Me preguntas, querido amigo, acerca de las piscinas españolas . Peor aún, me pides consejo sobre cuál debería ser tu papel en ellas. Te advierto que no es asunto sencillo, las piscinas en España son territorios complejísimos, casi te diría que atávicos , y tú no dejas de ser un guiri, un guiri rosáceo y despistado que no conoce los códigos como los conozco yo, que he nacido en un páramo lleno de moscas, piletas y tumbas de visigodos. No obstante, intentaré darte algunas pistas, por si te pudiera ayudar. Porque desde ese páramo hemos conquistado el mundo, que no es tan sencillo como conquistar un buen sitio en la piscina, pero también tiene su complejidad.Lo primero que has de aceptar es que tu papel en la piscina no es protagonista sino subsidiario; tu existencia no tiene sentido en sí misma, no eres un fin sino un medio y una vez que pisas ese recinto se suspenden todos tus derechos para entregárselos a tus hijos Julie y Thomas, esas dos guirnaldas blancas y reflectantes como un par de bombillas LED . Tú ya no puedes volver a plantearte -sería ingenuo- la piscina como escenario en el que ser tú mismo. Qué va Nickie. Tú no pintas nada, tu descanso, tu lectura o aquellas ganas de desconectar de las que me hablaste y que casi a punto estuvieron de hacer que me ahogara por las carcajadas, son asuntos secundarios. Tu ahí has ido a trabajar, a currar, así que hazte a la idea de que eres una mezcla de porteador, de camarero y de monitor de ocio y tiempo libre. No pasa nada, los hombres de verdad sabemos asumir nuestro papel. Que, por supuesto, es una extraña mezcla entre cumplir tu responsabilidad como un cuáquero y escaquearte de ella como un liberado sindical del Ministerio de Trabajo . Todo a su tiempo, es un asunto de equilibrio que solo se alcanza en la madurez, seguramente en el mismo bar de la piscina, junto a hombres de la tercera edad que, como tú, vean el Tour entre un café con hielo y un silencio como de monasterio Jerónimo, mirando la nada de Normandía como alternativa a verlo todo en Madrid.Noticia Relacionada video-noticia No El calor extremo lleva a cientos de personas a piscinas públicas en Alemania EFE Essen (Alemania), 2 jul (EFE/EPA).- Decenas de personas se refrescaron este miércoles en la piscina …En cualquier caso, lo primero es lo primero. Nada más llegar verás una lucha de hombres madrugadores que reclaman su pedacito de césped como si fuera un territorio conquistado, con su fuero y todo. No luchan por el espacio: luchan por el tiempo, por la proyección de su estirpe, por el prestigio genético. Van con bolsas, con sillas, con tumbonas. Algunos llevan mesas de camping, neveras y botiquines, que yo, la verdad, alguna vez me he planteado ir con un par de mulas y dos estibadores polacos para que me echaran una mano. Porque ya te aviso que vas a acabar el verano con la ciática como una lubina de ración. Estoy pensando que a lo mejor tú tenías pensado coger un par de toallas, una novela de espías y tirarte el día leyendo mientras tus hijos desarrollan branquias a la altura del entrecote. Perdona, pero es que me ha dado la risa. Eso será posible en tu casa, Nickie, en Sheffield. En España te puedes olvidando, ir a la piscina no es un tipo de turismo: es una mudanza . No es una pequeña iteración: es un éxodo.La jornada empieza antes de que abran las puertas. Porque esto es España, y aquí hay gente que madruga para poner la toalla. A las nueve de la mañana ya hay cola. A las nueve y cinco hay tensión. A las nueve y diez, codazos. Y a las nueve y media se produce algo parecido a una carga de caballería del regimiento de Farnesio , una estampida humana con neveras, sillas plegables y niños atados con manguitos como si fueran boyas humanas. Que, de verdad, es para verlo.Pero tiene sentido porque conquistar un buen sitio en la piscina es el equivalente veraniego a plantar la bandera en la Luna . Entre los hombres de esta tierra no suele haber problemas con el robo de territorios, más bien una cooperación sobreentendida y silente como cuando la repoblación del Duero, una serie de