<p>Y de la oscuridad, como una exhalación, la voz poderosa de <strong>Nathy Peluso</strong>. «Cuento plata, cuento amores. Me cepillo la melena. Y le pido al mozo Martini dulce». Y, de repente, esa figura hipnotizante, que no encajaría en ninguna de las medidas establecidas, moviéndose a ritmo de la salsa. Ese, y no otro, sería el principio y el fin de todo. De lo que pasaría sobre el escenario y de lo que no. Hasta del mundo, al menos del que nació y creció durante una hora.</p>
La argentina ofrece un espectáculo completísimo, transitando del trap y el hip hop a la salsa y la bachata sin renunciar a la sensualidad
<p>Y de la oscuridad, como una exhalación, la voz poderosa de <strong>Nathy Peluso</strong>. «Cuento plata, cuento amores. Me cepillo la melena. Y le pido al mozo Martini dulce». Y, de repente, esa figura hipnotizante, que no encajaría en ninguna de las medidas establecidas, moviéndose a ritmo de la salsa. Ese, y no otro, sería el principio y el fin de todo. De lo que pasaría sobre el escenario y de lo que no. Hasta del mundo, al menos del que nació y creció durante una hora.</p>
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