En el Washington de Donald Trump es fácil olvidar cómo eran las cosas en otro tiempo… es decir, hace una semana. En esta, los aranceles han vuelto a la primera línea de la discusión política y económica, pero no, como era de prever, porque fuera a vencer el plazo del 9 de julio que él mismo dio para la activación de los gravámenes con los que él mismo amenazó en abril a decenas de países, sino porque el presidente de Estados Unidos decidió —unilateralmente, una vez más— fijar una nueva fecha para su entrada en vigor: el 1 de agosto.
La última ofensiva de la guerra comercial de Washington deja a sus socios a merced del humor del presidente de EE UU, cuyas amenazas reciben con incredulidad los mercados
En el Washington de Donald Trump es fácil olvidar cómo eran las cosas en otro tiempo… es decir, hace una semana. En esta, los aranceles han vuelto a la primera línea de la discusión política y económica, pero no, como era de prever, porque fuera a vencer el plazo del 9 de julio que él mismo dio para la activación de los gravámenes con los que él mismo amenazó en abril a decenas de países, sino porque el presidente de Estados Unidos decidió —unilateralmente, una vez más— fijar una nueva fecha para su entrada en vigor: el 1 de agosto.
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