El responsable directivo del Espai Barça, Jordi Llauradó, dejó su cargo como cabeza visible del proyecto de remodelación del Camp Nou justo cuando se supo que Laporta había decidido encargarle las obras a una constructora turca. Fue el 1 de junio de 2023. Se ausentó de la votación de la adjudicación y el club dio la excusa de que era «para evitar suspicacias y por ética profesional», dada su faceta de empresario de la construcción. Pero la mentira aguantó sólo un día, finalmente se supo que Llauradó había dejado su cargo porque se negó a firmar la decisión como miembro de la directiva.Esta dimisión es lo que pensaba el responsable más cualificado del club de la empresa turca Limak, sin experiencia en la construcción de un estadio como el Camp Nou y que llamó la atención hasta del Ministerio de Exteriores, que expresó sus dudas al club y recalcó que se trataba del contrato más elevado que, hasta la fecha, una empresa de la Unión Europea firmaba con una empresa turca y tan vinculada, además, al muy particular gobierno del presidente Erdogan. De nada sirvieron las advertencias, Laporta despreció a las constructoras españolas que se habían presentado al concurso, asignó a dedo los trabajos a Limak y la directiva Maria Elena Fort, militante de Junts, lo celebró exclamando: «Nos hemos petado al Ibex 35».Noticias relacionadas opinion Si Todo irá bien El Barça esquiva el ridículo y salva la pretemporada Salvador Sostres estandar Si La peligrosa encrucijada de Lamine Yamal Salvador SostresPara justificar lo injustificable, Laporta aseguró que los turcos serían más rápidos y baratos que las constructoras españolas e hizo dos promesas: la primera, que los socios podrían festejar ya en el nuevo estadio, y con un aforo de 60.000 personas, la celebración del 125 aniversario del club. La segunda que, tal era el compromiso de Limak con la puntualidad, que se había comprometido a pagar un millón por cada día de retraso. La segunda promesa es la que incumplió primero, y hay que agradecer que sólo una vez, porque Laporta zanjó el tema diciendo que iba a renunciar a cobrar ese prometido millón diario para no perjudicar el buen ambiente creado con la constructora. La primera promesa en cambio se ha ido desgranando –y todavía dura– en muchas otras sub promesas. Algunas escandalosas, como la de decir que el Camp Nou estaría listo en mayo, o que los Stones habían anunciado una gira –que no habían anunciado– para tener la excusa de llevar a Arabia el clásico que se disputaba en aquellas fechas. De ahí, por cierto, nació el fichaje de Rashford, aunque esto lo contaré un poco más adelante. Además de estas promesas falsas –nunca ha habido ni una gota de verdad en ellas, y todas se han hecho a sabiendas de que no se podrían cumplir– el buen nombre del Barça se vio manchado por el trato infrahumano que Limak dio durante la fase inicial de las obras a sus trabajadores, y que ‘El Periódico’ denunció en muy extensos y documentados reportajes. La penúltima de estas falsas promesas fue que el Barça estaría en condiciones de disputar el Gamper en su casa, y como las anteriores, la realidad la ha desmentido. El Ayuntamiento de Barcelona dejó muy claro desde el principio que no iba a poner en riesgo la vida de los asistentes dando unos permisos que no corresponden, todavía, al estado en el que están las obras. Y esto es lo que ha hecho, también en esta ocasión, pese a las presiones de Laporta.El presidente tiene prisa por volver al Camp Nou. El primer motivo es que Goldman Sachs presiona para empezar a recuperar los 1.500 millones que prestó para remodelar el estadio. De hecho, estos 1.500 millones tenían que servir para la construcción de todo el Espai Barça, y esto es lo que explicó Laporta a los socios cuando en asamblea extraordinaria les pidió permiso para asumir semejante deuda: otro incumplimiento, uno más. El segundo motivo de la prisa presidencial es que Laporta pretendía jugar por lo menos un partido en casa durante el mes de agosto, para poder, una vez más, trampear las cuentas del ejercicio de la temporada anterior. Aunque las cuentas se cierran en 30 de junio, si antes de septiembre el club tiene un ingreso lo puede incluir. Jugando el