Pasan pocos minutos de las nueve de la noche y nadie escapa de un control de la Guardia Civil para acceder a Torre Pacheco . Acaba de publicarse que el presunto autor de la brutal paliza a un hombre de 68 años el pasado miércoles, que ha dado lugar a un estallido de la violencia en la localidad murciana, ha sido detenido en el País Vasco cuando trataba de huir a Francia. Como los otros dos veinteañeros arrestados por encubrirle, es magrebí.Este lunes, el punto caliente de la localidad murciana es el mismo: el barrio de San Antonio. Pero esta vez, al contrario que las tres jornadas anteriores, los grupos ultras no hacen acto de presencia en sus calles. La cuarta noche de tensión es cosa de medio centenar de jóvenes marroquís -algunos menores- del propio municipio que cubren sus rostros con pañuelos, mascarillas y pasamontañas. Son los que quedan tras haber recibido una orden clara por parte de los imanes de las mezquitas que se han acercado a hablar con ellos: «Idos a casa». También hacen caso omiso a los adultos que les piden que dejen de generar tensión. «Les han dejado claro que tiene que haber paz. A ellos les respetan, cuando hablan, callan. Están cabreados porque ayer los envíe a casa y luego vinieron a por ellos. Están en esa edad en la que se creen por encima de todo», señala un hombre que intenta poner sentido común a la escena.«No entiendo por qué los policías no los cogen y les preguntan por qué van con la cara tapada» , comenta Julio, vecino del municipio, sobre los chicos. «Llevamos años sufriendo robos, trapicheo de drogas, inseguridad… Es continuo, pasa a diario», apunta. El reloj marca las once, la hora crítica. El lanzamiento de bengalas es constante. Los destrozos provocados por ultras este domingo en el kebab de un hostelero querido en la localidad han dolido mucho. Más allá de pedir a los periodistas que retrocedan y que no se acerquen, la situación parece controlada. «Abascal, hijo de puta», gritan . Algunas patrullas del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil aguardan en la misma rotonda que noches atrás se ha convertido en la ‘base’ del operativo. «¿Se arregla esto o no se arregla?», pregunta un señor a uno de los agentes de la Policía Local que refuerza un dispositivo con más de un centenar de efectivos. «De momento, noche tranquila», responde.Noticias relacionadas estandar Si Por si escala la violencia Dos de las tres mezquitas de la localidad cerrarán los próximos días Toni Jiménez estandar Si Dentro de las revueltas «Queremos paz, pero no podemos quedarnos parados si vienen a apalearnos» Toni JiménezCuarenta minutos más tarde, el ruido de las sirenas vuelve a romper el silencio de la noche en Torre Pacheco. Una decena de antidisturbios intenta dispersar al grupo, que se mueve unido por varios puntos cercanos. Empieza la lluvia de botellas de cristal y el inicio una tensa ruta que lleva a los agentes a seguirles durante más una hora. Un dron les ayuda a tener controlados sus movimientos. Aunque los jóvenes llegan a montar una barricada de contenedores en la calle , acaban devolviéndolos a su sitio. Una periodista se acerca a hablar con ellos y les pone en situación: si su intención es ‘vengarse’ esta noche de los atacantes del kebab el día anterior, no lo van a conseguir. Pasada la medianoche, una madre le recrimina a su hijo su actitud y se lo lleva a casa . No será la única escena similar al paso del numeroso grupo por las calles de Torre Pacheco. A las 00.23h, rodeados de una quincena de vehículos de las fuerzas de seguridad, con piedras y palos en la mano, piden la palabra. Uno de ellos se erige como portavoz: «No queremos violencia, ni pelear con nadie con autoridad. ¿Qué hizo ese hombre trabajador para que vayan y le rompan todo? No hay nadie que nos proteja y hable por nosotros. Solo queremos Justicia» . Acto seguido, continúan desplazándose campo a través. Los antidisturbios los van guiando de nuevo hacia el interior del barrio, pero vuelven las bengalas y la lluvia de botellas de cristal. Algunos vecinos observan desde sus balcones como la pirotécnica empleada para generar alboroto ha provocado un pequeño incendio de matorral en un descampado del barrio. Dos chicos acaban detenidos. «He estado tres días en el calabozo y acabo de salir» , asegura uno de ellos antes de subir esposado al coche de la Policía Local. Quedan cuatro minutos para la una de la madrugada y los alborotadores se han dispersado en grupos más reducidos por las calles del barrio. Un grupo de cuatro amigos veinteañeros, españoles, observa todo lo ocurrido. «Hemos ido a cenar fuera porque por aquí no se puede salir» , explican, al tiempo que comentan las convocatorias de organizaciones de extrema derecha que circulan por redes sociales para este martes. Unas llaman a concentrarse en la Plaza del Ayuntamiento, otras hablan hasta de realizar «patrullas vecinales para dar caza a los magrebíes delincuentes» . Ya tienen claro que cenarán en casa. Pasan pocos minutos de las