El miércoles 17 de julio de 1996, Joan Gaspart, entonces vicepresidente de Núñez, presentaba a Ronaldo Nazario en una rueda de prensa tras una surrealista negociación. El brasileño había sido el escogido para liderar al Barcelona tras la traumática salida de Johan Cruyff y la llegada de Bobby Robson y en el club azulgrana sabían que quería marcharse del PSV. «Estoy harto de Dick Advocaat», había deslizado el delantero. Gaspart, que era el directivo de más peso en el Barcelona y el encargado de negociar los fichajes, mantuvo reuniones con Bill Maeyer, presidente del club holandés y dueño de los derechos del futbolista, con sus agentes (Reinaldo Pitta y Alexandre Martins) y con Giovanni Branchini, empresario que representaba en Europa los derechos del brasileño. Todas las partes estaban de acuerdo y el Barcelona aceptó pagar una traspaso de 34 millones de florines (15 millones de euros). El Inter de Milán tenía una opción preferencial para ficharle pero no estaba dispuesto a pagar tanto dinero.No obstante, surgió un pequeño problema: el club azulgrana tenía quince días para cerrar el acuerdo con Ronaldo y este estaba concentrado con la selección brasileña , que disputaba los Juegos Olímpicos de Atlanta. Un búnker inaccesible. Gaspart no se lo pensó dos veces y se marchó a Miami con dos directivos más y Josep Borrell, traumatólogo del club, para hacerle pasar la revisión médica. Pero al llegar al Hotel Baltimore se encontró con un sinfín de trabas para poder acceder al jugador. El responsable de la ‘canarinha’. Américo Faria, daba largas a Gaspart y se oponía a que el jugador fuera revisado por el galeno (había dudas por el estado de su rodilla derecha, operada en febrero por los médicos del PSV).Con una pajarita y una Coca Cola logró burlar toda la seguridad y entrar en su habitación para que firmaraDos guardias de seguridad custodiaban la sexta planta y los dos agentes del futbolista habían aumentado sus pretensiones. Gaspart ni dormía ni apenas comía. Tras varias reuniones maratonianas logró finalmente un acuerdo con los representantes: ocho temporadas y una ficha de 250 millones de pesetas (1,5 millones de euros) por año, además de otras primas como 600.000 pesetas (3.600 euros) en concepto de alquiler de vivienda, un automóvil y cuatro billetes de avión entre España y Brasil por temporada. La cláusula de rescisión (decreciente con los años) se fijó en 4.000 millones de pesetas (unos 24 millones de euros). Pero el vicepresidente del Barcelona seguía sin tener acceso al futbolista para que estampara su firma en el contrato y Zagallo no quería dar permiso al jugador para salir del hotel cuando Brasil se estaba jugando los Juegos.Noticias relacionadas estandar Si QUÉ FICHAJE AQUEL DE… Jonathan Woodgate, el traspaso del inglés cojo Rubén Cañizares estandar Si Qué no fichaje aquel de… De Gea, el fax sucumbió ante el reloj Daniel CebreiroY entonces llegó el ingenio de Gaspart, que cuenta él mismo: «Me disfracé de camarero. Un camarero español que estaba trabajando en el hotel me dejó su pajarita y su chaquetilla. Cogí una bandeja, una Coca-Cola y subí a la planta donde estaba la selección brasileña. El vigilante, un señor de dos metros, imponía mucho, pero al ver que era un camarero con una bandeja no me dio mayor importancia». Finalmente, logró verse con el jugador. Y así consiguió que firmara el contrato.Su rendimiento en el Barcelona fue espectacular, con 34 goles en 37 partidos de Liga y 47 goles y 12 asistencias en toda la temporada, contribuyendo a ganar la Supercopa de España, la Copa del Rey y la Recopa de Europa. Negoció un aumento de contrato con Núñez que no llegó a buen puerto y se fue al Inter de Milán, que pagó su cláusula de rescisión. El miércoles 17 de julio de 