El «máximo poeta Zen» nunca vistió túnica naranja , ni se afeitó la cabeza, ni fue monje en un monasterio tibetano, tampoco practicó sexo tántrico (esto en verdad no lo sé), pero no aparece en imagen alguna en actitud de oración sentado con las piernas cruzadas y las plantas de los pies mirando al techo o contando pacientemente las ciento ocho cuentas de un mala (especie de rosario budista). Muy al contrario, su imagen es la clásica del español elegante de los años 50 , con camisa de vestir, polo, chaqueta sastre y pantalón de raya; también luce calvicie frontal con melenita trasera peinada para atrás, usa gafas de ver y porta reloj de cierta importancia en la muñeca izquierda. Lo más que se permite en ocasiones es cambiar la corbata por un pañuelo de seda que le aporta cierto dandismo, sin salirse en ningún caso del estilo masculino occidental más clásico y tradicional. El «máximo poeta zen» ni siquiera ha vivido en Tailandia , Sri Lanka, Mongolia, China y Japón.José Corredor Matheos vive en Barcelona desde 1936 y es manchego , nació el 14 de julio en 1929 en una amplia casa situada en la céntrica Plaza de la Aduana en Alcázar de San Juan , el corazón de la Mancha: Imágenes. / Aromas. / La manera que tiene/ el tiempo de pasar/ como quedándose. / Y de nuevo las calles, /la plazuela /donde siguen estando todavía /la pelota y el toro/ de cartón, / la luminosa sombra/ de mi madre. / Así describe en su poema «Plaza de la Aduana» el lugar donde nació.Noticia Relacionada estandar Si José Corredor-Matheos, el último de la generación de los 50 Sergi Doria Los profesores Adolfo Sotelo Vázquez, Olvido García Valdés y el poeta y traductor Feliu Formosa homenajean al poeta en la Universidad de BarcelonaA pesar de que la solapa de su autobiografía «Corredor de Fondo» (2016), (él practicó el atletismo), le señala como «miembro destacado de la generación del 50 », José Corredor Matheos enseguida «se desvió», de la poesía de posguerra, tanto de la arraigada conformada, en un principio afín al nuevo régimen, como de la desarraigada desgarrada, marcada por las heridas de la pobreza, la censura o el exilio y que daría lugar a la poesía social. Así mientras un Celaya militante, defendía que un poeta no podía ser neutral , un Matheos meditante se sumergía en lo espiritual como inspiración poética para, desde la irracionalidad, el no control, el vacío, el silencio, la ignorancia, la totalidad, el despojamiento, la atención plena y la experiencia del momento, poder crear algo nuevo, alejarse del dolor y conseguir la calma y la iluminación. Fue también, por tanto, a su manera, un poeta de posguerra porque quizás sólo les diferencie la manera de enfrentar el dolor de niños de la guerra, común a todos ellos.Pero Matheos, el «máximo poeta Zen» como le denomina el catedrático y analista poético, José María Balcells , no sólo se desvió de la generación del 50, también lo hizo de los poetas budistas. Mientras estos practicaban la experiencia costumbrista de los monjes y sus rituales, Matheos se acercó a las enseñanzas de los maestros Zen , que implementó en su poesía: sabiduría, simplicidad, minimalismo, supo captar la esencia de lo oriental sin dejar de ser occidental. El Zen es una de las ramas del budismo, más flexible y abierta. De hecho, como señala Balcells, su poemario Carta a Li Po (1975) no es una defensa de este poeta, sino una crítica. El manchego hizo con Li Po lo que Cervantes con el Quijote. El culmen de su poesía Zen está en Jardín de Arena (1994), donde se distancia de cualquier tipo de pensamiento lógico y desarrolla la irracionalidad. A partir de El Don de la Ignorancia (Premio Nacional de Poesía, 2004) el orientalismo decrece quedando «un poso sustantivo y permanente» : «Yo nunca dejé de ser occidental», y aunque se dirija en su trayectoria poética lentamente hacia un todo espiritual, un panteísmo religioso plural. Li Po, el mejor poeta de la dinastía Tang, era víctima continua de los deseos, las pasiones y el vino, el poeta chino vagaba errante por las montañas, eternamente perseguido por las autoridades y eternamente enamorado de su mujer que lo había abandonado y a cuya pérdida