Aunque su presencia habitual en las alfombras rojas del circuito mediático la acerque cada vez más al arquetipo de ‘celebrity’, la trayectoria de Marina Abramovic (1946) sigue firmemente inscrita en el gran relato del arte. En numerosos proyectos ha conseguido llevar al límite una compleja exploración del yo –propio y ajeno– y establecer códigos que han inspirado a generaciones de ‘performers’.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Línea, forma y espacio’, de Gego: el arte de pescar sombras Fernando Castro Flórez estandar Si CRÍTICA DE: ‘If Walls Could Talk’, de Robert Barry en la galería Parra & Romero: objetualizar las palabras Nerea UbietoBaste recordar la descarga emocional de ‘Rhythm 0’ (1974), donde ofreció su propio cuerpo al público como objeto de experimentación; ‘Balkan Baroque’ (1997), impresionante intervención en la que limpiaba una montaña de huesos empapados en sangre y que le valió el León de Oro en Venecia; o ‘The Artist is Present’ (2010), acción de 736 horas durante la cual permaneció sentada e inmóvil. Dentro de este universo ritualista, doliente e intensamente escenográfico, podría parecer que la práctica artística del dibujo careciera de interés; sin embargo, como desveló la retrospectiva ‘The Cleaner’ (Noruega, 2018), dibujar ha sido para Abramovic una herramienta esencial para visualizar ideas procedentes tanto del arte como de la vida, ámbitos inseparables en su poética.A pie de página. en las imágenes, algunas de las propuestas de la muestra de la serbia en Bernal Espacio ABCLa serie ‘Nomadic Journey and the Spirit of Places’, que Bernal Espacio presenta en España, se articula en un soporte tan variado como singular: papelería de hoteles y otras residencias temporales, recopilada durante cuatro décadas. Sobre esos membretes, la artista ha transferido páginas de dibujos de sus cuadernos históricos, ha trazado composiciones inéditas y ha integrado cartas mecanografiadas, poemas, ‘collages’, fotos o garabatos. El proyecto se materializa en un libro de artista y una muestra donde cada hoja se traduce en una impresión digital seriada. El itinerario, deliberadamente acronológico y nómada, abreva en el cliché del artista como ‘viajero global’, coleccionista de jet lags y ajeno a la realidad local, de modo que la conexión entre el membrete de un lujoso hotel neoyorquino y la anotación de su ‘performance’ en el MoMA se queda en un guiño evidente, sin más resonancias. El espectador puede jugar a reconocer iconografías emblemáticas –como huesos de animales, cuchillos o cuarzos– junto a esquemas que tantean sus escenografías más célebres. Los pasajes más sugerentes, sin embargo, son los elaborados antes de la marca Abramovic: apuntes estudiantiles, sueños crípticos o notas que retratan la pomposa escenografía de la Yugoslavia de Tito, así como otras composiciones, herméticas y extrañas, que entreven el proceso de construcción de su identidad artística.Marina Abramovic ‘Nomadic Journey…’. Bernal Espacio. Madrid. C/ San Lorenzo, 3. Hasta el 31 de mayo. Tres estrellas. El resultado es un interesantísimo conjunto que, si bien no aporta un vocabulario expresivo innovador, logra ampliar el sentido de la producción de Abramovic en lo referente a su proceso creativo. Aunque su presencia habitual en las alfombras rojas del circuito mediático la acerque cada vez más al arquetipo de ‘celebrity’, la trayectoria de Marina Abramovic (1946) sigue firmemente inscrita en el gran relato del arte. En numerosos proyectos ha conseguido llevar al límite una compleja exploración del yo –propio y ajeno– y establecer códigos que han inspirado a generaciones de ‘performers’.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Línea, forma y espacio’, de Gego: el arte de pescar sombras Fernando Castro Flórez estandar Si CRÍTICA DE: ‘If Walls Could Talk’, de Robert Barry en la galería Parra & Romero: objetualizar las palabras Nerea UbietoBaste recordar la descarga emocional de ‘Rhythm 0’ (1974), donde ofreció su propio cuerpo al público como objeto de experimentación; ‘Balkan Baroque’ (1997), impresionante intervención en la que limpiaba una montaña de huesos empapados en sangre y que le valió el León de Oro en Venecia; o ‘The Artist is Present’ (2010), acción de 736 horas durante la cual permaneció sentada e inmóvil. Dentro de este universo ritualista, doliente e intensamente escenográfico, podría parecer que la práctica artística del dibujo careciera de interés; sin embargo, como desveló la retrospectiva ‘The Cleaner’ (Noruega, 2018), dibujar ha sido para Abramovic una herramienta esencial para visualizar ideas procedentes tanto del arte como de la vida, ámbitos inseparables en su poética.A pie de página. en las imágenes, algunas de las propuestas de la muestra de la serbia en Bernal Espacio ABCLa serie ‘Nomadic Journey and the Spirit of Places’, que Bernal Espacio presenta en España, se articula en un soporte tan