Aunque tradicionalmente la misofonía (reacción desmedida o incontrolable ante determinados sonidos cotidianos que para el resto de personas resultan casi imperceptibles) se ha vinculado a las molestias generadas por ruidos corporales como masticar, respirar o tragar, el abanico de estímulos detonantes puede ser más amplio y específico, según explica Celia Incio del Río ( @celia_misofonia ), psicóloga sanitaria especializada en Misofonía y directora del centro Celia Misofonía . De hecho, la experta asegura que en consulta es frecuente encontrar casos de personas a las que les resulta molesta la pronunciación de ciertas letras (como la ‘s’ o la ‘t’), los silbidos, el crujido de las bolsas de plástico, los bostezos, el arrastre de los pies al caminar, el martilleo o el chasquido de las uñas sobre superficies o incluso los zumbidos eléctricos de fondo como los que produce el aire acondicionado o el ascensor.Sin embargo como aclara la psicóloga, en realidad lo que suele generar malestar no es tanto la intensidad del sonido como su cualidad impredecible o su percepción como innecesario, desconsiderado o invasivo. «Estos sonidos, conocidos como ‘triggers’, son neutros para la mayoría de las personas, pero en quienes padecen misofonía provocan una reacción emocional y fisiológica desproporcionada , con signos como irritabilidad, ansiedad, tensión corporal o necesidad urgente de escapar o confrontar, que no es voluntaria ni fácilmente controlable«, aclara.La misofonía no es técnicamente un trastorno psicológico, pero si está vinculado a ciertas condiciones. A nivel neurológico, según revela Incio del Río, los estudios confirman hiperactivación en áreas cerebrales como la amígdala, la ínsula anterior y el córtex auditivo, que son zonas claves para procesar el valor emocional de los estímulos. Y esto sería lo que explicaría, como plantea la psicóloga, por qué la reacción es tan intensa. En cuanto al perfil de personas en las que más se manifiesta, la psicóloga precisa que quienes tienen rasgos obsesivos o manifiestan ansiedad presentan una mayor prevalencia. Eso sí, aclara que no necesariamente se debe a un trauma concreto o a un aprendizaje directo, sino que es más bien una respuesta condicionada del sistema nervioso central a estímulos auditivos específicos.En algunos casos, incluso se puede llegar a necesitar ayuda profesional. En este sentido, la especialista en misofonía, sugiere cuáles son algunos de los indicadores que puedan sugerir esta posibilidad:Hay que pedir ayuda si… Se producen reacciones emocionales intensas (ira, ansiedad, rechazo) antes sonidos cotidianos que, objetivamente, no son dañinos ni excesivamente intensos. Se dan síntomas físicos como tensión muscular, sudoración, taquicardia o alteración de la respiración ante esos sonidos. Hay dificultad para concentrarse o permanecer en ciertos espacios al oírlos. Es habitual el uso constante de auriculares o evitación activa de contextos sociales. Existen sentimientos de culpa, incomprensión o aislamiento por no poder controlar la reacción. Se manifiestan conflictos frecuentes con personas cercanas relacionados con estos sonidos.Es recomendable, por tanto, acudir a un profesional con experiencia en misofonía si estos síntomas son persistentes y afectan al bienestar. «No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema» Celia Incio del Río Psicóloga y especialista en MisofoníaCómo puede afectar al día a díaLa vida social, personal, familiar y laboral puede verse afectada por la existencia de este trastorno, tal como indica Incio del Río, quien incide en la importancia de valorar si se dan las siguientes cuestiones: En el ámbito social y familiar, la misofonía provoca roces continuos, sentimientos de incomprensión y, en ocasiones, un distanciamiento emocional significativo. «Muchos evitan comidas en grupo, reuniones o cualquier encuentro social para protegerse de los detonantes. Esto incluye dejar de celebrar navidades o cumpleaños. O hacerlo pero solo si es viable controlar mucho el entorno y asegurarse de que haya música o ajetreo de fondo», alerta la experta,A nivel laboral , la concentración y el rendimiento pueden verse comprometidos y la convivencia con compañeros se puede volver tensa y complicada. Entre muchos ejemplos, la experta