escribía tristísimos poemas. Nada que ver con la serenidad poética e Matheos en Carta a Li Po : Escribir un poema/ que nada signifique. Salir a la terraza, respirar en la noche, / no esperar que alguien vuelva, no desear ya nada. Abrir solo las manos /y que de entre los dedos/ alcen el vuelo, mudas, / asombradas palabras. El poeta con su hermana en 1936, su familia se trasladó a Barcelona autobiografíaPero este poeta «periférico», «desheredado», «marginado», «solitario» «isla», «absolutamente singular», «cala original y sorprendente», superó el peldaño de lo social y ascendió al mundo de la espiritualidad, la emotividad y la esencialidad. El poeta cumple ahora 96 años. ¡Felicidades, poeta! Periférico o no, eres uno de los pocos supervivientes, coetáneo, de aquella generación del 50 como el leonés Gamoneda , si bien este sostiene que esa generación «es inexistente». Y aunque la influencia del budismo Zen en su poesía es patente, él admira también a nuestros místicos. De hecho, pasó largas temporadas de aislamiento en el Monasterio de Montserrat: «No busco nada en el monasterio, porque nada se debe buscar, pero si en ese recogimiento encuentro, surge el poema». Hubo quien se refugió en Montserrat en esa época por motivos políticos si bien a Matheos no se le puede incluir en el grupo de «ultranacionalistas» , sean independentistas catalanes o franquistas españolistas, lo suyo es otra visión más «cósmica»: «buscamos esa piedra/ que rompa nuestra frente. /Y esa piedra es la vida/ la patria que buscábamos. En torno a este tema, es verdad que me ha llamado la atención que el poeta viajase a Grecia , entre 1962 y 1964, con «su amigo» José María Rodríguez Méndez , el gran dramaturgo de los 60, «espía del peronismo para el franquismo» (Adelardo Méndez), y muy crítico con las subvenciones de la izquierda a la cultura, en concreto al teatro. Pero también viajó a Alcázar con el poeta libertario Jesús Lizano desde Barcelona en un viaje de siete horas haciendo sonetos al alimón, para finalmente leer en un garito. Matheos es un humanista, está a otro nivel que el ideológico o el político.De lo que no hay duda, es que Matheos tiene una conexión indeleble con su tierra natal, donde vivió su infancia «entre la realidad y el sueño ». Alcázar de San Juan quiso poner su nombre al último colegio, pero él prefirió que lo llamaran como su poemario, Jardín de Arena . El poeta visita todos los años el colegio, que celebra su llegada con actos en los que participan todos los niños. Las visitas a Alcázar han sido constantes, solía ir en tren directo desde Barcelona, línea que todavía existe. De hecho se le espera en octubre invitado por el Ateneo de Alcázar . Una Mancha cósmica está deseando volver a contemplarle: «Tú lo contemplas todo, / y sientes que también/ está todo mirándote», escribía en uno de sus viajes en tren.Una Mancha identitaria está deseando reconocerle en su paisaje : Este campo tan ancho/ viste la desnudez/ que tu anhelabas. / Mirándolo descubres/ lo que eres/ cuando logras librarte/ de todas las montañas, / los ríos y los árboles/que impiden ver en ti / más allá del paisaje. En 2007 recibió la Medalla de Oro de la Universidad de Castilla-La Mancha. En una de sus visitas al colegio Jardín de Arena, de Alcázar de San Juan, que lleva el nombre de uno de sus poemarios autobiografíaTodo es Zen en la materia poética de este poeta manchego que aún medita y da largos paseos. Lo es el olvido: Las espigas no crecen / si no es entre las tumbas, /no se escriben poemas/ si no es para el olvido; la inutilidad: Nada hay que yo toque/ que no se vuelva nada, /más a pesar de todo yo sonrío y escribo, /diciéndome: es inútil; el vacío: Vacío el universo/ no estás ni tu ni nadie/ sólo una luz perdida/ que va hiriendo la noche; la experiencia sin porqué: La pintura está ahí,/ si intentas apresarla /se escurre entre los dedos,/ confórmate con ver /lo que tus ojos miran/ y no busques razones,/ que no las necesitas; el no deseo: Por qué debes sufrir,/ por qué has de empeñarte/ en ser feliz. /Quédate sin deseos; la ignorancia: Y volar por espacios sin límites, /gozando la ignorancia como un don; la inexistencia: