<p>Elvira no puede ver, desde su casa, el vertedero de residuos que está apenas 700 metros de su puerta (lo tapa una colina de pinos), pero lo huele cada día, cada minuto. Lo respira. Es un olor, <strong>un hedor</strong> más bien, difícil de describir, dice. Un hedor que va cambiando según el momento del día, como si fuera un reloj que marca las horas cambiando de pestilencia. No se va nunca, explica, pero es peor, mucho peor, en verano, cuando las altas temperaturas que se alcanzan en el municipio de Nerva (5.000 habitantes en el norte de la provincia de Huelva) obligan a abrir las ventanas más de lo deseable.</p>
Tres décadas después de que se instalara, provocando un cisma social, la mayoría de sus 5.000 habitantes y todos los partidos se unen contra la ampliación del basurero industrial y denuncian que fue «un enorme engaño»
<p>Elvira no puede ver, desde su casa, el vertedero de residuos que está apenas 700 metros de su puerta (lo tapa una colina de pinos), pero lo huele cada día, cada minuto. Lo respira. Es un olor, <strong>un hedor</strong> más bien, difícil de describir, dice. Un hedor que va cambiando según el momento del día, como si fuera un reloj que marca las horas cambiando de pestilencia. No se va nunca, explica, pero es peor, mucho peor, en verano, cuando las altas temperaturas que se alcanzan en el municipio de Nerva (5.000 habitantes en el norte de la provincia de Huelva) obligan a abrir las ventanas más de lo deseable.</p>
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