1996, Joan Gaspart, entonces vicepresidente de Núñez, presentaba a Ronaldo Nazario en una rueda de prensa tras una surrealista negociación. El brasileño había sido el escogido para liderar al Barcelona tras la traumática salida de Johan Cruyff y la llegada de Bobby Robson y en el club azulgrana sabían que quería marcharse del PSV. «Estoy harto de Dick Advocaat», había deslizado el delantero. Gaspart, que era el directivo de más peso en el Barcelona y el encargado de negociar los fichajes, mantuvo reuniones con Bill Maeyer, presidente del club holandés y dueño de los derechos del futbolista, con sus agentes (Reinaldo Pitta y Alexandre Martins) y con Giovanni Branchini, empresario que representaba en Europa los derechos del brasileño. Todas las partes estaban de acuerdo y el Barcelona aceptó pagar una traspaso de 34 millones de florines (15 millones de euros). El Inter de Milán tenía una opción preferencial para ficharle pero no estaba dispuesto a pagar tanto dinero.No obstante, surgió un pequeño problema: el club azulgrana tenía quince días para cerrar el acuerdo con Ronaldo y este estaba concentrado con la selección brasileña , que disputaba los Juegos Olímpicos de Atlanta. Un búnker inaccesible. Gaspart no se lo pensó dos veces y se marchó a Miami con dos directivos más y Josep Borrell, traumatólogo del club, para hacerle pasar la revisión médica. Pero al llegar al Hotel Baltimore se encontró con un sinfín de trabas para poder acceder al jugador. El responsable de la ‘canarinha’. Américo Faria, daba largas a Gaspart y se oponía a que el jugador fuera revisado por el galeno (había dudas por el estado de su rodilla derecha, operada en febrero por los médicos del PSV).Con una pajarita y una Coca Cola logró burlar toda la seguridad y entrar en su habitación para que firmaraDos guardias de seguridad custodiaban la sexta planta y los dos agentes del futbolista habían aumentado sus pretensiones. Gaspart ni dormía ni apenas comía. Tras varias reuniones maratonianas logró finalmente un acuerdo con los representantes: ocho temporadas y una ficha de 250 millones de pesetas (1,5 millones de euros) por año, además de otras primas como 600.000 pesetas (3.600 euros) en concepto de alquiler de vivienda, un automóvil y cuatro billetes de avión entre España y Brasil por temporada. La cláusula de rescisión (decreciente con los años) se fijó en 4.000 millones de pesetas (unos 24 millones de euros). Pero el vicepresidente del Barcelona seguía sin tener acceso al futbolista para que estampara su firma en el contrato y Zagallo no quería dar permiso al jugador para salir del hotel cuando Brasil se estaba jugando los Juegos.Noticias relacionadas estandar Si QUÉ FICHAJE AQUEL DE… Jonathan Woodgate, el traspaso del inglés cojo Rubén Cañizares estandar Si Qué no fichaje aquel de… De Gea, el fax sucumbió ante el reloj Daniel CebreiroY entonces llegó el ingenio de Gaspart, que cuenta él mismo: «Me disfracé de camarero. Un camarero español que estaba trabajando en el hotel me dejó su pajarita y su chaquetilla. Cogí una bandeja, una Coca-Cola y subí a la planta donde estaba la selección brasileña. El vigilante, un señor de dos metros, imponía mucho, pero al ver que era un camarero con una bandeja no me dio mayor importancia». Finalmente, logró verse con el jugador. Y así consiguió que firmara el contrato.Su rendimiento en el Barcelona fue espectacular, con 34 goles en 37 partidos de Liga y 47 goles y 12 asistencias en toda la temporada, contribuyendo a ganar la Supercopa de España, la Copa del Rey y la Recopa de Europa. Negoció un aumento de contrato con Núñez que no llegó a buen puerto y se fue al Inter de Milán, que pagó su cláusula de rescisión. El miércoles 17 de julio de 1996, Joan Gaspart, entonces