variado como singular: papelería de hoteles y otras residencias temporales, recopilada durante cuatro décadas. Sobre esos membretes, la artista ha transferido páginas de dibujos de sus cuadernos históricos, ha trazado composiciones inéditas y ha integrado cartas mecanografiadas, poemas, ‘collages’, fotos o garabatos. El proyecto se materializa en un libro de artista y una muestra donde cada hoja se traduce en una impresión digital seriada. El itinerario, deliberadamente acronológico y nómada, abreva en el cliché del artista como ‘viajero global’, coleccionista de jet lags y ajeno a la realidad local, de modo que la conexión entre el membrete de un lujoso hotel neoyorquino y la anotación de su ‘performance’ en el MoMA se queda en un guiño evidente, sin más resonancias. El espectador puede jugar a reconocer iconografías emblemáticas –como huesos de animales, cuchillos o cuarzos– junto a esquemas que tantean sus escenografías más célebres. Los pasajes más sugerentes, sin embargo, son los elaborados antes de la marca Abramovic: apuntes estudiantiles, sueños crípticos o notas que retratan la pomposa escenografía de la Yugoslavia de Tito, así como otras composiciones, herméticas y extrañas, que entreven el proceso de construcción de su identidad artística.Marina Abramovic ‘Nomadic Journey…’. Bernal Espacio. Madrid. C/ San Lorenzo, 3. Hasta el 31 de mayo. Tres estrellas. El resultado es un interesantísimo conjunto que, si bien no aporta un vocabulario expresivo innovador, logra ampliar el sentido de la producción de Abramovic en lo referente a su proceso creativo. Aunque su presencia habitual en las alfombras rojas del circuito mediático la acerque cada vez más al arquetipo de ‘celebrity’, la trayectoria de Marina Abramovic (1946) sigue firmemente inscrita en el gran relato del arte. En numerosos proyectos ha conseguido llevar al límite una compleja exploración del yo –propio y ajeno– y establecer códigos que han inspirado a generaciones de ‘performers’.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Línea, forma y espacio’, de Gego: el arte de pescar sombras Fernando Castro Flórez estandar Si CRÍTICA DE: ‘If Walls Could Talk’, de Robert Barry en la galería Parra & Romero: objetualizar las palabras Nerea UbietoBaste recordar la descarga emocional de ‘Rhythm 0’ (1974), donde ofreció su propio cuerpo al público como objeto de experimentación; ‘Balkan Baroque’ (1997), impresionante intervención en la que limpiaba una montaña de huesos empapados en sangre y que le valió el León de Oro en Venecia; o ‘The Artist is Present’ (2010), acción de 736 horas durante la cual permaneció sentada e inmóvil. Dentro de este universo ritualista, doliente e intensamente escenográfico, podría parecer que la práctica artística del dibujo careciera de interés; sin embargo, como desveló la retrospectiva ‘The Cleaner’ (Noruega, 2018), dibujar ha sido para Abramovic una herramienta esencial para visualizar ideas procedentes tanto del arte como de la vida, ámbitos inseparables en su poética.A pie de página. en las imágenes, algunas de las propuestas de la muestra de la serbia en Bernal Espacio ABCLa serie ‘Nomadic Journey and the Spirit of Places’, que Bernal Espacio presenta en España, se articula en un soporte tan variado como singular: papelería de hoteles y otras residencias temporales, recopilada durante cuatro décadas. Sobre esos membretes, la artista ha transferido páginas de dibujos de sus cuadernos históricos, ha trazado composiciones inéditas y ha integrado cartas mecanografiadas, poemas, ‘collages’, fotos o garabatos. El proyecto se materializa en un libro de artista y una muestra donde cada hoja se traduce en una impresión digital seriada. El itinerario, deliberadamente acronológico y nómada, abreva en el cliché del artista como ‘viajero global’, coleccionista de jet lags y ajeno a la realidad local, de modo que la conexión entre el membrete de un lujoso hotel neoyorquino y la anotación de su ‘performance’ en el MoMA se queda en un guiño evidente, sin más resonancias. El espectador puede jugar a reconocer iconografías emblemáticas –como huesos de animales, cuchillos o cuarzos– junto a esquemas que tantean sus escenografías más célebres. Los pasajes más sugerentes, sin embargo, son los elaborados antes de la marca Abramovic: apuntes estudiantiles, sueños crípticos o notas que retratan la pomposa escenografía de la Yugoslavia de Tito, así como otras composiciones, herméticas y extrañas, que entreven el proceso de construcción de su identidad artística.Marina Abramovic ‘Nomadic Journey…’. Bernal Espacio. Madrid. C/ San Lorenzo, 3. Hasta el 31 de mayo. Tres estrellas. El resultado es un interesantísimo conjunto que, si bien no aporta un vocabulario expresivo innovador, logra ampliar el sentido de la producción de Abramovic en lo referente a su proceso creativo. RSS de noticias de cultura
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