De pequeño no fue tanto la escuela sino la afición al fútbol la que me aportó mis primeras nociones de geografía . Mi padre podía recitar la lista completa de los partidos judiciales de cada provincia porque se la habían enseñado en el colegio en su niñez. A mí me sonaban las localidades por los equipos de fútbol y algún pelotero que hubiera nacido allí. Si Camacho , el exjugador del Madrid, no hubiera venido al mundo en Cieza , jamás hubiera oído hablar de ese pueblo de Murcia. Almendralejo no estuvo en mi mente hasta que colgué en la pared de mi habitación un recorte de periódico con la foto de Rafael Gordillo.Tengo un amigo , refractario a estudiar o leer libro alguno, cuyo mapa mental de la geografía sigue basado en esa memoria futbolística . Si le preguntas por Alicante te dirá que es una ciudad que tiene playa, donde juega el Hércules en el estadio José Rico Pérez. «Esto es todo lo que necesito saber», alegará. Sobre Moldavia reconoció que ignoraba dónde estaba , pero sabía, sin embargo, que de allí eran el Sheriff Tiraspol y el Zimbru Chisinau. Que ni siquiera él, que es una enciclopedia futbolística andante, hubiera oído en su vida hablar del Petrocub Hincesti , me daba ya una idea de la escasa entidad del rival del Betis.Pareciera que la Conference solo sirve para la geografía, además de para llevarse un disgusto con el rendimiento del Betis . Si exceptuamos el gol anulado a Bakambu, por falta al portero, el Betis no tiró a puerta ni una sola vez en toda la primera parte. Al equipo moldavo le bastó con cerrar filas en defensa y poner toda la carne en el asador. El Betis tuvo la pelota , pero volvió a jugar sin profundidad . Los verdiblancos parece que corren con esas pesas que se ponen los deportistas en los tobillos durante la pretemporada para incrementar el ritmo cardiaco, fortalecer la musculatura y perder peso.Pellegrini tuvo que dar entrada en la segunda parte a Abde y Altimira . Sacó a Cardoso y a Jesús Rodríguez , pero el chileno hubiera cambiado a todo el equipo si hubiera podido. Tuvo que fallar un defensor moldavo, al intentar sacar el balón, para que el Betis por fin marcara en las botas de Bakambu , que definió bien. Corría el minuto 53. A partir del gol, ¡por fin!, el Betis cambió el chip y mostró la superioridad que se le presupone , con triangulaciones rápidas y la intensidad que no había querido exhibir en la primera parte.Algo bueno sí tienen los partidos contra equipos desconocidos: permiten rendir tributo al fútbol modesto, donde escasea la calidad, pero sobran ganas, sacrificio y tenacidad. Cada partido en Europa está siendo un recordatorio de que once hombres motivados y aguerridos pueden sacar los colores a los multimillonarios de turno que osen ignorar que la humildad es la madre del éxito y que la soberbia enterró a muchos poderosos. La primera parte del Betis fue nuevamente de una indignante indolencia. Por fortuna, los verdiblancos reaccionaron en la segunda mitad y ahorraron a la afición bética de vivir otro bochorno europeo.Mi amigo futbolero no tiene ni idea de dónde está Moldavia , ni qué idioma se habla allí; ni sabe ni le importan datos como que los moldavos tienen una renta per cápita cinco veces menor que la de los españoles. Tampoco podría sacarse de la chistera ningún apunte pedante, hablando de las campañas de Trajano —el emperador oriundo de la Bética—, contra los dacios, antiguos pobladores de las tierras moldavas. No fue más allá de octavo de EGB, es decir, educación primera. Sin embargo, razona con absoluta sensatez cuando habla sobre la campaña bética en Europa: «Hay que ser humilde para admitir los errores, inteligente para aprender de ellos y maduro para corregirlos» . Además, a diferencia de algunos jugadores del Betis, él jamás se ha permitido ir al tajo con desidia. De pequeño no fue tanto la