Gamper, Laporta pretendía dar la impresión de que el estadio ya estaba en funcionamiento (otra trampa) para poder contabilizar los 100 millones de la venta de los asientos VIP que sirvieron para la inscripción provisional de Dani Olmo y de Pau Víctor pero que luego LaLiga estableció que no se pueden tener en cuenta hasta que se empiece a prestar el servicio. El regreso no se sabe cuándo se producirá y la idea de tener que volver a jugar en Montjuic no sólo no está descartada sino que va tomando más fuerza a medida que los días pasan. En cualquier caso, el regreso al Camp Nou, de producirse en la cuarta jornada liguera, que es para cuando en teoría se espera, tendría unas condiciones muy precarias: los servicios no están acabados, ni los bares de comida caliente, y en caso de lluvia se mojarían todos y cada uno de los asistentes, incluido Laporta y los presidentes de los otros equipos.El Barcelona podría haber elegido un sistema de construcción más lento y parcial que le hubiera permitido, como al Real Madrid, jugar los partidos en el estadio. Pero en el momento en que Laporta planeó y encargó las obras, Flick todavía no había llegado, el primer equipo no funcionaba y Laporta no estaba seguro de poder ser reelegido presidente, de modo que prefirió un sistema en que por lo menos los primeros plazos se cumplireran más rápido, para estar seguro de que todavía estaba en el cargo cuando llegara el momento de las gratificaciones y los agradecimientos. El cabo suelto de Marcus Rashford en relación a la idea de jugar el Clásico en Arabia fue una exclusiva de ABC: Laporta quería llevárselo allí, sabiendo lo mucho que aquel país paga –mucho y del modo que se le indica– por acoger este tipo de eventos. La persona clave en la organización era Arturo Canales, por la proximidad con el gobierno saudí y su especialidad en favorecer la inversión española en aquel país. Pero utilizar a Canales tenía el precedente de Kosmos organizando la Supercopa y las acusaciones de haber blanqueado las comisiones de aquella operación a través del Andorra, propiedad también de la empresa de Canales, Piqué y el extenista Fernando Soler. Este último, por cierto, aparece como directivo de la empresa D-Driver, a través de la que Albert Luque y Enric Masip han organizado la fallida -por causas como siempre inconfesables- gira de pretemporada del Barça. Al despropósito inicial hay que añadir el ridículo, hecho este domingo, al no poder verse el partido contra el Kobe en las plataformas de pago que el Barsa había preparado. El club denunció el ataque de unos supuestos hackers y no tuvo más remedio que ofrecer el partido gratis por YouTube. Otra consecuencia de la improvisación, de la falta de control y de calidad con que se hacen siempre las cosas en el Barça. Hackers hay siempre y en todas partes y es el más elemental deber de las empresas que sus las plataformas estén preparadas para sobrevivir a sus ataques.Lo que entonces el presidente del Barça ideó fue usar discretamente la influencia de Canales y para poder sacar provecho económico de la operación –con el objetivo, entre otros, de poder pagar los servicios del representante– anunció el fichaje de Marcus Rashford, entonces jugador del Manchester United.Al poco de destapar ABC la trama, un comunicado extraoficial y de un simple aficionado sirvió para desmontar toda una gira de la banda más famosa del mundo, Laporta tuvo que renunciar a llevarse el Clásico a Arabia y el golpe mágico final se dio a conocer el fin de semana, cuando Rashford, cuyo fichaje por el Barça se daba por hecho, anunció que había llegado a un acuerdo para jugar como cedido en el Aston Villa. Una cesión para ponerlo a punto, porque tal como estaba en el United era complicado. ¿Quién es el entrenador del Aston Villa? Unai Émery. ¿Quién es el manager de Unai Emery? Pinhas Zahavi. Una vez más el círculo se cierra con los mismos personajes.Para no dejar ninguna posibilidad de negocio sin atar, esto Laporta no lo hace nunca, Rashford cambió hace unos meses de representante y contrató los servicios de Pinhas Zahavi, el mánager y comisionista de cabecera del presidente del Barça. Su llegada al club, otro éxito de caja. El responsable directivo