Hace tres décadas, una soleada mañana de primavera, el rey Juan Carlos, Felipe González y Camilo José Cela compartían empanada y tortilla en el jardín de la casa del escritor gallego en Iria Flavia, convertida en museo y fundación. A los periodistas también se nos permitía comer (en el mismo lugar que las autoridades), por lo cual no resultó extraño que en un determinado momento estas tres personalidades estuvieran al otro lado de la mesa compartiendo con nosotros aquel tentempié de mediodía. Los teníamos a tiro de aceituna. En ese instante eran Juan Carlos, Camilo y Felipe, desvestidos de corona, premio Nobel y poder y en su conversación no había manos delante de la boca ni susurros ni nada por el estilo. Hablaban. Enfatizaban. Sonreían. Por supuesto, se habrían cuidado de no comentar ante nosotros ningún tema de alto secreto ni otras barbaridades… pero lo cierto es que compartieron mesa con informadores y gráficos con total naturalidad. El ‘off the record’, lo que se conoce como comentarios a micrófono cerrado, es tan antiguo como el periodismo, y muy útil cuando hay confianza y honestidad por ambas partes. De aquellas, los bulos informativos estaban muy mal vistos, entre otras cosas porque no había redes sociales y cualquier noticia que publicabas tenías que garantizarla con tu firma o con el respaldo de un medio de comunicación serio y de trayectoria contrastada.Recuerdo que, al cabo de un rato, tras un par de vinos y unos cuantos pinchos, Juan Carlos, Camilo y Felipe se despidieron y regresaron sobre sus pasos hacia la casa. De lo que allí se habló no trascendió nada (descuiden, los cimientos del Estado seguían a salvo) y nosotros regresamos a nuestras redacciones para elaborar la noticia del día cuyo epicentro era Padrón.Hoy se sigue haciendo buen periodismo, por supuesto. Pero en el saco sin fondo del mundo digital cabe de todo y yo echo de menos más capacidad crítica. La inmediatez y el aluvión informativo no nos permiten tamizar, nos cansan, y muchas veces ponemos el piloto automático y dejamos que la actualidad pase ante nosotros como una película sueca de sobremesa, sin importarnos demasiado el argumento. Quizás sea bueno; quizás sea mejor no tomarnos tan en serio lo que ocurre. Hay que vivir, amigo mío, que decía Joan Baptista Humet. Hace tres décadas, una soleada mañana de primavera, el rey Juan Carlos, Felipe González y Camilo José Cela compartían empanada y tortilla en el jardín de la casa del escritor gallego en Iria Flavia, convertida en museo y fundación. A los periodistas también se nos permitía comer (en el mismo lugar que las autoridades), por lo cual no resultó extraño que en un determinado momento estas tres personalidades estuvieran al otro lado de la mesa compartiendo con nosotros aquel tentempié de mediodía. Los teníamos a tiro de aceituna. En ese instante eran Juan Carlos, Camilo y Felipe, desvestidos de corona, premio Nobel y poder y en su conversación no había manos delante de la boca ni susurros ni nada por el estilo. Hablaban. Enfatizaban. Sonreían. Por supuesto, se habrían cuidado de no comentar ante nosotros ningún tema de alto secreto ni otras barbaridades… pero lo cierto es que compartieron mesa con informadores y gráficos con total naturalidad. El ‘off the record’, lo que se conoce como comentarios a micrófono cerrado, es tan antiguo como el periodismo, y muy útil cuando hay confianza y honestidad por ambas partes. De aquellas, los bulos informativos estaban muy mal vistos, entre otras cosas porque no había redes sociales y cualquier noticia que publicabas tenías que garantizarla con tu firma o con el respaldo de un medio de comunicación serio y de trayectoria contrastada.Recuerdo que, al cabo de un rato, tras un par de vinos y unos cuantos pinchos, Juan Carlos, Camilo y Felipe se despidieron y regresaron sobre sus pasos hacia la casa. De lo que allí se habló no trascendió nada (descuiden, los cimientos del Estado seguían a salvo) y nosotros regresamos a nuestras redacciones para elaborar la noticia del día cuyo epicentro era Padrón.Hoy se sigue haciendo buen periodismo, por supuesto. Pero en el saco sin fondo del mundo digital cabe de todo y yo echo de menos más capacidad crítica. La inmediatez y el aluvión informativo no nos permiten tamizar, nos cansan, y muchas veces ponemos el piloto automático y dejamos que la actualidad pase ante nosotros como una película sueca de sobremesa, sin importarnos demasiado el argumento. Quizás sea bueno; quizás sea mejor no tomarnos tan en serio lo que ocurre. Hay que vivir, amigo mío, que decía Joan Baptista Humet. Hace tres décadas, una soleada mañana de primavera, el rey Juan Carlos, Felipe González y Camilo José Cela compartían empanada y tortilla en el jardín de la casa del escritor gallego en Iria Flavia, convertida en museo y fundación. A los periodistas también se nos permitía comer (en el mismo lugar que las autoridades), por lo cual no resultó extraño que en un determinado momento estas tres personalidades estuvieran al otro lado de la mesa compartiendo con nosotros aquel tentempié de mediodía. Los teníamos a tiro de aceituna. En ese instante eran Juan Carlos, Camilo y Felipe, desvestidos de corona, premio Nobel y poder y en su conversación no había manos delante de la boca ni susurros ni nada por el estilo. Hablaban. Enfatizaban. Sonreían. Por supuesto, se habrían cuidado de no comentar ante nosotros ningún tema de alto secreto ni otras barbaridades… pero lo cierto es que compartieron mesa con informadores y gráficos con total naturalidad. El ‘off the record’, lo que se conoce como comentarios a micrófono cerrado, es tan antiguo como el periodismo, y muy útil cuando hay confianza y honestidad por ambas partes. De aquellas, los bulos informativos estaban muy mal vistos, entre otras cosas porque no había redes sociales y cualquier noticia que publicabas tenías que garantizarla con tu firma o con el respaldo de un medio de comunicación serio y de trayectoria contrastada.Recuerdo que, al cabo de un rato, tras un par de vinos y unos cuantos pinchos, Juan Carlos, Camilo y Felipe se despidieron y regresaron sobre sus pasos hacia la casa. De lo que allí se habló no trascendió nada (descuiden, los cimientos del Estado seguían a salvo) y nosotros regresamos a nuestras redacciones para elaborar la noticia del día cuyo epicentro era Padrón.Hoy se sigue haciendo buen periodismo, por supuesto. Pero en el saco sin fondo del mundo digital cabe de todo y yo echo de menos más capacidad crítica. La inmediatez y el aluvión informativo no nos permiten tamizar, nos cansan, y muchas veces ponemos el piloto automático y dejamos que la actualidad pase ante nosotros como una película sueca de sobremesa, sin importarnos demasiado el argumento. Quizás sea bueno; quizás sea mejor no tomarnos tan en serio lo que ocurre. Hay que vivir, amigo mío, que decía Joan Baptista Humet. RSS de noticias de espana
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julio 26, 2025
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