miradas de control, como Clint Eastwood a Eli Wallach en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’. Nadie se mete en el césped de nadie, pero, llegado el momento, creo que podrías contar con la ayuda de los más cercanos para combatir a un tercero que reclame tu posición en el momento en el que vayas al coche a por el botiquín, a por la biblioteca portátil o incluso a por los niños, que es posible que se te hayan olvidado en medio de este Grand Prix castizo .Hay pocas instituciones tan sagradas para el españolito medio como la piscina en verano, Nickie. Ten en cuenta que quien está ahí es porque no ha podido ir a la playa. Porque a los españoles lo que nos gusta en verano es el agua, en este orden: primero la del mar, después la del río y finalmente la de la piscina. Estar en la piscina no debe ser entendido como algo un poco mejor que estar en casa sino como algo un poco peor que estar de vacaciones . Todos los que estamos allí lo sabemos y nos miramos con una mezcla entre condescendencia y orgullo de clase que tratamos de obviar con frases como «pues sí que se está bien aquí», «teniendo esto quién quiere Biarritz » o «es como tener un terreno para ti pero que te lo cuide otro». Y otras formas de autoengaño. Así que está el agua, claro. El líquido-elemento propiamente dicho, que es el tótem sagrado de este invento. Da igual cómo esté, siempre te van a decir que «al principio está fría, pero luego está muy buena ». Y eso vale tanto si está recién salida de un fiordo noruego como si hace burbujas por su cercanía al punto de ebullición. Luego sales y ves el panorama. Ahí estamos todos, Nickie: jubilados con radio, adolescentes hormonados que se echan colonia para ir a bañarse, padres peludos en chanclas y señoras que abren un táper de filetes empanados que sobraron de la cena. Un niño llora porque su primo lo ha ahogado y el primo no acaba de entender qué ha hecho mal -al fin y al cabo morir es parte del juego- mientras el socorrista , un joven apolíneo, mira la escena con desdén desde su trono de plástico, recordándonos que el poder siempre lleva silbato.Por la tarde, el calor y el cloro nos convierten en sombras y, a las siete, suena de nuevo el silbato y la piscina entra en una melancolía húmeda, como si acabara el verano, aunque solo acabe el día. Y vuelta a cargar todo para llegar, por fin, a casa, con olor a cloro , las lágrimas saladas para recordar el mar y, en tu caso, un colorcillo rojo como de gamba de Denia . Y la sensación íntima de que tampoco se está tan mal en febrero.Estoy a tu disposición para dejarte un gorro o un hombro sobre los que hacer el ridículo. Y sin más, me despido hasta la próxima. Siempre tuyo. Me preguntas, querido amigo, acerca de las piscinas españolas . Peor aún, me pides consejo sobre cuál debería ser tu papel en ellas. Te advierto que no es asunto sencillo, las piscinas en España son territorios complejísimos, casi te diría que atávicos , y tú no dejas de ser un guiri, un guiri rosáceo y despistado que no conoce los códigos como los conozco yo, que he nacido en un páramo lleno de moscas, piletas y tumbas de visigodos. No obstante, intentaré darte algunas pistas, por si te pudiera ayudar. Porque desde ese páramo hemos conquistado el mundo, que no es tan sencillo como conquistar un buen sitio en la piscina, pero también tiene su complejidad.Lo primero que has de aceptar es que tu papel en la piscina no es protagonista sino subsidiario; tu existencia no tiene sentido en sí misma, no eres un fin sino un medio y una vez que pisas ese recinto se suspenden todos tus derechos para entregárselos a tus hijos Julie y Thomas, esas dos guirnaldas blancas y reflectantes como un par de bombillas LED . Tú ya no puedes volver a plantearte -sería ingenuo- la piscina como escenario en el que ser tú mismo. Qué va Nickie. Tú no pintas nada, tu descanso, tu lectura o aquellas ganas de desconectar de las que me hablaste y que casi a punto estuvieron de hacer que me ahogara por las carcajadas, son asuntos secundarios. Tu ahí has ido a trabajar, a currar, así que hazte