del Espai Barça, Jordi Llauradó, dejó su cargo como cabeza visible del proyecto de remodelación del Camp Nou justo cuando se supo que Laporta había decidido encargarle las obras a una constructora turca. Fue el 1 de junio de 2023. Se ausentó de la votación de la adjudicación y el club dio la excusa de que era «para evitar suspicacias y por ética profesional», dada su faceta de empresario de la construcción. Pero la mentira aguantó sólo un día, finalmente se supo que Llauradó había dejado su cargo porque se negó a firmar la decisión como miembro de la directiva.Esta dimisión es lo que pensaba el responsable más cualificado del club de la empresa turca Limak, sin experiencia en la construcción de un estadio como el Camp Nou y que llamó la atención hasta del Ministerio de Exteriores, que expresó sus dudas al club y recalcó que se trataba del contrato más elevado que, hasta la fecha, una empresa de la Unión Europea firmaba con una empresa turca y tan vinculada, además, al muy particular gobierno del presidente Erdogan. De nada sirvieron las advertencias, Laporta despreció a las constructoras españolas que se habían presentado al concurso, asignó a dedo los trabajos a Limak y la directiva Maria Elena Fort, militante de Junts, lo celebró exclamando: «Nos hemos petado al Ibex 35».Noticias relacionadas opinion Si Todo irá bien El Barça esquiva el ridículo y salva la pretemporada Salvador Sostres estandar Si La peligrosa encrucijada de Lamine Yamal Salvador SostresPara justificar lo injustificable, Laporta aseguró que los turcos serían más rápidos y baratos que las constructoras españolas e hizo dos promesas: la primera, que los socios podrían festejar ya en el nuevo estadio, y con un aforo de 60.000 personas, la celebración del 125 aniversario del club. La segunda que, tal era el compromiso de Limak con la puntualidad, que se había comprometido a pagar un millón por cada día de retraso. La segunda promesa es la que incumplió primero, y hay que agradecer que sólo una vez, porque Laporta zanjó el tema diciendo que iba a renunciar a cobrar ese prometido millón diario para no perjudicar el buen ambiente creado con la constructora. La primera promesa en cambio se ha ido desgranando –y todavía dura– en muchas otras sub promesas. Algunas escandalosas, como la de decir que el Camp Nou estaría listo en mayo, o que los Stones habían anunciado una gira –que no habían anunciado– para tener la excusa de llevar a Arabia el clásico que se disputaba en aquellas fechas. De ahí, por cierto, nació el fichaje de Rashford, aunque esto lo contaré un poco más adelante. Además de estas promesas falsas –nunca ha habido ni una gota de verdad en ellas, y todas se han hecho a sabiendas de que no se podrían cumplir– el buen nombre del Barça se vio manchado por el trato infrahumano que Limak dio durante la fase inicial de las obras a sus trabajadores, y que ‘El Periódico’ denunció en muy extensos y documentados reportajes. La penúltima de estas falsas promesas fue que el Barça estaría en condiciones de disputar el Gamper en su casa, y como las anteriores, la realidad la ha desmentido. El Ayuntamiento de Barcelona dejó muy claro desde el principio que no iba a poner en riesgo la vida de los asistentes dando unos permisos que no corresponden, todavía, al estado en el que están las obras. Y esto es lo que ha hecho, también en esta ocasión, pese a las presiones de Laporta.El presidente tiene prisa por volver al Camp Nou. El primer motivo es que Goldman Sachs presiona para empezar a recuperar los 1.500 millones que prestó para remodelar el estadio. De hecho, estos 1.500 millones tenían que servir para la construcción de todo el Espai Barça, y esto es lo que explicó Laporta a los socios cuando en asamblea extraordinaria les pidió permiso para asumir semejante deuda: otro incumplimiento, uno más. El segundo motivo de la prisa presidencial es que Laporta pretendía jugar por lo menos un partido en casa durante el mes de agosto, para poder, una vez más, trampear las cuentas del ejercicio de la temporada anterior. Aunque las cuentas se cierran en 30 de junio, si antes de septiembre el club tiene un ingreso lo puede incluir. Jugando el Gamper, Laporta pretendía dar la