cita que hay profesores que mencionan sentirse incapaces de estar en las reuniones de evaluación ante el pánico a los chicles o experiencias previas en las que alguien ha comido frutos secos. Y que también se da el caso de algunos ingenieros aseguran ver limitada su carrera por no poder llevar a cabo proyectos grupales en formato presencial, por la aversión al sonido del teclado. A nivel personal , es común que aparezcan sentimientos de culpa, pensamientos de «soy el raro» o «hago daño a los demás y nadie me entiende». «Esto a menudo lleva al aislamiento como única vía de refugio. Con la consecuente relación de todo lo anterior con sintomatología ansioso-depresiva«, plantea Incio del Río.Casos extremos: cuando el efecto de esos sonidos limitan la vida En el Centro Celia de Misofonía se trabaja a menudo con personas cuya vida ha quedado completamente condicionada por este trastorno. Desde pacientes que han tenido que mudarse varias veces de casa porque no soportaban el sonido de los pasos o las conversaciones de su vecinos hasta personas que han renunciado a sus carreras por no poder permanecer en oficinas en las que los sonidos cotidianos como teclear, susurrar o mascar chicles les resultaban intolerables. Algunas parejas, incluso, se han llegado a divorciar porque uno de ellos no podía convivir con los sonidos del otro al comer o incluso al respirar. Igualmente la psicóloga asegura que ha llegado a ver estallidos de ira que han terminado en agresiones físicas o verbales haca familiares cercanos. Hay adolescentes que no solo se niegan a comer en familia, sino que se encierran en sus habitaciones durante horas para evitar cualquier ruido. O también se da el caso de adultos que llevan años sin acudir a encuentro sociales, el cine o una comida con amigos por miedo a desencadenar una crisis. «Muchas personas llevan años usando tapones y auriculares todo el día, incluso la noche, pese a sufrir deterioros auditivos graves porque afirman que preferirían quedarse sordos antes que soportar esta tortura», asegura.Noticias relacionadas estandar No Preocuparse por todo no sirve para nada: la ciencia y la psicología explican cómo funciona esta emoción Jesús Matos estandar No Vergüenza, del obstáculo a la oportunidad: cómo convertir esta emoción en algo positivo Juan José Rodrigo¿Puede acentuarse con el estrés?A esto hay que sumar que cualquier factor que incremente la activación del sistema nervioso como el estrés, la fatiga, la falta de sueño, el hambre, la sobrecarga sensorial o la ansiedad puede reducir el umbral de tolerancia de estos pacientes y amplificar la reactividad ante los sonidos. «Muchos pacientes me dicen que hay días en los que lo llevan mejor y otros en los que pueden saltar con cualquier cosa. No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema», aclara.Qué hacer para sufrir menos con la misofonía Entender que no se trata de evitar todos los sonidos, o de intentar «no escucharlos» sino de reaprender a regularse ante ellos Usar auriculares con sonido neutro o ruido blanco, pero de forma estratégica (no como evitación constante) Comunicación respetuosa: Explicar a los demás sin culpabilizar, buscando comprensión y apoyo. Detección temprana de señales internas: Actuar antes de que la tensión escale al punto de no retorno. Búsqueda de información y apoyo para combatir la autocrítica. Comprender que no están solos, que hasta un 20 % de la población vive con misofonía. Pedir ayuda profesional especializada: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Igual que acudimos a un profesor para aprender matemáticas, acudir a un profesional es hacer uso de recursos para mejorar las herramientas de recurso emocional ante la misofoníaCuál es el tratamiento adecuadoAlgunas personas creen que el tratamiento consiste en «aguantar los sonidos», pero la psicóloga explica que en lo que consiste realmente es en reeducar la respuesta automática del sistema nervioso y recuperar el control emocional y físico ante los estímulos que desencadenar el malestar. «El enfoque más eficaz combina herramientas de la terapia cognitivo-conductual adaptadas a cada caso particular de cada persona, con un acompañamiento especializado. No se trata de forzar la exposición, sino de entender cómo funciona la misofonía en