a la idea de que eres una mezcla de porteador, de camarero y de monitor de ocio y tiempo libre. No pasa nada, los hombres de verdad sabemos asumir nuestro papel. Que, por supuesto, es una extraña mezcla entre cumplir tu responsabilidad como un cuáquero y escaquearte de ella como un liberado sindical del Ministerio de Trabajo . Todo a su tiempo, es un asunto de equilibrio que solo se alcanza en la madurez, seguramente en el mismo bar de la piscina, junto a hombres de la tercera edad que, como tú, vean el Tour entre un café con hielo y un silencio como de monasterio Jerónimo, mirando la nada de Normandía como alternativa a verlo todo en Madrid.Noticia Relacionada video-noticia No El calor extremo lleva a cientos de personas a piscinas públicas en Alemania EFE Essen (Alemania), 2 jul (EFE/EPA).- Decenas de personas se refrescaron este miércoles en la piscina …En cualquier caso, lo primero es lo primero. Nada más llegar verás una lucha de hombres madrugadores que reclaman su pedacito de césped como si fuera un territorio conquistado, con su fuero y todo. No luchan por el espacio: luchan por el tiempo, por la proyección de su estirpe, por el prestigio genético. Van con bolsas, con sillas, con tumbonas. Algunos llevan mesas de camping, neveras y botiquines, que yo, la verdad, alguna vez me he planteado ir con un par de mulas y dos estibadores polacos para que me echaran una mano. Porque ya te aviso que vas a acabar el verano con la ciática como una lubina de ración. Estoy pensando que a lo mejor tú tenías pensado coger un par de toallas, una novela de espías y tirarte el día leyendo mientras tus hijos desarrollan branquias a la altura del entrecote. Perdona, pero es que me ha dado la risa. Eso será posible en tu casa, Nickie, en Sheffield. En España te puedes olvidando, ir a la piscina no es un tipo de turismo: es una mudanza . No es una pequeña iteración: es un éxodo.La jornada empieza antes de que abran las puertas. Porque esto es España, y aquí hay gente que madruga para poner la toalla. A las nueve de la mañana ya hay cola. A las nueve y cinco hay tensión. A las nueve y diez, codazos. Y a las nueve y media se produce algo parecido a una carga de caballería del regimiento de Farnesio , una estampida humana con neveras, sillas plegables y niños atados con manguitos como si fueran boyas humanas. Que, de verdad, es para verlo.Pero tiene sentido porque conquistar un buen sitio en la piscina es el equivalente veraniego a plantar la bandera en la Luna . Entre los hombres de esta tierra no suele haber problemas con el robo de territorios, más bien una cooperación sobreentendida y silente como cuando la repoblación del Duero, una serie de miradas de control, como Clint Eastwood a Eli Wallach en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’. Nadie se mete en el césped de nadie, pero, llegado el momento, creo que podrías contar con la ayuda de los más cercanos para combatir a un tercero que reclame tu posición en el momento en el que vayas al coche a por el botiquín, a por la biblioteca portátil o incluso a por los niños, que es posible que se te hayan olvidado en medio de este Grand Prix castizo .Hay pocas instituciones tan sagradas para el españolito medio como la piscina en verano, Nickie. Ten en cuenta que quien está ahí es porque no ha podido ir a la playa. Porque a los españoles lo que nos gusta en verano es el agua, en este orden: primero la del mar, después la del río y finalmente la de la piscina. Estar en la piscina no debe ser entendido como algo un poco mejor que estar en casa sino como algo un poco peor que estar de vacaciones . Todos los que estamos allí lo sabemos y nos miramos con una mezcla entre condescendencia y orgullo de clase que tratamos de obviar con frases como «pues sí que se está bien aquí», «teniendo esto quién quiere Biarritz » o «es como tener un terreno para ti pero que te lo cuide otro». Y otras formas de autoengaño. Así que está el agua, claro. El líquido-elemento propiamente dicho, que es el tótem sagrado de este invento. Da igual cómo esté, siempre te