En el portalón de la calle Fray Juan de los Ángeles este Corpus todo son recuerdos. El hogar de Pepita Alía (Lagartera, 1930-Madrid, 2024) tiene altar, como es costumbre en este municipio toledano si tu casa está en el recorrido procesional, pero falta ella, aunque se siente su presencia en cada labor que con mimo ha dispuesto su hijo , el arquitecto de interiores y diseñador Tomás Alía.«Es el primer año que falta, era la gran embajadora de esta identidad lagarterana que paseó por todo el mundo», comenta a ABC. Una foto en blanco y negro de Pepita vestida de lagarterana ocupa parte del altar, que este año carece de color, todos son tonos naturales, como el tierra y los blancos rotos. «Le rendimos un homenaje a través de esta propuesta de segundas pieles en seda natural que lo que hacen es definir el alma creativa de ella a través de frases» , comenta el diseñador en relación a los paños de seda que penden en el altar con palabras impresas que definen lo que era para esta mujer la celebración del Corpus de Lagartera, el arte y la artesanía.Los cientos de visitantes y lagarteranos que han pasado frente al altar se han llevado una gran lección al parar y leer a Pepita Alía: «Ojalá consigan que estas tradiciones no se pierdan; pero que recuerden que hay que hacer las cosas con amor, pues sin amor… no hay nada «. Y es precisamente el amor de su familia el que ha hecho posible que la tradición siga en su casa un Corpus más, como viene sucediendo desde el siglo XVI, ya que es uno de los nueve altares originales, documentados.Excelencia y diseñoTomás Alía describe y comparte cada uno de los detalles que hacen de su altar todo un icono de la tradición lagarterana. «En este caso, lo que apreciamos es una una delantera fantástica con toda la Pasión del Señor, trabajada en 1884», comenta, aunque tiene expuestas piezas más antiguas, como los trabajos en red de la colgadura del balcón «con una iconografía muy interesante medieval» o la trasera del altar en la que se reproduce la leyenda del procesamiento de las 100 doncellas.Se trata de un relato medieval que narra el acuerdo entre el rey cristiano Mauregato con el emir de Córdoba, Abderramán I, al que pagaría un tributo anual a cambio de ayuda militar, traducido en 100 doncellas, 50 nobles y 50 plebeyas. Un mito en el que la historia se entremezcla con lo legendario , interpretado de diversas maneras a lo largo del tiempo.En el altar de la familia destaca también el niño Jesús del siglo XVII , una talla en madera policromada que este 2025 la familia presenta «despojado de todas las ropas de gala, viste un traje de seda natural en tono marfil» y un encaje circular que como explica Tomás Alía « perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo « que dispuso alrededor del rostro de su madre en el último adiós el pasado 8 de diciembre, »rodeaba su cara y está en recuerdo a ella«.Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2023, el diseñador no deja nada al azar. Flanqueando la mesa del altar ha dispuesto dos dados de cera en forma de cuba, «un elemento geométrico perfecto» que crea armonía a través de la simetría, dos volúmenes vestidos con una servilleta bordada con los ramos de las gorgueras en azul marino , «una identidad del siglo XIII». Detalles y guiños a su pueblo, Lagartera, y a su madre, Pepita Alía, quien durante décadas trabajó de manera incansable para que el arte hecho a mano, la artesanía, ocupase el lugar que merece. La gran maestra del bordado, presente en su Corpus. En el portalón de la calle Fray Juan de los Ángeles este Corpus todo son recuerdos. El hogar de Pepita Alía (Lagartera, 1930-Madrid, 2024) tiene altar, como es costumbre en este municipio toledano si tu casa está en el recorrido procesional, pero falta ella, aunque se siente su presencia en cada labor que con mimo ha dispuesto su hijo , el arquitecto de interiores y diseñador Tomás Alía.«Es el primer año que falta, era la gran embajadora de esta identidad lagarterana que paseó por todo el mundo», comenta a ABC. Una foto en blanco y negro de Pepita vestida de lagarterana ocupa parte del altar, que este año carece de color, todos son tonos naturales, como el tierra y los blancos rotos. «Le rendimos un homenaje a través de esta propuesta de segundas pieles en seda natural que lo que hacen es definir el alma creativa de ella a través de frases» , comenta el diseñador en relación a los paños de seda que penden en el altar con palabras impresas que definen lo que era para esta mujer la celebración del Corpus de Lagartera, el arte y la artesanía.Los cientos de visitantes y lagarteranos que han pasado frente al altar se han llevado una gran lección al parar y leer a Pepita Alía: «Ojalá consigan que estas tradiciones no se pierdan; pero que recuerden que hay que hacer las cosas con amor, pues sin amor… no hay nada «. Y es precisamente el amor de su familia el que ha hecho posible que la tradición siga en su casa un Corpus más, como viene sucediendo desde el siglo XVI, ya que es uno de los nueve altares originales, documentados.Excelencia y diseñoTomás Alía describe y comparte cada uno de los detalles que hacen de su altar todo un icono de la tradición lagarterana. «En este caso, lo que apreciamos es una una delantera fantástica con toda la Pasión del Señor, trabajada