Cualquier aficionado asiduo a los torneos de élite puede imaginar lo que ocurrió en el de Güines/La Habana -donde el ajedrez es muy popular y prestigioso- de 1976. El afamado Ulf Andersson, un astro mundial con una comprensión estratégica de las más profundas de su época, completó la fase de desarrollo de sus piezas, con todas ellas centralizadas tras 17 lances. Frente a él, Francisco José Pérez (1920-1999) hizo entonces una jugada agresiva, fácil de neutralizar en apariencia. Por una vez, el sueco no profundizó y optó por la réplica que se iba de las manos, en lugar de otra, no tan estética, que hubiera mantenido un tenso equilibrio. Era un error, que el cubano de origen español aprovechó para crear una obra inmortal de gran belleza y precisión.
Todo parecía ir bien para el temible Ulf Andersson cuando, de pronto, el hispano-cubano incendió el tablero con gran belleza y creatividad
Cualquier aficionado asiduo a los torneos de élite puede imaginar lo que ocurrió en el de Güines/La Habana -donde el ajedrez es muy popular y prestigioso- de 1976. El afamado Ulf Andersson, un astro mundial con una comprensión estratégica de las más profundas de su época, completó la fase de desarrollo de sus piezas, con todas ellas centralizadas tras 17 lances. Frente a él, Francisco José Pérez (1920-1999) hizo entonces una jugada agresiva, fácil de neutralizar en apariencia. Por una vez, el sueco no profundizó y optó por la réplica que se iba de las manos, en lugar de otra, no tan estética, que hubiera mantenido un tenso equilibrio. Era un error, que el cubano de origen español aprovechó para crear una obra inmortal de gran belleza y precisión.
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