van a decir que «al principio está fría, pero luego está muy buena ». Y eso vale tanto si está recién salida de un fiordo noruego como si hace burbujas por su cercanía al punto de ebullición. Luego sales y ves el panorama. Ahí estamos todos, Nickie: jubilados con radio, adolescentes hormonados que se echan colonia para ir a bañarse, padres peludos en chanclas y señoras que abren un táper de filetes empanados que sobraron de la cena. Un niño llora porque su primo lo ha ahogado y el primo no acaba de entender qué ha hecho mal -al fin y al cabo morir es parte del juego- mientras el socorrista , un joven apolíneo, mira la escena con desdén desde su trono de plástico, recordándonos que el poder siempre lleva silbato.Por la tarde, el calor y el cloro nos convierten en sombras y, a las siete, suena de nuevo el silbato y la piscina entra en una melancolía húmeda, como si acabara el verano, aunque solo acabe el día. Y vuelta a cargar todo para llegar, por fin, a casa, con olor a cloro , las lágrimas saladas para recordar el mar y, en tu caso, un colorcillo rojo como de gamba de Denia . Y la sensación íntima de que tampoco se está tan mal en febrero.Estoy a tu disposición para dejarte un gorro o un hombro sobre los que hacer el ridículo. Y sin más, me despido hasta la próxima. Siempre tuyo. Me preguntas, querido amigo, acerca de las piscinas españolas . Peor aún, me pides consejo sobre cuál debería ser tu papel en ellas. Te advierto que no es asunto sencillo, las piscinas en España son territorios complejísimos, casi te diría que atávicos , y tú no dejas de ser un guiri, un guiri rosáceo y despistado que no conoce los códigos como los conozco yo, que he nacido en un páramo lleno de moscas, piletas y tumbas de visigodos. No obstante, intentaré darte algunas pistas, por si te pudiera ayudar. Porque desde ese páramo hemos conquistado el mundo, que no es tan sencillo como conquistar un buen sitio en la piscina, pero también tiene su complejidad.Lo primero que has de aceptar es que tu papel en la piscina no es protagonista sino subsidiario; tu existencia no tiene sentido en sí misma, no eres un fin sino un medio y una vez que pisas ese recinto se suspenden todos tus derechos para entregárselos a tus hijos Julie y Thomas, esas dos guirnaldas blancas y reflectantes como un par de bombillas LED . Tú ya no puedes volver a plantearte -sería ingenuo- la piscina como escenario en el que ser tú mismo. Qué va Nickie. Tú no pintas nada, tu descanso, tu lectura o aquellas ganas de desconectar de las que me hablaste y que casi a punto estuvieron de hacer que me ahogara por las carcajadas, son asuntos secundarios. Tu ahí has ido a trabajar, a currar, así que hazte a la idea de que eres una mezcla de porteador, de camarero y de monitor de ocio y tiempo libre. No pasa nada, los hombres de verdad sabemos asumir nuestro papel. Que, por supuesto, es una extraña mezcla entre cumplir tu responsabilidad como un cuáquero y escaquearte de ella como un liberado sindical del Ministerio de Trabajo . Todo a su tiempo, es un asunto de equilibrio que solo se alcanza en la madurez, seguramente en el mismo bar de la piscina, junto a hombres de la tercera edad que, como tú, vean el Tour entre un café con hielo y un silencio como de monasterio Jerónimo, mirando la nada de Normandía como alternativa a verlo todo en Madrid.Noticia Relacionada video-noticia No El calor extremo lleva a cientos de personas a piscinas públicas en Alemania EFE Essen (Alemania), 2 jul (EFE/EPA).