<p>Dice Raúl del Pozo que «salir de Madrid siempre es un error». Su universo periodístico sólo se explica desde dentro de la M-30, que él retrata como un divertido zoco centrífugo, atiborrado de conspiraciones y de chalaneos. Un poco como el Patio de Monipodio de aquí, pero con otra cochambre más política y más cínica: en los cenáculos madrileños, al primero que se levanta de la mesa para ir al cuarto de baño es al primero al que apuñalan.</p>
El columnista de EL MUNDO recoge en Sevilla el Romero Murube, el último gran galardón que le quedaba, entre alabanzas del presidente andaluz
<p>Dice Raúl del Pozo que «salir de Madrid siempre es un error». Su universo periodístico sólo se explica desde dentro de la M-30, que él retrata como un divertido zoco centrífugo, atiborrado de conspiraciones y de chalaneos. Un poco como el Patio de Monipodio de aquí, pero con otra cochambre más política y más cínica: en los cenáculos madrileños, al primero que se levanta de la mesa para ir al cuarto de baño es al primero al que apuñalan.</p>
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