El viernes era imposible encontrar una mesa donde tomar un vino. La temperatura y las tarjetas de crédito intactas de principios de mes barruntaban un fin de semana fantástico. Plazas y calles abarrotadas de gentes viendo pasar los días y los telediarios como se ve pasar la Liga de fútbol. Cuatro forofos del deporte rey acuden al estadio llueva o truene mientras la inmensa mayoría sólo se pone la camiseta de su equipo el día de la final. Ese día las emociones se disparan, la adrenalina aflora y las mismas calles vuelven a abarrotarse pero con una pantalla gigante en la que el gentío ve cómo su equipo la pifia en los penaltis o cómo su partido político pierde ese diputado que daban por hecho.Sánchez ha conseguido eso, un país que presta la misma atención a lo que ocurre en el Congreso que a lo que ocurre en el partido de los lunes por la tarde. Lo único que importa es que tu equipo gane el día que tiene que ganar y el resto para esos profesionales del balón que cobran cantidades astronómicas por noventa minutos de carreras y muchos piscinazos. Sánchez argumentó el jueves que dos papeletas no tenían importancia en aquellas primarias que ganó por 17.000 votos y tampoco hubiera sido de extrañar que disculpara las mordidas del Clan del Peugeot arguyendo que el ‘milloncejo’ del que habla la UCO no es nada comparado con los 400.000 millones de unos Presupuestos del Estado.Mientras la gente espera en las terrazas con un verdejo, Sánchez se encierra con su nuevo núcleo duro a esperar que escampe sin ser consciente del daño que está haciendo a su partido y, por ende, a España. No importa que Sánchez pueda seguir gobernando, es que dejará a su sucesor un PSOE deshecho y una España en manos de extremistas. Que Sánchez no se retire y convoque elecciones significa que España seguirá manteniendo a la extrema derecha de Junts y al extremo populismo de Yolanda Díaz en el poder mientras cava una zanja insalvable entre quienes sólo ven las finales de los partidos de fútbol porque, no nos engañemos, lo que ocurre en Los Pajaritos un lunes por la tarde no le importa a nadie. No convocar elecciones deja a los árbitros sin silbato para pitar las faltas cuando haya que defender la democracia y eso sólo pueden hacerlo los millones de españoles que -progresistas o conservadores- saben que la democracia no se ejercita reventando el sistema con una palanca aunque ésta tenga forma de escaño. Después del día de la final la gente pensará que las cañas estarán esperando y que pronto olvidarán si su equipo o su partido han ganado o perdido pero es que tras la barra ya no nos pondrán cañas sino que alguien nos responderá que ya no tienes derecho a pedir porque eres de los otros. El viernes era imposible encontrar una mesa donde tomar un vino. La temperatura y las tarjetas de crédito intactas de principios de mes barruntaban un fin de semana fantástico. Plazas y calles abarrotadas de gentes viendo pasar los días y los telediarios como se ve pasar la Liga de fútbol. Cuatro forofos del deporte rey acuden al estadio llueva o truene mientras la inmensa mayoría sólo se pone la camiseta de su equipo el día de la final. Ese día las emociones se disparan, la adrenalina aflora y las mismas calles vuelven a abarrotarse pero con una pantalla gigante en la que el gentío ve cómo su equipo la pifia en los penaltis o cómo su partido político pierde ese diputado que daban por hecho.Sánchez ha conseguido eso, un país que presta la misma atención a lo que ocurre en el Congreso que a lo que ocurre en el partido de los lunes por la tarde. Lo único que importa es que tu equipo gane el día que tiene que ganar y el resto para esos profesionales del balón que cobran cantidades astronómicas por noventa minutos de carreras y muchos piscinazos. Sánchez argumentó el jueves que dos papeletas no tenían importancia en aquellas primarias que ganó por 17.000 votos y tampoco hubiera sido de extrañar que disculpara las mordidas del Clan del Peugeot arguyendo que el ‘milloncejo’ del que habla la UCO no es nada comparado con los 400.000 millones de unos Presupuestos del