Desde 1991, la asociación de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) lleva a cabo el proyecto de Vacaciones en Paz , gracias al cual, niños de los campamentos de refugiados saharauis pasan el verano con diversas familias gallegas. Dentro del programa, los menores reciben atención sanitaria y disfrutan de unas vacaciones únicas lejos de las duras condiciones del desierto y del propio campamento de refugiados. Esta iniciativa permite a los menores escapar temporalmente de un contexto marcado por el conflicto armado, conocer otra realidad y disfrutar de un entorno distinto. En el proyecto colaboran tanto la Xunta de Galicia como numerosos ayuntamientos de la comunidad gallega, que apoyan la continuidad del programa año tras año.En esta edición, Tamara participa por segunda vez en el proyecto. La idea viene de lejos: lo que empezó como concienciación sobre la causa del Sahara Occidental tornó en un viaje a un campamento de refugiados hace 12 años. Fue en ese momento cuando, tras ver cómo vivía la gente al pasar tiempo con las familias y los niños, decidió que algún día acogería alguno en verano. «La madre de la casa donde me alojaba me decía que una de sus hijas se iría conmigo a Galicia en verano», recuerda. «En ese momento no estaba preparada, pero el año pasado vi la oportunidad junto a mi pareja y la aprovechamos», añade.Noticias relacionadas estandar No La Diputación de Valladolid recibe a los niños saharauis que participan en el programa Vacaciones en Paz 2025 ABC estandar No Talavera da la bienvenida a los 25 niños saharauis del programa estival ‘Vacaciones en Paz’ ABCÓscar conoció la asociación a través de unos conocidos que ya habían participado. Siempre había tenido interés en acoger a algún niño y era consciente de la situación que viven estas personas. « Es increíble que algo que ocurre tan cerca, y que en parte es responsabilidad de España, lo ignoremos por completo . Choca bastante», subraya. Este verano acoge por primera vez a una niña, y admite que los primeros días fueron complicados, ya que la comunicación era difícil y muchas veces no lograba entender todo lo que sentía. «Los primeros días se sufre bastante, porque ves que lo está pasando mal y que no puedes hacer mucho. Pero ya desde entonces tengo claro que, si el año que viene Mula quiere, volverá a pasar el verano con nosotros», cuenta.El principal obstáculo al que se enfrentan los niños cuando llegan aquí es el idioma, ya que al principio desconocen la lengua. Sin embargo, eso no impide que puedan relacionarse con otros niños. Cuando se les explica la situación a los menores locales, muestran una «generosidad innata» . Además, el lenguaje del juego es universal y se acaban entendiendo sin ningún problema. «El niño que acogimos el año pasado no sabía español pero le encantaba el fútbol. Lo llevaba a las pistas del barrio y, tras explicarles al resto de niños su situación, enseguida fue uno más. Incluso creó un vínculo tan fuerte que, al llamarse Lamine, le apodaron ‘Lamine Yamal’ y cada vez que le veían le saludaban con entusiasmo», afirma TamaraA su vez, los niños también establecen una gran relación con las personas mayores y conocidos de las familias, hasta el punto de convertirse en un miembro más del hogar. En el caso de Mula, la niña que acoge Óscar, según comenta, «es una niña muy risueña y sociable, y la verdad es que la relación es buenísima, todos preguntan por ella y le traen regalos». Esta amabilidad no es un caso aislado. Todos coinciden en lo mismo, l os niños son todos «súper agradecidos» y «nunca tienen una mala cara, siempre están con una sonrisa en la boca». Tamara comparte esa percepción y añade: «Con los dos niños que acogí me pasó lo mismo. Siempre están de buen humor y son muy agradables». Agua, diversión y saludLo que más les sorprende en general a los niños cuando pasan aquí el verano, sin duda, es el agua, ya sea en forma de lluvia, piscina o playa. Tamara comenta que «cuando llueve se ponen debajo del agua, les encanta jugar bajo la lluvia. Y cuando vamos a la playa se quedan asombrados al ver el mar». « Lo que más le fascina es la piscina , porque la playa les sorprende pero bueno, no tanto, porque deben de estar un poco cansados de ver tanta arena», añade Óscar. Por otro lado, al llegar los niños se les realizan unas pruebas médicas ya que muchos de los menores necesitan asistencia sanitaria, la cual es proporcionada por parte de la propia organización. Esta ayuda resulta fundamental, ya que, aunque las condiciones en el campo de refugiados han mejorado con el tiempo gracias al trabajo de las ONG, muchos menores siguen requiriendo cuidados médicos de primera necesidad . Por fortuna, en el caso de Óscar, su ‘hija de acogida’ no necesitó de una atención urgente, ya que los resultados de las pruebas fueron positivos y ella se encuentra perfectamente. Sin embargo, el año pasado, Tamara vivió una situación más difícil: acogió a un niño que, nada más llegar, tuvo que pasar una semana en el hospital por culpa de un quiste en la garganta . Lo más desafortunado es que no pudo ser operado por falta de tiempo. Este mismo niño iba a regresar con Tamara este verano, al saber que debía operarse, le entró miedo a última hora y decidió no venir. «Es una pena, porque en algún momento se tendrá que operar, si no, vivirá toda su vida con él» comenta Tamara. «A pesar de este complicado inicio, lo llevó bastante bien y acabó disfrutando mucho del verano», añade. Cuando llega el momento de marcharse, los niños suelen estar contentos y felices, algo que sorprende a muchas familias. Regresan a su hogar y, para los padres de acogida, el regreso no resulta tan traumático como podría parecer. Hoy en día, gracias a los móviles e Internet, mantienen el contacto durante todo el año . Además, algunos de los familiares de la asociación viajan personalmente a los campamentos de refugiados para recoger a los menores y tienen la oportunidad de conocer cara a cara a las familias con las que han mantenido contacto. Este año, Tamara tuvo esa experiencia y asegura que fue «muy emocionante», ya que pudo conocer a la familia con la que había estado hablando durante todo este tiempo. «La verdad es que se crea un vínculo muy profundo con ellos», concluye. Desde 1991, la asociación de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) lleva a cabo el proyecto de Vacaciones en Paz , gracias al cual, niños de los campamentos de refugiados saharauis pasan el verano con diversas familias gallegas. Dentro del programa, los menores reciben atención sanitaria y disfrutan de unas vacaciones únicas lejos de las duras condiciones del desierto y del propio campamento de refugiados. Esta iniciativa permite a los menores escapar temporalmente de un contexto marcado por el conflicto armado, conocer otra realidad y disfrutar de un entorno distinto. En el proyecto colaboran tanto la Xunta de Galicia como numerosos ayuntamientos de la comunidad gallega, que apoyan la continuidad del programa año tras año.En esta edición, Tamara participa por segunda vez en el proyecto. La idea viene de lejos: lo que empezó como concienciación sobre la causa del Sahara Occidental tornó en un viaje a un campamento de refugiados hace 12 años. Fue en ese momento cuando, tras ver cómo vivía la gente al pasar tiempo con las familias y los niños, decidió que algún día acogería alguno en verano. «La madre de la casa donde me alojaba me decía que una de sus hijas se iría conmigo a Galicia en verano», recuerda. «En ese momento no estaba preparada, pero el año pasado vi la oportunidad junto a mi pareja y la aprovechamos», añade.Noticias relacionadas estandar No La Diputación de Valladolid recibe a los niños saharauis que participan en el programa Vacaciones en Paz 2025 ABC estandar No Talavera da la bienvenida a los 25 niños saharauis del programa estival ‘Vacaciones en Paz’ ABCÓscar conoció la asociación a través de unos conocidos que ya habían participado. Siempre había tenido interés en acoger a algún niño y era consciente de la situación que viven estas personas. « Es increíble que algo que ocurre tan cerca, y que en parte es responsabilidad de España, lo ignoremos por completo . Choca bastante», subraya. Este verano acoge por primera vez a una niña, y admite que los primeros días fueron complicados, ya que la comunicación era difícil y muchas veces no lograba entender todo lo que sentía. «Los primeros días se sufre bastante, porque ves que lo está pasando mal y que no puedes hacer mucho. Pero ya desde entonces tengo claro que, si el año que viene Mula quiere, volverá a pasar el verano con nosotros», cuenta.El principal obstáculo al que se enfrentan los niños cuando llegan aquí es el idioma, ya que al principio desconocen la lengua. Sin embargo, eso no impide que puedan relacionarse con otros niños. Cuando se les explica la situación a los menores locales, muestran una «generosidad innata» . Además, el lenguaje del juego es universal y se acaban entendiendo sin ningún problema. «El niño que acogimos el año pasado no sabía español pero le encantaba el fútbol. Lo llevaba a las pistas del barrio y, tras explicarles al resto de niños su situación, enseguida fue uno más. Incluso creó un vínculo tan fuerte que, al llamarse Lamine, le apodaron ‘Lamine Yamal’ y cada vez que le veían le saludaban con entusiasmo», afirma TamaraA su vez, los niños también establecen una gran relación con las personas