Hablar de Santiago de Compostela sin mencionar el turismo resulta paradójico. Podría considerarse, incluso, que el primer turista -más bien, peregrino- llegó a Compostela antes de que la ciudad fuese fundada por el propio viajero, el rey de Asturias Alfonso II el Casto, primer viandante del Camino tras escuchar que la tumba del apóstol Santiago había sido hallada en el siglo IX.Mucho ha cambiado desde entonces, pero no la importancia de los visitantes para un municipio que vive del turismo, pese a sus efectos indeseados y una gestión municipal más centrada en las apariencias que en la resolución de los conflictos, con medidas peregrinas como la acuñada como ‘policía del ruido’ y otras que podrían afectar indirectamente al turismo, como la ordenanza de las viviendas de uso turístico (VUT).Noticia Relacionada estandar Si El Camino de Santiago por mar que pocos conocen: la ruta jacobea desde Muros-Noia Ana I. Martínez La iglesia oficializó este trayecto en 2020, pues fue un recorrido de peregrinaciones marítimas históricasUna falta de iniciativa que se une a las previsiones de que Galicia tenga su mejor temporada turística hasta la fecha, después de aumentos tanto en el número de visitantes como de pernoctaciones durante unos primeros cinco meses del año de récord. Y, pese a las sensaciones ‘descafeinadas’ de los hosteleros del centro de Compostela consultados por ABC, más de medio millón de peregrinos recibirán la Compostela este año -conforme han realizado 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta-, concluyendo su aventura en una ciudad que ni siquiera alcanza los 100.000 habitantes y cuyas estrechas callejuelas se abarrotan especialmente en verano.Modelo singularA diferencia de otros modelos turísticos más habituales a lo largo de la geografía española, como el rural o el de ‘sol y playa’, la relevancia del Camino de Santiago ha moldeado el sector de acuerdo a sus características particulares.Aunque, en un principio, el carácter espiritual y de sacrificio de los peregrinos generaba críticas por su menor grado de consumo, con el paso de los años el auge del Camino ha generado toda una industria que gira a su alrededor . Desde los servicios de recogida y transporte de equipaje a las tiendas especializadas para enseres como bastones, impermeables o mochilas, el impacto de este turismo se extiende también a hoteles y otros servicios de alojamiento ante la falta de plazas en los albergues, así como el gasto en alimentación y ocio.Sin embargo, no todo son ventajas. Y de ello son testigo los vecinos del barrio de San Pedro , en el centro de Compostela, principal vía de llegada del Camino Francés, donde experimentan de primera mano la tendencia a realizar esta travesía en grupos numerosos, que no ocultan su entusiasmo anunciando su llegada a gritos o con música a todo volumen para pesar de los santiagueses. plaza de Fonseca, en el casco antiguo de Santiago Miguel MuñizYa es habitual que vídeos de estos grupos se hagan virales cada cierto tiempo en redes sociales, pero es solo la punta del iceberg, ya que el cambio que experimenta la ciudad, especialmente en verano, afecta a más ámbitos como la movilidad o el ruido. Un cúmulo que se une a factores como la dificultad de reformar viviendas del caso antiguo por razones burocráticas y por el que, como ya ocurre en otras ciudades eminentemente turísticas como Roma o París, cada vez menos gente vive -y quiere vivir- en el centro de Compostel a .Así lo relata el presidente de la asociación de vecinos del barrio de Fonseca -a escasos metros de la Catedral de Santiago-, Roberto Almuiña. «Es un problema de hace años y, cada año que pasa, la presión turística es más agobiante porque el número de gente que llega a Santiago va avanzando y no se están tomando medidas para reconducir los flujos de visitantes», afirma.Y, más allá de medidas como la implementación de una tasa turística , cuya recaudación se destinará a subsanar los efectos negativos del turismo -retrasada a octubre, tras la presión del sector al Ayuntamiento de Santiago-, el resto de iniciativas impulsadas por la regidora nacionalista, Goretti Sanmartín, invitan a pensar que se trata de « otra legislatura perdida », comenta Almuiña.Medidas cosméticasUn claro ejemplo es el de los informadores a pie de calle, un grupo de diez jóvenes formados en guía, información y asistencia turística que recorrieron las calles de Compostela el pasado verano con sonómetro en mano. La idea era advertir a los peregrinos ante ruidos molestos , realizar encuestas e intentar reorientarlos a otras partes de la ciudad menos concurridas. Una medida que el Ayuntamiento optó por no rescatar para el presente verano. Como reconocieron los propios informadores a