Que delicia sería/ tener conciencia clara /de que todo en esta noche/ es solo un espejismo/ y respirar entonces como por vez primera, / gozando ya sin ansia/ la pura inexistencia.El poeta manchego, destacado crítico de arte (ha donado en 2024 al Museo Municipal de Alcázar obras de arte de su colección particular, algunas de poetas como Manuel Viola y Alberti) no acaba de conectar con Picasso: «Picasso impresiona, te pones delante del Guernica y te impresiona, pero a mí no me emociona, ¿a ti te emociona?, Picasso era frío y racional, no tenía sentido de espiritualidad, el arte debe apelar a nuestro interior más profundo». Matheos en cambio es pura espiritualidad y emoción : es un defensor de la vida, de la paz, de la libertad, de la naturaleza, de la unión espiritual del hombre con el cosmos, una espiritualidad que trasciende en su semblante amable:Olvidaba deciros que en mi casa/hay una puerta abierta, por si alguno/ quiere venir un día; sereno: Todo lo veo en actitud de espera / Por qué esa mansedumbre de las cosas/ la manera que tienen de parecer que esperan ./ Recógete en silencio/ aunque todo se agite en torno a ti./ Igual que si tú también esperaras; y Zen: «Leer sólo los libros con páginas en blanco/ qué libertad entonces: el blanco te ilumina, el vacío te llama, el no esperar ya nada, te permite/ leer lo que no está escrito«. El «máximo poeta Zen» nunca vistió túnica naranja , ni se afeitó la cabeza, ni fue monje en un monasterio tibetano, tampoco practicó sexo tántrico (esto en verdad no lo sé), pero no aparece en imagen alguna en actitud de oración sentado con las piernas cruzadas y las plantas de los pies mirando al techo o contando pacientemente las ciento ocho cuentas de un mala (especie de rosario budista). Muy al contrario, su imagen es la clásica del español elegante de los años 50 , con camisa de vestir, polo, chaqueta sastre y pantalón de raya; también luce calvicie frontal con melenita trasera peinada para atrás, usa gafas de ver y porta reloj de cierta importancia en la muñeca izquierda. Lo más que se permite en ocasiones es cambiar la corbata por un pañuelo de seda que le aporta cierto dandismo, sin salirse en ningún caso del estilo masculino occidental más clásico y tradicional. El «máximo poeta zen» ni siquiera ha vivido en Tailandia , Sri Lanka, Mongolia, China y Japón.José Corredor Matheos vive en Barcelona desde 1936 y es manchego , nació el 14 de julio en 1929 en una amplia casa situada en la céntrica Plaza de la Aduana en Alcázar de San Juan , el corazón de la Mancha: Imágenes. / Aromas. / La manera que tiene/ el tiempo de pasar/ como quedándose. / Y de nuevo las calles, /la plazuela /donde siguen estando todavía /la pelota y el toro/ de cartón, / la luminosa sombra/ de mi madre. / Así describe en su poema «Plaza de la Aduana» el lugar donde nació.Noticia Relacionada estandar Si José Corredor-Matheos, el último de la generación de los 50 Sergi Doria Los profesores Adolfo Sotelo Vázquez, Olvido García Valdés y el poeta y traductor Feliu Formosa homenajean al poeta en la Universidad de BarcelonaA pesar de que la solapa de su autobiografía «Corredor de Fondo» (2016), (él practicó el atletismo), le señala como «miembro destacado de la generación del 50 », José Corredor Matheos enseguida «se desvió», de la poesía de posguerra, tanto de la arraigada conformada, en un principio afín al nuevo régimen, como de la desarraigada desgarrada, marcada por las heridas de la pobreza, la censura o el exilio y que daría lugar a la poesía social. Así mientras un Celaya militante, defendía que un poeta no podía ser neutral , un Matheos meditante se sumergía en lo espiritual como inspiración poética para, desde la irracionalidad, el no control, el vacío, el silencio, la ignorancia, la totalidad, el despojamiento, la atención plena y la experiencia del momento, poder crear algo nuevo, alejarse del dolor y conseguir la calma y la iluminación. Fue también, por tanto, a su manera, un poeta de posguerra porque quizás sólo les diferencie la manera de enfrentar el dolor de niños de la guerra, común a todos ellos.Pero Matheos, el «máximo poeta Zen» como le denomina el