Las residencias de ancianos capearon, como pudieron, el apagón. Los grupos electrógenos y las reservas de oxígeno para los más dependientes garantizaron cierta normalidad, aunque fue inevitable recordar «el fantasma de la pandemia». «Es aun muy reciente, y aunque no es lo mismo ni mucho menos, cuando vemos alterada la normalidad la angustia ante ese recuerdo aparece», señala María José Soriano, familiar de un ingresado en la residencia Pare Batllori del barrio de Barcelona.El corte de suministró impactó especialmente en las plantas con los residentes más frágiles, con severos problemas de movilidad y algunos cuadros respiratorios. «No hubo escenas de nerviosismo porque teníamos ‘plan b’ pero obviamente tuvimos que improvisar algunas soluciones y gracias a Dios el corte fue poco después del mediodía y había mucha luz», señalan a este diario trabajadores de la citada residencia.La puerta del centro, que se abre con un mecanismo eléctrico, no estaba operativa y la administrativa, de pie, abría a los pocos familiares que se personaron ayer en el centro a visitar a sus parientes. El apagón cogió por sorpresa a los ancianos, muchos de ellos con problemas de movilidad, que no son residentes pero asisten al centro de día, ubicado en la primera planta de la residencia (una segunda planta a efectos reales). «Algunos se quedaron sin poder bajar hasta que volvió la luz. Por suerte, tenemos un pequeño patio y pudieron quedarse sin problema. Si se hubiera prolongado el corte hubieramos tenido que buscar una solución», señalan trabajadores del centro. Noticias relacionadas estandar No Se derrumba parte del techo del comedor de la residencia de mayores ‘Cortes’ en Burgos H. D. estandar No Una inversión de 59 millones para crear residencias-hogar en centros públicos de Madrid Sara MedialdeaSegún explican a ABC fuentes de la patronal que agrupa estas instalaciones, en algunas residencias que no tenían generador eléctrico y el comedor no estaba en la misma planta que las habitaciones de los ancianos más delicados «sí que tuvieron que improvisarse medidas para trasladarlos por las escaleras a sus camas».En la cuarta planta, en la que se encuentran ingresados los ancianos más vulnerables, las auxiliares decidieron anticiparse a posibles complicaciones si se retrasaba la vuelta a la normalidad y acostaron a los residentes para darles la cena en la cama .«Hemos decidido darles la cena en la cama ante la previsión de que no vuelva la luz» han indicado a este diario trabajadores del centro Pare Batllori de Barcelona, de la Fundación Vella Terra , con 90 plazas públicas gestionadas por la Generalitat y 32 de centro de día. Las auxiliares de enfermería hiceron acopio de almohadas para incorporar a los ancianos en su cama a la hora de la cena y evitar atragantamientos o boncoaspiraciones dado que no funcionaba el mecanismo que permite que sean articuladas. «Estábamos preparados para subir las cenas por las escaleras pero por suerte, el suministro se restableció 10 minutos antes de servirlas y se volvió a la normalidad», recuerdan en declaraciones a este diario. Gracias a ello, no tuvieron que subirse las pesadas bandejas de las cenas por las escaleras y se hizo el reparto por ascensor. En la residencia de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona) también se improvisaron soluciones para calentar la comida o cubrir las bajas de personal. «Hubo menos personal porque algunos trabajadores del turno de tarde no pudieron llegar y tuvimos que cubrirlos», señalan desde el centro.En la residencia Hestia Stauros , al pie de Collserola (Barcelona), también se vivieron momentos de nerviosismo cuando se fue la luz. «La administrativa que nos atende en recepción estaba muy confundida porque no sabía que estaba pasando y las puertas no se abrían», explica en declaraciones a ABC Lola Sánchez, familiar de una de las residentes. Las comidas se sirvieron sin problema porque estaban ya preparados y «la gran cantidad de luz que hay en el centro evitaron problemas añadidos, al menos durante las horas de luz», precisa Sánchez. Las residencias de ancianos