escuela sino la afición al fútbol la que me aportó mis primeras nociones de geografía . Mi padre podía recitar la lista completa de los partidos judiciales de cada provincia porque se la habían enseñado en el colegio en su niñez. A mí me sonaban las localidades por los equipos de fútbol y algún pelotero que hubiera nacido allí. Si Camacho , el exjugador del Madrid, no hubiera venido al mundo en Cieza , jamás hubiera oído hablar de ese pueblo de Murcia. Almendralejo no estuvo en mi mente hasta que colgué en la pared de mi habitación un recorte de periódico con la foto de Rafael Gordillo.Tengo un amigo , refractario a estudiar o leer libro alguno, cuyo mapa mental de la geografía sigue basado en esa memoria futbolística . Si le preguntas por Alicante te dirá que es una ciudad que tiene playa, donde juega el Hércules en el estadio José Rico Pérez. «Esto es todo lo que necesito saber», alegará. Sobre Moldavia reconoció que ignoraba dónde estaba , pero sabía, sin embargo, que de allí eran el Sheriff Tiraspol y el Zimbru Chisinau. Que ni siquiera él, que es una enciclopedia futbolística andante, hubiera oído en su vida hablar del Petrocub Hincesti , me daba ya una idea de la escasa entidad del rival del Betis.Pareciera que la Conference solo sirve para la geografía, además de para llevarse un disgusto con el rendimiento del Betis . Si exceptuamos el gol anulado a Bakambu, por falta al portero, el Betis no tiró a puerta ni una sola vez en toda la primera parte. Al equipo moldavo le bastó con cerrar filas en defensa y poner toda la carne en el asador. El Betis tuvo la pelota , pero volvió a jugar sin profundidad . Los verdiblancos parece que corren con esas pesas que se ponen los deportistas en los tobillos durante la pretemporada para incrementar el ritmo cardiaco, fortalecer la musculatura y perder peso.Pellegrini tuvo que dar entrada en la segunda parte a Abde y Altimira . Sacó a Cardoso y a Jesús Rodríguez , pero el chileno hubiera cambiado a todo el equipo si hubiera podido. Tuvo que fallar un defensor moldavo, al intentar sacar el balón, para que el Betis por fin marcara en las botas de Bakambu , que definió bien. Corría el minuto 53. A partir del gol, ¡por fin!, el Betis cambió el chip y mostró la superioridad que se le presupone , con triangulaciones rápidas y la intensidad que no había querido exhibir en la primera parte.Algo bueno sí tienen los partidos contra equipos desconocidos: permiten rendir tributo al fútbol modesto, donde escasea la calidad, pero sobran ganas, sacrificio y tenacidad. Cada partido en Europa está siendo un recordatorio de que once hombres motivados y aguerridos pueden sacar los colores a los multimillonarios de turno que osen ignorar que la humildad es la madre del éxito y que la soberbia enterró a muchos poderosos. La primera parte del Betis fue nuevamente de una indignante indolencia. Por fortuna, los verdiblancos reaccionaron en la segunda mitad y ahorraron a la afición bética de vivir otro bochorno europeo.Mi amigo futbolero no tiene ni idea de dónde está Moldavia , ni qué idioma se habla allí; ni sabe ni le importan datos como que los moldavos tienen una renta per cápita cinco veces menor que la de los españoles. Tampoco podría sacarse de la chistera ningún apunte pedante, hablando de las campañas de Trajano —el emperador oriundo de la Bética—, contra los dacios, antiguos pobladores de las tierras moldavas. No fue más allá de octavo de EGB, es decir, educación primera. Sin embargo, razona con absoluta sensatez cuando habla sobre la campaña bética en Europa: «Hay que ser humilde para admitir los errores, inteligente para aprender de ellos y maduro para corregirlos» . Además, a diferencia de algunos jugadores del Betis, él jamás se ha permitido ir al tajo con desidia. De pequeño no fue tanto la escuela sino la afición al