catedrático y analista poético, José María Balcells , no sólo se desvió de la generación del 50, también lo hizo de los poetas budistas. Mientras estos practicaban la experiencia costumbrista de los monjes y sus rituales, Matheos se acercó a las enseñanzas de los maestros Zen , que implementó en su poesía: sabiduría, simplicidad, minimalismo, supo captar la esencia de lo oriental sin dejar de ser occidental. El Zen es una de las ramas del budismo, más flexible y abierta. De hecho, como señala Balcells, su poemario Carta a Li Po (1975) no es una defensa de este poeta, sino una crítica. El manchego hizo con Li Po lo que Cervantes con el Quijote. El culmen de su poesía Zen está en Jardín de Arena (1994), donde se distancia de cualquier tipo de pensamiento lógico y desarrolla la irracionalidad. A partir de El Don de la Ignorancia (Premio Nacional de Poesía, 2004) el orientalismo decrece quedando «un poso sustantivo y permanente» : «Yo nunca dejé de ser occidental», y aunque se dirija en su trayectoria poética lentamente hacia un todo espiritual, un panteísmo religioso plural. Li Po, el mejor poeta de la dinastía Tang, era víctima continua de los deseos, las pasiones y el vino, el poeta chino vagaba errante por las montañas, eternamente perseguido por las autoridades y eternamente enamorado de su mujer que lo había abandonado y a cuya pérdida escribía tristísimos poemas. Nada que ver con la serenidad poética e Matheos en Carta a Li Po : Escribir un poema/ que nada signifique. Salir a la terraza, respirar en la noche, / no esperar que alguien vuelva, no desear ya nada. Abrir solo las manos /y que de entre los dedos/ alcen el vuelo, mudas, / asombradas palabras. El poeta con su hermana en 1936, su familia se trasladó a Barcelona autobiografíaPero este poeta «periférico», «desheredado», «marginado», «solitario» «isla», «absolutamente singular», «cala original y sorprendente», superó el peldaño de lo social y ascendió al mundo de la espiritualidad, la emotividad y la esencialidad. El poeta cumple ahora 96 años. ¡Felicidades, poeta! Periférico o no, eres uno de los pocos supervivientes, coetáneo, de aquella generación del 50 como el leonés Gamoneda , si bien este sostiene que esa generación «es inexistente». Y aunque la influencia del budismo Zen en su poesía es patente, él admira también a nuestros místicos. De hecho, pasó largas temporadas de aislamiento en el Monasterio de Montserrat: «No busco nada en el monasterio, porque nada se debe buscar, pero si en ese recogimiento encuentro, surge el poema». Hubo quien se refugió en Montserrat en esa época por motivos políticos si bien a Matheos no se le puede incluir en el grupo de «ultranacionalistas» , sean independentistas catalanes o franquistas españolistas, lo suyo es otra visión más «cósmica»: «buscamos esa piedra/ que rompa nuestra frente. /Y esa piedra es la vida/ la patria que buscábamos. En torno a este tema, es verdad que me ha llamado la atención que el poeta viajase a Grecia , entre 1962 y 1964, con «su amigo» José María Rodríguez Méndez , el gran dramaturgo de los 60, «espía del peronismo para el franquismo» (Adelardo Méndez), y muy crítico con las subvenciones de la izquierda a la cultura, en concreto al teatro. Pero también viajó a Alcázar con el poeta libertario Jesús Lizano desde Barcelona en un viaje de siete horas haciendo sonetos al alimón, para finalmente leer en un garito. Matheos es un humanista, está a otro nivel que el ideológico o el político.De lo que no hay duda, es que Matheos tiene una conexión indeleble con su tierra natal, donde vivió su infancia «entre la realidad y el sueño ». Alcázar de San Juan quiso poner su nombre al último colegio, pero él prefirió que lo llamaran como su poemario, Jardín de Arena . El poeta visita todos los años el colegio, que celebra su llegada con actos en los que participan todos los niños. Las visitas a Alcázar han sido constantes, solía ir en tren directo desde Barcelona, línea que todavía existe. De hecho se le espera en octubre invitado por el Ateneo de Alcázar . Una Mancha cósmica está deseando volver a contemplarle: «Tú lo contemplas todo, / y sientes que también/ está todo