandar No Narcopisos y traficantes de droga con pagos en Bizum y tarjeta bancaria Carlos Hidalgo La Policía desmantela 9 puntos de venta y detiene a 20 personas en apenas 24 horasLa calle de Bohonal es puramente residencial; una barriada de clase trabajadora aparentemente tranquila. Pero en uno de los bajos se vende droga desde hace por lo menos veinte años. Al menos, eso es lo que asegura uno de los vecinos, harto, que prefiere quedar en el anonimato: «Desde que murió su madre, el que vivía aquí se droga y vende. Ahora está el nieto de la señora fallecida, Miguel Ángel, y ni siquiera pagan las letras de la comunidad, lo hace el Ivima. El tipo está metido ahí con diez o doce personas, todos toxicómanos, muy jodidos, deteriorados. Cada dos por tres están de bronca y él le da palizas a la novia. En una ocasión le dejó la cara destrozada».Cucarachas y moscasLa convivencia es terrible. El piso, por lo pronto, está lleno de cucarachas y moscas, hasta el punto de que los perjudicados han tenido que poner artilugios para tanto bicho y avisar a Sanidad, «pero no hacen nada». El presidente de la comunidad muestra unas imágenes de la cámara de seguridad que han tenido que colocar en las zonas comunes. Se ve a un «africano cachas y muy violento» y también al inquilino principal, «que llega hasta el culo de todo al portal y se cae por las escaleras». El trasiego de personas es a cualquier hora, se quejan los residentes de la finca: «La Policía está aquí cada dos por tres. En mi familia hemos pensado en mudarnos de aquí», confiesa, desesperado. Es lo que ocurre cuando alguien hereda un narcopiso y se cree impune.No muy lejos, en Peña de la Atalaya, 65, pervive la red de traficantes de la Lupe, también en un piso bajo, vigilada por un grupo de aguadores y gente de mal vivir con caras de pocos amigos. El edificio lleva okupado cerca de quince años, aunque la red familiar controla desde el parque de Amós Cero a la avenida de San Diego.Hay otros puntos donde, además del menudeo, se da la prostitución, como ocurre en la calle del Convenio. Uno de los episodios más emotivos lo ha protagonizado una mujer, ya mayor, abuela de un toxicómano que ha denunciado a la Policía la vivienda a la que su nieto va a comprar sus dosis. No es el único caso en el que los vecinos ponen el grito en el cielo. Es más, fuentes policiales hablan de que esa colaboración ciudadana es, en muchos sentidos, fundamental para detectar dónde se encuentran los narcopisos y comenzar a trabajarlos. Luego, vienen las continuas vigilancias discretas en los entornos, para recabar pruebas y que un juez consienta la entrada y registro en estos domicilios, blindados constitucionalmente.Prioridad de la JefaturaOtra fuente útil pueden ser las compañías distribuidoras eléctricas, que alertan de vez en cuando de sobreconsumo en algunas viviendas, sospechosas de albergar plantaciones ‘indoor’ de marihuana. Los narcopisos, entre otros problemas que dan, suelen reproducirse como champiñones, pero, además, no es difícil que reabran tiempo después de ser clausurados por la autoridad judicial y la policial. La operación más reciente de gran nivel ocurrió hace unas semanas, en junio. Policía Nacional y Municipal reventaron cuatro puntos de venta de la familia Silva Jiménez, una de las más poderosas de la Cañada Real y que ha abierto sucursales en viviendas en bloques de la zona de Nueva Numancia. Hubo doce detenidos y quedó comprobado que también distribuían estupefacientes en bares y parques cercanos. Desde la Jefatura Superior de Policía de Madrid informan de que la lucha contra los narcopisos es una de las prioridades del jefe superior, Javier Galván, y así lo confirman fuentes no oficiales. Desde hace unos dos meses, se ha desplegado en los distritos de Puente y Villa de Vallecas a agentes de las unidades de Caballería, Prevención y Seguridad (UPR) y de Intervención Policial (UIP), los antidisturbios. Narcopisos, bandas latinas y robos con violencia son los principales delitos que se intentan atajar, en virtud de la reclamación ciudadana. La ronda del Sur de Madrid, en Entrevías, es una de las zonas calientes del tráfico de drogas en el distrito de Puente de Vallecas, uno de los más castigados por la lacra de los narcopisos . Allí, en un bajo que hace esquinazo, una mujer y un adolescente miran con un indisimulado manifiesto al equipo de ABC, mientras rodea el bloque. «¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?», suelta la matriarca. Ante la indiferencia de los periodistas, le dice a su hijo que avise al padre, que debe de ser el que manda, porque no tarda ni cinco segundos en aparecer y grabar a los reporteros con su móvil, mientras se alejan.Hay nervios, muchos, entre los integrantes de este clan, que controlan al menos cuatro puntos de venta de estupefacientes en la misma zona, explican a este periódico fuentes policiales. Pocos días después, salta la noticia