Color azul, rojo y amarillo, y enormes hojas en blanco pegadas al suelo. Eso es todo lo que necesita Hervé Tullet para despertar la creatividad. El artista francés cuenta con el don de transformar lo sencillo en extraordinario y tenemos la suerte de verlo en acción estos días en la capital. Autor de más de ochenta libros ilustrados, es una de las estrellas de Abrapalabra , el festival de literatura infantil y juvenil que se celebra en La Casa Encendida, sede de la que será su primera exposición en España hasta el 5 de enero. ABC asiste a los primeros pasos de su creación: ‘Una expo imprevista’ , la obra colaborativa que está diseñando junto a los asistentes a sus talleres. «Uso a los niños como mis pinceles », confesó entre risas Tullet. En el del pasado jueves, el autor se acercó a la veintena de pequeños de un colegio madrileño, y les pidió ayuda para poder llenar la sala con sus dibujos. «Mi objetivo es crear una exposición bonita, pero es la espontaneidad lo que los niños me dan. Yo no puedo hacerlo, es muy difícil», indicó. Antes de que los chicos se pusieran manos a la obra en La Casa Encendida , les dio unas sencillas instrucciones: la hoja derecha para el rojo y la izquierda para el azul. La del medio se dividió en dos: una para el amarillo y la otra para todos los colores juntos. La razón de que los tonos escogidos sean primarios es que « no hay nada de estética en mi obra. Se convierte en estética, pero no lo es. Elijo esos colores porque son básicos y en todo el mundo hay gente trabajando con mi trabajo». Esto es literal. Basta echar un vistazo en YouTube a los resultados que salen al poner ‘Taller Hervé Tullet’ para darse cuenta de que cada día son muchos los colegios que se inspiran en él para poner a sus clases a crear sin fronteras. Idioma propio Tullet y varios niños creando ‘Una expo imprevista’ Abrapalabra / Rafa FraileEl fenómeno creativo del autor se replica en sus libros, que en España publica la editorial Kókinos . ‘Un libro’, ‘¿Jugamos?’, ‘Colores’ o el último, ‘La mano mágica’ , invitan a participar: tocar, agitar, soplar o imaginar. Una experiencia que puede y debe ser compartida entre niños y adultos, y que refuerza su creencia en el arte como un puente para la conexión humana .«Es una exhibición ideal que están haciendo por todo el mundo», afirmó el artista, que considera esa comunidad multicolor parte de su obra. Por eso las normas que da en sus encuentros son simples y muy definidas. «Una vez que tienes eso, puedes hacer lo que quieras. Y esa es una parte muy importante del proceso. No es una decisión estética, sino que el objetivo es crear ese tipo de energía», insistió Tullet. Este taller no fue una excepción. Una vez explicados los colores, el artista dividió las hojas por tramos, pintando ejemplos con las formas que quería en cada una de ellas. Intuición y caosNada es figurativo, solo círculos, rayas, ondas… «Para mí estos elementos unidos a la música crean una energía . Es más divertido y trasciende culturas. Se trata de mi vocabulario y el de mis libros. Y es precioso cuando entiendes el lenguaje y lo puedes utilizar», remarcó. Los pequeños de La Casa Encendida pronunciaron sus primeras palabras balbuceando, pero enseguida cogieron el ritmo y los ejemplos que dibujó el artista dejaron paso a la espontaneidad . Tullet supervisó esa verborrea creativa y animó a las profesoras a participar. Al autor le gusta vivir esos momentos tanto como a sus colaboradores: «No quieren parar. Empiezan despacio y, poco a poco, se van sintiendo más seguros, y al final salen todas las sonrisas ». Sus ayudantes superaron el ecuador de este esquema y, de una forma completamente intuitiva y caótica, comenzaron a arremolinarse en el trozo de papel para mezclar todos los colores, mientras Tullet completó el resto de las hojas con ademanes de baile. En un mundo donde la educación suele priorizar resultados , el artista reivindica este tipo de oportunidades. «El tema no está en la creación de la obra, sino en dar espacio a la infancia para que experimente y se exprese con libertad. Trabajando con niños durante treinta años puedo sentir, sin ser especialista, que hay un problema con la manera en que los educamos. Es algo que no ha cambiado durante todo este tiempo y lo siento aquí y también en Corea, a la que acabo de viajar», puntualiza. Frente a ello, Tullet se alza como un defensor