Estado.Mientras la gente espera en las terrazas con un verdejo, Sánchez se encierra con su nuevo núcleo duro a esperar que escampe sin ser consciente del daño que está haciendo a su partido y, por ende, a España. No importa que Sánchez pueda seguir gobernando, es que dejará a su sucesor un PSOE deshecho y una España en manos de extremistas. Que Sánchez no se retire y convoque elecciones significa que España seguirá manteniendo a la extrema derecha de Junts y al extremo populismo de Yolanda Díaz en el poder mientras cava una zanja insalvable entre quienes sólo ven las finales de los partidos de fútbol porque, no nos engañemos, lo que ocurre en Los Pajaritos un lunes por la tarde no le importa a nadie. No convocar elecciones deja a los árbitros sin silbato para pitar las faltas cuando haya que defender la democracia y eso sólo pueden hacerlo los millones de españoles que -progresistas o conservadores- saben que la democracia no se ejercita reventando el sistema con una palanca aunque ésta tenga forma de escaño. Después del día de la final la gente pensará que las cañas estarán esperando y que pronto olvidarán si su equipo o su partido han ganado o perdido pero es que tras la barra ya no nos pondrán cañas sino que alguien nos responderá que ya no tienes derecho a pedir porque eres de los otros. El viernes era imposible encontrar una mesa donde tomar un vino. La temperatura y las tarjetas de crédito intactas de principios de mes barruntaban un fin de semana fantástico. Plazas y calles abarrotadas de gentes viendo pasar los días y los telediarios como se ve pasar la Liga de fútbol. Cuatro forofos del deporte rey acuden al estadio llueva o truene mientras la inmensa mayoría sólo se pone la camiseta de su equipo el día de la final. Ese día las emociones se disparan, la adrenalina aflora y las mismas calles vuelven a abarrotarse pero con una pantalla gigante en la que el gentío ve cómo su equipo la pifia en los penaltis o cómo su partido político pierde ese diputado que daban por hecho.Sánchez ha conseguido eso, un país que presta la misma atención a lo que ocurre en el Congreso que a lo que ocurre en el partido de los lunes por la tarde. Lo único que importa es que tu equipo gane el día que tiene que ganar y el resto para esos profesionales del balón que cobran cantidades astronómicas por noventa minutos de carreras y muchos piscinazos. Sánchez argumentó el jueves que dos papeletas no tenían importancia en aquellas primarias que ganó por 17.000 votos y tampoco hubiera sido de extrañar que disculpara las mordidas del Clan del Peugeot arguyendo que el ‘milloncejo’ del que habla la UCO no es nada comparado con los 400.000 millones de unos Presupuestos del Estado.Mientras la gente espera en las terrazas con un verdejo, Sánchez se encierra con su nuevo núcleo duro a esperar que escampe sin ser consciente del daño que está haciendo a su partido y, por ende, a España. No importa que Sánchez pueda seguir gobernando, es que dejará a su sucesor un PSOE deshecho y una España en manos de extremistas. Que Sánchez no se retire y convoque elecciones significa que España seguirá manteniendo a la extrema derecha de Junts y al extremo populismo de Yolanda Díaz en el poder mientras cava una zanja insalvable entre quienes sólo ven las finales de los partidos de fútbol porque, no nos engañemos, lo que ocurre en Los Pajaritos un lunes por la tarde no le importa a nadie. No convocar elecciones deja a los árbitros sin silbato para pitar las faltas cuando haya que defender la democracia y eso sólo pueden hacerlo los millones de españoles que -progresistas o conservadores- saben que la democracia no se ejercita reventando el sistema con una palanca aunque ésta tenga forma de escaño. Después del día de la final la gente pensará que las cañas estarán esperando y que pronto olvidarán si su equipo o su partido han ganado o perdido pero es que tras la barra ya no nos pondrán cañas sino que alguien nos responderá que ya no tienes derecho a pedir porque eres de los otros. RSS de noticias de espana
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