En la Fórmula 1 rige un principio que no es nada original, porque se puede aplicar a la mayoría de disciplinas del deporte: la búsqueda de la eficiencia máxima. Lo que ocurre es que este ideal se ha convertido en prácticamente una entelequia en la era moderna, en la que el componente tecnológico se ha establecido como el más determinante en la relación coche-piloto. Esa eficiencia pasa por el talento del corredor y su tino en una jornada concreta; por la competitividad del monoplaza que conduce y por el acierto de la escudería, tanto en el ensamblaje y la configuración del bólido. Y luego hay esas piezas que se rompen cuando no deberían, y que mandan retrete abajo lo bien que se haya podido hacer todo lo anterior. En esa cruzada hacia la excelencia, Red Bull y Max Verstappen figuran al frente de esa tabla imaginaria, una impresión que se intuía perfectamente durante los cuatro últimos años, en los que se coronó campeón de forma consecutiva, y que todavía es menos cuestionable ahora que el holandés no gana o lo hace menos. En el lado opuesto, en las catacumbas de estadística se pueden situar a varios, aunque en estos momentos probablemente sea Aston Martin quien abandere el desatino.
El australiano se impone a Norris en Spa y McLaren logra su sexto doblete, algo que no conseguía desde los tiempos de Senna-Prost
En la Fórmula 1 rige un principio que no es nada original, porque se puede aplicar a la mayoría de disciplinas del deporte: la búsqueda de la eficiencia máxima. Lo que ocurre es que este ideal se ha convertido en prácticamente una entelequia en la era moderna, en la que el componente tecnológico se ha establecido como el más determinante en la relación coche-piloto. Esa eficiencia pasa por el talento del corredor y su tino en una jornada concreta; por la competitividad del monoplaza que conduce y por el acierto de la escudería, tanto en el ensamblaje y la configuración del bólido. Y luego hay esas piezas que se rompen cuando no deberían, y que mandan retrete abajo lo bien que se haya podido hacer todo lo anterior. En esa cruzada hacia la excelencia, Red Bull y Max Verstappen figuran al frente de esa tabla imaginaria, una impresión que se intuía perfectamente durante los cuatro últimos años, en los que se coronó campeón de forma consecutiva, y que todavía es menos cuestionable ahora que el holandés no gana o lo hace menos. En el lado opuesto, en las catacumbas de estadística se pueden situar a varios, aunque en estos momentos probablemente sea Aston Martin quien abandere el desatino.
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