mirándote», escribía en uno de sus viajes en tren.Una Mancha identitaria está deseando reconocerle en su paisaje : Este campo tan ancho/ viste la desnudez/ que tu anhelabas. / Mirándolo descubres/ lo que eres/ cuando logras librarte/ de todas las montañas, / los ríos y los árboles/que impiden ver en ti / más allá del paisaje. En 2007 recibió la Medalla de Oro de la Universidad de Castilla-La Mancha. En una de sus visitas al colegio Jardín de Arena, de Alcázar de San Juan, que lleva el nombre de uno de sus poemarios autobiografíaTodo es Zen en la materia poética de este poeta manchego que aún medita y da largos paseos. Lo es el olvido: Las espigas no crecen / si no es entre las tumbas, /no se escriben poemas/ si no es para el olvido; la inutilidad: Nada hay que yo toque/ que no se vuelva nada, /más a pesar de todo yo sonrío y escribo, /diciéndome: es inútil; el vacío: Vacío el universo/ no estás ni tu ni nadie/ sólo una luz perdida/ que va hiriendo la noche; la experiencia sin porqué: La pintura está ahí,/ si intentas apresarla /se escurre entre los dedos,/ confórmate con ver /lo que tus ojos miran/ y no busques razones,/ que no las necesitas; el no deseo: Por qué debes sufrir,/ por qué has de empeñarte/ en ser feliz. /Quédate sin deseos; la ignorancia: Y volar por espacios sin límites, /gozando la ignorancia como un don; la inexistencia: Que delicia sería/ tener conciencia clara /de que todo en esta noche/ es solo un espejismo/ y respirar entonces como por vez primera, / gozando ya sin ansia/ la pura inexistencia.El poeta manchego, destacado crítico de arte (ha donado en 2024 al Museo Municipal de Alcázar obras de arte de su colección particular, algunas de poetas como Manuel Viola y Alberti) no acaba de conectar con Picasso: «Picasso impresiona, te pones delante del Guernica y te impresiona, pero a mí no me emociona, ¿a ti te emociona?, Picasso era frío y racional, no tenía sentido de espiritualidad, el arte debe apelar a nuestro interior más profundo». Matheos en cambio es pura espiritualidad y emoción : es un defensor de la vida, de la paz, de la libertad, de la naturaleza, de la unión espiritual del hombre con el cosmos, una espiritualidad que trasciende en su semblante amable:Olvidaba deciros que en mi casa/hay una puerta abierta, por si alguno/ quiere venir un día; sereno: Todo lo veo en actitud de espera / Por qué esa mansedumbre de las cosas/ la manera que tienen de parecer que esperan ./ Recógete en silencio/ aunque todo se agite en torno a ti./ Igual que si tú también esperaras; y Zen: «Leer sólo los libros con páginas en blanco/ qué libertad entonces: el blanco te ilumina, el vacío te llama, el no esperar ya nada, te permite/ leer lo que no está escrito«. El «máximo poeta Zen» nunca vistió túnica naranja , ni se afeitó la cabeza, ni fue monje en un monasterio tibetano, tampoco practicó sexo tántrico (esto en verdad no lo sé), pero no aparece en imagen alguna en actitud de oración sentado con las piernas cruzadas y las plantas de los pies mirando al techo o contando pacientemente las ciento ocho cuentas de un mala (especie de rosario budista). Muy al contrario, su imagen es la clásica del español elegante de los años 50 , con camisa de vestir, polo, chaqueta sastre y pantalón de raya; también luce calvicie frontal con melenita trasera peinada para atrás, usa gafas de ver y porta reloj de cierta importancia en la muñeca izquierda. Lo más que se permite en ocasiones es cambiar la corbata por un pañuelo de seda que le aporta cierto dandismo, sin salirse en ningún caso del estilo masculino occidental más clásico y tradicional. El «máximo poeta zen» ni siquiera ha vivido en Tailandia , Sri Lanka, Mongolia, China y Japón.José Corredor Matheos vive en Barcelona desde 1936 y es manchego , nació el 14 de julio en 1929 en una amplia casa situada en la céntrica Plaza de la Aduana en Alcázar de San Juan , el corazón de la Mancha: Imágenes. / Aromas. / La manera que tiene/ el tiempo de pasar/ como quedándose. / Y de nuevo las calles, /la plazuela /donde siguen estando todavía /la pelota y el toro/ de cartón, / la luminosa sombra/ de mi madre. / Así describe en su poema «Plaza