Unos tienen largas barbas oscuras y otros, claras. Algunos, en cambio, parecen estar recién afeitados. Sus glumas pueden ser alargadas, gruesas o de bellas formas geométricas. Los hay que al madurar tienden al amarillo, al marrón o al negro. “Mira este qué bonito”, dice entusiasmado Agustín Troya, de 49 años, mientras muestra un manojo de espigas de trigo raspinegro de Jubrique. Él es uno de los fundadores de la cooperativa malagueña Cereales Locales Ecológicos, formada por agricultores empeñados en recuperar semillas antiguas de este cereal para recuperar la biodiversidad, ofrecer un producto de cercanía al consumidor, mejorar la autonomía del agricultor y fomentar el desarrollo local frente a la despoblación. “Son todo ventajas”, asegura al tiempo que enseña ejemplares de escaña andaluza y trigo recio de Ronda.
Una cooperativa trabaja en la recuperación y comercialización de variedades locales de este cereal para fomentar el desarrollo económico de pequeños municipios y conseguir más autonomía de los agricultores frente a la gran industria
Unos tienen largas barbas oscuras y otros, claras. Algunos, en cambio, parecen estar recién afeitados. Sus glumas pueden ser alargadas, gruesas o de bellas formas geométricas. Los hay que al madurar tienden al amarillo, al marrón o al negro. “Mira este qué bonito”, dice entusiasmado Agustín Troya, de 49 años, mientras muestra un manojo de espigas de trigo raspinegro de Jubrique. Él es uno de los fundadores de la cooperativa malagueña Cereales Locales Ecológicos, formada por agricultores empeñados en recuperar semillas antiguas de este cereal para recuperar la biodiversidad, ofrecer un producto de cercanía al consumidor, mejorar la autonomía del agricultor y fomentar el desarrollo local frente a la despoblación. “Son todo ventajas”, asegura al tiempo que enseña ejemplares de escaña andaluza y trigo recio de Ronda.
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