capearon, como pudieron, el apagón. Los grupos electrógenos y las reservas de oxígeno para los más dependientes garantizaron cierta normalidad, aunque fue inevitable recordar «el fantasma de la pandemia». «Es aun muy reciente, y aunque no es lo mismo ni mucho menos, cuando vemos alterada la normalidad la angustia ante ese recuerdo aparece», señala María José Soriano, familiar de un ingresado en la residencia Pare Batllori del barrio de Barcelona.El corte de suministró impactó especialmente en las plantas con los residentes más frágiles, con severos problemas de movilidad y algunos cuadros respiratorios. «No hubo escenas de nerviosismo porque teníamos ‘plan b’ pero obviamente tuvimos que improvisar algunas soluciones y gracias a Dios el corte fue poco después del mediodía y había mucha luz», señalan a este diario trabajadores de la citada residencia.La puerta del centro, que se abre con un mecanismo eléctrico, no estaba operativa y la administrativa, de pie, abría a los pocos familiares que se personaron ayer en el centro a visitar a sus parientes. El apagón cogió por sorpresa a los ancianos, muchos de ellos con problemas de movilidad, que no son residentes pero asisten al centro de día, ubicado en la primera planta de la residencia (una segunda planta a efectos reales). «Algunos se quedaron sin poder bajar hasta que volvió la luz. Por suerte, tenemos un pequeño patio y pudieron quedarse sin problema. Si se hubiera prolongado el corte hubieramos tenido que buscar una solución», señalan trabajadores del centro. Noticias relacionadas estandar No Se derrumba parte del techo del comedor de la residencia de mayores ‘Cortes’ en Burgos H. D. estandar No Una inversión de 59 millones para crear residencias-hogar en centros públicos de Madrid Sara MedialdeaSegún explican a ABC fuentes de la patronal que agrupa estas instalaciones, en algunas residencias que no tenían generador eléctrico y el comedor no estaba en la misma planta que las habitaciones de los ancianos más delicados «sí que tuvieron que improvisarse medidas para trasladarlos por las escaleras a sus camas».En la cuarta planta, en la que se encuentran ingresados los ancianos más vulnerables, las auxiliares decidieron anticiparse a posibles complicaciones si se retrasaba la vuelta a la normalidad y acostaron a los residentes para darles la cena en la cama .«Hemos decidido darles la cena en la cama ante la previsión de que no vuelva la luz» han indicado a este diario trabajadores del centro Pare Batllori de Barcelona, de la Fundación Vella Terra , con 90 plazas públicas gestionadas por la Generalitat y 32 de centro de día. Las auxiliares de enfermería hiceron acopio de almohadas para incorporar a los ancianos en su cama a la hora de la cena y evitar atragantamientos o boncoaspiraciones dado que no funcionaba el mecanismo que permite que sean articuladas. «Estábamos preparados para subir las cenas por las escaleras pero por suerte, el suministro se restableció 10 minutos antes de servirlas y se volvió a la normalidad», recuerdan en declaraciones a este diario. Gracias a ello, no tuvieron que subirse las pesadas bandejas de las cenas por las escaleras y se hizo el reparto por ascensor. En la residencia de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona) también se improvisaron soluciones para calentar la comida o cubrir las bajas de personal. «Hubo menos personal porque algunos trabajadores del turno de tarde no pudieron llegar y tuvimos que cubrirlos», señalan desde el centro.En la residencia Hestia Stauros , al pie de Collserola (Barcelona), también se vivieron momentos de nerviosismo cuando se fue la luz. «La administrativa que nos atende en recepción estaba muy confundida porque no sabía que estaba pasando y las puertas no se abrían», explica en declaraciones a ABC Lola Sánchez, familiar de una de las residentes. Las comidas se sirvieron sin problema porque estaban ya preparados y «la gran cantidad de luz que hay en el centro evitaron problemas añadidos, al menos durante las horas de luz», precisa Sánchez. Las residencias de ancianos capearon, como pudieron, el