impresión de que el estadio ya estaba en funcionamiento (otra trampa) para poder contabilizar los 100 millones de la venta de los asientos VIP que sirvieron para la inscripción provisional de Dani Olmo y de Pau Víctor pero que luego LaLiga estableció que no se pueden tener en cuenta hasta que se empiece a prestar el servicio. El regreso no se sabe cuándo se producirá y la idea de tener que volver a jugar en Montjuic no sólo no está descartada sino que va tomando más fuerza a medida que los días pasan. En cualquier caso, el regreso al Camp Nou, de producirse en la cuarta jornada liguera, que es para cuando en teoría se espera, tendría unas condiciones muy precarias: los servicios no están acabados, ni los bares de comida caliente, y en caso de lluvia se mojarían todos y cada uno de los asistentes, incluido Laporta y los presidentes de los otros equipos.El Barcelona podría haber elegido un sistema de construcción más lento y parcial que le hubiera permitido, como al Real Madrid, jugar los partidos en el estadio. Pero en el momento en que Laporta planeó y encargó las obras, Flick todavía no había llegado, el primer equipo no funcionaba y Laporta no estaba seguro de poder ser reelegido presidente, de modo que prefirió un sistema en que por lo menos los primeros plazos se cumplireran más rápido, para estar seguro de que todavía estaba en el cargo cuando llegara el momento de las gratificaciones y los agradecimientos. El cabo suelto de Marcus Rashford en relación a la idea de jugar el Clásico en Arabia fue una exclusiva de ABC: Laporta quería llevárselo allí, sabiendo lo mucho que aquel país paga –mucho y del modo que se le indica– por acoger este tipo de eventos. La persona clave en la organización era Arturo Canales, por la proximidad con el gobierno saudí y su especialidad en favorecer la inversión española en aquel país. Pero utilizar a Canales tenía el precedente de Kosmos organizando la Supercopa y las acusaciones de haber blanqueado las comisiones de aquella operación a través del Andorra, propiedad también de la empresa de Canales, Piqué y el extenista Fernando Soler. Este último, por cierto, aparece como directivo de la empresa D-Driver, a través de la que Albert Luque y Enric Masip han organizado la fallida -por causas como siempre inconfesables- gira de pretemporada del Barça. Al despropósito inicial hay que añadir el ridículo, hecho este domingo, al no poder verse el partido contra el Kobe en las plataformas de pago que el Barsa había preparado. El club denunció el ataque de unos supuestos hackers y no tuvo más remedio que ofrecer el partido gratis por YouTube. Otra consecuencia de la improvisación, de la falta de control y de calidad con que se hacen siempre las cosas en el Barça. Hackers hay siempre y en todas partes y es el más elemental deber de las empresas que sus las plataformas estén preparadas para sobrevivir a sus ataques.Lo que entonces el presidente del Barça ideó fue usar discretamente la influencia de Canales y para poder sacar provecho económico de la operación –con el objetivo, entre otros, de poder pagar los servicios del representante– anunció el fichaje de Marcus Rashford, entonces jugador del Manchester United.Al poco de destapar ABC la trama, un comunicado extraoficial y de un simple aficionado sirvió para desmontar toda una gira de la banda más famosa del mundo, Laporta tuvo que renunciar a llevarse el Clásico a Arabia y el golpe mágico final se dio a conocer el fin de semana, cuando Rashford, cuyo fichaje por el Barça se daba por hecho, anunció que había llegado a un acuerdo para jugar como cedido en el Aston Villa. Una cesión para ponerlo a punto, porque tal como estaba en el United era complicado. ¿Quién es el entrenador del Aston Villa? Unai Émery. ¿Quién es el manager de Unai Emery? Pinhas Zahavi. Una vez más el círculo se cierra con los mismos personajes.Para no dejar ninguna posibilidad de negocio sin atar, esto Laporta no lo hace nunca, Rashford cambió hace unos meses de representante y contrató los servicios de Pinhas Zahavi, el mánager y comisionista de cabecera del presidente del Barça. Su llegada al club, otro éxito de caja. El responsable directivo del Espai Barça, Jordi