- Decenas de personas se refrescaron este miércoles en la piscina …En cualquier caso, lo primero es lo primero. Nada más llegar verás una lucha de hombres madrugadores que reclaman su pedacito de césped como si fuera un territorio conquistado, con su fuero y todo. No luchan por el espacio: luchan por el tiempo, por la proyección de su estirpe, por el prestigio genético. Van con bolsas, con sillas, con tumbonas. Algunos llevan mesas de camping, neveras y botiquines, que yo, la verdad, alguna vez me he planteado ir con un par de mulas y dos estibadores polacos para que me echaran una mano. Porque ya te aviso que vas a acabar el verano con la ciática como una lubina de ración. Estoy pensando que a lo mejor tú tenías pensado coger un par de toallas, una novela de espías y tirarte el día leyendo mientras tus hijos desarrollan branquias a la altura del entrecote. Perdona, pero es que me ha dado la risa. Eso será posible en tu casa, Nickie, en Sheffield. En España te puedes olvidando, ir a la piscina no es un tipo de turismo: es una mudanza . No es una pequeña iteración: es un éxodo.La jornada empieza antes de que abran las puertas. Porque esto es España, y aquí hay gente que madruga para poner la toalla. A las nueve de la mañana ya hay cola. A las nueve y cinco hay tensión. A las nueve y diez, codazos. Y a las nueve y media se produce algo parecido a una carga de caballería del regimiento de Farnesio , una estampida humana con neveras, sillas plegables y niños atados con manguitos como si fueran boyas humanas. Que, de verdad, es para verlo.Pero tiene sentido porque conquistar un buen sitio en la piscina es el equivalente veraniego a plantar la bandera en la Luna . Entre los hombres de esta tierra no suele haber problemas con el robo de territorios, más bien una cooperación sobreentendida y silente como cuando la repoblación del Duero, una serie de miradas de control, como Clint Eastwood a Eli Wallach en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’. Nadie se mete en el césped de nadie, pero, llegado el momento, creo que podrías contar con la ayuda de los más cercanos para combatir a un tercero que reclame tu posición en el momento en el que vayas al coche a por el botiquín, a por la biblioteca portátil o incluso a por los niños, que es posible que se te hayan olvidado en medio de este Grand Prix castizo .Hay pocas instituciones tan sagradas para el españolito medio como la piscina en verano, Nickie. Ten en cuenta que quien está ahí es porque no ha podido ir a la playa. Porque a los españoles lo que nos gusta en verano es el agua, en este orden: primero la del mar, después la del río y finalmente la de la piscina. Estar en la piscina no debe ser entendido como algo un poco mejor que estar en casa sino como algo un poco peor que estar de vacaciones . Todos los que estamos allí lo sabemos y nos miramos con una mezcla entre condescendencia y orgullo de clase que tratamos de obviar con frases como «pues sí que se está bien aquí», «teniendo esto quién quiere Biarritz » o «es como tener un terreno para ti pero que te lo cuide otro». Y otras formas de autoengaño. Así que está el agua, claro. El líquido-elemento propiamente dicho, que es el tótem sagrado de este invento. Da igual cómo esté, siempre te van a decir que «al principio está fría, pero luego está muy buena ». Y eso vale tanto si está recién salida de un fiordo noruego como si hace burbujas por su cercanía al punto de ebullición. Luego sales y ves el panorama. Ahí estamos todos, Nickie: jubilados con radio, adolescentes hormonados que se echan colonia para ir a bañarse, padres peludos en chanclas y señoras que abren un táper de filetes empanados que sobraron de la cena. Un niño llora porque su primo lo ha ahogado y el primo no acaba de entender qué ha hecho mal -al fin y al cabo morir es parte del juego- mientras el socorrista , un joven apolíneo, mira la escena con desdén desde su trono de plástico, recordándonos que el poder siempre lleva silbato.Por la tarde, el calor y el cloro nos convierten en sombras y, a las siete, suena de nuevo el silbato y la piscina entra en una melancolía húmeda, como si acabara el verano, aunque solo acabe el día. Y vuelta a cargar todo para llegar, por fin, a casa, con olor a cloro , las lágrimas saladas para recordar el mar y, en tu caso, un colorcillo rojo como de gamba de Denia . Y la sensación íntima de que tampoco se está tan mal en febrero.Estoy a tu disposición para dejarte un gorro o un hombro sobre los que hacer el ridículo. Y sin más, me despido hasta la próxima. Siempre tuyo. RSS de noticias de cultura
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