<p>La corrida de Puerto de San Lorenzo-La Ventana del Puerto dio mucho juego, con toros de nota que habrían merecido una tarde de triunfo en serio. La puerta grande de Marco no lo fue tanto. Una buena corrida que quedó formada mayoritariamente por toros del supuesto segundo hierro, que igual es mucho suponer a estas alturas. Un cinco a uno. Esto resultó llamativo, por inusual. También la exagerada diferencia de pesos: 108 kilos distaban entre el más liviano (491 kilos) y el más pesado (599 kilos). Alguno por encima del trapío de Santander, algún otro por debajo. La desigualdad conformó un conjunto con formato de escalera que se asentó en su segunda mitad<strong>. Que dio los toros más notables.</strong> Como los lidiados en cuarto y quinto lugar, los más entipados y equilibrados de trapío. Y un par de ellos más un peldaño por debajo en su nota. Y dos ciertamente malos.<strong> Emilio de Justo puso la raza y la verdad</strong>; Alejandro Talavante, los efectos especiales; y Marco Pérez, al final, la fuerza de la novedad.</p>
Emilio de Justo se repuso de una dura voltereta y puso la raza y la verdad; Talavante, los efectos especiales; y Marco Pérez, que salió a hombros, la fuerza de la novedad como argumento; el encierro salmantino mereció un triunfo en serio
<p>La corrida de Puerto de San Lorenzo-La Ventana del Puerto dio mucho juego, con toros de nota que habrían merecido una tarde de triunfo en serio. La puerta grande de Marco no lo fue tanto. Una buena corrida que quedó formada mayoritariamente por toros del supuesto segundo hierro, que igual es mucho suponer a estas alturas. Un cinco a uno. Esto resultó llamativo, por inusual. También la exagerada diferencia de pesos: 108 kilos distaban entre el más liviano (491 kilos) y el más pesado (599 kilos). Alguno por encima del trapío de Santander, algún otro por debajo. La desigualdad conformó un conjunto con formato de escalera que se asentó en su segunda mitad<strong>. Que dio los toros más notables.</strong> Como los lidiados en cuarto y quinto lugar, los más entipados y equilibrados de trapío. Y un par de ellos más un peldaño por debajo en su nota. Y dos ciertamente malos.<strong> Emilio de Justo puso la raza y la verdad</strong>; Alejandro Talavante, los efectos especiales; y Marco Pérez, al final, la fuerza de la novedad.</p>
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