Llega la hora de la verdad en la opa del BBVA sobre el Sabadell . Unos analistas creen que Carlos Torres Vila no solo se juega una operación financiera, se juega su presidencia del banco. La oferta -una operación legítima, declarada hostil por el Sabadell, pero admitida por la CNMC con condiciones que el BBVA aceptó rápìdo y no cuestionada por el BCE – ha sido convertida en un campo de batalla político, donde los argumentos empresariales importan menos que los equilibrios parlamentarios y las lealtades territoriales.La dirección del Sabadell ha sabido instrumentalizar el clima político con precisión quirúrgica: envolvió el ‘no’ en una bandera y convirtió la opa en una afrenta al empresariado catalán. En un país con instituciones serias, esta maniobra habría resultado obscena y los reproches se habrían oído en sus cuatro esquina. Nunca se le habría permitido a una entidad sometida a una oferta legal defenderse vendiendo activos, modificando parámetros sustanciales del fondo de comercio recogidos en el cálculo inicial, de la manera que el Sabadell lo ha hecho. Al menos se habría suscitado una duda y una reflexión. En la España de 2025, ha sido muy eficaz. El Gobierno, rehén de los votos de ERC , Junts y el PSC , no ha podido permitirse aparecer como cómplice de una absorción ‘centralista’. Y ahí es donde Torres ha quedado atrapado.Noticia Relacionada opinion Si El minimalismo y los límites Diego Doncel Entendió la escena como un lugar de encuentro y la creación como una cita de sensibilidadesLos reguladores han sido mucho más razonables que el poder político, lo cual era lo esperado pero no lo lógico en los tiempos que corren. Ni la CNMC ni el BCE han frenado la operación. Pero el ruido mediático, la presión de Moncloa y la coreografía de Salvador Illa y Carlos Cuerpo han transformado una compra legítima en una suerte de cruzada. En este contexto, el BBVA mantiene su posición, pero el tiempo no juega a su favor. Cada semana que pasa sin avances refuerza la percepción de que la operación es mala.Torres ha dicho que su futuro no depende del éxito de la oferta. Pero muy pocos lo creen. Esta ha sido su gran apuesta estratégica, su jugada audaz para consolidar al banco en el mercado europeo. Si fracasa, su margen de maniobra quedará reducido. En la banca, como en la política, hay derrotas que se camuflan como retiradas tácticas. Y todas acaban costando.Pero hete aquí que el Gobierno, con su oposición tan explícita, le ha brindado a Torres una coartada estupenda: podrá retirarse alegando condiciones inaceptables, preservando cierta dignidad. Ante lo que hemos visto, nadie le reprochará que Oliu y González-Bueno , dopados con el apoyo de La Moncloa , le tuerzan la mano. Pero eso le brinda un burladero, pero no cambia el fondo: se habrá dejado vencer por un frente formado por cálculos parlamentarios, localismo empresarial y servidumbre política.Lo más grave de esta historia no es si BBVA compra o no el Sabadell. Lo inquietante es constatar hasta qué punto una operación empresarial puede ser secuestrada por intereses que nada tienen que ver con la competencia, los accionistas o el futuro del sistema financiero. jmuller@abc.es Llega la hora de la verdad en la opa del BBVA sobre el Sabadell . Unos analistas creen que Carlos Torres Vila no solo se juega una operación financiera, se juega su presidencia del banco. La oferta -una operación legítima, declarada hostil por el Sabadell, pero admitida por la CNMC con condiciones que el BBVA aceptó rápìdo y no cuestionada por el BCE – ha sido convertida en un campo de batalla político, donde los argumentos empresariales importan menos que los equilibrios parlamentarios y las lealtades territoriales.La dirección del Sabadell ha sabido instrumentalizar el clima político con precisión quirúrgica: envolvió el ‘no’ en una bandera y convirtió la opa en una afrenta al empresariado catalán. En un país con instituciones serias, esta maniobra habría resultado obscena y los reproches se habrían oído en sus cuatro esquina. Nunca se le habría permitido a una entidad sometida a una oferta legal defenderse vendiendo activos, modificando parámetros sustanciales del fondo de comercio recogidos en el cálculo inicial, de la manera que el Sabadell lo ha hecho. Al menos se habría suscitado una duda y una reflexión. En la España de 2025, ha sido muy eficaz. El Gobierno, rehén de los votos de ERC , Junts y el PSC , no ha podido permitirse aparecer como cómplice de una absorción ‘centralista’. Y ahí es donde Torres ha quedado atrapado.Noticia Relacionada opinion Si El minimalismo y los límites Diego Doncel Entendió la escena como un lugar de encuentro y la creación como una cita de sensibilidadesLos reguladores han sido mucho más razonables que el poder político, lo cual era lo esperado