ese cuerpo y en ese entorno concreto», destaca la terapeuta. El objetivo del tratamiento no siempre es eliminar por completo la sensibilidad auditiva , sino lograr que la persona pueda regular su respuesta emocional frente a los estímulos. «Siempre digo a mis pacientes que nos e trata de convertirse en alguien super tranquilo o totalmente indiferente, sino de que elijan cómo responder aunque sigan teniendo ese radar sensorial tan fino. La idea es que la reacción emocional no los arrastre, sino que puedan manejarla con recursos propios porque es ahí donde empieza a cambiar todo», argumenta.En la terapia de misofonía se trabaja… Reestructuración de pensamientos que alimentan la tensión («esto es insoportable» y «voy a explotar») y reemplazo por un diálogo más realista y autorregulador. Aceptación activa del sonido como parte del entorno sin lucha interna constante. Regulación emocional y corporal con técnicas para activar el sistema parasimpático y cortar el bucle de reacción automática. Acercamiento gradual a los sonidos detonantes en condiciones seguras y progresivas para reducir la hipersensibilidad.También se abordan sentimientos de culpa, la comunicación con el entorno y la prevención de recaídas. «La meta no está en eliminar los sonidos, sino en lograr que dejen de dominar la vida de quien los sufre», concluye. Aunque tradicionalmente la misofonía (reacción desmedida o incontrolable ante determinados sonidos cotidianos que para el resto de personas resultan casi imperceptibles) se ha vinculado a las molestias generadas por ruidos corporales como masticar, respirar o tragar, el abanico de estímulos detonantes puede ser más amplio y específico, según explica Celia Incio del Río ( @celia_misofonia ), psicóloga sanitaria especializada en Misofonía y directora del centro Celia Misofonía . De hecho, la experta asegura que en consulta es frecuente encontrar casos de personas a las que les resulta molesta la pronunciación de ciertas letras (como la ‘s’ o la ‘t’), los silbidos, el crujido de las bolsas de plástico, los bostezos, el arrastre de los pies al caminar, el martilleo o el chasquido de las uñas sobre superficies o incluso los zumbidos eléctricos de fondo como los que produce el aire acondicionado o el ascensor.Sin embargo como aclara la psicóloga, en realidad lo que suele generar malestar no es tanto la intensidad del sonido como su cualidad impredecible o su percepción como innecesario, desconsiderado o invasivo. «Estos sonidos, conocidos como ‘triggers’, son neutros para la mayoría de las personas, pero en quienes padecen misofonía provocan una reacción emocional y fisiológica desproporcionada , con signos como irritabilidad, ansiedad, tensión corporal o necesidad urgente de escapar o confrontar, que no es voluntaria ni fácilmente controlable«, aclara.La misofonía no es técnicamente un trastorno psicológico, pero si está vinculado a ciertas condiciones. A nivel neurológico, según revela Incio del Río, los estudios confirman hiperactivación en áreas cerebrales como la amígdala, la ínsula anterior y el córtex auditivo, que son zonas claves para procesar el valor emocional de los estímulos. Y esto sería lo que explicaría, como plantea la psicóloga, por qué la reacción es tan intensa. En cuanto al perfil de personas en las que más se manifiesta, la psicóloga precisa que quienes tienen rasgos obsesivos o manifiestan ansiedad presentan una mayor prevalencia. Eso sí, aclara que no necesariamente se debe a un trauma concreto o a un aprendizaje directo, sino que es más bien una respuesta condicionada del sistema nervioso central a estímulos auditivos específicos.En algunos casos, incluso se puede llegar a necesitar ayuda profesional. En este sentido, la especialista en misofonía, sugiere cuáles son algunos de los indicadores que puedan sugerir esta posibilidad:Hay que pedir ayuda si… Se producen reacciones emocionales intensas (ira, ansiedad, rechazo) antes sonidos cotidianos que, objetivamente, no son dañinos ni excesivamente intensos. Se dan síntomas físicos como tensión muscular, sudoración, taquicardia o alteración de la respiración ante esos sonidos. Hay dificultad para concentrarse o permanecer en ciertos espacios al oírlos. Es habitual el uso constante de auriculares o evitación activa de