Se sabe de la grandeza de una obra de arte cuando, muchos años después, algo parecido hace que vuelva a estar en boca de todos. Ocurrió con el Madrid en Filadelfia bajo la lluvia, en cuanto Vinicius secó el balón dejándolo a sus espaldas para que Valverde rematase a puerta. Una palabra recorrió los móviles encendidos: “Guti”. Guti en Riazor, también bajo la lluvia, con Benzema en lugar de Valverde. Pero la obra del 14 sigue siendo intocable y resiste todas las comparaciones. Guti tenía al portero del Dépor enfrente, listo para regatearlo, cruzarle la pelota o salvarlo con una picadita: las opciones de Guti eran las propias de un mano a mano, y se sacó de las piernas la genialidad con la que nadie contaba, y de paso dejó la portería vacía a Benzema. O sea, era la mejor opción, y la que nadie había pensado. Sólo el que tenía el balón.
La obra maestra del 14 en Riazor sigue siendo intocable y resiste todas las comparaciones. Él tenía todas las opciones, e inventó una superior
Se sabe de la grandeza de una obra de arte cuando, muchos años después, algo parecido hace que vuelva a estar en boca de todos. Ocurrió con el Madrid en Filadelfia bajo la lluvia, en cuanto Vinicius secó el balón dejándolo a sus espaldas para que Valverde rematase a puerta. Una palabra recorrió los móviles encendidos: “Guti”. Guti en Riazor, también bajo la lluvia, con Benzema en lugar de Valverde. Pero la obra del 14 sigue siendo intocable y resiste todas las comparaciones. Guti tenía al portero del Dépor enfrente, listo para regatearlo, cruzarle la pelota o salvarlo con una picadita: las opciones de Guti eran las propias de un mano a mano, y se sacó de las piernas la genialidad con la que nadie contaba, y de paso dejó la portería vacía a Benzema. O sea, era la mejor opción, y la que nadie había pensado. Sólo el que tenía el balón.
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