ABC, los turistas agradecían la información pero también l es confundían con una ONG y carecían de cualquier tipo de autoridad para evitar las aglomeraciones o el ruido.Sin embargo, la necesidad de contar con más policías patrullando las calles es una de las principales reivindicaciones de la asociación de vecinos de Fonseca, que advierte de peleas en la calle y conflictos con los locales de la zona en aspectos como el sonido o la gestión de los residuos para los que el Ayuntamiento de la capital gallega no tiene respuesta.Por otra parte, Almuiña explica cómo, a pesar de la gran afluencia de vehículos por las calles del centro, los vecinos se enfrentan a todo un calvario para poder usar sus propios coches . Explica cómo la falta de garajes implica una distancia de 600 metros con la vivienda en su caso -como es habitual- y la necesidad de otros santiagueses de contar con una licencia «con dos días de antelación» para poder llegar en coche a las viviendas de sus familiares, aunque tengan problemas de movilidad, si viven en el caso antiguo.Cuestiones que se suman a otras como el aumento de la tasa de residuos y su vinculación al IBI en vez de al consumo, los horarios para tirar la basura que no respetan muchos comercios o los años de papeleo para poder reformar una vivienda del centro. Como resultado, los edificios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco se vacían y degradan , mientas los vecinos se desplazan a barrios de la periferia y los bares y tiendas de souvenirs sobreviven gracias a la afluencia de turistas. Hablar de Santiago de Compostela sin mencionar el turismo resulta paradójico. Podría considerarse, incluso, que el primer turista -más bien, peregrino- llegó a Compostela antes de que la ciudad fuese fundada por el propio viajero, el rey de Asturias Alfonso II el Casto, primer viandante del Camino tras escuchar que la tumba del apóstol Santiago había sido hallada en el siglo IX.Mucho ha cambiado desde entonces, pero no la importancia de los visitantes para un municipio que vive del turismo, pese a sus efectos indeseados y una gestión municipal más centrada en las apariencias que en la resolución de los conflictos, con medidas peregrinas como la acuñada como ‘policía del ruido’ y otras que podrían afectar indirectamente al turismo, como la ordenanza de las viviendas de uso turístico (VUT).Noticia Relacionada estandar Si El Camino de Santiago por mar que pocos conocen: la ruta jacobea desde Muros-Noia Ana I. Martínez La iglesia oficializó este trayecto en 2020, pues fue un recorrido de peregrinaciones marítimas históricasUna falta de iniciativa que se une a las previsiones de que Galicia tenga su mejor temporada turística hasta la fecha, después de aumentos tanto en el número de visitantes como de pernoctaciones durante unos primeros cinco meses del año de récord. Y, pese a las sensaciones ‘descafeinadas’ de los hosteleros del centro de Compostela consultados por ABC, más de medio millón de peregrinos recibirán la Compostela este año -conforme han realizado 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta-, concluyendo su aventura en una ciudad que ni siquiera alcanza los 100.000 habitantes y cuyas estrechas callejuelas se abarrotan especialmente en verano.Modelo singularA diferencia de otros modelos turísticos más habituales a lo largo de la geografía española, como el rural o el de ‘sol y playa’, la relevancia del Camino de Santiago ha moldeado el sector de acuerdo a sus características particulares.Aunque, en un principio, el carácter espiritual y de sacrificio de los peregrinos generaba críticas por su menor grado de consumo, con el paso de los años el auge del Camino ha generado toda una industria que gira a su alrededor . Desde los servicios de recogida y transporte de equipaje a las tiendas especializadas para enseres como bastones, impermeables o mochilas, el impacto de este turismo se extiende también a hoteles y otros servicios de alojamiento ante la falta de plazas en los albergues, así como el gasto en alimentación y ocio.Sin embargo, no todo son ventajas. Y de ello son testigo los vecinos del barrio de San Pedro , en el centro de Compostela, principal vía de llegada del Camino Francés, donde experimentan de primera mano la tendencia a realizar esta travesía en grupos numerosos, que no ocultan su entusiasmo anunciando su llegada a gritos o con música a todo volumen para pesar de los santiagueses. plaza de Fonseca, en el casco antiguo de Santiago Miguel MuñizYa es habitual que vídeos de estos grupos se hagan virales cada cierto tiempo en redes sociales, pero es solo la punta del iceberg, ya que el cambio que experimenta la ciudad, especialmente en verano, afecta a más ámbitos como la movilidad o el ruido. Un