pero no lo lógico en los tiempos que corren. Ni la CNMC ni el BCE han frenado la operación. Pero el ruido mediático, la presión de Moncloa y la coreografía de Salvador Illa y Carlos Cuerpo han transformado una compra legítima en una suerte de cruzada. En este contexto, el BBVA mantiene su posición, pero el tiempo no juega a su favor. Cada semana que pasa sin avances refuerza la percepción de que la operación es mala.Torres ha dicho que su futuro no depende del éxito de la oferta. Pero muy pocos lo creen. Esta ha sido su gran apuesta estratégica, su jugada audaz para consolidar al banco en el mercado europeo. Si fracasa, su margen de maniobra quedará reducido. En la banca, como en la política, hay derrotas que se camuflan como retiradas tácticas. Y todas acaban costando.Pero hete aquí que el Gobierno, con su oposición tan explícita, le ha brindado a Torres una coartada estupenda: podrá retirarse alegando condiciones inaceptables, preservando cierta dignidad. Ante lo que hemos visto, nadie le reprochará que Oliu y González-Bueno , dopados con el apoyo de La Moncloa , le tuerzan la mano. Pero eso le brinda un burladero, pero no cambia el fondo: se habrá dejado vencer por un frente formado por cálculos parlamentarios, localismo empresarial y servidumbre política.Lo más grave de esta historia no es si BBVA compra o no el Sabadell. Lo inquietante es constatar hasta qué punto una operación empresarial puede ser secuestrada por intereses que nada tienen que ver con la competencia, los accionistas o el futuro del sistema financiero. jmuller@abc.es Llega la hora de la verdad en la opa del BBVA sobre el Sabadell . Unos analistas creen que Carlos Torres Vila no solo se juega una operación financiera, se juega su presidencia del banco. La oferta -una operación legítima, declarada hostil por el Sabadell, pero admitida por la CNMC con condiciones que el BBVA aceptó rápìdo y no cuestionada por el BCE – ha sido convertida en un campo de batalla político, donde los argumentos empresariales importan menos que los equilibrios parlamentarios y las lealtades territoriales.La dirección del Sabadell ha sabido instrumentalizar el clima político con precisión quirúrgica: envolvió el ‘no’ en una bandera y convirtió la opa en una afrenta al empresariado catalán. En un país con instituciones serias, esta maniobra habría resultado obscena y los reproches se habrían oído en sus cuatro esquina. Nunca se le habría permitido a una entidad sometida a una oferta legal defenderse vendiendo activos, modificando parámetros sustanciales del fondo de comercio recogidos en el cálculo inicial, de la manera que el Sabadell lo ha hecho. Al menos se habría suscitado una duda y una reflexión. En la España de 2025, ha sido muy eficaz. El Gobierno, rehén de los votos de ERC , Junts y el PSC , no ha podido permitirse aparecer como cómplice de una absorción ‘centralista’. Y ahí es donde Torres ha quedado atrapado.Noticia Relacionada opinion Si El minimalismo y los límites Diego Doncel Entendió la escena como un lugar de encuentro y la creación como una cita de sensibilidadesLos reguladores han sido mucho más razonables que el poder político, lo cual era lo esperado pero no lo lógico en los tiempos que corren. Ni la CNMC ni el BCE han frenado la operación. Pero el ruido mediático, la presión de Moncloa y la coreografía de Salvador Illa y Carlos Cuerpo han transformado una compra legítima en una suerte de cruzada. En este contexto, el BBVA mantiene su posición, pero el tiempo no juega a su favor. Cada semana que pasa sin avances refuerza la percepción de que la operación es mala.Torres ha dicho que su futuro no depende del éxito de la oferta. Pero muy pocos lo creen. Esta ha sido su gran apuesta estratégica, su jugada audaz para consolidar al banco en el mercado europeo. Si fracasa, su margen de maniobra quedará reducido. En la banca, como en la política, hay derrotas que se camuflan como retiradas tácticas. Y todas acaban costando.Pero hete aquí que el Gobierno, con su oposición tan explícita, le ha brindado a Torres una coartada estupenda: podrá retirarse alegando condiciones inaceptables, preservando cierta dignidad. Ante lo que hemos visto, nadie le reprochará que Oliu y González-Bueno , dopados con el apoyo de La Moncloa , le tuerzan la mano. Pero eso le brinda un burladero, pero no cambia el fondo: se habrá dejado vencer por un frente formado por cálculos parlamentarios, localismo empresarial y servidumbre política.Lo más grave de esta historia no es si BBVA compra o no el Sabadell. Lo inquietante es constatar hasta qué punto una operación empresarial puede ser secuestrada por intereses que nada tienen que ver con la competencia, los accionistas o el futuro del sistema financiero. jmuller@abc.es RSS de noticias de economia
Noticias Similares