de la detención de la banda española de los Silva, de la que una pata es el peligroso Gordo Maya, cuya tía fue asesinada a tiros en plena calle en enero de 2024. La semana pasada, nuevo golpe policial a un narcopiso del clan. No muy lejos de allí está la parroquia de San Carlos Borromeo, donde las madres acuden con sus hijos toxicómanos a que se curen de esta enfermedad que hace estragos. Un tráfico de vidas humanas que lleva a contabilizar algo más de 60 narcopisos y algunas viviendas con plantaciones de marihuana en su interior solo en este barrio de la capital. La oferta es proporcional a la demanda. Para hacerse una idea: la media es de 25 narcopisos desmantelados al año en distritos policiales complicados, como Centro y Usera-Villaverde. Noticia Relacionada estandar No Narcopisos y traficantes de droga con pagos en Bizum y tarjeta bancaria Carlos Hidalgo La Policía desmantela 9 puntos de venta y detiene a 20 personas en apenas 24 horasLa calle de Bohonal es puramente residencial; una barriada de clase trabajadora aparentemente tranquila. Pero en uno de los bajos se vende droga desde hace por lo menos veinte años. Al menos, eso es lo que asegura uno de los vecinos, harto, que prefiere quedar en el anonimato: «Desde que murió su madre, el que vivía aquí se droga y vende. Ahora está el nieto de la señora fallecida, Miguel Ángel, y ni siquiera pagan las letras de la comunidad, lo hace el Ivima. El tipo está metido ahí con diez o doce personas, todos toxicómanos, muy jodidos, deteriorados. Cada dos por tres están de bronca y él le da palizas a la novia. En una ocasión le dejó la cara destrozada».Cucarachas y moscasLa convivencia es terrible. El piso, por lo pronto, está lleno de cucarachas y moscas, hasta el punto de que los perjudicados han tenido que poner artilugios para tanto bicho y avisar a Sanidad, «pero no hacen nada». El presidente de la comunidad muestra unas imágenes de la cámara de seguridad que han tenido que colocar en las zonas comunes. Se ve a un «africano cachas y muy violento» y también al inquilino principal, «que llega hasta el culo de todo al portal y se cae por las escaleras». El trasiego de personas es a cualquier hora, se quejan los residentes de la finca: «La Policía está aquí cada dos por tres. En mi familia hemos pensado en mudarnos de aquí», confiesa, desesperado. Es lo que ocurre cuando alguien hereda un narcopiso y se cree impune.No muy lejos, en Peña de la Atalaya, 65, pervive la red de traficantes de la Lupe, también en un piso bajo, vigilada por un grupo de aguadores y gente de mal vivir con caras de pocos amigos. El edificio lleva okupado cerca de quince años, aunque la red familiar controla desde el parque de Amós Cero a la avenida de San Diego.Hay otros puntos donde, además del menudeo, se da la prostitución, como ocurre en la calle del Convenio. Uno de los episodios más emotivos lo ha protagonizado una mujer, ya mayor, abuela de un toxicómano que ha denunciado a la Policía la vivienda a la que su nieto va a comprar sus dosis. No es el único caso en el que los vecinos ponen el grito en el cielo. Es más, fuentes policiales hablan de que esa colaboración ciudadana es, en muchos sentidos, fundamental para detectar dónde se encuentran los narcopisos y comenzar a trabajarlos. Luego, vienen las continuas vigilancias discretas en los entornos, para recabar pruebas y que un juez consienta la entrada y registro en estos domicilios, blindados constitucionalmente.Prioridad de la JefaturaOtra fuente útil pueden ser las compañías distribuidoras eléctricas, que alertan de vez en cuando de sobreconsumo en algunas viviendas, sospechosas de albergar plantaciones ‘indoor’ de marihuana. Los narcopisos, entre otros problemas que dan, suelen reproducirse como champiñones, pero, además, no es difícil que reabran tiempo después de ser clausurados por la autoridad judicial y la policial. La operación más reciente de gran nivel ocurrió hace unas semanas, en junio. Policía Nacional y Municipal reventaron cuatro puntos de venta de la familia Silva Jiménez, una de las más poderosas de la Cañada Real y que ha abierto sucursales en viviendas en bloques de la zona de Nueva Numancia. Hubo doce detenidos y quedó comprobado que también distribuían estupefacientes en bares y parques cercanos. Desde la Jefatura Superior de Policía de Madrid informan de que la lucha contra los narcopisos es una de las prioridades del jefe superior, Javier Galván, y así lo confirman fuentes no oficiales. Desde hace unos dos meses, se ha desplegado en los distritos de Puente y Villa de Vallecas a agentes de las unidades de Caballería, Prevención y Seguridad (UPR) y de Intervención Policial (UIP), los antidisturbios. Narcopisos, bandas latinas y robos con violencia son los principales delitos que se intentan atajar, en virtud de la reclamación ciudadana. RSS de noticias de espana
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