«La historia complica nuestro conocimiento del pasado; la conmemoración lo simplifica, puesto que su objetivo más frecuente es procurarnos ídolos para venerar y enemigos para aborrecer» escribió Tzvetan Todorov en ‘ Memoria del mal, tentación del bien ». Esta semana se reactivó lo que el pensador búlgaro calificaba de «abusos de la memoria». Salvador Illa tramita el anteproyecto de ley de Memoria Democrática del anterior gobierno de Esquerra. Pedro Sánchez conmemora el «Día del recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura».La ley de memoria catalana (64 páginas) ataca el «relato oficial sobre la Guerra Civil» del franquismo e impone otro relato oficial, urdido por Esquerra, sobre la República , la guerra y la dictadura. Relato que acabará intocado tras el trámite legislativo con los votos del PSC, Esquerra y Comunes. Poco podrán hacer el PP y Junts, la «partida» de Puigdemont más ocupada en el culto a la personalidad de su cabecilla que de recordar que muchos de sus ancestros -catalanistas de la Lliga, carlistas y republicanos «de misa»- estuvieron en el bando franquista. Cumplido el plácido trayecto, la ley que identifica la Transición con la «institucionalización del olvido del pasado reciente» establecerá su santoral laico: los republicanos serán los buenos/víctimas; los franquistas, malos/verdugos. El 5 de febrero, « Día del Exilio y la Deportación ». El 14 de abril se conmemorará la proclamación de la República: no la Española de don Niceto sino la Catalana que Macià acabó anulando tras negociar con Madrid. El 15 de octubre, el aniversario del fusilamiento de Companys reconvertido en «Día Nacional en Memoria de las Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura Franquista». Y el 7 de noviembre se recordará la creación en 1971 de la Asamblea de Cataluña. Digamos que el lema de aquella Asamblea, nada que ver con la sectaria Asamblea Nacional Catalana, era «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía». Tres objetivos alcanzados mediante el pactismo entre los bandos que se habían enfrentado en 1936. Un acuerdo posible porque la modernización de la sociedad había roto las costuras del régimen con una oposición que no pudo derrocar a Franco y lo vio morir en la cama. De ese juego de debilidades nació el periodo democrático más duradero de nuestra historia contemporánea. Ese que los socios de Sánchez tachan como «Régimen del 78» y la Ley de Memoria catalana «institucionalización del olvido». En la guerra civil contendían fuerzas totalitarias: fascismo versus comunismo estalinista y comunismo libertario de la CNT-FAI. La Tercera España liberal quedó arrumbada. Es «La velada en Benicarló» de Azaña que ha reeditado Edhasa. Noticia Relacionada Asamblea de Madrid estandar Si Ayuso: «Sin Franco, Pedro Sánchez no es nada ni nadie» Mariano Calleja La presidenta madrileña espera que el nuevo portavoz socialista aguante unos meses porque esto «es una confusión»«Conocer el pasado para comprender el presente y saber afrontar el futuro». Así se justifica la ley catalana que rotura el territorio con «Paisajes de Memoria Democrática» (la republicana) y desmonta la cronología que estropea el relato oficial: simbología, monumentos, inscripciones, placas del Instituto Nacional de la Vivienda… Todo se elimina y no se «rememora» o contextualiza desde el rigor histórico y la crítica democrática. La « rememoración », escribe Todorov, intenta «aprehender el pasado en su verdad»; la «conmemoración», una tramposa «adaptación del pasado a las necesidades del presente». El programa de Sánchez en 2025: pasear a Franco cien veces.Volvamos a la «velada» de Azaña : «Veo a muchos jóvenes, en general desprovistos de las primeras letras, lanzarse a oprimir el juicio ajeno, como si hubiesen descubierto razones desconocidas por el Santo Oficio… No hemos sacudido los anatemas del Consejo de Trento para respetar los de la Confederación o los de otro colegio por el estilo». La generación de la «memoria democrática». Política de discordia. Ídolos para venerar y enemigos para aborrecer. «La historia complica nuestro