<p>Dicen que es <strong>uno de los clubs techno más exclusivos y misteriosos del mundo.</strong> Ni Elon Musk ni Britney Spears han conseguido entrar y YouTube y TikTok están plagados de vídeos con consejos sobre cómo vestirse y qué actitud mostrar en la cola para conseguirlo. Incluso hay un par de aplicaciones móviles y simuladores virtuales con reconocimiento facial (<i>Enter the club</i> y <i>Berghain Trainer</i>) que jóvenes de todo el mundo se descargan para entrenarse. Pero entrar no es fruto de que tu cara le cuadre a un algoritmo, es una mezcla de cosas que nadie más que los porteros humanos entienden. El mito de Berghain lleva 20 años colándose en la literatura y en la ficción televisiva (una de las últimas apariciones ha sido en <i>Los años nuevos</i>, de Sorogoyen) y su portero estrella, Sven Marquardt, es ya tan famoso como el propio club, como muestra el documental <i>Berlin Bouncer</i>. De hecho, mucha gente solo va para que Sven le diga que no, aunque tengan que esperar colas kilométricas bajo la lluvia.</p>
El mito del club de techno berlinés Berghain lleva 20 años colándose en la literatura y en la ficción televisiva. Ni Elon Musk ni Britney Spears han conseguido entrar
<p>Dicen que es <strong>uno de los clubs techno más exclusivos y misteriosos del mundo.</strong> Ni Elon Musk ni Britney Spears han conseguido entrar y YouTube y TikTok están plagados de vídeos con consejos sobre cómo vestirse y qué actitud mostrar en la cola para conseguirlo. Incluso hay un par de aplicaciones móviles y simuladores virtuales con reconocimiento facial (<i>Enter the club</i> y <i>Berghain Trainer</i>) que jóvenes de todo el mundo se descargan para entrenarse. Pero entrar no es fruto de que tu cara le cuadre a un algoritmo, es una mezcla de cosas que nadie más que los porteros humanos entienden. El mito de Berghain lleva 20 años colándose en la literatura y en la ficción televisiva (una de las últimas apariciones ha sido en <i>Los años nuevos</i>, de Sorogoyen) y su portero estrella, Sven Marquardt, es ya tan famoso como el propio club, como muestra el documental <i>Berlin Bouncer</i>. De hecho, mucha gente solo va para que Sven le diga que no, aunque tengan que esperar colas kilométricas bajo la lluvia.</p>
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