También el último cambio de estadio nació envuelto en la polémica. Al igual que el traslado al Manzanares disgustó a legiones de cuatro camineros, la mudanza al barrio de San Blas encendió los ánimos de muchos vecinos de la Arganzuela, que veían al Vicente Calderón como símbolo de su barrio. Por no hablar de quienes, por múltiples razones, recelaban de la transformación del ya existente Estadio Olímpico (aunque solo con una tribuna construida, en forma de Peineta, que daba nombre al estadio) en la casa común de todos los atléticos.Se organizó una plataforma denominada ‘Salvemos el Calderón’, que evidentemente no obtuvo resultados. Sentimientos aparte, el cambio resultó favorable. El Atleti cuenta desde 2017 con un estadio más grande, más moderno, seguro y confortable, con 1.000 plazas de aparcamiento en el interior y 3.500 en el exterior, frente a las cero que acabó teniendo en el Calderón. Con avances tecnológicos, zonas de restauración, Paseo de Leyendas, bandera de homenaje a la afición, cubierta de fibra de vidrio con un precioso formato de ola, ser el primer estadio 100% LED del mundo y haberse tenido en cuenta el ahorro de energía y el respeto al medio ambiente, se ha convertido en un recinto deportivo inmejorable.Cuenta además con un proyecto de construcción en los terrenos aledaños de una ciudad deportiva extraordinaria. Aunque ya ha conocido diversos apellidos comerciales, como Wanda, Cívitas y Riyadh Air, para cualquier colchonero de pro el único nombre que debe siempre utilizarse es sin duda el de ‘Nuevo Metropolitano’, en recuerdo de su ilustre antepasado, por el que galoparon Aparicio, Ben Barek, Carlsson, Vavá, Mendoza, Peiró, Collar o Ramiro, entre tantas otras figuras balompédicas. Las otras denominaciones obedecen únicamente a razones crematísticas, que son también imprescindibles en el nuevo fútbol moderno. Ojalá en el futuro brillen en el nuevo campo jugadores por lo menos igualmente legendarios. Y sobre todo que no se apague nunca la llama encendida en los corazones colchoneros.Seguro que cuando, dentro de cuarenta o cincuenta años el Atleti cambie de estadio, también habrá polémica. Pero a diferencia de en las anteriores ocasiones, de quien esto escribe solo quedarán cenizas. Polvo serán, mas polvo enamorado. También el último cambio de estadio nació envuelto en la polémica. Al igual que el traslado al Manzanares disgustó a legiones de cuatro camineros, la mudanza al barrio de San Blas encendió los ánimos de muchos vecinos de la Arganzuela, que veían al Vicente Calderón como símbolo de su barrio. Por no hablar de quienes, por múltiples razones, recelaban de la transformación del ya existente Estadio Olímpico (aunque solo con una tribuna construida, en forma de Peineta, que daba nombre al estadio) en la casa común de todos los atléticos.Se organizó una plataforma denominada ‘Salvemos el Calderón’, que evidentemente no obtuvo resultados. Sentimientos aparte, el cambio resultó favorable. El Atleti cuenta desde 2017 con un estadio más grande, más moderno, seguro y confortable, con 1.000 plazas de aparcamiento en el interior y 3.500 en el exterior, frente a las cero que acabó teniendo en el Calderón. Con avances tecnológicos, zonas de restauración, Paseo de Leyendas, bandera de homenaje a la afición, cubierta de fibra de vidrio con un precioso formato de ola, ser el primer estadio 100% LED del mundo y haberse tenido en cuenta el ahorro de energía y el respeto al medio ambiente, se ha convertido en un recinto deportivo inmejorable.Cuenta además con un proyecto de construcción en los terrenos aledaños de una ciudad deportiva extraordinaria. Aunque ya ha conocido diversos apellidos comerciales, como Wanda, Cívitas y Riyadh Air, para cualquier colchonero de pro el único nombre que debe siempre utilizarse es sin duda el de ‘Nuevo Metropolitano’, en recuerdo de su ilustre antepasado, por el que galoparon Aparicio, Ben Barek, Carlsson, Vavá, Mendoza, Peiró, Collar o Ramiro, entre tantas otras figuras balompédicas. Las otras denominaciones obedecen únicamente a razones crematísticas, que son también imprescindibles en el nuevo fútbol moderno. Ojalá en el futuro brillen en el nuevo campo jugadores por lo menos igualmente legendarios. Y sobre todo que no se apague nunca la llama encendida en los corazones colchoneros.Seguro que cuando, dentro de cuarenta o cincuenta años el Atleti cambie de estadio, también habrá polémica. Pero a diferencia de en las anteriores ocasiones, de quien esto escribe solo quedarán cenizas. Polvo serán, mas polvo enamorado. También el último cambio de estadio nació envuelto en la polémica. Al igual que el traslado al Manzanares disgustó a legiones de cuatro camineros, la mudanza al barrio de San Blas encendió los ánimos de muchos vecinos de la Arganzuela, que veían al Vicente Calderón como símbolo de su barrio. Por no hablar de quienes, por múltiples razones, recelaban de la transformación del ya existente Estadio Olímpico (aunque solo con una tribuna construida, en forma de Peineta, que daba nombre al estadio) en la casa común de todos los atléticos.Se organizó una plataforma denominada ‘Salvemos el Calderón’, que evidentemente no obtuvo resultados. Sentimientos aparte, el cambio resultó favorable. El Atleti cuenta desde 2017 con un estadio más grande, más moderno, seguro y confortable, con 1.000 plazas de aparcamiento en el interior y 3.500 en el exterior, frente a las cero que acabó teniendo en el Calderón. Con avances tecnológicos, zonas de restauración, Paseo de Leyendas, bandera de homenaje a la afición, cubierta de fibra de vidrio con un precioso formato de ola, ser el primer estadio 100% LED del mundo y haberse tenido en cuenta el ahorro de energía y el respeto al medio ambiente, se ha convertido en un recinto deportivo inmejorable.Cuenta además con un proyecto de construcción en los terrenos aledaños de una ciudad deportiva extraordinaria. Aunque ya ha conocido diversos apellidos comerciales, como Wanda, Cívitas y Riyadh Air, para cualquier colchonero de pro el único nombre que debe siempre utilizarse es sin duda el de ‘Nuevo Metropolitano’, en recuerdo de su ilustre antepasado, por el que galoparon Aparicio, Ben Barek, Carlsson, Vavá, Mendoza, Peiró, Collar o Ramiro, entre tantas otras figuras balompédicas. Las otras denominaciones obedecen únicamente a razones crematísticas, que son también imprescindibles en el nuevo fútbol moderno. Ojalá en el futuro brillen en el nuevo campo jugadores por lo menos igualmente legendarios. Y sobre todo que no se apague nunca la llama encendida en los corazones colchoneros.Seguro que cuando, dentro de cuarenta o cincuenta años el Atleti cambie de estadio, también habrá polémica. Pero a diferencia de en las anteriores ocasiones, de quien esto escribe solo quedarán cenizas. Polvo serán, mas polvo enamorado. RSS de noticias de deportes
Noticias Similares