nueve de la noche y nadie escapa de un control de la Guardia Civil para acceder a Torre Pacheco . Acaba de publicarse que el presunto autor de la brutal paliza a un hombre de 68 años el pasado miércoles, que ha dado lugar a un estallido de la violencia en la localidad murciana, ha sido detenido en el País Vasco cuando trataba de huir a Francia. Como los otros dos veinteañeros arrestados por encubrirle, es magrebí.Este lunes, el punto caliente de la localidad murciana es el mismo: el barrio de San Antonio. Pero esta vez, al contrario que las tres jornadas anteriores, los grupos ultras no hacen acto de presencia en sus calles. La cuarta noche de tensión es cosa de medio centenar de jóvenes marroquís -algunos menores- del propio municipio que cubren sus rostros con pañuelos, mascarillas y pasamontañas. Son los que quedan tras haber recibido una orden clara por parte de los imanes de las mezquitas que se han acercado a hablar con ellos: «Idos a casa». También hacen caso omiso a los adultos que les piden que dejen de generar tensión. «Les han dejado claro que tiene que haber paz. A ellos les respetan, cuando hablan, callan. Están cabreados porque ayer los envíe a casa y luego vinieron a por ellos. Están en esa edad en la que se creen por encima de todo», señala un hombre que intenta poner sentido común a la escena.«No entiendo por qué los policías no los cogen y les preguntan por qué van con la cara tapada» , comenta Julio, vecino del municipio, sobre los chicos. «Llevamos años sufriendo robos, trapicheo de drogas, inseguridad… Es continuo, pasa a diario», apunta. El reloj marca las once, la hora crítica. El lanzamiento de bengalas es constante. Los destrozos provocados por ultras este domingo en el kebab de un hostelero querido en la localidad han dolido mucho. Más allá de pedir a los periodistas que retrocedan y que no se acerquen, la situación parece controlada. «Abascal, hijo de puta», gritan . Algunas patrullas del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil aguardan en la misma rotonda que noches atrás se ha convertido en la ‘base’ del operativo. «¿Se arregla esto o no se arregla?», pregunta un señor a uno de los agentes de la Policía Local que refuerza un dispositivo con más de un centenar de efectivos. «De momento, noche tranquila», responde.Noticias relacionadas estandar Si Por si escala la violencia Dos de las tres mezquitas de la localidad cerrarán los próximos días Toni Jiménez estandar Si Dentro de las revueltas «Queremos paz, pero no podemos quedarnos parados si vienen a apalearnos» Toni JiménezCuarenta minutos más tarde, el ruido de las sirenas vuelve a romper el silencio de la noche en Torre Pacheco. Una decena de antidisturbios intenta dispersar al grupo, que se mueve unido por varios puntos cercanos. Empieza la lluvia de botellas de cristal y el inicio una tensa ruta que lleva a los agentes a seguirles durante más una hora. Un dron les ayuda a tener controlados sus movimientos. Aunque los jóvenes llegan a montar una barricada de contenedores en la calle , acaban devolviéndolos a su sitio. Una periodista se acerca a hablar con ellos y les pone en situación: si su intención es ‘vengarse’ esta noche de los atacantes del kebab el día anterior, no lo van a conseguir. Pasada la medianoche, una madre le recrimina a su hijo su actitud y se lo lleva a casa . No será la única escena similar al paso del numeroso grupo por las calles de Torre Pacheco. A las 00.23h, rodeados de una quincena de vehículos de las fuerzas de seguridad, con piedras y palos en la mano, piden la palabra. Uno de ellos se erige como portavoz: «No queremos violencia, ni pelear con nadie con autoridad. ¿Qué hizo ese hombre trabajador para que vayan y le rompan todo? No hay nadie que nos proteja y hable por nosotros. Solo queremos Justicia» . Acto seguido, continúan desplazándose campo a través. Los antidisturbios los van guiando de nuevo hacia el interior del barrio, pero vuelven las bengalas y la lluvia de botellas de cristal. Algunos vecinos observan desde sus balcones como la pirotécnica empleada para generar alboroto ha provocado un pequeño incendio de matorral en un descampado del barrio. Dos chicos acaban detenidos. «He estado tres días en el calabozo y acabo de salir» , asegura uno de ellos antes de subir esposado al coche de la Policía Local. Quedan cuatro minutos para la una de la madrugada y los alborotadores se han dispersado en grupos más reducidos por las calles del barrio. Un grupo de cuatro amigos veinteañeros, españoles, observa todo lo ocurrido. «Hemos ido a cenar fuera porque por aquí no se puede salir» , explican, al tiempo que comentan las convocatorias de organizaciones de extrema derecha que circulan por redes sociales para este martes. Unas llaman a concentrarse en la Plaza del Ayuntamiento, otras hablan hasta de realizar «patrullas vecinales para dar caza a los magrebíes delincuentes» . Ya tienen claro que cenarán en casa. Pasan pocos minutos de las nueve de la noche y nadie