vicepresidente de Núñez, presentaba a Ronaldo Nazario en una rueda de prensa tras una surrealista negociación. El brasileño había sido el escogido para liderar al Barcelona tras la traumática salida de Johan Cruyff y la llegada de Bobby Robson y en el club azulgrana sabían que quería marcharse del PSV. «Estoy harto de Dick Advocaat», había deslizado el delantero. Gaspart, que era el directivo de más peso en el Barcelona y el encargado de negociar los fichajes, mantuvo reuniones con Bill Maeyer, presidente del club holandés y dueño de los derechos del futbolista, con sus agentes (Reinaldo Pitta y Alexandre Martins) y con Giovanni Branchini, empresario que representaba en Europa los derechos del brasileño. Todas las partes estaban de acuerdo y el Barcelona aceptó pagar una traspaso de 34 millones de florines (15 millones de euros). El Inter de Milán tenía una opción preferencial para ficharle pero no estaba dispuesto a pagar tanto dinero.No obstante, surgió un pequeño problema: el club azulgrana tenía quince días para cerrar el acuerdo con Ronaldo y este estaba concentrado con la selección brasileña , que disputaba los Juegos Olímpicos de Atlanta. Un búnker inaccesible. Gaspart no se lo pensó dos veces y se marchó a Miami con dos directivos más y Josep Borrell, traumatólogo del club, para hacerle pasar la revisión médica. Pero al llegar al Hotel Baltimore se encontró con un sinfín de trabas para poder acceder al jugador. El responsable de la ‘canarinha’. Américo Faria, daba largas a Gaspart y se oponía a que el jugador fuera revisado por el galeno (había dudas por el estado de su rodilla derecha, operada en febrero por los médicos del PSV).Con una pajarita y una Coca Cola logró burlar toda la seguridad y entrar en su habitación para que firmaraDos guardias de seguridad custodiaban la sexta planta y los dos agentes del futbolista habían aumentado sus pretensiones. Gaspart ni dormía ni apenas comía. Tras varias reuniones maratonianas logró finalmente un acuerdo con los representantes: ocho temporadas y una ficha de 250 millones de pesetas (1,5 millones de euros) por año, además de otras primas como 600.000 pesetas (3.600 euros) en concepto de alquiler de vivienda, un automóvil y cuatro billetes de avión entre España y Brasil por temporada. La cláusula de rescisión (decreciente con los años) se fijó en 4.000 millones de pesetas (unos 24 millones de euros). Pero el vicepresidente del Barcelona seguía sin tener acceso al futbolista para que estampara su firma en el contrato y Zagallo no quería dar permiso al jugador para salir del hotel cuando Brasil se estaba jugando los Juegos.Noticias relacionadas estandar Si QUÉ FICHAJE AQUEL DE… Jonathan Woodgate, el traspaso del inglés cojo Rubén Cañizares estandar Si Qué no fichaje aquel de… De Gea, el fax sucumbió ante el reloj Daniel CebreiroY entonces llegó el ingenio de Gaspart, que cuenta él mismo: «Me disfracé de camarero. Un camarero español que estaba trabajando en el hotel me dejó su pajarita y su chaquetilla. Cogí una bandeja, una Coca-Cola y subí a la planta donde estaba la selección brasileña. El vigilante, un señor de dos metros, imponía mucho, pero al ver que era un camarero con una bandeja no me dio mayor importancia». Finalmente, logró verse con el jugador. Y así consiguió que firmara el contrato.Su rendimiento en el Barcelona fue espectacular, con 34 goles en 37 partidos de Liga y 47 goles y 12 asistencias en toda la temporada, contribuyendo a ganar la Supercopa de España, la Copa del Rey y la Recopa de Europa. Negoció un aumento de contrato con Núñez que no llegó a buen puerto y se fue al Inter de Milán, que pagó su cláusula de rescisión. RSS de noticias de deportes
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