fútbol la que me aportó mis primeras nociones de geografía . Mi padre podía recitar la lista completa de los partidos judiciales de cada provincia porque se la habían enseñado en el colegio en su niñez. A mí me sonaban las localidades por los equipos de fútbol y algún pelotero que hubiera nacido allí. Si Camacho , el exjugador del Madrid, no hubiera venido al mundo en Cieza , jamás hubiera oído hablar de ese pueblo de Murcia. Almendralejo no estuvo en mi mente hasta que colgué en la pared de mi habitación un recorte de periódico con la foto de Rafael Gordillo.Tengo un amigo , refractario a estudiar o leer libro alguno, cuyo mapa mental de la geografía sigue basado en esa memoria futbolística . Si le preguntas por Alicante te dirá que es una ciudad que tiene playa, donde juega el Hércules en el estadio José Rico Pérez. «Esto es todo lo que necesito saber», alegará. Sobre Moldavia reconoció que ignoraba dónde estaba , pero sabía, sin embargo, que de allí eran el Sheriff Tiraspol y el Zimbru Chisinau. Que ni siquiera él, que es una enciclopedia futbolística andante, hubiera oído en su vida hablar del Petrocub Hincesti , me daba ya una idea de la escasa entidad del rival del Betis.Pareciera que la Conference solo sirve para la geografía, además de para llevarse un disgusto con el rendimiento del Betis . Si exceptuamos el gol anulado a Bakambu, por falta al portero, el Betis no tiró a puerta ni una sola vez en toda la primera parte. Al equipo moldavo le bastó con cerrar filas en defensa y poner toda la carne en el asador. El Betis tuvo la pelota , pero volvió a jugar sin profundidad . Los verdiblancos parece que corren con esas pesas que se ponen los deportistas en los tobillos durante la pretemporada para incrementar el ritmo cardiaco, fortalecer la musculatura y perder peso.Pellegrini tuvo que dar entrada en la segunda parte a Abde y Altimira . Sacó a Cardoso y a Jesús Rodríguez , pero el chileno hubiera cambiado a todo el equipo si hubiera podido. Tuvo que fallar un defensor moldavo, al intentar sacar el balón, para que el Betis por fin marcara en las botas de Bakambu , que definió bien. Corría el minuto 53. A partir del gol, ¡por fin!, el Betis cambió el chip y mostró la superioridad que se le presupone , con triangulaciones rápidas y la intensidad que no había querido exhibir en la primera parte.Algo bueno sí tienen los partidos contra equipos desconocidos: permiten rendir tributo al fútbol modesto, donde escasea la calidad, pero sobran ganas, sacrificio y tenacidad. Cada partido en Europa está siendo un recordatorio de que once hombres motivados y aguerridos pueden sacar los colores a los multimillonarios de turno que osen ignorar que la humildad es la madre del éxito y que la soberbia enterró a muchos poderosos. La primera parte del Betis fue nuevamente de una indignante indolencia. Por fortuna, los verdiblancos reaccionaron en la segunda mitad y ahorraron a la afición bética de vivir otro bochorno europeo.Mi amigo futbolero no tiene ni idea de dónde está Moldavia , ni qué idioma se habla allí; ni sabe ni le importan datos como que los moldavos tienen una renta per cápita cinco veces menor que la de los españoles. Tampoco podría sacarse de la chistera ningún apunte pedante, hablando de las campañas de Trajano —el emperador oriundo de la Bética—, contra los dacios, antiguos pobladores de las tierras moldavas. No fue más allá de octavo de EGB, es decir, educación primera. Sin embargo, razona con absoluta sensatez cuando habla sobre la campaña bética en Europa: «Hay que ser humilde para admitir los errores, inteligente para aprender de ellos y maduro para corregirlos» . Además, a diferencia de algunos jugadores del Betis, él jamás se ha permitido ir al tajo con desidia. RSS de noticias de deportes
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