en 1884», comenta, aunque tiene expuestas piezas más antiguas, como los trabajos en red de la colgadura del balcón «con una iconografía muy interesante medieval» o la trasera del altar en la que se reproduce la leyenda del procesamiento de las 100 doncellas.Se trata de un relato medieval que narra el acuerdo entre el rey cristiano Mauregato con el emir de Córdoba, Abderramán I, al que pagaría un tributo anual a cambio de ayuda militar, traducido en 100 doncellas, 50 nobles y 50 plebeyas. Un mito en el que la historia se entremezcla con lo legendario , interpretado de diversas maneras a lo largo del tiempo.En el altar de la familia destaca también el niño Jesús del siglo XVII , una talla en madera policromada que este 2025 la familia presenta «despojado de todas las ropas de gala, viste un traje de seda natural en tono marfil» y un encaje circular que como explica Tomás Alía « perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo « que dispuso alrededor del rostro de su madre en el último adiós el pasado 8 de diciembre, »rodeaba su cara y está en recuerdo a ella«.Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2023, el diseñador no deja nada al azar. Flanqueando la mesa del altar ha dispuesto dos dados de cera en forma de cuba, «un elemento geométrico perfecto» que crea armonía a través de la simetría, dos volúmenes vestidos con una servilleta bordada con los ramos de las gorgueras en azul marino , «una identidad del siglo XIII». Detalles y guiños a su pueblo, Lagartera, y a su madre, Pepita Alía, quien durante décadas trabajó de manera incansable para que el arte hecho a mano, la artesanía, ocupase el lugar que merece. La gran maestra del bordado, presente en su Corpus. En el portalón de la calle Fray Juan de los Ángeles este Corpus todo son recuerdos. El hogar de Pepita Alía (Lagartera, 1930-Madrid, 2024) tiene altar, como es costumbre en este municipio toledano si tu casa está en el recorrido procesional, pero falta ella, aunque se siente su presencia en cada labor que con mimo ha dispuesto su hijo , el arquitecto de interiores y diseñador Tomás Alía.«Es el primer año que falta, era la gran embajadora de esta identidad lagarterana que paseó por todo el mundo», comenta a ABC. Una foto en blanco y negro de Pepita vestida de lagarterana ocupa parte del altar, que este año carece de color, todos son tonos naturales, como el tierra y los blancos rotos. «Le rendimos un homenaje a través de esta propuesta de segundas pieles en seda natural que lo que hacen es definir el alma creativa de ella a través de frases» , comenta el diseñador en relación a los paños de seda que penden en el altar con palabras impresas que definen lo que era para esta mujer la celebración del Corpus de Lagartera, el arte y la artesanía.Los cientos de visitantes y lagarteranos que han pasado frente al altar se han llevado una gran lección al parar y leer a Pepita Alía: «Ojalá consigan que estas tradiciones no se pierdan; pero que recuerden que hay que hacer las cosas con amor, pues sin amor… no hay nada «. Y es precisamente el amor de su familia el que ha hecho posible que la tradición siga en su casa un Corpus más, como viene sucediendo desde el siglo XVI, ya que es uno de los nueve altares originales, documentados.Excelencia y diseñoTomás Alía describe y comparte cada uno de los detalles que hacen de su altar todo un icono de la tradición lagarterana. «En este caso, lo que apreciamos es una una delantera fantástica con toda la Pasión del Señor, trabajada en 1884», comenta, aunque tiene expuestas piezas más antiguas, como los trabajos en red de la colgadura del balcón «con una iconografía muy interesante medieval» o la trasera del altar en la que se reproduce la leyenda del procesamiento de las 100 doncellas.Se trata de un relato medieval que narra el acuerdo entre el rey cristiano Mauregato con el emir de Córdoba, Abderramán I, al que pagaría un tributo anual a cambio de ayuda militar, traducido en 100 doncellas, 50 nobles y 50 plebeyas. Un mito en el que la historia se entremezcla con lo legendario , interpretado de diversas maneras a lo largo del tiempo.En el altar de la familia destaca también el niño Jesús del siglo XVII , una talla en madera policromada que este 2025 la familia presenta «despojado de todas las ropas de gala, viste un traje de seda natural en tono marfil» y un encaje circular que como explica Tomás Alía « perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo « que dispuso alrededor del rostro de su madre en el último adiós el pasado 8 de diciembre, »rodeaba su cara y está en recuerdo a ella«.Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2023, el diseñador no deja nada al azar. Flanqueando la mesa del altar ha dispuesto dos dados de cera en forma de cuba, «un elemento geométrico perfecto» que crea armonía a través de la simetría, dos volúmenes vestidos con una servilleta bordada con los ramos de las gorgueras en azul marino , «una identidad del siglo XIII». Detalles y guiños a su pueblo, Lagartera, y a su madre, Pepita Alía, quien durante décadas trabajó de manera incansable para que el arte hecho a mano, la artesanía, ocupase el lugar que merece. La gran maestra del bordado, presente en su Corpus. RSS de noticias de espana
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