de la Aduana» el lugar donde nació.Noticia Relacionada estandar Si José Corredor-Matheos, el último de la generación de los 50 Sergi Doria Los profesores Adolfo Sotelo Vázquez, Olvido García Valdés y el poeta y traductor Feliu Formosa homenajean al poeta en la Universidad de BarcelonaA pesar de que la solapa de su autobiografía «Corredor de Fondo» (2016), (él practicó el atletismo), le señala como «miembro destacado de la generación del 50 », José Corredor Matheos enseguida «se desvió», de la poesía de posguerra, tanto de la arraigada conformada, en un principio afín al nuevo régimen, como de la desarraigada desgarrada, marcada por las heridas de la pobreza, la censura o el exilio y que daría lugar a la poesía social. Así mientras un Celaya militante, defendía que un poeta no podía ser neutral , un Matheos meditante se sumergía en lo espiritual como inspiración poética para, desde la irracionalidad, el no control, el vacío, el silencio, la ignorancia, la totalidad, el despojamiento, la atención plena y la experiencia del momento, poder crear algo nuevo, alejarse del dolor y conseguir la calma y la iluminación. Fue también, por tanto, a su manera, un poeta de posguerra porque quizás sólo les diferencie la manera de enfrentar el dolor de niños de la guerra, común a todos ellos.Pero Matheos, el «máximo poeta Zen» como le denomina el catedrático y analista poético, José María Balcells , no sólo se desvió de la generación del 50, también lo hizo de los poetas budistas. Mientras estos practicaban la experiencia costumbrista de los monjes y sus rituales, Matheos se acercó a las enseñanzas de los maestros Zen , que implementó en su poesía: sabiduría, simplicidad, minimalismo, supo captar la esencia de lo oriental sin dejar de ser occidental. El Zen es una de las ramas del budismo, más flexible y abierta. De hecho, como señala Balcells, su poemario Carta a Li Po (1975) no es una defensa de este poeta, sino una crítica. El manchego hizo con Li Po lo que Cervantes con el Quijote. El culmen de su poesía Zen está en Jardín de Arena (1994), donde se distancia de cualquier tipo de pensamiento lógico y desarrolla la irracionalidad. A partir de El Don de la Ignorancia (Premio Nacional de Poesía, 2004) el orientalismo decrece quedando «un poso sustantivo y permanente» : «Yo nunca dejé de ser occidental», y aunque se dirija en su trayectoria poética lentamente hacia un todo espiritual, un panteísmo religioso plural. Li Po, el mejor poeta de la dinastía Tang, era víctima continua de los deseos, las pasiones y el vino, el poeta chino vagaba errante por las montañas, eternamente perseguido por las autoridades y eternamente enamorado de su mujer que lo había abandonado y a cuya pérdida escribía tristísimos poemas. Nada que ver con la serenidad poética e Matheos en Carta a Li Po : Escribir un poema/ que nada signifique. Salir a la terraza, respirar en la noche, / no esperar que alguien vuelva, no desear ya nada. Abrir solo las manos /y que de entre los dedos/ alcen el vuelo, mudas, / asombradas palabras. El poeta con su hermana en 1936, su familia se trasladó a Barcelona autobiografíaPero este poeta «periférico», «desheredado», «marginado», «solitario» «isla», «absolutamente singular», «cala original y sorprendente», superó el peldaño de lo social y ascendió al mundo de la espiritualidad, la emotividad y la esencialidad. El poeta cumple ahora 96 años. ¡Felicidades, poeta! Periférico o no, eres uno de los pocos supervivientes, coetáneo, de aquella generación del 50 como el leonés Gamoneda , si bien este sostiene que esa generación «es inexistente». Y aunque la influencia del budismo Zen en su poesía es patente, él admira también a nuestros místicos. De hecho, pasó largas temporadas de aislamiento en el Monasterio de Montserrat: «No busco nada en el monasterio, porque nada se debe buscar, pero si en ese recogimiento encuentro, surge el poema». Hubo quien se refugió en Montserrat en esa época por motivos políticos si bien a Matheos no se le puede incluir en el grupo de «ultranacionalistas» , sean independentistas catalanes o franquistas españolistas, lo suyo es otra visión más «cósmica»: «buscamos esa