Llauradó, dejó su cargo como cabeza visible del proyecto de remodelación del Camp Nou justo cuando se supo que Laporta había decidido encargarle las obras a una constructora turca. Fue el 1 de junio de 2023. Se ausentó de la votación de la adjudicación y el club dio la excusa de que era «para evitar suspicacias y por ética profesional», dada su faceta de empresario de la construcción. Pero la mentira aguantó sólo un día, finalmente se supo que Llauradó había dejado su cargo porque se negó a firmar la decisión como miembro de la directiva.Esta dimisión es lo que pensaba el responsable más cualificado del club de la empresa turca Limak, sin experiencia en la construcción de un estadio como el Camp Nou y que llamó la atención hasta del Ministerio de Exteriores, que expresó sus dudas al club y recalcó que se trataba del contrato más elevado que, hasta la fecha, una empresa de la Unión Europea firmaba con una empresa turca y tan vinculada, además, al muy particular gobierno del presidente Erdogan. De nada sirvieron las advertencias, Laporta despreció a las constructoras españolas que se habían presentado al concurso, asignó a dedo los trabajos a Limak y la directiva Maria Elena Fort, militante de Junts, lo celebró exclamando: «Nos hemos petado al Ibex 35».Noticias relacionadas opinion Si Todo irá bien El Barça esquiva el ridículo y salva la pretemporada Salvador Sostres estandar Si La peligrosa encrucijada de Lamine Yamal Salvador SostresPara justificar lo injustificable, Laporta aseguró que los turcos serían más rápidos y baratos que las constructoras españolas e hizo dos promesas: la primera, que los socios podrían festejar ya en el nuevo estadio, y con un aforo de 60.000 personas, la celebración del 125 aniversario del club. La segunda que, tal era el compromiso de Limak con la puntualidad, que se había comprometido a pagar un millón por cada día de retraso. La segunda promesa es la que incumplió primero, y hay que agradecer que sólo una vez, porque Laporta zanjó el tema diciendo que iba a renunciar a cobrar ese prometido millón diario para no perjudicar el buen ambiente creado con la constructora. La primera promesa en cambio se ha ido desgranando –y todavía dura– en muchas otras sub promesas. Algunas escandalosas, como la de decir que el Camp Nou estaría listo en mayo, o que los Stones habían anunciado una gira –que no habían anunciado– para tener la excusa de llevar a Arabia el clásico que se disputaba en aquellas fechas. De ahí, por cierto, nació el fichaje de Rashford, aunque esto lo contaré un poco más adelante. Además de estas promesas falsas –nunca ha habido ni una gota de verdad en ellas, y todas se han hecho a sabiendas de que no se podrían cumplir– el buen nombre del Barça se vio manchado por el trato infrahumano que Limak dio durante la fase inicial de las obras a sus trabajadores, y que ‘El Periódico’ denunció en muy extensos y documentados reportajes. La penúltima de estas falsas promesas fue que el Barça estaría en condiciones de disputar el Gamper en su casa, y como las anteriores, la realidad la ha desmentido. El Ayuntamiento de Barcelona dejó muy claro desde el principio que no iba a poner en riesgo la vida de los asistentes dando unos permisos que no corresponden, todavía, al estado en el que están las obras. Y esto es lo que ha hecho, también en esta ocasión, pese a las presiones de Laporta.El presidente tiene prisa por volver al Camp Nou. El primer motivo es que Goldman Sachs presiona para empezar a recuperar los 1.500 millones que prestó para remodelar el estadio. De hecho, estos 1.500 millones tenían que servir para la construcción de todo el Espai Barça, y esto es lo que explicó Laporta a los socios cuando en asamblea extraordinaria les pidió permiso para asumir semejante deuda: otro incumplimiento, uno más. El segundo motivo de la prisa presidencial es que Laporta pretendía jugar por lo menos un partido en casa durante el mes de agosto, para poder, una vez más, trampear las cuentas del ejercicio de la temporada anterior. Aunque las cuentas se cierran en 30 de junio, si antes de septiembre el club tiene un ingreso lo puede incluir. Jugando el Gamper, Laporta pretendía dar la impresión de que el estadio