de la exploración por el simple placer de crear. Y sus talleres son un recordatorio de que el arte no solo pertenece a museos, sino también a las manos de cualquier persona dispuesta a jugar y experimentar.El artista invita a liberar la imaginación a los adultos : «Es una suerte crear ese diálogo intergeneracional. Este es mi arte. No tengo nada que vender porque mis dibujos están hechos por niños. He intentado vender alguno por 10.000 dólares, pero no funciona», bromeó. Y después reflexiona: «Porque mi trabajo no es material . Mi trabajo es crear esas condiciones para el diálogo». Cuando el que llevó a cabo en Madrid estuvo a punto de terminar, los niños comenzaron a alzar sus miradas del papel y las profesoras, a percatarse, entre risas, de los daños colaterales que la actividad causó en los pequeños de pies a cabeza. Poco a poco regresaron al punto de partida. El autor les esperó para pintarles la nariz de azul y les despidió: «Punto y final. Bien hecho. Ahora me toca trabajar a mí ».Tullet ha visto repetirse esta escena, siempre distinta, a lo largo de tres décadas por todo el mundo: «Todas estas experiencias me siguen. Soy como una locomotora, cada una es un vagón que alimenta a la siguiente . Lo que necesito es crear más condiciones, nuevas experiencias. No repetir. En ese movimiento es donde estoy siempre. Es muy orgánico. Todo está conmigo todo el tiempo. Todo está en contacto. Todo tiene sentido».. Color azul, rojo y amarillo, y enormes hojas en blanco pegadas al suelo. Eso es todo lo que necesita Hervé Tullet para despertar la creatividad. El artista francés cuenta con el don de transformar lo sencillo en extraordinario y tenemos la suerte de verlo en acción estos días en la capital. Autor de más de ochenta libros ilustrados, es una de las estrellas de Abrapalabra , el festival de literatura infantil y juvenil que se celebra en La Casa Encendida, sede de la que será su primera exposición en España hasta el 5 de enero. ABC asiste a los primeros pasos de su creación: ‘Una expo imprevista’ , la obra colaborativa que está diseñando junto a los asistentes a sus talleres. «Uso a los niños como mis pinceles », confesó entre risas Tullet. En el del pasado jueves, el autor se acercó a la veintena de pequeños de un colegio madrileño, y les pidió ayuda para poder llenar la sala con sus dibujos. «Mi objetivo es crear una exposición bonita, pero es la espontaneidad lo que los niños me dan. Yo no puedo hacerlo, es muy difícil», indicó. Antes de que los chicos se pusieran manos a la obra en La Casa Encendida , les dio unas sencillas instrucciones: la hoja derecha para el rojo y la izquierda para el azul. La del medio se dividió en dos: una para el amarillo y la otra para todos los colores juntos. La razón de que los tonos escogidos sean primarios es que « no hay nada de estética en mi obra. Se convierte en estética, pero no lo es. Elijo esos colores porque son básicos y en todo el mundo hay gente trabajando con mi trabajo». Esto es literal. Basta echar un vistazo en YouTube a los resultados que salen al poner ‘Taller Hervé Tullet’ para darse cuenta de que cada día son muchos los colegios que se inspiran en él para poner a sus clases a crear sin fronteras. Idioma propio Tullet y varios niños creando ‘Una expo imprevista’ Abrapalabra / Rafa FraileEl fenómeno creativo del autor se replica en sus libros, que en España publica la editorial Kókinos . ‘Un libro’, ‘¿Jugamos?’, ‘Colores’ o el último, ‘La mano mágica’ , invitan a participar: tocar, agitar, soplar o imaginar. Una experiencia que puede y debe ser compartida entre niños y adultos, y que refuerza su creencia en el arte como un puente para la conexión humana .«Es una exhibición ideal que están haciendo por todo el mundo», afirmó el artista, que considera esa comunidad multicolor parte de su obra. Por eso las normas que da en sus encuentros son simples y muy definidas. «Una vez que tienes eso, puedes hacer lo que quieras. Y esa es una parte muy importante del proceso. No es una decisión estética, sino que el objetivo es crear ese tipo de energía», insistió Tullet. Este taller no fue una excepción. Una vez explicados los colores, el artista dividió las hojas por tramos, pintando ejemplos con las formas que quería en cada una de ellas. Intuición y caosNada es figurativo, solo círculos, rayas, ondas… «Para mí estos elementos unidos a la música crean