conocimiento del pasado; la conmemoración lo simplifica, puesto que su objetivo más frecuente es procurarnos ídolos para venerar y enemigos para aborrecer» escribió Tzvetan Todorov en ‘ Memoria del mal, tentación del bien ». Esta semana se reactivó lo que el pensador búlgaro calificaba de «abusos de la memoria». Salvador Illa tramita el anteproyecto de ley de Memoria Democrática del anterior gobierno de Esquerra. Pedro Sánchez conmemora el «Día del recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura».La ley de memoria catalana (64 páginas) ataca el «relato oficial sobre la Guerra Civil» del franquismo e impone otro relato oficial, urdido por Esquerra, sobre la República , la guerra y la dictadura. Relato que acabará intocado tras el trámite legislativo con los votos del PSC, Esquerra y Comunes. Poco podrán hacer el PP y Junts, la «partida» de Puigdemont más ocupada en el culto a la personalidad de su cabecilla que de recordar que muchos de sus ancestros -catalanistas de la Lliga, carlistas y republicanos «de misa»- estuvieron en el bando franquista. Cumplido el plácido trayecto, la ley que identifica la Transición con la «institucionalización del olvido del pasado reciente» establecerá su santoral laico: los republicanos serán los buenos/víctimas; los franquistas, malos/verdugos. El 5 de febrero, « Día del Exilio y la Deportación ». El 14 de abril se conmemorará la proclamación de la República: no la Española de don Niceto sino la Catalana que Macià acabó anulando tras negociar con Madrid. El 15 de octubre, el aniversario del fusilamiento de Companys reconvertido en «Día Nacional en Memoria de las Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura Franquista». Y el 7 de noviembre se recordará la creación en 1971 de la Asamblea de Cataluña. Digamos que el lema de aquella Asamblea, nada que ver con la sectaria Asamblea Nacional Catalana, era «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía». Tres objetivos alcanzados mediante el pactismo entre los bandos que se habían enfrentado en 1936. Un acuerdo posible porque la modernización de la sociedad había roto las costuras del régimen con una oposición que no pudo derrocar a Franco y lo vio morir en la cama. De ese juego de debilidades nació el periodo democrático más duradero de nuestra historia contemporánea. Ese que los socios de Sánchez tachan como «Régimen del 78» y la Ley de Memoria catalana «institucionalización del olvido». En la guerra civil contendían fuerzas totalitarias: fascismo versus comunismo estalinista y comunismo libertario de la CNT-FAI. La Tercera España liberal quedó arrumbada. Es «La velada en Benicarló» de Azaña que ha reeditado Edhasa. Noticia Relacionada Asamblea de Madrid estandar Si Ayuso: «Sin Franco, Pedro Sánchez no es nada ni nadie» Mariano Calleja La presidenta madrileña espera que el nuevo portavoz socialista aguante unos meses porque esto «es una confusión»«Conocer el pasado para comprender el presente y saber afrontar el futuro». Así se justifica la ley catalana que rotura el territorio con «Paisajes de Memoria Democrática» (la republicana) y desmonta la cronología que estropea el relato oficial: simbología, monumentos, inscripciones, placas del Instituto Nacional de la Vivienda… Todo se elimina y no se «rememora» o contextualiza desde el rigor histórico y la crítica democrática. La « rememoración », escribe Todorov, intenta «aprehender el pasado en su verdad»; la «conmemoración», una tramposa «adaptación del pasado a las necesidades del presente». El programa de Sánchez en 2025: pasear a Franco cien veces.Volvamos a la «velada» de Azaña : «Veo a muchos jóvenes, en general desprovistos de las primeras letras, lanzarse a oprimir el juicio ajeno, como si hubiesen descubierto razones desconocidas por el Santo Oficio… No hemos sacudido los anatemas del Consejo de Trento para respetar los de la Confederación o los de otro colegio por el estilo». La generación de la «memoria democrática». Política de discordia. Ídolos para venerar y enemigos para aborrecer. «La historia complica nuestro conocimiento del pasado; la