piedra/ que rompa nuestra frente. /Y esa piedra es la vida/ la patria que buscábamos. En torno a este tema, es verdad que me ha llamado la atención que el poeta viajase a Grecia , entre 1962 y 1964, con «su amigo» José María Rodríguez Méndez , el gran dramaturgo de los 60, «espía del peronismo para el franquismo» (Adelardo Méndez), y muy crítico con las subvenciones de la izquierda a la cultura, en concreto al teatro. Pero también viajó a Alcázar con el poeta libertario Jesús Lizano desde Barcelona en un viaje de siete horas haciendo sonetos al alimón, para finalmente leer en un garito. Matheos es un humanista, está a otro nivel que el ideológico o el político.De lo que no hay duda, es que Matheos tiene una conexión indeleble con su tierra natal, donde vivió su infancia «entre la realidad y el sueño ». Alcázar de San Juan quiso poner su nombre al último colegio, pero él prefirió que lo llamaran como su poemario, Jardín de Arena . El poeta visita todos los años el colegio, que celebra su llegada con actos en los que participan todos los niños. Las visitas a Alcázar han sido constantes, solía ir en tren directo desde Barcelona, línea que todavía existe. De hecho se le espera en octubre invitado por el Ateneo de Alcázar . Una Mancha cósmica está deseando volver a contemplarle: «Tú lo contemplas todo, / y sientes que también/ está todo mirándote», escribía en uno de sus viajes en tren.Una Mancha identitaria está deseando reconocerle en su paisaje : Este campo tan ancho/ viste la desnudez/ que tu anhelabas. / Mirándolo descubres/ lo que eres/ cuando logras librarte/ de todas las montañas, / los ríos y los árboles/que impiden ver en ti / más allá del paisaje. En 2007 recibió la Medalla de Oro de la Universidad de Castilla-La Mancha. En una de sus visitas al colegio Jardín de Arena, de Alcázar de San Juan, que lleva el nombre de uno de sus poemarios autobiografíaTodo es Zen en la materia poética de este poeta manchego que aún medita y da largos paseos. Lo es el olvido: Las espigas no crecen / si no es entre las tumbas, /no se escriben poemas/ si no es para el olvido; la inutilidad: Nada hay que yo toque/ que no se vuelva nada, /más a pesar de todo yo sonrío y escribo, /diciéndome: es inútil; el vacío: Vacío el universo/ no estás ni tu ni nadie/ sólo una luz perdida/ que va hiriendo la noche; la experiencia sin porqué: La pintura está ahí,/ si intentas apresarla /se escurre entre los dedos,/ confórmate con ver /lo que tus ojos miran/ y no busques razones,/ que no las necesitas; el no deseo: Por qué debes sufrir,/ por qué has de empeñarte/ en ser feliz. /Quédate sin deseos; la ignorancia: Y volar por espacios sin límites, /gozando la ignorancia como un don; la inexistencia: Que delicia sería/ tener conciencia clara /de que todo en esta noche/ es solo un espejismo/ y respirar entonces como por vez primera, / gozando ya sin ansia/ la pura inexistencia.El poeta manchego, destacado crítico de arte (ha donado en 2024 al Museo Municipal de Alcázar obras de arte de su colección particular, algunas de poetas como Manuel Viola y Alberti) no acaba de conectar con Picasso: «Picasso impresiona, te pones delante del Guernica y te impresiona, pero a mí no me emociona, ¿a ti te emociona?, Picasso era frío y racional, no tenía sentido de espiritualidad, el arte debe apelar a nuestro interior más profundo». Matheos en cambio es pura espiritualidad y emoción : es un defensor de la vida, de la paz, de la libertad, de la naturaleza, de la unión espiritual del hombre con el cosmos, una espiritualidad que trasciende en su semblante amable:Olvidaba deciros que en mi casa/hay una puerta abierta, por si alguno/ quiere venir un día; sereno: Todo lo veo en actitud de espera / Por qué esa mansedumbre de las cosas/ la manera que tienen de parecer que esperan ./ Recógete en silencio/ aunque todo se agite en torno a ti./ Igual que si tú también esperaras; y Zen: «Leer sólo los libros con páginas en blanco/ qué libertad entonces: el blanco te ilumina, el vacío te llama, el no esperar ya nada, te permite/ leer lo que no está escrito«. RSS de noticias de espana
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