cúmulo que se une a factores como la dificultad de reformar viviendas del caso antiguo por razones burocráticas y por el que, como ya ocurre en otras ciudades eminentemente turísticas como Roma o París, cada vez menos gente vive -y quiere vivir- en el centro de Compostel a .Así lo relata el presidente de la asociación de vecinos del barrio de Fonseca -a escasos metros de la Catedral de Santiago-, Roberto Almuiña. «Es un problema de hace años y, cada año que pasa, la presión turística es más agobiante porque el número de gente que llega a Santiago va avanzando y no se están tomando medidas para reconducir los flujos de visitantes», afirma.Y, más allá de medidas como la implementación de una tasa turística , cuya recaudación se destinará a subsanar los efectos negativos del turismo -retrasada a octubre, tras la presión del sector al Ayuntamiento de Santiago-, el resto de iniciativas impulsadas por la regidora nacionalista, Goretti Sanmartín, invitan a pensar que se trata de « otra legislatura perdida », comenta Almuiña.Medidas cosméticasUn claro ejemplo es el de los informadores a pie de calle, un grupo de diez jóvenes formados en guía, información y asistencia turística que recorrieron las calles de Compostela el pasado verano con sonómetro en mano. La idea era advertir a los peregrinos ante ruidos molestos , realizar encuestas e intentar reorientarlos a otras partes de la ciudad menos concurridas. Una medida que el Ayuntamiento optó por no rescatar para el presente verano. Como reconocieron los propios informadores a ABC, los turistas agradecían la información pero también l es confundían con una ONG y carecían de cualquier tipo de autoridad para evitar las aglomeraciones o el ruido.Sin embargo, la necesidad de contar con más policías patrullando las calles es una de las principales reivindicaciones de la asociación de vecinos de Fonseca, que advierte de peleas en la calle y conflictos con los locales de la zona en aspectos como el sonido o la gestión de los residuos para los que el Ayuntamiento de la capital gallega no tiene respuesta.Por otra parte, Almuiña explica cómo, a pesar de la gran afluencia de vehículos por las calles del centro, los vecinos se enfrentan a todo un calvario para poder usar sus propios coches . Explica cómo la falta de garajes implica una distancia de 600 metros con la vivienda en su caso -como es habitual- y la necesidad de otros santiagueses de contar con una licencia «con dos días de antelación» para poder llegar en coche a las viviendas de sus familiares, aunque tengan problemas de movilidad, si viven en el caso antiguo.Cuestiones que se suman a otras como el aumento de la tasa de residuos y su vinculación al IBI en vez de al consumo, los horarios para tirar la basura que no respetan muchos comercios o los años de papeleo para poder reformar una vivienda del centro. Como resultado, los edificios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco se vacían y degradan , mientas los vecinos se desplazan a barrios de la periferia y los bares y tiendas de souvenirs sobreviven gracias a la afluencia de turistas. Hablar de Santiago de Compostela sin mencionar el turismo resulta paradójico. Podría considerarse, incluso, que el primer turista -más bien, peregrino- llegó a Compostela antes de que la ciudad fuese fundada por el propio viajero, el rey de Asturias Alfonso II el Casto, primer viandante del Camino tras escuchar que la tumba del apóstol Santiago había sido hallada en el siglo IX.Mucho ha cambiado desde entonces, pero no la importancia de los visitantes para un municipio que vive del turismo, pese a sus efectos indeseados y una gestión municipal más centrada en las apariencias que en la resolución de los conflictos, con medidas peregrinas como la acuñada como ‘policía del ruido’ y otras que podrían afectar indirectamente al turismo, como la ordenanza de las viviendas de uso turístico (VUT).Noticia Relacionada estandar Si El Camino de Santiago por mar que pocos conocen: la ruta jacobea desde Muros-Noia Ana I. Martínez La iglesia oficializó este trayecto en 2020, pues fue un recorrido de peregrinaciones marítimas históricasUna falta de iniciativa que se une a las previsiones de que Galicia tenga su mejor temporada turística hasta la fecha, después de aumentos tanto en el número de visitantes como de pernoctaciones durante unos primeros cinco meses del año de récord. Y, pese a las sensaciones ‘descafeinadas’ de los hosteleros del centro de Compostela consultados por ABC, más de medio millón de peregrinos recibirán la Compostela este año -conforme han realizado 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta-, concluyendo su aventura en una ciudad que ni siquiera alcanza los 100.000 habitantes y cuyas