ya estaba en funcionamiento (otra trampa) para poder contabilizar los 100 millones de la venta de los asientos VIP que sirvieron para la inscripción provisional de Dani Olmo y de Pau Víctor pero que luego LaLiga estableció que no se pueden tener en cuenta hasta que se empiece a prestar el servicio. El regreso no se sabe cuándo se producirá y la idea de tener que volver a jugar en Montjuic no sólo no está descartada sino que va tomando más fuerza a medida que los días pasan. En cualquier caso, el regreso al Camp Nou, de producirse en la cuarta jornada liguera, que es para cuando en teoría se espera, tendría unas condiciones muy precarias: los servicios no están acabados, ni los bares de comida caliente, y en caso de lluvia se mojarían todos y cada uno de los asistentes, incluido Laporta y los presidentes de los otros equipos.El Barcelona podría haber elegido un sistema de construcción más lento y parcial que le hubiera permitido, como al Real Madrid, jugar los partidos en el estadio. Pero en el momento en que Laporta planeó y encargó las obras, Flick todavía no había llegado, el primer equipo no funcionaba y Laporta no estaba seguro de poder ser reelegido presidente, de modo que prefirió un sistema en que por lo menos los primeros plazos se cumplireran más rápido, para estar seguro de que todavía estaba en el cargo cuando llegara el momento de las gratificaciones y los agradecimientos. El cabo suelto de Marcus Rashford en relación a la idea de jugar el Clásico en Arabia fue una exclusiva de ABC: Laporta quería llevárselo allí, sabiendo lo mucho que aquel país paga –mucho y del modo que se le indica– por acoger este tipo de eventos. La persona clave en la organización era Arturo Canales, por la proximidad con el gobierno saudí y su especialidad en favorecer la inversión española en aquel país. Pero utilizar a Canales tenía el precedente de Kosmos organizando la Supercopa y las acusaciones de haber blanqueado las comisiones de aquella operación a través del Andorra, propiedad también de la empresa de Canales, Piqué y el extenista Fernando Soler. Este último, por cierto, aparece como directivo de la empresa D-Driver, a través de la que Albert Luque y Enric Masip han organizado la fallida -por causas como siempre inconfesables- gira de pretemporada del Barça. Al despropósito inicial hay que añadir el ridículo, hecho este domingo, al no poder verse el partido contra el Kobe en las plataformas de pago que el Barsa había preparado. El club denunció el ataque de unos supuestos hackers y no tuvo más remedio que ofrecer el partido gratis por YouTube. Otra consecuencia de la improvisación, de la falta de control y de calidad con que se hacen siempre las cosas en el Barça. Hackers hay siempre y en todas partes y es el más elemental deber de las empresas que sus las plataformas estén preparadas para sobrevivir a sus ataques.Lo que entonces el presidente del Barça ideó fue usar discretamente la influencia de Canales y para poder sacar provecho económico de la operación –con el objetivo, entre otros, de poder pagar los servicios del representante– anunció el fichaje de Marcus Rashford, entonces jugador del Manchester United.Al poco de destapar ABC la trama, un comunicado extraoficial y de un simple aficionado sirvió para desmontar toda una gira de la banda más famosa del mundo, Laporta tuvo que renunciar a llevarse el Clásico a Arabia y el golpe mágico final se dio a conocer el fin de semana, cuando Rashford, cuyo fichaje por el Barça se daba por hecho, anunció que había llegado a un acuerdo para jugar como cedido en el Aston Villa. Una cesión para ponerlo a punto, porque tal como estaba en el United era complicado. ¿Quién es el entrenador del Aston Villa? Unai Émery. ¿Quién es el manager de Unai Emery? Pinhas Zahavi. Una vez más el círculo se cierra con los mismos personajes.Para no dejar ninguna posibilidad de negocio sin atar, esto Laporta no lo hace nunca, Rashford cambió hace unos meses de representante y contrató los servicios de Pinhas Zahavi, el mánager y comisionista de cabecera del presidente del Barça. Su llegada al club, otro éxito de caja. RSS de noticias de deportes
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