mayores y conocidos de las familias, hasta el punto de convertirse en un miembro más del hogar. En el caso de Mula, la niña que acoge Óscar, según comenta, «es una niña muy risueña y sociable, y la verdad es que la relación es buenísima, todos preguntan por ella y le traen regalos». Esta amabilidad no es un caso aislado. Todos coinciden en lo mismo, l os niños son todos «súper agradecidos» y «nunca tienen una mala cara, siempre están con una sonrisa en la boca». Tamara comparte esa percepción y añade: «Con los dos niños que acogí me pasó lo mismo. Siempre están de buen humor y son muy agradables». Agua, diversión y saludLo que más les sorprende en general a los niños cuando pasan aquí el verano, sin duda, es el agua, ya sea en forma de lluvia, piscina o playa. Tamara comenta que «cuando llueve se ponen debajo del agua, les encanta jugar bajo la lluvia. Y cuando vamos a la playa se quedan asombrados al ver el mar». « Lo que más le fascina es la piscina , porque la playa les sorprende pero bueno, no tanto, porque deben de estar un poco cansados de ver tanta arena», añade Óscar. Por otro lado, al llegar los niños se les realizan unas pruebas médicas ya que muchos de los menores necesitan asistencia sanitaria, la cual es proporcionada por parte de la propia organización. Esta ayuda resulta fundamental, ya que, aunque las condiciones en el campo de refugiados han mejorado con el tiempo gracias al trabajo de las ONG, muchos menores siguen requiriendo cuidados médicos de primera necesidad . Por fortuna, en el caso de Óscar, su ‘hija de acogida’ no necesitó de una atención urgente, ya que los resultados de las pruebas fueron positivos y ella se encuentra perfectamente. Sin embargo, el año pasado, Tamara vivió una situación más difícil: acogió a un niño que, nada más llegar, tuvo que pasar una semana en el hospital por culpa de un quiste en la garganta . Lo más desafortunado es que no pudo ser operado por falta de tiempo. Este mismo niño iba a regresar con Tamara este verano, al saber que debía operarse, le entró miedo a última hora y decidió no venir. «Es una pena, porque en algún momento se tendrá que operar, si no, vivirá toda su vida con él» comenta Tamara. «A pesar de este complicado inicio, lo llevó bastante bien y acabó disfrutando mucho del verano», añade. Cuando llega el momento de marcharse, los niños suelen estar contentos y felices, algo que sorprende a muchas familias. Regresan a su hogar y, para los padres de acogida, el regreso no resulta tan traumático como podría parecer. Hoy en día, gracias a los móviles e Internet, mantienen el contacto durante todo el año . Además, algunos de los familiares de la asociación viajan personalmente a los campamentos de refugiados para recoger a los menores y tienen la oportunidad de conocer cara a cara a las familias con las que han mantenido contacto. Este año, Tamara tuvo esa experiencia y asegura que fue «muy emocionante», ya que pudo conocer a la familia con la que había estado hablando durante todo este tiempo. «La verdad es que se crea un vínculo muy profundo con ellos», concluye. Desde 1991, la asociación de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) lleva a cabo el proyecto de Vacaciones en Paz , gracias al cual, niños de los campamentos de refugiados saharauis pasan el verano con diversas familias gallegas. Dentro del programa, los menores reciben atención sanitaria y disfrutan de unas vacaciones únicas lejos de las duras condiciones del desierto y del propio campamento de refugiados. Esta iniciativa permite a los menores escapar temporalmente de un contexto marcado por el conflicto armado, conocer otra realidad y disfrutar de un entorno distinto. En el proyecto colaboran tanto la Xunta de Galicia como numerosos ayuntamientos de la comunidad gallega, que apoyan la continuidad del programa año tras año.En esta edición, Tamara participa por segunda vez en el proyecto. La idea viene de lejos: lo que empezó como concienciación sobre la causa del Sahara Occidental tornó en un viaje a un campamento de refugiados hace 12 años. Fue en ese momento cuando, tras ver cómo vivía la gente al pasar tiempo con las familias y los niños, decidió que algún día acogería alguno en verano. «La madre de la casa donde me alojaba me decía que una de sus hijas se iría conmigo a Galicia en verano», recuerda. «En ese momento no estaba preparada, pero el año pasado vi la oportunidad junto a mi pareja y la aprovechamos», añade.Noticias relacionadas estandar No La Diputación de Valladolid recibe a los niños saharauis que participan en el programa Vacaciones en Paz 2025 ABC estandar No Talavera da la bienvenida a los 25 niños saharauis del programa estival ‘Vacaciones en Paz’ ABCÓscar