escapa de un control de la Guardia Civil para acceder a Torre Pacheco . Acaba de publicarse que el presunto autor de la brutal paliza a un hombre de 68 años el pasado miércoles, que ha dado lugar a un estallido de la violencia en la localidad murciana, ha sido detenido en el País Vasco cuando trataba de huir a Francia. Como los otros dos veinteañeros arrestados por encubrirle, es magrebí.Este lunes, el punto caliente de la localidad murciana es el mismo: el barrio de San Antonio. Pero esta vez, al contrario que las tres jornadas anteriores, los grupos ultras no hacen acto de presencia en sus calles. La cuarta noche de tensión es cosa de medio centenar de jóvenes marroquís -algunos menores- del propio municipio que cubren sus rostros con pañuelos, mascarillas y pasamontañas. Son los que quedan tras haber recibido una orden clara por parte de los imanes de las mezquitas que se han acercado a hablar con ellos: «Idos a casa». También hacen caso omiso a los adultos que les piden que dejen de generar tensión. «Les han dejado claro que tiene que haber paz. A ellos les respetan, cuando hablan, callan. Están cabreados porque ayer los envíe a casa y luego vinieron a por ellos. Están en esa edad en la que se creen por encima de todo», señala un hombre que intenta poner sentido común a la escena.«No entiendo por qué los policías no los cogen y les preguntan por qué van con la cara tapada» , comenta Julio, vecino del municipio, sobre los chicos. «Llevamos años sufriendo robos, trapicheo de drogas, inseguridad… Es continuo, pasa a diario», apunta. El reloj marca las once, la hora crítica. El lanzamiento de bengalas es constante. Los destrozos provocados por ultras este domingo en el kebab de un hostelero querido en la localidad han dolido mucho. Más allá de pedir a los periodistas que retrocedan y que no se acerquen, la situación parece controlada. «Abascal, hijo de puta», gritan . Algunas patrullas del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil aguardan en la misma rotonda que noches atrás se ha convertido en la ‘base’ del operativo. «¿Se arregla esto o no se arregla?», pregunta un señor a uno de los agentes de la Policía Local que refuerza un dispositivo con más de un centenar de efectivos. «De momento, noche tranquila», responde.Noticias relacionadas estandar Si Por si escala la violencia Dos de las tres mezquitas de la localidad cerrarán los próximos días Toni Jiménez estandar Si Dentro de las revueltas «Queremos paz, pero no podemos quedarnos parados si vienen a apalearnos» Toni JiménezCuarenta minutos más tarde, el ruido de las sirenas vuelve a romper el silencio de la noche en Torre Pacheco. Una decena de antidisturbios intenta dispersar al grupo, que se mueve unido por varios puntos cercanos. Empieza la lluvia de botellas de cristal y el inicio una tensa ruta que lleva a los agentes a seguirles durante más una hora. Un dron les ayuda a tener controlados sus movimientos. Aunque los jóvenes llegan a montar una barricada de contenedores en la calle , acaban devolviéndolos a su sitio. Una periodista se acerca a hablar con ellos y les pone en situación: si su intención es ‘vengarse’ esta noche de los atacantes del kebab el día anterior, no lo van a conseguir. Pasada la medianoche, una madre le recrimina a su hijo su actitud y se lo lleva a casa . No será la única escena similar al paso del numeroso grupo por las calles de Torre Pacheco. A las 00.23h, rodeados de una quincena de vehículos de las fuerzas de seguridad, con piedras y palos en la mano, piden la palabra. Uno de ellos se erige como portavoz: «No queremos violencia, ni pelear con nadie con autoridad. ¿Qué hizo ese hombre trabajador para que vayan y le rompan todo? No hay nadie que nos proteja y hable por nosotros. Solo queremos Justicia» . Acto seguido, continúan desplazándose campo a través. Los antidisturbios los van guiando de nuevo hacia el interior del barrio, pero vuelven las bengalas y la lluvia de botellas de cristal. Algunos vecinos observan desde sus balcones como la pirotécnica empleada para generar alboroto ha provocado un pequeño incendio de matorral en un descampado del barrio. Dos chicos acaban detenidos. «He estado tres días en el calabozo y acabo de salir» , asegura uno de ellos antes de subir esposado al coche de la Policía Local. Quedan cuatro minutos para la una de la madrugada y los alborotadores se han dispersado en grupos más reducidos por las calles del barrio. Un grupo de cuatro amigos veinteañeros, españoles, observa todo lo ocurrido. «Hemos ido a cenar fuera porque por aquí no se puede salir» , explican, al tiempo que comentan las convocatorias de organizaciones de extrema derecha que circulan por redes sociales para este martes. Unas llaman a concentrarse en la Plaza del Ayuntamiento, otras hablan hasta de realizar «patrullas vecinales para dar caza a los magrebíes delincuentes» . Ya tienen claro que cenarán en casa. RSS de noticias de sociedad
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