contextos sociales. Existen sentimientos de culpa, incomprensión o aislamiento por no poder controlar la reacción. Se manifiestan conflictos frecuentes con personas cercanas relacionados con estos sonidos.Es recomendable, por tanto, acudir a un profesional con experiencia en misofonía si estos síntomas son persistentes y afectan al bienestar. «No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema» Celia Incio del Río Psicóloga y especialista en MisofoníaCómo puede afectar al día a díaLa vida social, personal, familiar y laboral puede verse afectada por la existencia de este trastorno, tal como indica Incio del Río, quien incide en la importancia de valorar si se dan las siguientes cuestiones: En el ámbito social y familiar, la misofonía provoca roces continuos, sentimientos de incomprensión y, en ocasiones, un distanciamiento emocional significativo. «Muchos evitan comidas en grupo, reuniones o cualquier encuentro social para protegerse de los detonantes. Esto incluye dejar de celebrar navidades o cumpleaños. O hacerlo pero solo si es viable controlar mucho el entorno y asegurarse de que haya música o ajetreo de fondo», alerta la experta,A nivel laboral , la concentración y el rendimiento pueden verse comprometidos y la convivencia con compañeros se puede volver tensa y complicada. Entre muchos ejemplos, la experta cita que hay profesores que mencionan sentirse incapaces de estar en las reuniones de evaluación ante el pánico a los chicles o experiencias previas en las que alguien ha comido frutos secos. Y que también se da el caso de algunos ingenieros aseguran ver limitada su carrera por no poder llevar a cabo proyectos grupales en formato presencial, por la aversión al sonido del teclado. A nivel personal , es común que aparezcan sentimientos de culpa, pensamientos de «soy el raro» o «hago daño a los demás y nadie me entiende». «Esto a menudo lleva al aislamiento como única vía de refugio. Con la consecuente relación de todo lo anterior con sintomatología ansioso-depresiva«, plantea Incio del Río.Casos extremos: cuando el efecto de esos sonidos limitan la vida En el Centro Celia de Misofonía se trabaja a menudo con personas cuya vida ha quedado completamente condicionada por este trastorno. Desde pacientes que han tenido que mudarse varias veces de casa porque no soportaban el sonido de los pasos o las conversaciones de su vecinos hasta personas que han renunciado a sus carreras por no poder permanecer en oficinas en las que los sonidos cotidianos como teclear, susurrar o mascar chicles les resultaban intolerables. Algunas parejas, incluso, se han llegado a divorciar porque uno de ellos no podía convivir con los sonidos del otro al comer o incluso al respirar. Igualmente la psicóloga asegura que ha llegado a ver estallidos de ira que han terminado en agresiones físicas o verbales haca familiares cercanos. Hay adolescentes que no solo se niegan a comer en familia, sino que se encierran en sus habitaciones durante horas para evitar cualquier ruido. O también se da el caso de adultos que llevan años sin acudir a encuentro sociales, el cine o una comida con amigos por miedo a desencadenar una crisis. «Muchas personas llevan años usando tapones y auriculares todo el día, incluso la noche, pese a sufrir deterioros auditivos graves porque afirman que preferirían quedarse sordos antes que soportar esta tortura», asegura.Noticias relacionadas estandar No Preocuparse por todo no sirve para nada: la ciencia y la psicología explican cómo funciona esta emoción Jesús Matos estandar No Vergüenza, del obstáculo a la oportunidad: cómo convertir esta emoción en algo positivo Juan José Rodrigo¿Puede acentuarse con el estrés?A esto hay que sumar que cualquier factor que incremente la activación del sistema nervioso como el estrés, la fatiga, la falta de sueño, el hambre, la sobrecarga sensorial o la ansiedad puede reducir el umbral de tolerancia de estos pacientes y amplificar la reactividad ante los sonidos. «Muchos pacientes me dicen que hay días en los que lo llevan mejor y otros en los que pueden saltar con cualquier cosa. No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema», aclara.Qué hacer para sufrir menos con la misofonía Entender que no se trata de evitar todos los sonidos, o de intentar «no