En el centro de coordinación de los Mossos d’Esquadra —una sala con todos los altos mandos del cuerpo implicados en la seguridad de la investidura de Salvador Illa y el anunciado regreso de Carles Puigdemont— la huida del expresidente de la Generalitat se vivió entre gritos, estupefacción y parálisis. Con una orden de detención en vigor dictada por el Tribunal Supremo, y casi siete años de jugar al gato y el ratón, el expresidente catalán se esfumó en los morros de la policía catalana en Barcelona, el 8 de agosto de 2024. De nada sirvieron ya las operaciones jaulas [cerrar el tráfico], y las carreras por detenerlo. Un año después de aquella fuga televisada en directo, las heridas siguen abiertas, marcadas por el proceso judicial contra los tres mossos que ayudaron al expresidente a huir.
Sallent, un comisario marcado por la detención fallida
La carrera del comisario Eduard Sallent ha quedado marcada por la detención fallida del expresidente Carles Puigdemont. Aupado en su trayectoria dentro de la policía catalana por los partidos independentistas, Sallent arremetió con dureza contra Puigdemont en rueda de prensa por su actitud en su regreso fugaz a Cataluña. “Se enemistó con todos”, analizan fuentes policiales. El comisario enseguida ordenó un informe del operativo, que se entregó al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, con todos los detalles de lo ocurrido el 8 de agosto de 2024. Poco después, el PSC le cesó y fue nombrado jefe del área sud de Barcelona.
Sallent, además, estaba inmerso en un proceso de ascenso al máximo rango en la policía catalana: el de major. Es un galón que hasta ahora solo tiene Josep Lluís Trapero, en excedencia para ejercer de director de la policía catalana, un puesto de designación política. ERC quiso ascender a Sallent antes de dejar la consejería del Interior, pero varios sindicatos torpedearon el nombramiento, denunciando las bases de la convocatoria Un juez dictó medidas cautelares que frenaron el proceso, y Sallent fue destituido sin una resolución definitiva sobre su ascenso.
Dos sentencias han dado finalmente la razón a Sallent, tal y como avanzó la cadena Ser, y otorgado luz verde a que finalice su promoción a major. Los sindicatos han recurrido de nuevo la decisión, pero en esta ocasión no hay medidas cautelares. Fuentes policiales aseguran que es probable que en septiembre Sallent pida el galón, para el que fue elegido por el anterior director general, Pere Ferrer. La decisión última recae el Departamento de Interior, pero depende de un informe de idoneidad del actual director, Trapero, con el que históricamente ha estado enfrentado.
Un año después de la fuga en directo, siguen investigados tres agentes por ayudar al expresidente a escapar
En el centro de coordinación de los Mossos d’Esquadra —una sala con todos los altos mandos del cuerpo implicados en la seguridad de la investidura de Salvador Illa y el anunciado regreso de Carles Puigdemont— la huida del expresidente de la Generalitat se vivió entre gritos, estupefacción y parálisis. Con una orden de detención en vigor dictada por el Tribunal Supremo, y casi siete años de jugar al gato y el ratón, el expresidente catalán se esfumó en los morros de la policía catalana en Barcelona, el 8 de agosto de 2024. De nada sirvieron ya las operaciones jaulas [cerrar el tráfico], y las carreras por detenerlo. Un año después de aquella fuga televisada en directo, las heridas siguen abiertas, marcadas por el proceso judicial contra los tres mossos que ayudaron al expresidente a huir.
Sallent, un comisario marcado por la detención fallida
La carrera del comisario Eduard Sallent ha quedado marcada por la detención fallida del expresidente Carles Puigdemont. Aupado en su trayectoria dentro de la policía catalana por los partidos independentistas, Sallent arremetió con dureza contra Puigdemont en rueda de prensa por su actitud en su regreso fugaz a Cataluña. “Se enemistó con todos”, analizan fuentes policiales. El comisario enseguida ordenó un informe del operativo, que se entregó al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, con todos los detalles de lo ocurrido el 8 de agosto de 2024. Poco después, el PSC le cesó y fue nombrado jefe del área sud de Barcelona.
Sallent, además, estaba inmerso en un proceso de ascenso al máximo rango en la policía catalana: el de major. Es un galón que hasta ahora solo tiene Josep Lluís Trapero, en excedencia para ejercer de director de la policía catalana, un puesto de designación política. ERC quiso ascender a Sallent antes de dejar la consejería del Interior, pero varios sindicatos torpedearon el nombramiento, denunciando las bases de la convocatoria Un juez dictó medidas cautelares que frenaron el proceso, y Sallent fue destituido sin una resolución definitiva sobre su ascenso.
Dos sentencias han dado finalmente la razón a Sallent, tal y como avanzó la cadena Ser, y otorgado luz verde a que finalice su promoción a major. Los sindicatos han recurrido de nuevo la decisión, pero en esta ocasión no hay medidas cautelares. Fuentes policiales aseguran que es probable que en septiembre Sallent pida el galón, para el que fue elegido por el anterior director general, Pere Ferrer. La decisión última recae el Departamento de Interior, pero depende de un informe de idoneidad del actual director, Trapero, con el que históricamente ha estado enfrentado.
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