conoció la asociación a través de unos conocidos que ya habían participado. Siempre había tenido interés en acoger a algún niño y era consciente de la situación que viven estas personas. « Es increíble que algo que ocurre tan cerca, y que en parte es responsabilidad de España, lo ignoremos por completo . Choca bastante», subraya. Este verano acoge por primera vez a una niña, y admite que los primeros días fueron complicados, ya que la comunicación era difícil y muchas veces no lograba entender todo lo que sentía. «Los primeros días se sufre bastante, porque ves que lo está pasando mal y que no puedes hacer mucho. Pero ya desde entonces tengo claro que, si el año que viene Mula quiere, volverá a pasar el verano con nosotros», cuenta.El principal obstáculo al que se enfrentan los niños cuando llegan aquí es el idioma, ya que al principio desconocen la lengua. Sin embargo, eso no impide que puedan relacionarse con otros niños. Cuando se les explica la situación a los menores locales, muestran una «generosidad innata» . Además, el lenguaje del juego es universal y se acaban entendiendo sin ningún problema. «El niño que acogimos el año pasado no sabía español pero le encantaba el fútbol. Lo llevaba a las pistas del barrio y, tras explicarles al resto de niños su situación, enseguida fue uno más. Incluso creó un vínculo tan fuerte que, al llamarse Lamine, le apodaron ‘Lamine Yamal’ y cada vez que le veían le saludaban con entusiasmo», afirma TamaraA su vez, los niños también establecen una gran relación con las personas mayores y conocidos de las familias, hasta el punto de convertirse en un miembro más del hogar. En el caso de Mula, la niña que acoge Óscar, según comenta, «es una niña muy risueña y sociable, y la verdad es que la relación es buenísima, todos preguntan por ella y le traen regalos». Esta amabilidad no es un caso aislado. Todos coinciden en lo mismo, l os niños son todos «súper agradecidos» y «nunca tienen una mala cara, siempre están con una sonrisa en la boca». Tamara comparte esa percepción y añade: «Con los dos niños que acogí me pasó lo mismo. Siempre están de buen humor y son muy agradables». Agua, diversión y saludLo que más les sorprende en general a los niños cuando pasan aquí el verano, sin duda, es el agua, ya sea en forma de lluvia, piscina o playa. Tamara comenta que «cuando llueve se ponen debajo del agua, les encanta jugar bajo la lluvia. Y cuando vamos a la playa se quedan asombrados al ver el mar». « Lo que más le fascina es la piscina , porque la playa les sorprende pero bueno, no tanto, porque deben de estar un poco cansados de ver tanta arena», añade Óscar. Por otro lado, al llegar los niños se les realizan unas pruebas médicas ya que muchos de los menores necesitan asistencia sanitaria, la cual es proporcionada por parte de la propia organización. Esta ayuda resulta fundamental, ya que, aunque las condiciones en el campo de refugiados han mejorado con el tiempo gracias al trabajo de las ONG, muchos menores siguen requiriendo cuidados médicos de primera necesidad . Por fortuna, en el caso de Óscar, su ‘hija de acogida’ no necesitó de una atención urgente, ya que los resultados de las pruebas fueron positivos y ella se encuentra perfectamente. Sin embargo, el año pasado, Tamara vivió una situación más difícil: acogió a un niño que, nada más llegar, tuvo que pasar una semana en el hospital por culpa de un quiste en la garganta . Lo más desafortunado es que no pudo ser operado por falta de tiempo. Este mismo niño iba a regresar con Tamara este verano, al saber que debía operarse, le entró miedo a última hora y decidió no venir. «Es una pena, porque en algún momento se tendrá que operar, si no, vivirá toda su vida con él» comenta Tamara. «A pesar de este complicado inicio, lo llevó bastante bien y acabó disfrutando mucho del verano», añade. Cuando llega el momento de marcharse, los niños suelen estar contentos y felices, algo que sorprende a muchas familias. Regresan a su hogar y, para los padres de acogida, el regreso no resulta tan traumático como podría parecer. Hoy en día, gracias a los móviles e Internet, mantienen el contacto durante todo el año . Además, algunos de los familiares de la asociación viajan personalmente a los campamentos de refugiados para recoger a los menores y tienen la oportunidad de conocer cara a cara a las familias con las que han mantenido contacto. Este año, Tamara tuvo esa experiencia y asegura que fue «muy emocionante», ya que pudo conocer a la familia con la que había estado hablando durante todo este tiempo. «La verdad es que se crea un vínculo muy profundo con ellos», concluye. RSS de noticias de espana
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