escucharlos» sino de reaprender a regularse ante ellos Usar auriculares con sonido neutro o ruido blanco, pero de forma estratégica (no como evitación constante) Comunicación respetuosa: Explicar a los demás sin culpabilizar, buscando comprensión y apoyo. Detección temprana de señales internas: Actuar antes de que la tensión escale al punto de no retorno. Búsqueda de información y apoyo para combatir la autocrítica. Comprender que no están solos, que hasta un 20 % de la población vive con misofonía. Pedir ayuda profesional especializada: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Igual que acudimos a un profesor para aprender matemáticas, acudir a un profesional es hacer uso de recursos para mejorar las herramientas de recurso emocional ante la misofoníaCuál es el tratamiento adecuadoAlgunas personas creen que el tratamiento consiste en «aguantar los sonidos», pero la psicóloga explica que en lo que consiste realmente es en reeducar la respuesta automática del sistema nervioso y recuperar el control emocional y físico ante los estímulos que desencadenar el malestar. «El enfoque más eficaz combina herramientas de la terapia cognitivo-conductual adaptadas a cada caso particular de cada persona, con un acompañamiento especializado. No se trata de forzar la exposición, sino de entender cómo funciona la misofonía en ese cuerpo y en ese entorno concreto», destaca la terapeuta. El objetivo del tratamiento no siempre es eliminar por completo la sensibilidad auditiva , sino lograr que la persona pueda regular su respuesta emocional frente a los estímulos. «Siempre digo a mis pacientes que nos e trata de convertirse en alguien super tranquilo o totalmente indiferente, sino de que elijan cómo responder aunque sigan teniendo ese radar sensorial tan fino. La idea es que la reacción emocional no los arrastre, sino que puedan manejarla con recursos propios porque es ahí donde empieza a cambiar todo», argumenta.En la terapia de misofonía se trabaja… Reestructuración de pensamientos que alimentan la tensión («esto es insoportable» y «voy a explotar») y reemplazo por un diálogo más realista y autorregulador. Aceptación activa del sonido como parte del entorno sin lucha interna constante. Regulación emocional y corporal con técnicas para activar el sistema parasimpático y cortar el bucle de reacción automática. Acercamiento gradual a los sonidos detonantes en condiciones seguras y progresivas para reducir la hipersensibilidad.También se abordan sentimientos de culpa, la comunicación con el entorno y la prevención de recaídas. «La meta no está en eliminar los sonidos, sino en lograr que dejen de dominar la vida de quien los sufre», concluye. Aunque tradicionalmente la misofonía (reacción desmedida o incontrolable ante determinados sonidos cotidianos que para el resto de personas resultan casi imperceptibles) se ha vinculado a las molestias generadas por ruidos corporales como masticar, respirar o tragar, el abanico de estímulos detonantes puede ser más amplio y específico, según explica Celia Incio del Río ( @celia_misofonia ), psicóloga sanitaria especializada en Misofonía y directora del centro Celia Misofonía . De hecho, la experta asegura que en consulta es frecuente encontrar casos de personas a las que les resulta molesta la pronunciación de ciertas letras (como la ‘s’ o la ‘t’), los silbidos, el crujido de las bolsas de plástico, los bostezos, el arrastre de los pies al caminar, el martilleo o el chasquido de las uñas sobre superficies o incluso los zumbidos eléctricos de fondo como los que produce el aire acondicionado o el ascensor.Sin embargo como aclara la psicóloga, en realidad lo que suele generar malestar no es tanto la intensidad del sonido como su cualidad impredecible o su percepción como innecesario, desconsiderado o invasivo. «Estos sonidos, conocidos como ‘triggers’, son neutros para la mayoría de las personas, pero en quienes padecen misofonía provocan una reacción emocional y fisiológica desproporcionada , con signos como irritabilidad, ansiedad, tensión corporal o necesidad urgente de escapar o confrontar, que no es voluntaria ni fácilmente controlable«, aclara.La misofonía no es técnicamente un trastorno psicológico, pero si está vinculado a ciertas condiciones. A nivel neurológico, según