conmemoración lo simplifica, puesto que su objetivo más frecuente es procurarnos ídolos para venerar y enemigos para aborrecer» escribió Tzvetan Todorov en ‘ Memoria del mal, tentación del bien ». Esta semana se reactivó lo que el pensador búlgaro calificaba de «abusos de la memoria». Salvador Illa tramita el anteproyecto de ley de Memoria Democrática del anterior gobierno de Esquerra. Pedro Sánchez conmemora el «Día del recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura».La ley de memoria catalana (64 páginas) ataca el «relato oficial sobre la Guerra Civil» del franquismo e impone otro relato oficial, urdido por Esquerra, sobre la República , la guerra y la dictadura. Relato que acabará intocado tras el trámite legislativo con los votos del PSC, Esquerra y Comunes. Poco podrán hacer el PP y Junts, la «partida» de Puigdemont más ocupada en el culto a la personalidad de su cabecilla que de recordar que muchos de sus ancestros -catalanistas de la Lliga, carlistas y republicanos «de misa»- estuvieron en el bando franquista. Cumplido el plácido trayecto, la ley que identifica la Transición con la «institucionalización del olvido del pasado reciente» establecerá su santoral laico: los republicanos serán los buenos/víctimas; los franquistas, malos/verdugos. El 5 de febrero, « Día del Exilio y la Deportación ». El 14 de abril se conmemorará la proclamación de la República: no la Española de don Niceto sino la Catalana que Macià acabó anulando tras negociar con Madrid. El 15 de octubre, el aniversario del fusilamiento de Companys reconvertido en «Día Nacional en Memoria de las Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura Franquista». Y el 7 de noviembre se recordará la creación en 1971 de la Asamblea de Cataluña. Digamos que el lema de aquella Asamblea, nada que ver con la sectaria Asamblea Nacional Catalana, era «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía». Tres objetivos alcanzados mediante el pactismo entre los bandos que se habían enfrentado en 1936. Un acuerdo posible porque la modernización de la sociedad había roto las costuras del régimen con una oposición que no pudo derrocar a Franco y lo vio morir en la cama. De ese juego de debilidades nació el periodo democrático más duradero de nuestra historia contemporánea. Ese que los socios de Sánchez tachan como «Régimen del 78» y la Ley de Memoria catalana «institucionalización del olvido». En la guerra civil contendían fuerzas totalitarias: fascismo versus comunismo estalinista y comunismo libertario de la CNT-FAI. La Tercera España liberal quedó arrumbada. Es «La velada en Benicarló» de Azaña que ha reeditado Edhasa. Noticia Relacionada Asamblea de Madrid estandar Si Ayuso: «Sin Franco, Pedro Sánchez no es nada ni nadie» Mariano Calleja La presidenta madrileña espera que el nuevo portavoz socialista aguante unos meses porque esto «es una confusión»«Conocer el pasado para comprender el presente y saber afrontar el futuro». Así se justifica la ley catalana que rotura el territorio con «Paisajes de Memoria Democrática» (la republicana) y desmonta la cronología que estropea el relato oficial: simbología, monumentos, inscripciones, placas del Instituto Nacional de la Vivienda… Todo se elimina y no se «rememora» o contextualiza desde el rigor histórico y la crítica democrática. La « rememoración », escribe Todorov, intenta «aprehender el pasado en su verdad»; la «conmemoración», una tramposa «adaptación del pasado a las necesidades del presente». El programa de Sánchez en 2025: pasear a Franco cien veces.Volvamos a la «velada» de Azaña : «Veo a muchos jóvenes, en general desprovistos de las primeras letras, lanzarse a oprimir el juicio ajeno, como si hubiesen descubierto razones desconocidas por el Santo Oficio… No hemos sacudido los anatemas del Consejo de Trento para respetar los de la Confederación o los de otro colegio por el estilo». La generación de la «memoria democrática». Política de discordia. Ídolos para venerar y enemigos para aborrecer. RSS de noticias de espana
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