una energía . Es más divertido y trasciende culturas. Se trata de mi vocabulario y el de mis libros. Y es precioso cuando entiendes el lenguaje y lo puedes utilizar», remarcó. Los pequeños de La Casa Encendida pronunciaron sus primeras palabras balbuceando, pero enseguida cogieron el ritmo y los ejemplos que dibujó el artista dejaron paso a la espontaneidad . Tullet supervisó esa verborrea creativa y animó a las profesoras a participar. Al autor le gusta vivir esos momentos tanto como a sus colaboradores: «No quieren parar. Empiezan despacio y, poco a poco, se van sintiendo más seguros, y al final salen todas las sonrisas ». Sus ayudantes superaron el ecuador de este esquema y, de una forma completamente intuitiva y caótica, comenzaron a arremolinarse en el trozo de papel para mezclar todos los colores, mientras Tullet completó el resto de las hojas con ademanes de baile. En un mundo donde la educación suele priorizar resultados , el artista reivindica este tipo de oportunidades. «El tema no está en la creación de la obra, sino en dar espacio a la infancia para que experimente y se exprese con libertad. Trabajando con niños durante treinta años puedo sentir, sin ser especialista, que hay un problema con la manera en que los educamos. Es algo que no ha cambiado durante todo este tiempo y lo siento aquí y también en Corea, a la que acabo de viajar», puntualiza. Frente a ello, Tullet se alza como un defensor de la exploración por el simple placer de crear. Y sus talleres son un recordatorio de que el arte no solo pertenece a museos, sino también a las manos de cualquier persona dispuesta a jugar y experimentar.El artista invita a liberar la imaginación a los adultos : «Es una suerte crear ese diálogo intergeneracional. Este es mi arte. No tengo nada que vender porque mis dibujos están hechos por niños. He intentado vender alguno por 10.000 dólares, pero no funciona», bromeó. Y después reflexiona: «Porque mi trabajo no es material . Mi trabajo es crear esas condiciones para el diálogo». Cuando el que llevó a cabo en Madrid estuvo a punto de terminar, los niños comenzaron a alzar sus miradas del papel y las profesoras, a percatarse, entre risas, de los daños colaterales que la actividad causó en los pequeños de pies a cabeza. Poco a poco regresaron al punto de partida. El autor les esperó para pintarles la nariz de azul y les despidió: «Punto y final. Bien hecho. Ahora me toca trabajar a mí ».Tullet ha visto repetirse esta escena, siempre distinta, a lo largo de tres décadas por todo el mundo: «Todas estas experiencias me siguen. Soy como una locomotora, cada una es un vagón que alimenta a la siguiente . Lo que necesito es crear más condiciones, nuevas experiencias. No repetir. En ese movimiento es donde estoy siempre. Es muy orgánico. Todo está conmigo todo el tiempo. Todo está en contacto. Todo tiene sentido».. Color azul, rojo y amarillo, y enormes hojas en blanco pegadas al suelo. Eso es todo lo que necesita Hervé Tullet para despertar la creatividad. El artista francés cuenta con el don de transformar lo sencillo en extraordinario y tenemos la suerte de verlo en acción estos días en la capital. Autor de más de ochenta libros ilustrados, es una de las estrellas de Abrapalabra , el festival de literatura infantil y juvenil que se celebra en La Casa Encendida, sede de la que será su primera exposición en España hasta el 5 de enero. ABC asiste a los primeros pasos de su creación: ‘Una expo imprevista’ , la obra colaborativa que está diseñando junto a los asistentes a sus talleres. «Uso a los niños como mis pinceles », confesó entre risas Tullet. En el del pasado jueves, el autor se acercó a la veintena de pequeños de un colegio madrileño, y les pidió ayuda para poder llenar la sala con sus dibujos. «Mi objetivo es crear una exposición bonita, pero es la espontaneidad lo que los niños me dan. Yo no puedo hacerlo, es muy difícil», indicó. Antes de que los chicos se pusieran manos a la obra en La Casa Encendida , les dio unas sencillas instrucciones: la hoja derecha para el rojo y la izquierda para el azul. La del medio se dividió en dos: una para el amarillo y la otra para todos los colores juntos. La razón de que los tonos escogidos sean primarios es que « no hay nada de estética en mi obra. Se convierte en estética, pero no lo es. Elijo esos colores porque son básicos y en todo el mundo hay