revela Incio del Río, los estudios confirman hiperactivación en áreas cerebrales como la amígdala, la ínsula anterior y el córtex auditivo, que son zonas claves para procesar el valor emocional de los estímulos. Y esto sería lo que explicaría, como plantea la psicóloga, por qué la reacción es tan intensa. En cuanto al perfil de personas en las que más se manifiesta, la psicóloga precisa que quienes tienen rasgos obsesivos o manifiestan ansiedad presentan una mayor prevalencia. Eso sí, aclara que no necesariamente se debe a un trauma concreto o a un aprendizaje directo, sino que es más bien una respuesta condicionada del sistema nervioso central a estímulos auditivos específicos.En algunos casos, incluso se puede llegar a necesitar ayuda profesional. En este sentido, la especialista en misofonía, sugiere cuáles son algunos de los indicadores que puedan sugerir esta posibilidad:Hay que pedir ayuda si… Se producen reacciones emocionales intensas (ira, ansiedad, rechazo) antes sonidos cotidianos que, objetivamente, no son dañinos ni excesivamente intensos. Se dan síntomas físicos como tensión muscular, sudoración, taquicardia o alteración de la respiración ante esos sonidos. Hay dificultad para concentrarse o permanecer en ciertos espacios al oírlos. Es habitual el uso constante de auriculares o evitación activa de contextos sociales. Existen sentimientos de culpa, incomprensión o aislamiento por no poder controlar la reacción. Se manifiestan conflictos frecuentes con personas cercanas relacionados con estos sonidos.Es recomendable, por tanto, acudir a un profesional con experiencia en misofonía si estos síntomas son persistentes y afectan al bienestar. «No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema» Celia Incio del Río Psicóloga y especialista en MisofoníaCómo puede afectar al día a díaLa vida social, personal, familiar y laboral puede verse afectada por la existencia de este trastorno, tal como indica Incio del Río, quien incide en la importancia de valorar si se dan las siguientes cuestiones: En el ámbito social y familiar, la misofonía provoca roces continuos, sentimientos de incomprensión y, en ocasiones, un distanciamiento emocional significativo. «Muchos evitan comidas en grupo, reuniones o cualquier encuentro social para protegerse de los detonantes. Esto incluye dejar de celebrar navidades o cumpleaños. O hacerlo pero solo si es viable controlar mucho el entorno y asegurarse de que haya música o ajetreo de fondo», alerta la experta,A nivel laboral , la concentración y el rendimiento pueden verse comprometidos y la convivencia con compañeros se puede volver tensa y complicada. Entre muchos ejemplos, la experta cita que hay profesores que mencionan sentirse incapaces de estar en las reuniones de evaluación ante el pánico a los chicles o experiencias previas en las que alguien ha comido frutos secos. Y que también se da el caso de algunos ingenieros aseguran ver limitada su carrera por no poder llevar a cabo proyectos grupales en formato presencial, por la aversión al sonido del teclado. A nivel personal , es común que aparezcan sentimientos de culpa, pensamientos de «soy el raro» o «hago daño a los demás y nadie me entiende». «Esto a menudo lleva al aislamiento como única vía de refugio. Con la consecuente relación de todo lo anterior con sintomatología ansioso-depresiva«, plantea Incio del Río.Casos extremos: cuando el efecto de esos sonidos limitan la vida En el Centro Celia de Misofonía se trabaja a menudo con personas cuya vida ha quedado completamente condicionada por este trastorno. Desde pacientes que han tenido que mudarse varias veces de casa porque no soportaban el sonido de los pasos o las conversaciones de su vecinos hasta personas que han renunciado a sus carreras por no poder permanecer en oficinas en las que los sonidos cotidianos como teclear, susurrar o mascar chicles les resultaban intolerables. Algunas parejas, incluso, se han llegado a divorciar porque uno de ellos no podía convivir con los sonidos del otro al comer o incluso al respirar. Igualmente la psicóloga asegura que ha llegado a ver estallidos de ira que han terminado en agresiones físicas o verbales haca familiares cercanos. Hay adolescentes que no solo se niegan a comer en familia, sino que se encierran