El tren es limpio, seguro y sostenible, pero en Europa apenas representa el 7% de los desplazamientos, diez veces menos que el coche y la mitad que el avión. Su atractivo se ve limitado por tarifas poco competitivas, retrasos frecuentes y una red fragmentada con distintos anchos de vía. Proyectos como Rail Baltica, que conectará los países bálticos con Europa Central, avanzan, pero la falta de interoperabilidad y la escasa inversión pública lastran la integración de una red ferroviaria europea realmente común. En este escenario, Suiza destaca por su densa y puntual red, con un 98,6 % de trenes que llegan a tiempo, mientras España se ha convertido en un referente de liberalización: ha abaratado la alta velocidad, pero ha relegado las líneas regionales y las zonas menos rentables.
A pesar de ser sostenible, el transporte ferroviario no despega en el Viejo Continente: es caro, poco fiable y carece de una red común
El tren es limpio, seguro y sostenible, pero en Europa apenas representa el 7% de los desplazamientos, diez veces menos que el coche y la mitad que el avión. Su atractivo se ve limitado por tarifas poco competitivas, retrasos frecuentes y una red fragmentada con distintos anchos de vía. Proyectos como Rail Baltica, que conectará los países bálticos con Europa Central, avanzan, pero la falta de interoperabilidad y la escasa inversión pública lastran la integración de una red ferroviaria europea realmente común. En este escenario, Suiza destaca por su densa y puntual red, con un 98,6 % de trenes que llegan a tiempo, mientras España se ha convertido en un referente de liberalización: ha abaratado la alta velocidad, pero ha relegado las líneas regionales y las zonas menos rentables.
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