apagón. Los grupos electrógenos y las reservas de oxígeno para los más dependientes garantizaron cierta normalidad, aunque fue inevitable recordar «el fantasma de la pandemia». «Es aun muy reciente, y aunque no es lo mismo ni mucho menos, cuando vemos alterada la normalidad la angustia ante ese recuerdo aparece», señala María José Soriano, familiar de un ingresado en la residencia Pare Batllori del barrio de Barcelona.El corte de suministró impactó especialmente en las plantas con los residentes más frágiles, con severos problemas de movilidad y algunos cuadros respiratorios. «No hubo escenas de nerviosismo porque teníamos ‘plan b’ pero obviamente tuvimos que improvisar algunas soluciones y gracias a Dios el corte fue poco después del mediodía y había mucha luz», señalan a este diario trabajadores de la citada residencia.La puerta del centro, que se abre con un mecanismo eléctrico, no estaba operativa y la administrativa, de pie, abría a los pocos familiares que se personaron ayer en el centro a visitar a sus parientes. El apagón cogió por sorpresa a los ancianos, muchos de ellos con problemas de movilidad, que no son residentes pero asisten al centro de día, ubicado en la primera planta de la residencia (una segunda planta a efectos reales). «Algunos se quedaron sin poder bajar hasta que volvió la luz. Por suerte, tenemos un pequeño patio y pudieron quedarse sin problema. Si se hubiera prolongado el corte hubieramos tenido que buscar una solución», señalan trabajadores del centro. Noticias relacionadas estandar No Se derrumba parte del techo del comedor de la residencia de mayores ‘Cortes’ en Burgos H. D. estandar No Una inversión de 59 millones para crear residencias-hogar en centros públicos de Madrid Sara MedialdeaSegún explican a ABC fuentes de la patronal que agrupa estas instalaciones, en algunas residencias que no tenían generador eléctrico y el comedor no estaba en la misma planta que las habitaciones de los ancianos más delicados «sí que tuvieron que improvisarse medidas para trasladarlos por las escaleras a sus camas».En la cuarta planta, en la que se encuentran ingresados los ancianos más vulnerables, las auxiliares decidieron anticiparse a posibles complicaciones si se retrasaba la vuelta a la normalidad y acostaron a los residentes para darles la cena en la cama .«Hemos decidido darles la cena en la cama ante la previsión de que no vuelva la luz» han indicado a este diario trabajadores del centro Pare Batllori de Barcelona, de la Fundación Vella Terra , con 90 plazas públicas gestionadas por la Generalitat y 32 de centro de día. Las auxiliares de enfermería hiceron acopio de almohadas para incorporar a los ancianos en su cama a la hora de la cena y evitar atragantamientos o boncoaspiraciones dado que no funcionaba el mecanismo que permite que sean articuladas. «Estábamos preparados para subir las cenas por las escaleras pero por suerte, el suministro se restableció 10 minutos antes de servirlas y se volvió a la normalidad», recuerdan en declaraciones a este diario. Gracias a ello, no tuvieron que subirse las pesadas bandejas de las cenas por las escaleras y se hizo el reparto por ascensor. En la residencia de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona) también se improvisaron soluciones para calentar la comida o cubrir las bajas de personal. «Hubo menos personal porque algunos trabajadores del turno de tarde no pudieron llegar y tuvimos que cubrirlos», señalan desde el centro.En la residencia Hestia Stauros , al pie de Collserola (Barcelona), también se vivieron momentos de nerviosismo cuando se fue la luz. «La administrativa que nos atende en recepción estaba muy confundida porque no sabía que estaba pasando y las puertas no se abrían», explica en declaraciones a ABC Lola Sánchez, familiar de una de las residentes. Las comidas se sirvieron sin problema porque estaban ya preparados y «la gran cantidad de luz que hay en el centro evitaron problemas añadidos, al menos durante las horas de luz», precisa Sánchez. RSS de noticias de sociedad
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