“Me han partido el alma. Esta no es mi virgen”. Natalia Redondo, hermana de la Macarena de 56 años, se enjuaga las lágrimas que no paran de brotar de sus ojos. Es una de las 500 personas que se han concentrado frente a la basílica de la Hermandad de la Macarena a las siete de la tarde para protestar por la restauración ―que en realidad han sido tres― que se ha llevado a cabo sobre la talla del siglo XVII y que ha cambiado sustancialmente la expresión de la imagen.
Hermanos y devotos reclaman la dimisión de la Junta de Gobierno de la hermandad y la acusan de falta de transparencia. “La virgen no es de ellos”
“Me han partido el alma. Esta no es mi virgen”. Natalia Redondo, hermana de la Macarena de 56 años, se enjuaga las lágrimas que no paran de brotar de sus ojos. Es una de las 500 personas que se han concentrado frente a la basílica de la Hermandad de la Macarena a las siete de la tarde para protestar por la restauración ―que en realidad han sido tres― que se ha llevado a cabo sobre la talla del siglo XVII y que ha cambiado sustancialmente la expresión de la imagen.
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