estrechas callejuelas se abarrotan especialmente en verano.Modelo singularA diferencia de otros modelos turísticos más habituales a lo largo de la geografía española, como el rural o el de ‘sol y playa’, la relevancia del Camino de Santiago ha moldeado el sector de acuerdo a sus características particulares.Aunque, en un principio, el carácter espiritual y de sacrificio de los peregrinos generaba críticas por su menor grado de consumo, con el paso de los años el auge del Camino ha generado toda una industria que gira a su alrededor . Desde los servicios de recogida y transporte de equipaje a las tiendas especializadas para enseres como bastones, impermeables o mochilas, el impacto de este turismo se extiende también a hoteles y otros servicios de alojamiento ante la falta de plazas en los albergues, así como el gasto en alimentación y ocio.Sin embargo, no todo son ventajas. Y de ello son testigo los vecinos del barrio de San Pedro , en el centro de Compostela, principal vía de llegada del Camino Francés, donde experimentan de primera mano la tendencia a realizar esta travesía en grupos numerosos, que no ocultan su entusiasmo anunciando su llegada a gritos o con música a todo volumen para pesar de los santiagueses. plaza de Fonseca, en el casco antiguo de Santiago Miguel MuñizYa es habitual que vídeos de estos grupos se hagan virales cada cierto tiempo en redes sociales, pero es solo la punta del iceberg, ya que el cambio que experimenta la ciudad, especialmente en verano, afecta a más ámbitos como la movilidad o el ruido. Un cúmulo que se une a factores como la dificultad de reformar viviendas del caso antiguo por razones burocráticas y por el que, como ya ocurre en otras ciudades eminentemente turísticas como Roma o París, cada vez menos gente vive -y quiere vivir- en el centro de Compostel a .Así lo relata el presidente de la asociación de vecinos del barrio de Fonseca -a escasos metros de la Catedral de Santiago-, Roberto Almuiña. «Es un problema de hace años y, cada año que pasa, la presión turística es más agobiante porque el número de gente que llega a Santiago va avanzando y no se están tomando medidas para reconducir los flujos de visitantes», afirma.Y, más allá de medidas como la implementación de una tasa turística , cuya recaudación se destinará a subsanar los efectos negativos del turismo -retrasada a octubre, tras la presión del sector al Ayuntamiento de Santiago-, el resto de iniciativas impulsadas por la regidora nacionalista, Goretti Sanmartín, invitan a pensar que se trata de « otra legislatura perdida », comenta Almuiña.Medidas cosméticasUn claro ejemplo es el de los informadores a pie de calle, un grupo de diez jóvenes formados en guía, información y asistencia turística que recorrieron las calles de Compostela el pasado verano con sonómetro en mano. La idea era advertir a los peregrinos ante ruidos molestos , realizar encuestas e intentar reorientarlos a otras partes de la ciudad menos concurridas. Una medida que el Ayuntamiento optó por no rescatar para el presente verano. Como reconocieron los propios informadores a ABC, los turistas agradecían la información pero también l es confundían con una ONG y carecían de cualquier tipo de autoridad para evitar las aglomeraciones o el ruido.Sin embargo, la necesidad de contar con más policías patrullando las calles es una de las principales reivindicaciones de la asociación de vecinos de Fonseca, que advierte de peleas en la calle y conflictos con los locales de la zona en aspectos como el sonido o la gestión de los residuos para los que el Ayuntamiento de la capital gallega no tiene respuesta.Por otra parte, Almuiña explica cómo, a pesar de la gran afluencia de vehículos por las calles del centro, los vecinos se enfrentan a todo un calvario para poder usar sus propios coches . Explica cómo la falta de garajes implica una distancia de 600 metros con la vivienda en su caso -como es habitual- y la necesidad de otros santiagueses de contar con una licencia «con dos días de antelación» para poder llegar en coche a las viviendas de sus familiares, aunque tengan problemas de movilidad, si viven en el caso antiguo.Cuestiones que se suman a otras como el aumento de la tasa de residuos y su vinculación al IBI en vez de al consumo, los horarios para tirar la basura que no respetan muchos comercios o los años de papeleo para poder reformar una vivienda del centro. Como resultado, los edificios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco se vacían y degradan , mientas los vecinos se desplazan a barrios de la periferia y los bares y tiendas de souvenirs sobreviven gracias a la afluencia de turistas. RSS de noticias de espana
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