en sus habitaciones durante horas para evitar cualquier ruido. O también se da el caso de adultos que llevan años sin acudir a encuentro sociales, el cine o una comida con amigos por miedo a desencadenar una crisis. «Muchas personas llevan años usando tapones y auriculares todo el día, incluso la noche, pese a sufrir deterioros auditivos graves porque afirman que preferirían quedarse sordos antes que soportar esta tortura», asegura.Noticias relacionadas estandar No Preocuparse por todo no sirve para nada: la ciencia y la psicología explican cómo funciona esta emoción Jesús Matos estandar No Vergüenza, del obstáculo a la oportunidad: cómo convertir esta emoción en algo positivo Juan José Rodrigo¿Puede acentuarse con el estrés?A esto hay que sumar que cualquier factor que incremente la activación del sistema nervioso como el estrés, la fatiga, la falta de sueño, el hambre, la sobrecarga sensorial o la ansiedad puede reducir el umbral de tolerancia de estos pacientes y amplificar la reactividad ante los sonidos. «Muchos pacientes me dicen que hay días en los que lo llevan mejor y otros en los que pueden saltar con cualquier cosa. No se trata de inestabilidad emocional, sino de un umbral de activación más bajo y variable. En el caso de las personas con misofonía, el estrés o el cansancio no solo son factores añadidos: son los elementos que hacen colapsar su sistema», aclara.Qué hacer para sufrir menos con la misofonía Entender que no se trata de evitar todos los sonidos, o de intentar «no escucharlos» sino de reaprender a regularse ante ellos Usar auriculares con sonido neutro o ruido blanco, pero de forma estratégica (no como evitación constante) Comunicación respetuosa: Explicar a los demás sin culpabilizar, buscando comprensión y apoyo. Detección temprana de señales internas: Actuar antes de que la tensión escale al punto de no retorno. Búsqueda de información y apoyo para combatir la autocrítica. Comprender que no están solos, que hasta un 20 % de la población vive con misofonía. Pedir ayuda profesional especializada: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Igual que acudimos a un profesor para aprender matemáticas, acudir a un profesional es hacer uso de recursos para mejorar las herramientas de recurso emocional ante la misofoníaCuál es el tratamiento adecuadoAlgunas personas creen que el tratamiento consiste en «aguantar los sonidos», pero la psicóloga explica que en lo que consiste realmente es en reeducar la respuesta automática del sistema nervioso y recuperar el control emocional y físico ante los estímulos que desencadenar el malestar. «El enfoque más eficaz combina herramientas de la terapia cognitivo-conductual adaptadas a cada caso particular de cada persona, con un acompañamiento especializado. No se trata de forzar la exposición, sino de entender cómo funciona la misofonía en ese cuerpo y en ese entorno concreto», destaca la terapeuta. El objetivo del tratamiento no siempre es eliminar por completo la sensibilidad auditiva , sino lograr que la persona pueda regular su respuesta emocional frente a los estímulos. «Siempre digo a mis pacientes que nos e trata de convertirse en alguien super tranquilo o totalmente indiferente, sino de que elijan cómo responder aunque sigan teniendo ese radar sensorial tan fino. La idea es que la reacción emocional no los arrastre, sino que puedan manejarla con recursos propios porque es ahí donde empieza a cambiar todo», argumenta.En la terapia de misofonía se trabaja… Reestructuración de pensamientos que alimentan la tensión («esto es insoportable» y «voy a explotar») y reemplazo por un diálogo más realista y autorregulador. Aceptación activa del sonido como parte del entorno sin lucha interna constante. Regulación emocional y corporal con técnicas para activar el sistema parasimpático y cortar el bucle de reacción automática. Acercamiento gradual a los sonidos detonantes en condiciones seguras y progresivas para reducir la hipersensibilidad.También se abordan sentimientos de culpa, la comunicación con el entorno y la prevención de recaídas. «La meta no está en eliminar los sonidos, sino en lograr que dejen de dominar la vida de quien los sufre», concluye. RSS de noticias de bienestar
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