El Gobierno laborista del Reino Unido asumió las tareas y costes derivadas de un fiasco que no fue responsabilidad suya: el programa secreto para evacuar a miles de afganos cuyas vidas y libertad fueron puestas en peligro al filtrar el Ministerio de Defensa británico un listado con sus nombres e información de contacto. Pero el primer ministro, Keir Starmer, no está dispuesto a asumir también las culpas de un escándalo que ha puesto en entredicho la eficacia internacional del país.
El líder de la derecha populista, Nigel Farage, afirma sin pruebas que muchos de los trasladados son agresores sexuales condenados
El Gobierno laborista del Reino Unido asumió las tareas y costes derivadas de un fiasco que no fue responsabilidad suya: el programa secreto para evacuar a miles de afganos cuyas vidas y libertad fueron puestas en peligro al filtrar el Ministerio de Defensa británico un listado con sus nombres e información de contacto. Pero el primer ministro, Keir Starmer, no está dispuesto a asumir también las culpas de un escándalo que ha puesto en entredicho la eficacia internacional del país.
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