gente trabajando con mi trabajo». Esto es literal. Basta echar un vistazo en YouTube a los resultados que salen al poner ‘Taller Hervé Tullet’ para darse cuenta de que cada día son muchos los colegios que se inspiran en él para poner a sus clases a crear sin fronteras. Idioma propio Tullet y varios niños creando ‘Una expo imprevista’ Abrapalabra / Rafa FraileEl fenómeno creativo del autor se replica en sus libros, que en España publica la editorial Kókinos . ‘Un libro’, ‘¿Jugamos?’, ‘Colores’ o el último, ‘La mano mágica’ , invitan a participar: tocar, agitar, soplar o imaginar. Una experiencia que puede y debe ser compartida entre niños y adultos, y que refuerza su creencia en el arte como un puente para la conexión humana .«Es una exhibición ideal que están haciendo por todo el mundo», afirmó el artista, que considera esa comunidad multicolor parte de su obra. Por eso las normas que da en sus encuentros son simples y muy definidas. «Una vez que tienes eso, puedes hacer lo que quieras. Y esa es una parte muy importante del proceso. No es una decisión estética, sino que el objetivo es crear ese tipo de energía», insistió Tullet. Este taller no fue una excepción. Una vez explicados los colores, el artista dividió las hojas por tramos, pintando ejemplos con las formas que quería en cada una de ellas. Intuición y caosNada es figurativo, solo círculos, rayas, ondas… «Para mí estos elementos unidos a la música crean una energía . Es más divertido y trasciende culturas. Se trata de mi vocabulario y el de mis libros. Y es precioso cuando entiendes el lenguaje y lo puedes utilizar», remarcó. Los pequeños de La Casa Encendida pronunciaron sus primeras palabras balbuceando, pero enseguida cogieron el ritmo y los ejemplos que dibujó el artista dejaron paso a la espontaneidad . Tullet supervisó esa verborrea creativa y animó a las profesoras a participar. Al autor le gusta vivir esos momentos tanto como a sus colaboradores: «No quieren parar. Empiezan despacio y, poco a poco, se van sintiendo más seguros, y al final salen todas las sonrisas ». Sus ayudantes superaron el ecuador de este esquema y, de una forma completamente intuitiva y caótica, comenzaron a arremolinarse en el trozo de papel para mezclar todos los colores, mientras Tullet completó el resto de las hojas con ademanes de baile. En un mundo donde la educación suele priorizar resultados , el artista reivindica este tipo de oportunidades. «El tema no está en la creación de la obra, sino en dar espacio a la infancia para que experimente y se exprese con libertad. Trabajando con niños durante treinta años puedo sentir, sin ser especialista, que hay un problema con la manera en que los educamos. Es algo que no ha cambiado durante todo este tiempo y lo siento aquí y también en Corea, a la que acabo de viajar», puntualiza. Frente a ello, Tullet se alza como un defensor de la exploración por el simple placer de crear. Y sus talleres son un recordatorio de que el arte no solo pertenece a museos, sino también a las manos de cualquier persona dispuesta a jugar y experimentar.El artista invita a liberar la imaginación a los adultos : «Es una suerte crear ese diálogo intergeneracional. Este es mi arte. No tengo nada que vender porque mis dibujos están hechos por niños. He intentado vender alguno por 10.000 dólares, pero no funciona», bromeó. Y después reflexiona: «Porque mi trabajo no es material . Mi trabajo es crear esas condiciones para el diálogo». Cuando el que llevó a cabo en Madrid estuvo a punto de terminar, los niños comenzaron a alzar sus miradas del papel y las profesoras, a percatarse, entre risas, de los daños colaterales que la actividad causó en los pequeños de pies a cabeza. Poco a poco regresaron al punto de partida. El autor les esperó para pintarles la nariz de azul y les despidió: «Punto y final. Bien hecho. Ahora me toca trabajar a mí ».Tullet ha visto repetirse esta escena, siempre distinta, a lo largo de tres décadas por todo el mundo: «Todas estas experiencias me siguen. Soy como una locomotora, cada una es un vagón que alimenta a la siguiente . Lo que necesito es crear más condiciones, nuevas experiencias. No repetir. En ese movimiento es donde estoy siempre. Es muy orgánico. Todo está conmigo todo el tiempo. Todo está en contacto. Todo tiene sentido».. RSS de noticias de cultura
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